1. Vida y obra filosófica. Anicio Manlio Torquato Severino Boecio n. en
Roma ca. 480, de familia noble; estudió primero en su ciudad natal, luego,
durante 18 años, en Atenas y, finalmente, en Alejandría, donde fue
discípulo de Ammonio Sakkas. Vuelve a Roma donde es hecho senador, y en
510 cónsul. Posteriormente, en 523 es nombrado Magister officiorum en la
corte de Teodorico, en Rávena. Cargo que ocupa hasta que, acusado de
conspiración política y de magia durante la persecución del Emperador
contra los cristianos, es destituido, puesto en prisión y ejecutado en
Pavía en el 525. Durante su periodo de cárcel compone la famosa Consolatio
Philosophiae que es la obra madura de su pensamiento, síntesis de su
filosofía, testamento político moral y espiritual, en el que armonizando a
Platón, neoplatonismo, Aristóteles, tradición latina y cristianismo, se
queja de las injusticias de esta vida poniendo su pensamiento en Dios y en
la filosofía.
Su inmensa obra escrita destaca por la labor de traductor y
comentarista del pensamiento griego y por sus escritos originales: traduce
los Primeros Analíticos, los Tópicos y Razonamientos Sofísticos de
Aristóteles, constituyendo este cuerpo de obras, junto con su traducción y
comentarios de las Categorías (509-10) y el Peri Hermeneias (511-13), el
único material lógico y filosófíco de Aristóteles que se empleará en toda
la Edad Media, hasta que en el s. XII y XIII aparezca el resto del Corpus
Aristotelicum. De ahí la capital importancia de B. en la fílosofía
medieval, particularmente en lógica. Hizo también dos comentarios y una
traducción de la Isagogé de Porfirio (509-10). Escribió además varias
obras originales: sobre las cuatro artes del Quadrivium, de las que se
conservan las referentes a aritmética y música (De institutione
arithmetica y De institutione musica, ca. 500-505); sobre los silogismos (Introductio
ad syllogismos categoricos, De syllogismo categorico y De syllogismo
hypothetico, ca. 510-514); De divisione (ca. 514); De diferentiis topicis
(ca. 515); y algunas otras perdidas o de dudosa autenticidad, además de
diversas obras teológicas y el ya citado De consolatione Philosophiae.
El deseo de B. fue dar a Roma la primacía cultural en todo campo,
para lo cual quiso hacer latino el conjunto de doctrinas de la filosofía
griega, situándose en la línea neoplatónica de Porfirio, Proclo y Ammonio,
y tratando de armonizar a Platón y Aristóteles.
Hasta la primera mitad del s. XII prevalece en la Edad Media la
división de las ciencias, de tipo estoico (transmitida por S. Agustín y S.
Isidoro principalmente), de Física-Lógica-Ética. A partir de esa fecha se
emplea sobre todo la aristotélica: Teóricas (Filosofía Primera,
Matemática, Física) y Prácticas (Ética, Política, Económica), división que
es tomada precisamente, por una parte, de B. y, por otra, de los árabes
(p. ej., al-Farabi). Al grupo de ciencias teóricas hace corresponder B.,
con criterio platónico, una jerarquía de seres y una escala de facultades
cognoscitivas en el hombre: intelectibles o absolutamente inmateriales,
que se captan por el entendimiento puro, dando lugar a la Teología o
Filosofía Primera; inteligibles o causas ejemplares de las cosas,
captables por la razón discursiva en las Matemáticas, etc.; seres
naturales, cuerpos materiales, cognoscibles por los sentidos y la Física.
A este cuerpo de ciencias añade otra que llama Rationalis, o Lógica, de la
cual no decide si se trata de una parte de la ciencia o de un instrumento
previo a la misma. La importancia de B. en el campo de la lógica, ya la
hemos subrayado arriba; pero en otro punto es pieza clave en la Edad
Mediaa pues comentando el famoso pasaje de Porfirio, en su Introducción a
las Categorías, en que plantea la realidad o no realidad de los
universales (PL 64,86), B. da un primer atisbo de solución, iniciando así
el famoso problema de los universales: la tesis de B. se acerca un tanto a
la aristotélica, pero la desdibuja al final apuntando también a la
platónica de las ideas universales subsistentes.
