BETEL

Categoría: Religión Cristiana

Puede darse como cierto que B. fue el primer santuario de Palestina dedicado a Yahwéh (cfr. Gen. 12,8; 13,3ss.). Fue también el lugar del sueño de Jacob y donde Dios le renovó las promesas hechas a Abraham (cfr. Gen 25,116; Idc 2,1; 2026; 21,24; 1 Sam 7,16). Bét`el, etimológicamente significa «Casa de Dios». El nombre de la actual localidad es Baytin. El emplazamiento de B., es decir, el santuario y la ciudad contigua de la Antigüedad, se encuentra a 18 Km. al N de Jerusalén, a la derecha del camino a Nablus. Su origen se remonta como mínimo a la Edad del Bronce Medio (2100 a. C.); en los documentos egipcios, principalmente en los llamados Textos de Execración, aparece ya con el nombre de Luz. La Biblia recuerda esta misma denominación en los 18,13. En tiempos de los Patriarcas (ca. 1700 a. C.) la comarca de B. estaba poco poblada; de ahí el repetido uso que hacían de ella los trashumantes; en estas tradiciones, B. figura unas veces como ciudad y otras como santuario. Abraham (v.), baja desde Siquem (v.) hacia el desierto del Negev siguiendo la cresta montañosa y hace alto entre B. y Ay (Ha'Ay, Gen 12,8ss.); precisamente aquí el patriarca se separa de Lot (Gen 13,1ss.); etc.
      A fines del s. xiil a. C. la región de B. fue invadida por un contingente humano de cultura inferior a la cananea. Las excavaciones realizadas en B., Lakis, QuiryatSejer, etc., dan fe de esta violenta destrucción, que en B. se concreta en una capa de ceniza y unos metros de escombros. La invasión puede atribuirse a los israelitas capitaneados por Josué (v.), los cuales, poco avezados a la lucha en campo abierto, comenzaron por apoderarse de los lugares menos habitados, como lo son estas regiones montañosas, mientras que los cananeos seguían siendo los dueños de la llanura y de la franja costera (v. CANAÁN). La arqueología ha dado pruebas de que así como en las regiones menos abruptas la civilización indígena, culta y progresiva, continuó su desarrollo, en los montes como en B. hubo un franco retroceso. El. libro de Josué sólo hace una alusión a B. (8,17), pero las huellas de la destrucción son palpables. En jueces, sin embargo, se narra la conquista de la ciudad por «la casa de José» ayudados por la traición de un hitita (Idc 1,2225). La opinión que cada día adquiere más consistencia es que la destrucción de `Ay (los 8) relata reálmente la toma de B., ya que 'Ay en tiempos de Josué era lo que su nombre enuncia, una «ruina»: `Ay sería el calificativo popular de los restos de una gran ciudad (quizá Bét'Aoven) destruida hacia finales del tercer milenio. La ciudad de B. se encuentra a poco más de 1 Km. de Ay y no es extraño que los habitantes de B. hayan utilizado los restos de sus murallas para hacer frente a los invasores. Los hebreos acabaron con B. incendiándola para, una vez limpia de enemigos, volverla a habitar. Pero su estilo de utilizar los elementos cananeos preyacentes indica el bajo nivel cultural de los invasores benéYisrael. Así, aunque conservan la misma planimetría de la casa, la construcción y los detalles son distintos, más zafios; la familia hebrea que pasó a ocupar una casa patricia de B. jamás usó el piso alto para vivir como hacían los cananeos, sino que se contentó con el bajo; éste había servido, como almacén y vivienda de esclavos del primer dueño.
