DÍDIMO EL CIEGO


Escritor del s. IV, jefe de la escuela catequética de Alejandría y, no obstante su ceguera, guía doctrinal y espiritual de mucho renombre.
      Vida.N. ca. 313 en Alejandría y m. ca. 398. A la edad de cuatro o cinco años quedó ciego para toda su vida, siendo ésta una de las razones que más le granjearon la estima de todos, ya que, a pesar de su impedimento, sobresalió como uno de los hombres más eruditos de su tiempo. Rufino de Aquileya describe lo que fue su dura vida de trabajo diciendo que «entremezclaba la oración con el estudio y el trabajo y se dedicaba durante noches ininterrumpidas no a leer sino a oír, para que, lo que a otros les era proporcionado mediante la vista, le fuese a él mediante el oído. Y como suele suceder que después de un trabajo de estudio llega el sueño a los que leen, Dídimo, en cambio, aprovechaba dicho silencio no para el descanso o desocupación, sino que, como una especie de animal rumiante, consideraba de nuevo el alimento recibido y lo que había llegado a conocer mediante una ligera lectura hecha por otros, lo retenía de tal modo en su memoria y en su mente que parecía que no sólo había escuchado todo lo leído, sino, más bien, que lo había grabado en las páginas de su mente. De este modo, en breve espacio de tiempo, alcanzó tal acervo de ciencia y erudición que llegó a ser doctor de la escuela eclesiástica...» (Rufino, Historia Ecclesiastica, 11,7: PI 21,516). D. residió siempre en Alejandría, de cuya Escuela le fue encomendada por Atanasio (v.) la presidencia (v. ALEJANDRÍA VI). Cuenta entre sus alumnos de más renombre a Rufino y a S. Jerónimo (v.).
     
      Durante el medio siglo que estuvo al frente de la Escuela, hizo revivir la ideología de Orígenes (v.) procurando explicar las frases de doble sentido y corregirle en otras ocasiones. A pesar de ser ferviente entusiasta de la doctrina de Nicea, no fue objeto de persecución por parte de los arrianos; sin duda, se sintieron movidos por el impedimento personal que le aquejaba. Existe una doble opinión en lo que a su estado de vida se refiere: la de los que afirman que D. quedó siempre seglar, casado y padre de familia, basados en el De Trinitate, 3,1 (PG 39,595), y la que sostiene que vivió una vida casi eremítica, retirado a las puertas de Alejandría con otros numerosos anacoretas. En su vida de soledad contó con las visitas de Paladio y de S. Antonio Abad (v.). M. a la edad de 85 años (Palladius, Historia Lausiaca, 4: PG 34, 1012). El origenismo de D., que le llevó a defender el De Principüs de Orígenes como totalmente ortodoxo, fue la causa que empañó su fama después de su muerte. La Iglesia lo anatematizó en el quinto Concilio ecuménico, II de Constantinopla (a. 553), por defender, como Orígenes, la preexistencia de las almas y la Apocatástasis (v.).
     
      Obras. Grande fue la producción literaria de D. tanto en el campo exegético como en el dogmático. Muchas de ellas desaparecieron a raíz de la condenación como origenista, otras están atribuidas a escritor distinto y de la mayor parte sólo se conservan fragmentos.
     
      Exegéticas: La cadena de Nicéforo (PG 39,1111-1114) y algunos de los papiros descubiertos en Toura (Egipto) contienen fragmentos de interpretación de D. al Génesis; la misma cadena de Nicéforo (PG 39,1113-1116) contiene algunos fragmentos sobre el Éxodo. S. Jerónimo atribuye a D. un comentario a Isaías 40-66 y que constaba de dieciocho volúmenes. Quedan fragmentos de esta obra en el florilegio de Leoncio y de Juan (PG 86,2065) y en los Sacra Parallela (PG 95,1093 y 1169; 96,525). Existen asimismo cuatro fragmentos sobre Jeremías y dos sobre Daniel 2,34 (1313, Suppl., 1,1152-1153). D. compuso un comentario en cinco libros al libro de Zacarías (L. Doutreleau, Sur Zacharie, «Sources Chrétiennes» 83,84,85, París 1962) y otro al profeta Oseas (S. Jerónimo: PL 25, 819-820). El mismo S. Jerónimo afirma que D. comentó el libro de Job (los fragmentos se encuentran en PG 39,1119-1159). Casiodoro (v.) afirma que D. comentó el libro de los Proverbios (PL 70,116), cuyos fragmentos se encuentran en PG 39,1621-1646. Conservamos algunos fragmentos sobre el Eclesiastés y uno tan sólo al Cantar de los Cantares (R. Devresse, Chaines exégétiques grecques, DB, Suppl., 1,1160-1163). También se tiene noticia por S. Jerónimo de que comentó el libro de los Salmos del que se conservan numerosos pasajes (PG 39, 1155-1616 y 1617-1622).
     
