1. Origen de la denominación. El título oficial en su fundación fue el de
monasterio de San Lorenzo el Real del Escorial. El nombre de Escorial
procede de la villa en cuya demarcación está situado, a 2 Km. de la misma,
al E. de Madrid. La etimología de esta palabra ha sido diversamente
interpretada. El P. Sigüenza (cfr. o. c. bibl.) la hace derivar de
'escoria', fundado en que el bosque que se extiende delante de él, hacia
mediodía, se llama Herrería, pues cree que antiguamente había allí minas
de hierro o fraguas para labrar éste en bruto. Pero no hubo jamás minas ni
herrerías en este paraje, ni escorias consiguientemente. El vocablo
'herrería' es contracción de 'herrenería', sitio de herrones, o forrajes
en verde para el ganado. Hoy es ya comúnmente aceptada la etimología que
lo deriva de Aesculus, una especie de encina que abunda en este lugar.
Aunque el nombre escueto de Escorial pertenece a la villa susodicha,
la costumbre ha prevalecido en aplicarlo al monasterio, con el artículo
delante, llamándolo antonomásicamente El Escorial. Por tanto, cuando se
hace referencia al monasterio, debe anteponerse siempre el artículo, y no
contraerse en los casos indirectos, y reservar el artículo contracto
cuando el nombre de Escorial es apelativo o denominativo. El patronímico
de S. Lorenzo se le dio por haber ganado Felipe II (v.) su primera gran
batalla (San Quintín) el 10 de agosto de 1557, fiesta de este santo, y por
su especial devoción al mismo, a cuyo nombre y gloria dedicó El Escorial.
2. El Escorial, fundación religiosa. Según la carta de fundación,
los fines de ésta eran: a) Dar continuas gracias a Dios por los beneficios
recibidos y por los que esperaba recibir de su mano. b) Rogar por la
conservación de la fe católica frente a la herejía protestante u otras que
surgieran en los reinos recibidos en herencia, y por la paz y justicia de
unos con otros. c) Pedir por el rey y por sus predecesores y sucesores y
por sus Estados. d) Dar cumplimiento al encargo de su padre el Emperador,
de darle digna sepultura, construyendo un panteón real donde descansaran
él y sus sucesores. Para lograr estos fines Felipe II acordó lo siguiente:
1) Entregar el monasterio a los monjes jerónimos consagrados por regla,
día y noche, al culto divino, lo que a la sazón cumplían con gran
observancia. 2) Fundar un colegio de estudios eclesiásticos superiores y
un seminario para los menores, donde se formasen religiosos en ciencia y
santidad para que pudiesen predicar la religión y defenderla con
competencia.
Comprendiendo que la ciencia no se adquiere sin una buena
biblioteca, dispone también que se organice una de las más ricas del mundo
al lado, entre el monasterio y el colegio, para que ambas instituciones se
beneficien de ella. El seminario, trazado según las normas del concilio de
Tiento, estaba compuesto de 30 becarios internos de toda la Orden,
debiendo reservarse 10 plazas para el monasterio. El colegio era también
para internos, con 24 plazas, de las cuales ocho debían reservarse para el
monasterio. Los profesores debían ser todos titulados por universidades
públicas, y eran nombrados profesores por el rey, después de una prueba de
competencia, con la aprobación del prior del monasterio. A fin de que los
títulos dados por el colegio fueran valederos como universitarios,
requería estar dicho colegio afiliado a una universidad pública,
ordinariamente a la de Alcalá, de la cual se consideraba como filial, y
que debían presidir sus exámenes y pruebas. A pesar de su organización
perfecta, el colegio no logró el desarrollo y altura que era de esperar.
Con todo, su disolución no tuvo lugar hasta el s. XIX, en el que colegio y
seminario fueron trocados por un solo colegio, de primera y segunda
enseñanza.
3. Desarrollo histórico de El Escorial. Los tres primeros siglos.
Felipe II no sólo construyó lo que comúnmente se llama monasterio, sino
también otras edificaciones anejas. En primer lugar, la llamada Compaña,
destinada a almacén y depósito de provisiones. En el s. XVIII se
levantaron otros edificios, en consonancia y armonía estética con el
monasterio, para oficinas y ministerios de la Corte cuando residía en este
lugar. Con ello, se formó en derredor del monasterio un cinturón de
edificios, que a modo de muro han defendido a aquél de la presumible
invasión urbana. El s. XIX señala el fin de la Orden de los jerónimos en
El Escorial. Primero fue la invasión francesa la que arrojó a la comunidad
violentamente, a la vez que llevaba a término el expolio del monasterio.
Reincorporados en 1814, fueron obligados a secularizarse por las Cortes de
Cádiz en 1820. Restaurada de nuevo la comunidad en 1824, fue disuelta por
segunda vez en 1837, poniendo en su lugar un cabildo de capellanes
seculares, con el fin de atender al culto y oficio coral. En 1854 se
reintegró la Orden de los jerónimos al monasterio, gracias a las gestiones
del P. Pagés, que fue nombrado prior. Pero la comunidad estaba agotada por
todos estos acontecimientos y cuatro años después fueron disueltas,
definitivamente la Orden y la comunidad.
