Nombre y personalidad. Su nombre patronímico significa en arameo «hijo de
Tolmay o Talmay», según la formación corriente de nombres similares (Bar-
Yona, Mt 16, 17; Bartimeo, Mc 10, 46; Bar-Jesús, Act 13, 6). Talmay, «el
que abre surcos», se llamaba también el rey de Guesur, padre de Maaká,
madre de Absalón (2 Sam 3, 3; 13, 37), que en los Setenta se vocaliza
Tolmí Tolmai. En las listas de los Apóstoles aparece en sexto lugar
asociado a Felipe (Mt 10, 3; Lc 6, 14) o a Mateo en Act 1, 13, donde cede
el puesto y la compañía de Felipe a Tomás (en Mc 3, 18, B. aparece
ambiguamente asociado a Felipe o a Mateo). No se le menciona por este
nombre en S. Juan, por lo que su personalidad se presenta confusa; sin
embargo, su asociación con S. Felipe ha hecho pensar a muchos intérpretes,
antiguos y contemporáneos, que se le ha de identificar probablemente con
Natanael, que sería su nombre propio, pasando así a realzar su figura el
testimonio de Jesús, reconociendo en él al israelita ideal, que había de
presenciar maravillas (lo 1, 45-51) y ser «testigo» de la vida y
resurrección del Señor Jesús (lo 21, 2; Act 1, 21-22). Si ello es así se
completaría también la semblanza evangélica de Natanael, que de otra
suerte pasaría como un meteoro fugaz por la historia de la salvación, sin
dejar en la Iglesia la estela que el elogio del Señor permitía suponer.
Según esta hipótesis, con sólido fundamento exegético en el Evangelio, el
Apóstol sería oriundo de Caná de Galilea, donde una iglesia dedicada a su
nombre recuerda al peregrino a un mismo tiempo el primer milagro de Jesús,
convirtiendo el agua en vino (lo 2, 1-11), y la estampa de una de las
personalidades más simpáticas del Colegio apostólico: S. Bartolomé-Natanael.
Actividad misionera. No es posible precisar con seguridad el campo
de su apostolado, dada la variedad de las tradiciones. Según Eusebio de
Cesarea (Historia ecclesiastica, 10: PG 20, 455), S. Panteno habría
encontrado en la India a algunos cristianos, a los que «Bartolomé, uno de
los doce apóstoles, había predicado en otro tiempo, como era fama, y les
había dejado el Evangelio de Mateo escrito en letras hebreas: del que por
cierto hay memoria que fue conservado hasta los tiempos susodichos». S.
Jerónimo (De viris illustribus, 36: PL 23, 683) añade que S. Panteno fue
enviado por Demetrio, obispo de Alejandría, a dicha misión a petición de
los legados de aquel país, y que trajo el mencionado evangelio a
Alejandría. Pero por «India» habría que entender, según Rufino (Historia
ecclesiastica, I, 9: PL 21, 478), la India citerior o exterior, que
pudiera ser la Arabia Feliz, donde consta que había comunidades judías
florecientes, precisamente en las colonias militares fundadas por Nabonid
durante su permanencia en Temá. En cambio, Sócrates (Historia
ecclesiastica, I, 19: PG 61, 126) dice que se trata de la India contigua a
Etiopía.
Otras tradiciones lo hacen acompañar al apóstol S. Andrés en la
evangelización de los países ribereños del mar Negro; mientras según la
tradición armenia, recogida por Moisés de Corena, habría ido primero con
el apóstol S. Tomás a Adén, después a predicar a los medos y a los
elamitas, luego a Bostra y, por fin, a Armenia, donde encontraría a S.