      De sus comentarios al N. T. poseemos: unos fragmentos de Mateo (R. Devresse, o. c., 1171) y del de Juan (PG 39,1645-1654). La edición de Migne conserva parcialmente (PG 39,1653-1678) los fragmentos del comentario de D. a los Hechos de los Apóstoles. Existe un fragmento sobre Romanos 7,20 que según K. Staab (Paulus Kommentare aus der griechischen Kirche dus Katenenhandschriften gesammelt, Münster 1933, 1-6) más que comentario propiamente tal, pertenece probablemente a su tratado Contra los maniqueos. Solamente quedaba un fragmento del comentario de D. a 1 Cor (S. Jerónimo, Epístola, 119,5: PL 22,968-970) hasta que Staab publicó 38 fragmentos más; los fragmentos de su comentario a 2 Cor están en el Códice Vaticano 762. S. Jerónimo, en el prólogo a su comentario a los Gálatas (PL 26,309), nombra a D. como uno de los autores que ha seguido; D. comentó también la Carta a los Efesios (PL 23,409 y 441) de la que no existe un solo fragmento. Finalmente, se tiene noticia por Casiodoro (De institutione divinarum litterarum, 8: PL 70,1120) de que D. compuso una Expositio septem canonicarum epistolarum y que traducida al latín por Epifanio el Escolástico (PG 39,17491818) ha llegado hasta nosotros; el original, en cambio, se conserva muy fragmentariamente.
     
      Dogmáticas: El original griego del libro De Spiritu Sancto (PG 39,1031-1086 y PL 23,101-154) se ha perdido, quedándonos solamente la versión latina hecha por S. Jerónimo. Se ha fijado como fecha de su composición entre el 355-358; en cambio, los tres libros sobre la Trinidad (a. 381-392) han llegado hasta nosotros (PG 39,269-992); en el primero trata del Hijo y, en el segundo, del Espíritu Santo; el tercero, en fin, lo dedica a discutir los textos bíblicos en los que eunomianos y pneumatómacos (v.) basaban sus conclusiones. Su libro Contra Manichaeos del que nos da razón S. Juan Damasceno (PG 95,1532) se conserva en griego (PG 39,1085-1110). El libro De dogmatibus et contra Arianos, mencionado por S. Jerónimo (De viris illustribus, 109: PL 23,744), se identifica hoy con el libro IV y V agregado por muchos manuscritos al Contra Eunomium de S. Basilio (PG 29,671-774). El original parece que fue escrito el a. 392. Por S. Juan Damasceno tenemos noticias del Ad Philosophum y De incorporeo de las que cita unos pasajes en su Sacra Parallela (PG 96,248 y 524). A petición de Rufino, nos dice S. Jerónimo (PG 23,478) que escribió D. una obra Sobre la muerte de los niños. Finalmente, E. Stolz atribuye a D. los siete diálogos De Trinitate (Didymus, Ambrosius, Hieronymus, «Theologische QtJartalschrift», 87, 1905, 395-6) que nos habían llegado con los nombres de Atanasio, Máximo el Confesor (PG 28, 1115-1338) y otros. En sentir de Günthór, solamente D. pudo haberlos escrito. Nada nos queda de su obra escrita en defensa de Orígenes de la que tenemos noticia tan sólo por el testimonio de Sócrates (Historia Ecclesiastica, 4,25: PG 67).
     
      Doctrina. Hay que reconocer que D. es hijo de su tiempo y que su enseñanza, por tanto, se centra en torno a lo que fue tema del entonces: Trinidad, Cristo y Espíritu Santo.
     
