CURSILLOS DE CRISTIANDAD


Nombre por el que se conoce un movimiento apostólico esencialmente seglar que, originario de Mallorca, se ha desarrollado de forma progresiva y creciente, extendiéndose en los últimos diez años a países de todos los continentes. El nombre deriva del intento primario de este «movimiento», que quiere desvelar el sentido de la dimensión social del ser cristiano. Su finalidad es cristianizar (vertebrar en cristiano) los ambientes concretos, mediante la organización sistematizada de cursos breves de una gran intensidad.
     
      Historia. Sus comienzos son difíciles de precisar. El primer C., que ya contiene todos los elementos que configuran el método, está fechado en 7 en. 1949, en el santuario de S. Honorato. Hubo una larga preparación que se llevaba a cabo por dirigentes del Consejo diocesano de la juventud de Acción Católica y que coincidía con inquietudes personales y de otras asociaciones. Las circunstancias hicieron converger las personas, y al coincidir y compartirse criterios e inquietudes, surgieron intentos y ensayos que apuntaban a la misma meta. Así, los C. no pueden considerarse obra de un hombre, sino de un grupo, un movimiento eclesial surgido de un clima pastoral y de un afán misional convergente y compartido.
     
      Se deben señalar varias etapas en la rápida expansión geográfica de los C. y en su paralelo enriquecimiento doctrinal: la primera sistematización del método a nivel nacional, acaecida en Madrid, julio de 1951, en una reunión nacional de consiliarios de juventud; fuera de Mallorca se dieron los primeros C. en San Miguel de Liria (Valencia), en agosto de 1953; después en El Espinar (Segovia) y Toledo (1954), a los que siguió el establecimiento de la obra en Tarragona, impulsada por el interés, vital para los comienzos, del card. Arriba y Castro. En 1955 es trasladado mons. Hervás de Mallorca a Ciudad Real y esta diócesis se convierte en el foco activo de propagación, juntamente con el Consejo Nacional de la Juventud de Acción Católica Española que intentó fundar en ellos la vitalización de la Acción Católica. Al mismo tiempo, Ciudad Real se convierte, por las circunstancias, en el centro doctrinal de todo este Movimiento.
     
      Entre las etapas de la expansión internacional ha de señalarse un cursillo dado en Roma (1955), sin continuidad hasta mucho más tarde. La introducción en Colombia por mons. Restrepo, junio de 1953, y de allí a diversas naciones americanas. Esta expansión se señaló, en los primeros tiempos, por una fuerte -oposición del sector preferentemente tradicional y conservador. Esta oposición y las críticas a que los C. dieron lugar, movieron a mons. Enciso, obispo de Mallorca después de mons. Hervás, a publicar una carta pastoral (septiembre 1956) que paralizó durante cierto tiempo, especialmente en Mallorca, la marcha de los mismos. El tiempo, las realizaciones en otras diócesis y países y sucesivas publicaciones, afianzaron la existencia y avalaron la fundamental bondad del método, de tal manera que en 1966 fue posible una concentración internacional en Roma (I Ultreya Internacional) con representantes de todo el mundo, a los que el Papa pudo decir (Osservatore Romano 26 mayo 1966): «Cursillos de Cristiandad: ésa es la palabra, acrisolada en la experiencia, acreditada en sus frutos, que hoy recorre con carta de ciudadanía los caminos del mundo». Anteriormente, Paulo VI había proclamado a S: Pablo celestial patrono de los C. Exclusivamente para hombres, especialmente jóvenes, en un principio, se ha extendido, con diversas modificaciones, también a las mujeres, que ocupan en ellos un lugar activísimo.
     
      También el nombre ha pasado por diversas etapas: C. de juventud, de conquista, etc. La palabra cristiandad no encierra ninguna significación sociológica (régimen de cristiandad), sino que pretende resumir la finalidad evangelizadora dirigida, a través de los individuos, a los ambientes. Fue pronunciada por mons. Hervás y está tomada de un conocido texto de Pío XI en su encíclica sobre el Reich germánico.
     