      Durante el tiempo que medió entre Josué y el cisma de Jeroboam I (v. ISRAEL, REINO DE), B. constituyó un centro cultual notable entre los israelitas. Aunque su fundación se atribuye a Abraham (Gen 12,8), es en la historia de Jacob (v.) donde se ofrecen datos más circunstanciados de la yahweización del primitivo lugar cananeo. Regresando de Mesopotamia, Jacob va de peregrinación desde Siquem a B., donde realiza una liturgia: erige un altar, una estela y la unge (Gen 35,1 ss.); esto indica la existencia de un ritual repetido por los israelitas en el decurso de este periodo. De la peregrinación da fe 1 Sam 10,3 y Am 4,4 habla de un diezmo. En el libro de los jueces (20,18.2628), B. es lugar de reunión de las tribus; allí estaba el arca (Idc 20), lo que parece indicar que el culto al Dios de Israel sustituyó al de una divinidad cananea, cuyo nombre bien pudo ser Bét 'El (cfr. Am 5,4 y Ier 48,13). Al producirse la escisión IsraelJudá, Jeroboam 1 colocó en B. un becerro de oro, aprovechando y queriendo resucitar el prestigio de los viejos santuarios del Norte; además, al crear esta capilla real o templo dinástico, el rey cismático del Norte pretendía compensar el prestigio de Jerusalén (v.), a la que seguían bajando sus súbditos, en peregrinaciones que no eran de su agrado, ya que ponían a su pueblo en contacto con la dinastía davídica de Judá (1 Reg 12,26ss.). Esta misma intención movió a Jeroboam I a instituir una fiesta en el octavo mes para rivalizar con la que se celebraba el séptimo en Jerusalén. B. durante los siglos xvil a. C. perteneció al reino de Israel, si se exceptúa un pequeño periodo en que pasó al reino de Judá (v.), cuando el rey Abías derrotó a Jeroboam (2 Par 13,19). Volvió a Israel en tiempos de Basá (1 Reg 5,22; 2 Par 16,6). Siendo rey de Israel Jeroboam II, predicó en estos lugares el profeta Amós (v.); tuvo mala acogida y fue expulsado de allí (Am 7, 1017).
      Hacia el 721 a. C. la ciudad y el santuario cayeron en manos de los asirios. Fue repoblada con géntes traídas de otras partes del imperio, aunque continuó el culto yahwista (cfr. 2 Rég 17,25ss.). En tiempos de Josías (últimas décadas del s. vii a. C.), aprovechándose de la debilidad asiria, Judá reconquistó una parte considerable del antiguo reino de Israel; entre otras zonas ocupó B. La reforma religiosa de Josías terminó con los santuarios cismáticos; el de B. corrió la misma suerte, siendo sus sacerdotes condenados a muerte (2 Reg 23,Iss.). Ya en el s. vi las sucesivas invasiones babilonias diezman el territorio judío; pero parece ser que la región de B. se libró de la destrucción total que no respetó ni a la misma Ciudad Santa de Jerusalén (587 a. C.; v. JEREMÍAS I). Los caldeos respetaron B. y posiblemente fue aquí donde Godolías reunió a los escapados de la ruina de Jerusalén; formaron bajo control caldeo una comunidad política, aunque de poca duración (cfr. 2 Reg 25,22ss.). La ciudad fue destruida por los babilonios como han demostrado las excavaciones, aunque no es fácil hacer la datación. Sin embargo, parece que estuvo habitada ininterrumpidamente hasta los últimos años del s. vi. Bajo los persas, B. perteneció a la Yéhúd, que según Esdras (2,21ss.; cfr. Neh 7,25ss.) comprendía más o menos el distrito otorgado por los caldeos a Godolías. Más adelante B. fue tomada por los benjaminitas (Neh 11,31). En tiempos de los Macabeos (v.) fue fortificada por los griegos. Al hacerlo, Báquides pretendía hostigar a los sublevados judíos y hacerlos entrar de nuevo bajo el dominio de Demetrio 1 (1 Mach 9,50).
     
     

 

J. GUILLÉN TORRALBA.

 

BIBL.: F. M. ABEL, Geographie de la Palestine, II, París 19381. M. LAGRANGE, Études sur les religions sémitiques, 2 ed. París 1905, 187210; V. POLENTINOS, Betel, en Enc. Bibl. I, 11701175; L. HENNEQUIN, Bethel, en DB (Supl.) III, 375377; 1. L. KELSO, Bethel, «Rev. Biblique» 65 (1958) 264 ss.; íD, Excavations at Bethel, «The Biblical Archaeologist» 19 (1956) 3646. Aspectos particulares de la investigación sobre Betel pueden encontrarse en «The Bulletin of the American Schools of Oriental Research» 29 (1928) 911; 5558 (193435); 74 (1939) 1718; 137 (1955) 510; 151 (1958) 38; 164 (1961) 519.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991