Se conoce bajo este nombre el acuerdo por el que los representantes
designados por los Parlamentos de Cataluña, Aragón y Valencia eligieron
rey de la corona de Aragón a Fernando de Antequera. La intervención de los
compromisarios fue precisa debido a las especiales circunstancias que
rodearon la muerte de Martín 1 el Humano. Desde los comienzos de la
dinastía condal de Barcelona, en el s. ix, el condado primero y más tarde
el reino habían pasado directamente de padre a hijo o de hermano a
hermano; por primera vez en 1409 tiene Aragón un rey sin descendientes
legítimos.
Ante la necesidad de un sucesor, Martín I pensó en la posibilidad de
contraer un nuevo matrimonio para lograr el heredero, o designar a una
persona capaz de sucederle, pero ambas soluciones fracasaron; el nuevo
matrimonio fue estéril y los juristas de Aragón y Valencia no dieron
respuesta a las preguntas del monarca sobre si el sucesor podía ser
designado libremente por el monarca, y en caso afirmativo, si podía
designar a su nieto Fadrique, hijo ilegítimo de Martín el joven, heredero
de la corona muerto en 1409, y, dado que el sucesor debía ser de familia
real, si el parentesco se limitaba a Martín I el Humano o debía remontarse
a sus antecesores.
Muerto el rey en 1410, aspiraron a sucederle Jaime
II de Urgel,
Alfonso de Gandía, Fernando I de Antequera, Luis III de Anjou y Fadrique
de Luna, cuyo parentesco con los reyes de Aragón aparece reflejado en el
cuadro genealógico de pie de página.
Los candidatos con mayores posibilidades, y por este orden, eran:
Jaime II de Urgel y Luis III de Anjou. Para decidir el sucesor se acordó
celebrar una reunión conjunta de los Parlamentos de Valencia, Aragón y
Cataluña, que no pudo realizarse por la guerra civil que enfrentaba en
Aragón y Valencia a los partidarios de Jaime y de Luis. La situación
sufrió un cambio importante en junio de 1411, al ser asesinado el
dirigente de los angevinos aragoneses y arzobispo de Zaragoza por el
urgelista Antonio de Luna; los partidarios de Luis 111 de Anjou, temerosos
de nuevos actos de violencia, pidieron ayuda al único candidato que en
aquel momento podía facilitársela: Fernando 1 de Antequera. Las tropas
castellanas dominaron fácilmente Aragón y, llamadas por los antiurgelistas
de Valencia, no tardaron en controlar este reino.
A instancia de Benedicto XIII (v.), el Parlamento aragonés,
controlado por Fernando, propuso el nombramiento de nueve personas para
elegir el nuevo monarca y confió su elección al gobernador y al justicia
de Aragón, quienes nombraron compromisarios a los aragoneses Domingo Ram,
Francisco de Aranda y Berenguer de Bardají; a los valencianos Bonifacio y
Vicente Ferrer (v.) y a Giner Rabasa, y a los catalanes Bernardo de
Gualbes, Guillén de Vallseca y Pedro de Sagarriga, que fueron aceptados,
no sin dificultades, por el Parlamento catalán y por el valenciano
unificado tras el triunfo militar castellano. Para que el nombramiento
fuera válido era necesario que el nuevo rey obtuviera al menos seis votos
y como mínimo uno de cada grupo de compromisarios. La decisión final fue
hecha pública el 28 jun. 1412 y resultó favorable a Fernando I de
Antequera, que obtuvo los votos de los tres aragoneses, de los valencianos
Bonifacio y Vicente Ferrer y del catalán Bernardo de Gualbes.
La decisión de C. obedecía a razones jurídicas y políticas. Frente a
la teoría de que en Cataluña las mujeres no podían ni reinar ni transmitir
sus derechos a los hijos, en Aragón se admitía la potestad femenina de
transmitir a sus hijos los derechos al trono, y existía además un
testamento (1272) de Jaime I (v.) según el cual, en caso de no existir
descendientes masculinos legítimos del rey, heredarían los nietos por
línea femenina. Admitida esta posibilidad, el parentesco de Fernando con
los reyes de Aragón era superior al de Jaime; el primero era sobrino de
Martín I el Humano, nieto de Pedro IV el Ceremonioso y bisnieto de Alfonso
IV el Benigno, mientras Jaime era sólo bisnieto de Alfonso y sobrino
segundo de Martín. Mayor importancia que las razones de tipo jurídico
tuvieron las de índole práctica. Era preciso que el nuevo rey fuera una
persona con fuerza suficiente y esta razón anulaba las candidaturas de
Luis III de Anjou, pese al apoyo prestado por Francia, de Alfonso de
Gandía y de Fadrique de Luna. Entre los dos candidatos que llegaron a C.
con posibilidades, Fernando, regente de Castilla, poseía enormes riquezas,
contaba con el apoyo de Benedicto XIII, que veía en él la posibilidad de
mantener unidos' bajo su obediencia a Castilla y Aragón en el cisma (v.
CISMA III) que dividía a la Iglesia, y sus tropas dominaban en Aragón y
Valencia. Jaime tenía a su favor a gran parte de la población catalana, se
le oponían algunos miembros de la nobleza y los ciudadanos de Barcelona y,
sobre todo, estaba enemistado con el gobernador y justicia de Aragón, y
sus partidarios valencianos y aragoneses, vencidos, no pudieron intervenir
en la designación -de compromisarios.
V. t.: ARAGÓN (HISTORIA MEDIEVAL) II.
BIBL.: R. MENÉNDEZ PIDAL, El
Compromiso de Caspe, autodeterminación de un pueblo (1410-1412), en HE XV,
1964, 1-164; F. SOLDEVILA, El Compromís de Casp, Barcelona 1965; A. GARCÍA
GALLO, El derecho de sucesión del trono en la Corona de Aragón, «Anuario
de Historia del Derecho Español» XXXVI (1966).
J. L. MARTÍN RODRÍGUEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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