      Organización. Es a nivel mínimo. Rehúye toda forma asociativa para poder servir a la vocación de cualquiera que pase por C. Se consideran órganos necesarios: Secretariado y Escuela diocesana de dirigentes, para organización de los cursos y mantenimiento de la línea doctrinal, del método y de la perseverancia. El movimiento tiene tres tiempos: precursillo, sin duración definida, para una recta selección; cursillo, de tres días de duración, con normas y doctrinas muy definidas, a cargo de sacerdotes y seglares; poscursillo, cuyos elementos básicos son reunión de grupo y las reuniones, más amplias, llamadas ultreyas. En plano nacional, a veces hay Secretariado al que los obispos encargan la supervisión doctrinal, coordinación de fuerzas y reuniones a escala nacional de formación o diálogo. Así es en España, por decisión de la antigua Conferencia de Metropolitanos. A su frente se encuentra mons. Hervás, que desde hace años le dedica sus mejores afanes. En México, Portugal y Venezuela hay Secretariados nacionales, mientras que en la casi totalidad de los otros países hay convergencia de método y comunicación fraternal. Son conocidas las convenciones regionales y nacionales de EE. UU.
     
      Contenido doctrinal. Es una predicación, proclamación viva de una verdad viva. El hombre no permanece fuera, ya que sólo se muestra como «verdadera y justificadamente obligatoria en el Pneuma o virtud de Dios» (Rahner). Se trata de una actuación testi f ical (1 Cor 2,4-5). No es una explicación sistemática del dogma o de la moral, sino que intenta una vivencia, vivir personalmente la experiencia del Evangelio. Por esto se definen como un método para posibilitar la vivencia de lo fundamental cristiano que engendra un movimiento apostólico seglar que se propone vertebrar en cristiano a la sociedad en sus distintos niveles. Es central la expresión: fundamental cristiano. Es lo que brota como exigencia del Bautismo y es común a todos, sea cual sea su posición eclesial, porque califica nuestro ser cristiano. Lo que se pretende, pues, es un encuentro personal con Dios. La oración es diálogo y el cristianismo es una vida, un modo de existir, no una teoría. Se quiere que todas las situaciones hallen en la vida del cristiano la respuesta que les da sentido, cristianiza los «puntos de inserción» en el mundo, no con principios generales, sino con la vida, haciendo la prueba del poder de la gracia en lo cotidiano.
     
      No han conseguido los C. una aquiescencia plena, siempre. Han sido tachados de superficiales, innovadores al principio, poco respetuosos. En plena renovación conciliar han sido acusados de tener mentalidad juridicista, esquemas dogmáticos rígidamente escolásticos. Se sugiere su falta de compromiso temporal, espiritualismo angelista y poco dialogante. Carece de comprensión y de apertura y su actuación es acusada de constrictiva y dirigida a la emoción superficial más que a la convicción. Ciertamente que se han corregido abusos circunstanciales, se ha perfeccionado la doctrina, aunque para los de fuera suelen dar la impresión de algo abstracto y poco realista. La eficacia de su aplicación y los hechos constituyen su defensa, y la explicación doctrinal más resumida y clara la dio en su discurso Paulo VI: «El seglar al formarse en cristiano reforma su mentalidad, conforma su vida con la imagen de Cristo, por medio de la fe, esperanza y caridad; transforma, actuando en plena responsabilidad propia, las estructuras temporales en las que está inmerso; guiado en su acción por la mirada de Cristo, trata de rehacer continuamente el mundo según el plan y el designio de Dios».
     
     

BIBL.: J. HERVÁS, Los Cursillos de Cristiandad, instrumento de renovación cristiana, Madrid 1958; íD, Interrogantes y problemas, Madrid 1963; E. BONNIN, Vertebración de ideas, México 1963; J. CAPÓ, Echad vuestras redes, Córdoba 1966; fO, Cursillos de Cristiandad, Palma de Mallorca 1955; Manual de Dirigentes, Madrid 1961; S. FÚSTER, Movimientos de espiritualidad seglar en España, «Teología espiritual» 11,6 (1958); I. IPARRAGUIRRE, Cursillos de Cristiandad y Ejercicios de S. Ignacio, «Razón y Fe» 726-727 (1958); J. M. CASCALES, Das Wesen des Cursillo, Viena 1963; fn, Das Zeugnis des Cursillo, Viena 1963; J. CAPÓ, Mentalidad de los cursillos, Puerto Rico 1967; íD, Conceptos básicos de los Cursillos de Cristiandad a la luz de la historia y del conc. Vaticano 11, Puerto Rico 1969; J. LOREs, Els cursets a casa nostra, «Questions de vida cristiana» XXVI (1965) 101-III.

 

J. CAPÓ BOSCH.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991