La existencia de Dios se basa en la idea de que Él es un ser más
perfecto que el cual no puede pensarse otro, principio que adoptará luego
s. Anselmo, y al que se llega a través de la imperfección de las creaturas,
las cuales exigen la existencia de Aquél. Dios está por encima de toda
categoría (idea que luego tomará Escoto Eriúgena) y es Creador (con
creación eterna, aunque no está claro si ex nihilo) y Providente. Dios es
además el objeto sumo y propio de la felicidad del hombre. Finalmente,
Dios se distingue de las creaturas en cuanto que en éstas «diversum est
esse et id quod est», y en Dios el «esse» y el «id quod est» son lo mismo.
Aunque parece que esta fórmula no plantea el problema posterior de la
distinción entre esencia y existencia (sino entre la sustancia y el
principio de su ser sustancial), sin embargo, este texto, junto con
posteriores elucubraciones (p. ej., de Avicena), dará lugar al famoso
problema medieval de la esencia y existencia.
El hombre, compuesto de cuerpo y alma, es definido con la famosa
fórmula: persona es «rationalis naturae individua substantia» (Contra
Eutychen, 5). Parece ser que B. sostiene la preexistencia de las almas
habiendo sido intelectibles antes de inteligibles o incorporadas. El
hombre es libre en cuanto que puede elegir dentro del ámbito de su
conocimiento; por tanto, conociendo a Dios somos máximamente libres, y
conociendo lo sensible, esclavos. Por ello, podría verse aquí la solución
del problema de la libertad y Providencia: sometiéndonos a ésta somos
libres; sometiéndonos al destino de las leyes físicas y sensibles,
esclavos.
Su influjo a través de toda la Edad Media queda patente: él entrega
al Medioevo las artes liberales y el esbozo de múltiples problemas. Su
obra es traducida y comentada por doquier desde Escoto Eriúgena hasta S.
Tomás de Aquino.
2. Obra teológica. Tan grande, o mayor que el influjo de las obras y
traducciones filosóficas de B., fue el de sus breves tratados teológicos.
Dos de ellos versan sobre la Trinidad: De Sancta Trinitate (o Quomodo
Trinitas unus Deus ac non tres Dii), dirigido a su suegro el cónsul Quinto
Aurelio Símaco, y Utrum Pater et Filius et Spiritus Sanctus de divinitate
substantialiter praedicentur, dirigido a Juan diácono; B. demuestra
conocer a S. Agustín y acuña nuevos términos en la explicación del
misterio. Otro, el más filosófico, trata de la relación entre el ser y la
bondad de las cosas, Quomodo substantiae in eo quod sint bonae sint, cum
non sint substantialia bona (conocido por De hebdomadibus); escrito como
respuesta a una pregunta de su amigo Juan, diácono, concluye que las cosas
son buenas porque las ha hecho Dios que es Bueno. El cuarto tratado,
dirigido también al diácono Juan, se ocupa del misterio de la Encarnación:
Liber contra Eutichen et Nestorium, llamado en el Medievo Liber de persona
et duabus naturis, en el que clarifica los diversos significa- dos de la
palabra naturaleza, y da la definición de persona que se ha hecho clásica.
Finalmente, el De fide catholica (o Brevis fidei christianae complexio),
compendio de la doctrina cristiana, es considerado como auténtico por
muchos críticos, aunque algunos lo dan como probable del papa Juan I
(523-526) que sería el Juan, antes diácono, amigo de B., a quien éste
dedicó algunas obras.
Por estos tratados teológicos, escritos ca. 520, se considera a B.
(a quien se ha llamado «el último romano y el primer escolástico») como un
precursor de la teología que se desarrollaría mucho más tarde en la Edau
Media, ya que abiertamente se sirve de la filosofía para penetrar
científicamente las verdades de la fe enseñadas por la Iglesia; en la
dedicatoria del libro sobre la Trinidad dirigida a Juan diácono se
encuentra una expresión anticipada del crede ut intelligas: «fidem si
pateris ratianemque coniunge» (si puedes, une fe y razón: PL 64,1302). La
autoridad teológica que B. llegaría a alcanzar en la Edad Media sólo es
comparable a la de s. Agustín, especialmente en las cuestiones de la
Trinidad y la Encarnación; su obra fue ampliamente comentada y elaborada.