De nuevo se pensó en una junta o cabildo de capellanes, presidido
por el arzobispo dimisionario de Santiago de Cuba, S. Antonio María Claret
(v.), y teniendo como vicepresidente a su eficaz ayudante, Dionisio
González. El acierto de estos nombramientos, de exclusiva iniciativa de la
reina Isabel, logró que El Escorial fuese restaurado material y
espiritualmente. Sin embargo, no obstante la presencia altamente benéfica
de esta gestión, en 1869 se entregó, por orden ministerial, el colegio a
los PP. Escolapios, y tres años después, el monasterio. Su permanencia no
fue duradera, y por propia iniciativa abandonaron uno y otro. Durante esta
primera fase de la vida de El Escorial, la biblioteca fue siempre
atendida, el culto muy bien mantenido y los tesoros artísticos conservados
cuidadosamente. Los estudios, sin embargo, no merecieron siempre igual
estima, ni aun siquiera los de carácter místico, en plena consonancia con
su dedicación al culto divino. Durante este periodo, las figuras
literarias son escasas y de poco relieve, fuera de los PP. Sigüenza,
Santos y José Quevedo.
Segunda fase de la vida de El Escorial: los agustinos. Después de
muchas gestiones de Alfonso XII con el nuncio de Su Santidad, Mons.
Rampolla del Tíndaro, y con varias comunidades religiosas, que reunieran
las cualidades que la fundación de Felipe el Prudente exigía, es decir, la
dedicación al culto y a los estudios eclesiásticos y profanos, se convino
en que los agustinos filipinos de Valladolid se encargaran de El Escorial
en sus diferentes obligaciones. Con deseo de responder a tal compromiso,
la Orden tomó posesión de El Escorial el 10 ag. 1885, y concentró allí los
elementos más relevantes con que contaba en España y Filipinas, renovó el
culto con gran esplendor, abrió el colegio corno internado para la primera
y segunda enseñanza estatal, y comenzó la catalogación de la biblioteca en
sus diferentes sectores. Se trasladó la rev. científico-literaria «La
Ciudad de Dios» de Valladolid a El Escorial, y se convirtió el monasterio
en un centro de publicaciones científicas y literarias. La guerra española
de 1936-39 fue un rudo golpe para la comunidad de El Escorial, pues causó
la muerte de 68 religiosos, librándose sólo seis de sus sacerdotes y ocho
seminaristas o estudiantes. Posteriormente, se ha multiplicado la
comunidad y han resurgido nuevamente el culto divino, la enseñanza del
colegio y la universidad, las publicaciones de libros y revistas, y la
terminación de los catálogos de la biblioteca, de los cuales se han
publicado recientemente tres vol. de los códices griegos.
BIBL.: J. DE SIGÜENZA, Historia
del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, o más propiamente de su
Fundación, 3, parte de Historia de la Orden de San Gerónimo, lib. 3° y 4°,
1605 (existe una ed. moderna, Madrid 1967); F. DE LOS SANTOS, Descripción
del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Madrid 1657; J. QUEVEDO,
O.S.H., Historia del Real Monasterio de San Lorenzo, llamado comúnmente
del Escorial, desde su origen hasta el presente, Madrid 1848. Estas tres
historias, aunque de tendencia apologética, son lo mejor que se ha escrito
de conjunto. Obras de consulta y de rectificación: L. RUBIO. Cronología y
topografía de la fundación y construcción del Monasterio de San Lorenzo el
Real, en Monasterio de San Lorenzo el Real El Escorial, El Escorial 1963;
J. DE HERRERA, Sumario y breve declaración de los diseños y estampas de la
fábrica de San Lorenzo el Real del Escorial, Madrid 1589; A. PORTABALES
PICHEL, Los verdaderos artífices de El Escorial, Madrid 1945; PATRIMONIO
NACIONAL, El Escorial, 2 vol. misceláneos en fol. de estudios y
reproducciones artísticas a todo lujo, Madrid 1963 (importantes como
estudios y como arte); J. ZARCO y G. ANDRÉS, Documentos inéditos para la
historia del Monasterio de San Lorenzo el Real del Escorial, 8 vol. con
continuación. Para la historia de los agustinos, v. VARIOS, Los agustinos
y el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid 1910.
Miscelánea con motivo de sus 25 años de estancia en El Escorial. VARIOS,
La comunidad agustiniana en el Monasterio de El Escorial, su obra cultural
(1885-1963), El Escorial 1964; J. ZARCO CUEVAS, O.S.A., Los jerónirnos de
San Lorenzo el Real de El Escorial, El Escorial 1930; ÍD, Catálogo de los
manuscritos catalanes, valencianos, castellanos y portugueses de la
Biblioteca de El Escorial, Madrid 1932; G. ANTOGN, Catálogo de los códices
latinos de la Real biblioteca del Escorial, 5 vol., Madrid 1910-23.
A. C. VEGA RODRÍGUEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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