N. el 4 en. 1809 en Coupvray (Francia) y m. el 6 en. 1852 en París.
Profesor de ciegos que inventó el sistema de escritura para invidentes que
lleva su nombre; dicho sistema fue adoptado universalmente porque permitía
la incorporación activa de los privados de la vista al campo de la
cultura.
Vida. Hijo de un guarnicionero, un día, contando tres años de edad,
aprovechó un descuido de su padre e intentó trabajar el cuero como él. Se
le disparó la herramienta y le alcanzó un ojo. A pesar de los cuidados que
urgentemente se le prestaron fue imposible impedir que la infección se
extendiera al otro. Se había quedado ciego.
A los 10 años ingresó en la Institution Royale des Jeunes Aveugles
de Paris. Dotado para el estudio, cursó con rapidez todas las enseñanzas
que en aquel centro se impartían. Y a los 15 años comenzó su labor docente
en calidad de repetidor. Poco más tarde fue nombrado profesor de la
Institución, sobresaliendo entre sus compañeros por las cualidades
científicas de sus clases, así como por el interés que sabía provocar en
los alumnos. Contaba con la simpatía de todos los que le rodeaban y
disfrutó de la amistad del director del centro, el doctor Pignier. Las
insalubres condiciones del edificio donde radicaba la Institución por
aquel entonces provocaron que se apoderara de él la tisis a los 20 años.
Hacia 1844 tuvo que descargarse de ocupaciones y quedó tan sólo como
profesor de música.
Constantemente se preocupó por elevar el nivel cultural y moral de
sus compañeros invidentes. No sólo les facilitó el medio que les haría
bastante asequible la cultura, sino que también escribió varios tratados.
Entre ellos se encuentra el publicado en 1838, en relieve lineal, titulado
Petit memento d'arithmétique a l'usage des commentants, contenant les
nombres entiers et les fractions décimales, suivi de 100 problemes. Su
pensamiento se caracterizaba por la nitidez de las ideas y su estilo se
mostró siempre conciso y claro.
Obra. Varios habían sido hasta entonces los sistemas inventados para
facilitar a los invidentes la lectura y la escritura. Destacaba el de
Valentin Haüy, en relieve y lineal. Pero ninguno lograba el éxito buscado.
Hasta que a principios del s. XIX un militar francés, Charles Barbier,
hombre polifacético, sentó el fundamento del sistema adecuado. Partiendo
de un sistema cifrado para militares en campaña que no pudieran ver
escribir, que llamó escritura nocturna, pensó en la utilidad que el mismo
reportaría a los ciegos y puso manos a su adaptación. El Sistema Barbier
se basa en disponer las 25 letras del alfabeto francés en una tabla de
cinco columnas de cinco líneas cada una, y los 36 sonidos en seis columnas
de seis signos cada una. De esta forma cada sonido podía representarse por
dos cifras, indicando la primera el número de la línea y la segunda el
número de la columna en la que se encontraba. Hechos los experimentos
adecuados, los sabios franceses Lacépede y Ampere informaron a la Acad. de
Ciencias satisfactoriamente. B., que conoció los experimentos y pudo
conversar con Barbier, se decidió a lograr la escritura adecuada para los
ciegos. Barbier se había limitado a una pura sonografía, opinando que los
invidentes no necesitan ortografía ni signos de puntuación, así como una
cultura básica. Pero había inventado la regleta y la tablilla con surcos,
y su aportación decisiva estribó en descubrir que el punto en relieve es
lo exigido por la lectura táctil.
En 1826, tres años después de difundirse el invento de Barbier, B.
concibió su sistema, que poco a poco fue desarrollando. En 1827 ya se
transcribió en el mismo La grammaire des grammaires, y en 1829 publicaba
la primera exposición bajo el título Procédé pour écrire les paroles, la
musique et le plainchant au moyen de points, a l'usage des aveugles et
disposés pour eux. En 1837 salió a la luz la segunda y definitiva
exposición del sistema.
B. redujo a seis puntos los 12 que el generador de Barbier requería
para cada signo. Combinando estos seis puntos, puestos en dos filas
verticales de a tres, B. ofreció nueve series de 10 signos y seis signos
suplementarios más. Las cuatro primeras series constituyen lo esencial y
las otras las complementan. En la segunda edición de su sistema hizo
desaparecer completamente cualquier trazo liso de los que aparecían en las
cinco últimas series. Y dejaba fijado un alfabeto entero, las cifras y los
signos ortográficos, al tiempo que proporcionaba una estenografía y una
notación musical coherente.
Para trazar los puntos de su generador utilizó un aparato de madera
de forma rectangular que consta de varios surcos horizontales, separados
por espacios iguales. Sobre ellos se coloca un bastidor rectangular que va
unido a la pauta por medio de bisagras en la parte superior y un gancho
sujetador en la inferior. Este bastidor presenta, además, unos agujeros
colocados a igual distancia y medida en cada una de las partes izquierda y
derecha. Una regla de metal con unos pinchos salientes en sus extremos,
que se acoplan a los agujeros referidos, presenta muchos huecos
rectangulares, iguales y paralelos de 2 mm. de distancia, 7 mm. de altura
y 4 mm. de anchura. En cada uno de esos huecos se pincha por medio del
punzón en el papel, previamente introducido, cada una de las letras o
signos a representar.
Las aportaciones precedentes de Barbier, así como los contactos
profesionales que tuvo con él, sirvieron para acusar a B. de simple
imitador. Pero la originalidad suya es absoluta, y en este sentido
conviene recordar las palabras del mismísimo Barbier escritas en 1833: «Es
M. Louis Braille, joven alumno, hoy repetidor en la Institution Royale de
París, quien primero ha tenido la feliz idea de reducir la escritura
puntuada al uso de una regleta rayada de tres líneas».
BIBL. : I. BINDT, La educación
del ciego, Barcelona 1957; G. GUILLEAU, Histoire de I'lnstitution
Nationale des Jeunes Aveugles, Saint Cloud 1907; P. HENRI, La vie et I'
oeuvre de Louis Braille, París 1952; I. PLATA, La educación del ciego y la
formación de su educador, Madrid 1949; P. VILLEY, La pédagogie des
aveugles, París 1955.
A. GALINO CARRILLO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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