      Recalca la unidad de sustancia en la Trinidad deduciendo de ella la unidad, de operación común a las tres divinas Personas; otras veces, en cambio, argumenta de modo inverso deduciendo de la unidad de operación la única sustancia común a las personas trinitarias. Usa los términos ousía y fisis para indicar la sustancia concreta y, en cambio, para indicar las personas emplea Hypóstasis y prósopon. En la Trinidad todo es idéntico excepto en lo que median las relaciones personales; así, lo propio del Padre es ser padre, o lo que es lo mismo, engendrar; lo propio del Hijo y del Espíritu Santo es proceder; el Hijo solamente del Padre y por vía de generación, el Espíritu Santo, en cambio, del Padre y del Hijo y por espiración, ekpóreusis (v. TRINIDAD, SANTÍSIMA).
     
      En lo que respecta a Cristología (v.), D. trata explícitamente del alma humana de Cristo con ocasión de la herejía arriana. Señala entre los errores de Arrio (v.) el principio que admite que Cristo es ápsijos (sin alma) llegando a constatar una oposición entre éstos y los maniqueos; mientras que para éstos Cristo tuvo cuerpo sólo en apariencia (v. DOCETISMO), los arrianos piensan que tuvo su cuerpo, pero privado de alma humana. Para D. supone un error grave el profesar una Encarnación de Cristo desprovista de alma humana. Para demostrar su existencia usa como argumento las palabras del Señor: «mi alma está triste» y aquellas otras: «Padre en tus manos encomiendo mi espíritu», aunque estas últimas bajo forma hipotética. Son para D. argumento de la existencia del alma humana de Cristo todos los pasajes de su vida en los que manifestó temor y necesidad de dormir, comer y beber (v. JESUCRISTO III). No hay duda que enseña la existencia de dos naturalezas en Cristo así como la unidad de persona del Hombre-Dios y por ello resulta que la Virgen es Theotokos (v. MONOFISISMO; NESTORIO Y NESTORIANISMO).
     
      D. saca de su sana cristología todas las consecuencias posibles en relación con el Espíritu Santo. Este no cae en el ámbito de la criatura, sino, más bien es Dios. Así como el Hijo es homoousios con el Padre, del mismo modo, el Espíritu Santo es consustancial con el Padre y el Hijo. Si el Espíritu Santo fue criatura, Cristo, que es increado, no hubiera sido ungido por Él (v. ESPÍRITU SANTO II).
     
      Está presente en el alejandrino la doctrina de Orígenes sobre la apocatástasis (v.) o restauración universal de todas las cosas a su primitivo ser.
     
     

BIBL.: A. VAN ROEY, Didyme l'Aveugle, en DHGE 14,416-427; B. DIETSCHE, L'héritage littéraire de Didyme 1'Aveugle, «Rev. des Sciences Philosophiques et Théologiques» 1-2 (1941-42) 380-414; L. DOUTRELEAU, Le «De Trinitate» est-il l'oeuvre de Didyme 1'Aveugle?, «Recherches de Science Religieuse» 45 (1957) 514-557; fD, Didyme 1'Aveugle. Sur Zacharie, «Sources Chrétiennes» 83-85, París 1962; A. BERANGER, L'dme humaine de Jésus dans la christologie du «De Trinitate» attribué á Didyme L'Aveugle, «Rev. des Sciences Religieuses» 36 (1962) 1-47; fD, itudes sur la christologie du «De Trinitate» attribué á Didyme l'Aveugle, Lyon 1960; A. GESCHÉ, La christologie du «Commentaire sur les Psaumes» découvert á Toura, Lovaina 1962; CH. MóELLER, Une contribution importante á la christologie, «Collectanea Mechliniengia» 47 (1962) 611-615; L. BERANGER, Sur deux énigmes du «De Trinitate» de Didyme 1'Aveugle, «Recherches de Science Religieuse» 51 (1963) 255-267; M. BOGAERT, Fragment inédit de Didyme l'Aveugle en traduction latine ancienne, «Revue bénédictine» 73 (1963) 9-16; L. KOENEN y R. MERKELBACH, Didymos der Blinde. Psalmenkommentar, Bonn 1969.

 

J. IBÁÑEZ IBÁÑEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991