Judas, que le precedió en el martirio. Otra tradición le hace predicar en
los oasis de Egipto, cuyos naturales habrían reconocido en el a un
compatriota, haciéndole descender de la familia real de los Tolomeos:
opinión ampliamente difundida en la Edad Media, de la que se halla un eco
en el Camino de perfección de S. Teresa, que dice que B. «era hijo de rey»
(27, 66). El mismo honor de haberles predicado reivindican para sí los
sirios. Finalmente, según el relato de las Actas de Felipe, habría
acompañado a este apóstol en la evangelización de la ciudad frigia de
Hierápolis, y, según la tradición bizantina, habría llegado a la corte de
Polimio, rey del Bósforo, Ponto y Cilicia, convertido al judaísmo.
Martirio y reliquias. Según esta última tradición, después de la
conversión de Polimio, su hermano Astriges o Astiages, que permanecía
pagano, promoyió una revuelta contra el apóstol, al que hizo apalear y
degollar, según el relato de la Passio sancti Bartholomaei; según otros,
habría sido desollado vivo o crucificado. El escenario se coloca en
Albanópolis o Urbanópolis (Eruantashat), ciudad de Armenia. Su cuerpo
habría sido llevado después a Neferguerd (Miyafarkin), y hacia el a. 507
por el emperador Anastasio I a Daras en Mesopotamia (Teodoro Lector,
Historia ecclesiastica, II, 57: PG 86, 211). S. Gregorio de Tours (De
gloria martyrum, 33: PL 71, 734) cuenta la llegada maravillosa de sus
reliquias a la isla de Lípari, en Sicilia, de donde, ante la invasión de
los sarracenos, fueron trasladadas el 808 a Benevento, y más tarde, el
983, por el emperador Otón III a Roma; aquí fueron depositadas en la
iglesia de S. Adalberto, en la isla del Tíber, que desde entonces recibió
el título de S. Bartolomé in Insula. En los s. VI y VII, en la iglesia de
Escalada del reino de León se conservaba una reliquia de B. obispo. El
cráneo se venera desde 1238 en la iglesia dedicada a su nombre en
Francfort. Un brazo fue llevado a la catedral de Canterbury por s. Eduardo
el Confesor.
Culto litúrgico. En el mundo latino, su fiesta no se remonta más
allá del s. X, celebrándose el 24 de agosto. Los griegos, coptos, sirios y
la Iglesia visigótica la celebraban el 11 de junio. Los coptos la celebran
además el 29 de agosto y 15 de noviembre, y los armenios el 8 de
diciembre. En algunos países, la devoción popular le atribuye el patronato
de todos los oficios relacionados con la piel, invocándosele además contra
las enfermedades nerviosas en general. La iconografía lo representa con el
cuchillo con que fue desollado o con su piel en el brazo. La pintura
española añade un demonio a sus pies.
Evangelio de Bartolomé. Este apócrifo compuesto probablemente en
griego en el s. IV en Egipto, ha sido reconstituido recientemente a base
de fragmentos dispersos, tras una larga y fatigosa investigación. Contiene
en forma de Preguntas a Jesús, a la Virgen y al diablo explicaciones
fantásticas sobre la encarnación, la bajada de Cristo a los infiernos, la
creación de los ángeles, la caída de Lucifer y la tentación de Eva.
BIBL. : F. SPADAFORA, M. L.
CASANOVA, A. RIGOLI, Bartolomeo Apostolo, en Bibl. Sanct. 2, 852-878; B.
KRAFT, Bartholomiius Apostel, en LTK II, 9-10; VARIOS, en Enc. Bibl. I,
1060-1061; DACL, II 499-500: DHGE, VI, 965-68; O. HOPHAN, Los Apóstoles,
Barcelona 1957; V. HOLZMEISTER, Nathanael fuitne idem ac S. Bartholomaeus
Apostolus?, «Biblica» 21 (1940) 28-39; M. BONNET, Acta Apostolorum
apocrypha, II, I, Leipzig 1893, 128-150 (texto de la Passio); A. DE SANTOS
OTERO, Los Evangelios apócrifos, Madrid 1956, 570-608; L. RÉAU,
lconographie de I'art chrétien, III, París 1958, 180-184.
J. PRADO GONZÁLEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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