Además de dar materia para las discusiones posteriores acerca de la
naturaléza de la Teología (sobre todo en el De s. Trinitate, donde también
plantea el tema de la división de las ciencias y el del objeto del
conocimiento humano), solamente resaltaremos que en el tema de Dios, uno
de los primeros y más capitales de B., asienta firmemente ante todo que
Dios es un ser personal: con ello se revela en B. el teólogo cristiano y,
a pesar de retener mucho del pensamiento antiguo sobre Dios, se distancia
fundamentalmente de Platón, Aristóteles y del mismo Plotino.
Debido a que en su obra maestra, en prosa y verso, la Cansalación,
no cita en ningún momento a Jesucristo ni la S. E., ni explícitamente la
fe cristiana, algunos historiadores en los s. XVIII y XIX pusieron en duda
el cristianismo de B. y la autenticidad de sus obras teológicas;
demostrada ésta, la cuestión está definitivamente resuelta. Por otra
parte, aunque la Cansalación es exclusivamente filosofía, especialmente
Teodicea y ética, se le puede considerar un modelo de «filosofía
cristiana»; su profundo optimismo y confianza en la Providencia divina, la
pureza y seguridad de sus principios morales, presuponen una convicción
cristiana. En la Cansalación se encuentra la consagrada definición de la
eternidad divina: «interminabilis vitae tata simul el perfecta passesia»
(posesión total, simultánea y perfecta de una vida interminable); y
también la clásica definición de Dios como sumo Bien y de la felicidad que
está en el (libro III prosa 2: PL 63,724).
En la tradición de las diócesis de la Alta Italia B. fue considerado
y venerado como mártir (León XIII aprobó su culto para la de Pavía el 25
dic. 1883). En su proceso y ejecución estuvieron mezclados motivos
religiosos y políticos. Como personaje político B. destaca por su rápida
carrera y sus esforzados intentos de lograr el acuerdo y unidad entre
romanos y godos, fracasados ante los rebrotes de desconfianza y crueldad
del bárbaro y arriano Teodorico. Después de defender ante el mismo
Teodorico al senador Albino, a quien se acusaba de traición por favorecer
al Emperador de Bizancio, B. se vio envuelto en la misma acusación; ello,
su catolicismo, y su amistad con el papa Juan I (que estaba más unido al
Emperador oriental que a Teodorico), desencadenaron su proceso. La persona
y obra de B. resultan un expresivo símbolo de la unión del antiguo mundo
grecolatino, que perecía en su época, con el mundo y la cultura de una
época nueva que tardaría siglos en dar sus mejores frutos. Finalmente,
entre los alumnos que tuvo B., mencionemos a Casiodoro.
BIBL.: Ed. príncipe de las obras
de B. es la de Venecia 1491-92; también se encuentran en PL 63 (obras
teológicas) y PL 64 (obras filosóficas), mezcladas con algunas no
auténticas; hay diversas ed. críticas separadas de muchas obras;
especialmente numerosas son las ed. y trad. de La Consolación de la
Filosofía; SEMERIA, II cristianesimo di Boezio rivendicato, Roma 1900; R.
CARTON, Le christianisme et l'augustinianisme de Boece, «Rey. de
Philosophie), 30 (1930) 573-659; V. SCHURR, Die Trinitiitslehere des
Boethius, Paderborn 1935; G. CHAPPUIS, La théologie de Boece, "Congres
d'histoire du christianisme". III. París 1938. 15-40; E. RAPISARDA, La
crisi spirituale d; Boezio, Catania 1953; B. ALTANER, Patrología, 5 ed.
Madrid 1962, 476-479; M. CAPPUYNS, Boece, en DHGE 9. 348-380; F.
STEGMÜLLER, Boethius, en L TK 2,554-556 (abundante bibl.). JORGE IPAS..
2BILB.: P. COURCELLE, Étude critique sur les Commentaires de Boece,
«Archives d'Histoire doctrinale et littéraire du Moyen Age» XIII (1939)
5-140; H. R. PATCH, The tradition of Boethius, a Study of his importance
in Mediaeval Culture, Nueva York 1935; E. K. RAND, Founders of the middle
ages, Boethius the scholastic, Harvard 1941; I. ISAAC, Le Perihermeneias
de Boece a St. Thomas, París 1953; K. REICHENVERGER, Untersuchungen zur
literarischen Stellung der Consolatio Philosophiae, Colonia 1954; G.
FRAILE, Historia de la Filosofía, I, Madrid 1965, 792-809.
J. LOMBA FUENTES.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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