CAMPOAMOR Y CAMPOOSORIO, RAMÓN DE


Poeta lírico español n. en Navia (Asturias) el 24 sept. 1817, y m. en Madrid el 12 de. 1901. Con el aspecto de un buen burgués apacible, hábil conversador, apasionadamente leído por las damas de la época, y continuo motivo de discusión en los ambientes literarios y seudofilosóficos, C. fue el poeta que gozó de mayor prestigio y popularidad en la segunda mitad del s. XIX.
      Muy niño quedó huérfano de padre. A los nueve años comenzó sus estudios de latín en Santa María del Puerto Asturias) y después cursó Filosofía en Santiago de Compostela. A los 18 años, cuando atravesaba una crisis de religiosidad, intentó ingresar en la Compañía de Jesús, pero no progresó este propósito y se trasladó a Madrid, donde vivió ocho años como estudiante en casa de los tíos de un buen amigo, el futuro sainetero N.arciso Serra. Estudió Lógica y Matemáticas en el convento de Santo Tomás y posteriormente se matriculó en el Colegio de San Carlos para estudiar Medicina, donde llegó a afrontar los exámenes de primer curso. Por esta época se reveló en C. su verdadera vocación literaria: abandonó sus estudios de Medicina, se dedicó con ahínco a la lectura de los clásicos, tanto españoles como extranjeros, y asistió regularmente a las tertulias literarias, donde fueon elogiadas algunas de sus poesías.
      Su primera obra impresa había sido una comedia en dos actos y en verso, Una mujer generosa (1838) que, al parecer, no fue nunca representada y en la que no se apunta rasgo ninguno de lo que será su obra posterior. Pero C. comienza a ser conocido por sus libros de versos Ternezas y flores (1840) y Ayes del alma (1842), compuestos por poesías fáciles y de un tono sentimentalmente romántico, en los que el poeta no ha encontrado todavía su verdadera personalidad; y por una col. de Fábulas (1842) en las que, junto a su tendencia moraliza- dora, propia del género, se observa una evidente malicia e intención irónica, rasgos que anuncian sus producciones más celebradas. Adscrito al partido moderado de Romero Robledo, alternó sus ocupaciones literarias con la dedicación a la política. Fruto de estas preocupaciones fueron sus opúsculos Historia crítica de las Cortes reformadoras (1845) y Filosofía de las leyes (1846), en los que se aprecia la influencia de los filósofos del s. XVIlI, y especialmente de Montesquieu. El primero de estos libros le valió el ser nombrado redactor de El Español, periódico político. En 1846 publicó las Doloras, en las que C. manifiesta enteramente su temperamento poético: con claro desaliñado prosaísmo, el poeta reflexiona irónicamente sobre los pequeños espectáculos cotidianos que le ofrece la vida, al mismo tiempo que pretende haber descubierto una nueva modalidad poética que responde a otras concepciones filosóficas distintas a las propias de la fábula y el epigrama. En el mismo vol. aparecieron los Cantares, breves poesías generalmente formadas por una redondilla o una cuarteta que pretenden ser de inspiración popular, pero que se diferencian de las del pueblo por su espíritu reflexivo y por su tendencia filosófica, que no pasa de los límites de la vulgaridad más patente.
      En 1847, por intercesión de su protector el conde de San Luis, es nombrado gobernador de Castellón y, a los pocos meses, gobernador de Alicante. Aquí se casa con Guillermina O'Gorman, de distinguida familia irlandesa, que aporta al matrimonio una cuantiosa dote. Diputado desde 1850, interviene activamente en la vida pública, y mientras es gobernador de Valencia ( 1851-54) escribe un poema en octavas reales, Colón (1853), especie de epopeya de tendencia simbólica, muy desigual y sin ningún interés para el hombre de hoy. A su regreso a Madrid ocupa diversos cargos políticos, y da a luz El Personalismo (1855), especie de ensayo filosófico autobiográfico donde por primera vez C. reúne sus opiniones en forma doctrinal, mostrándose volteriano de buen tono en religión, moderado en política, escéptico en filosofía y prosaico en literatura. Ingresó en la Academia de la Lengua (1861) pronunciando como discurso de entrada: La Metafísica limpia, fija y da esplendor al lenguaje, y en 1865 publicó su tratado Lo Absoluto, que está en la misma línea de El Personalismo. Poco después dio a luz dos extensos poemas narrativos: El drama universal (1869) y El licenciado Torralba (1878), enmarañados y llenos de lamentables caídas en el prosaísmo.
      Alternando con la representación dramática de algunas doloras, escenificadas por el propio C. y que consiguieron poco favor del público, aparecieron: la primera ed. de los Pequeños poemas (1872), sus poesías más características, y las Humoradas (1886), las poesías más lapidarias y sentenciosas de C. y en donde se manifiesta claramente su propósito didáctico. Dejando aparte sus extensos poemas narrativos, difusos y sin interés para el lector, y sus pretendidos tratados filosóficos, llenos de vulgaridades y lugares comunes, así como su Poética (1886), que pretende ser a modo de una justificación de su arte en medio de una concepción falsa y ramplona de la poesía y del fenómeno poético, la fama de C. se debe a las doloras, pequeños poemas y humoradas. Todas estas formas poéticas se basan en un rasgo de ingenio - las humoradas y los cantares- al que se le añade una anécdota narrativa en las doloras y pequeños poemas.
      Hoy su obra no resiste el más pequeño examen crítico: su estilo es desaliñado y torpe: sus ideas generalmente expuestas como defensa o justificación de su obra poética, contradictorias y vulgares; sus poesías, destinadas a moralizar por encima de cualquier otra consideración artística. La desoladora superficialidad, la ceguera artística, la modestia imaginativa de C. son el fiel reflejo de, la época en que vive: de ahí, su éxito desmedido (Ios contemporáneos llegaron a compararlo con los mejores escritores universales: Shakespeare, Goethe, Dante, Calderón, etc.), y los ataques, también desproporcionados de sus enemigos, que en cuanto al fondo moral lo tachaban de impío y descreído cuando su escepticismo no pasa de la simple desconfianza y miedo a mostrarse poco mundano, y de plagiario en cuanto a la forma cuando lo único que vertía en sus versos eran lugares comunes que estaban en la mente de todos.
     

BIBL.: U. GONZÁLEZ SERRANO, V. COLORADO y M. ORDÓÑEZ, Obras completas de Don Ram6n de Campoamor, Madrid 1902; C. RIVAS CHERIF y F. Ros, Campoamor, Poesías, «Clásicos Castellanos), 2 ed. Madrid 1965 (la ed. más asequible de lo principal de su obra poética).Estudios: L. CERNUDA, Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid-Bogotá 1957; A. GARCfA BLANCO, Campoamor (Biografía y estudio crítico), Madrid 1911; V. GAOS, La poética de Campoamor, Madrid 1955.

 

E. VERES D'OCÓN.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991