ARQUETIPO
Filosofía
Los a., concepto propio de la
psicología de Jung, son elementos constituyentes del inconsciente (v.)
colectivo, que representan las experiencias vividas por la Humanidad en
tiempos remotos. Estas formas típicas, antiquísimas, de elaborar la
experiencia exterior se repiten de unos hombres, y de unos pueblos, a
otros. Los' a. son, pues, una serie de complejos (v.) innatos, que
estructuran los elementos psíquicos en imágenes arquetípicas, y a los
que tenemos acceso de una manera indirecta por los efectos comunes que
producen.
Los arquetipos, el inconsciente y el instinto. La imagen que tiene
el niño del padre o de la madre no es una reproducción exacta del padre
o la madre real; el inconsciente juega un papel importante en su
formación. Lo que ocurre es que el niño proyecta una serie de temáticas
de su inconsciente colectivo, en las cuales las figuras parentales ya
habían sido elaboradas de una forma determinada, experiencia que el niño
aprovecha para relacionarse con las figuras de sus padres concretos. Los
a., como estructuras de inconsciente colectivo, son precisamente los
responsables de las especiales elaboraciones que el hombre hace de la
realidad exterior. Son formas primitivas e innatas de comportamiento
vivencial.
El a. es una imagen original que existe en el inconsciente
colectivo, ajena a la experiencia personal y que se transmite de
generación en generación. El dragón, p. ej., representa una imagen
arquetípica. Para que una imagen pueda ser calificada de arquetípica
debe mantener constante su simbolismo a lo largo de la historia del
hombre.
Como habrá podido comprenderse, los a. no son simplemente una
serie de imágenes atávicas o ancestrales, sino que cumplen la importante
misión de ordenar e integrar la actividad psíquica. Si en los primeros
trabajos de Jung la noción de a. se refería fundamentalmente a aquellas
motivaciones que venían a cristalizarse en imágenes arquetípicas,
posteriormente el concepto fue ampliándose, para considerarse que los a.
eran los ordenadores de todos los procesos y comportamientos psíquicos.
Los a. representan el sedimento de las experiencias hechas por la
Humanidad en el transcurso de su vida. En este sentido hay que
comprender el a. como un patrón de conducta que el hombre aplica para
resolver su problemática vital. Al mismo tiempo que nos sirve para
ordenar la realidad, puede apartarnos de ella si sus simbolismos se
imponen implacablemente. Los a. se manifiestan en los diversos mitos y
ritos primitivos representados hoy día en algunas actividades
religiosas.
Sin embargo, los a. no deben confundirse con las acciones
instintivas. Aquéllos son las formas típicas que ha tenido la Humanidad
de constituir la ,experiencia vital, que va transmitiendo a su
descendencia. Esto explicaría la comunidad de estructura de unos hombres
con otros y de las representaciones de unos pueblos con otros.
La noción de a., bastante confusa, ha despertado una gran cantidad
de críticas, puesto que al considerar los comportamientos humanos como
arquetípicos, los priva de su carácter original y libre. El a. es algo
que se impone al hombre, puesto que va unido a su propia esencia. La
actividad simbólica se encuentra íntimamente ligada a los a. El profundo
sentido de los símbolos se nos escaparía si olvidásemos la intensa
influencia de los a. El tipo de psicoterapia preconizado por Jung se
propone analizar el valor arquetípico de los símbolos del paciente.
Mediante esta actividad se logra transformar su personalidad.
Los diversos arquetipos. Jung ha descrito diversos a. poniendo de
manifiesto la importancia que tienen para una mejor comprensión del
hombre. Vamos a describir algunos.
El anima es el a. que el hombre tiene del sexo opuesto. El anima
representa para el hombre tanto la madre primitiva como, al mismo
tiempo, su ideal de mujer. La constitución de este a. la verifica el
niño en sus primeras vivencias infantiles y sexuales, que están
íntimamente implicadas en el inconsciente colectivo. El anima no es
solamente el a. que el hombre se forma de la mujer, sino que representa
también una divinidad femenina que aparece en las diversas religiones en
diferentes momentos. El estudio del anima puede seguirse en múltiples
creaciones literarias en las que podemos ver cómo los diversos literatos
constituyen el a. femenino: Andrómaca, Elisa, Laura, Kundry, etc. Cuando
el hombre se refiere a la mujer que espera o quiere, se refiere a una
constante transmitida por el inconsciente colectivo. La psicología
femenina elabora su a. masculino de una forma análoga. Para la mujer, su
a. masculino el animus es tanto la imagen del padre como del hombre
ideal. Si en el anima estaba comprometido el sentimiento, en el animus
estará comprometida la razón. La persona dominada por los a. del sexo
opuesto presentará un comportamiento primitivo e infantil. Jung hace la
hipótesis de que el anima y el animus puedan tener también un soporte
genético en los genes (v. GENÉTICA I) recesivos del sexo opuesto. Esta
actividad recesiva de dichos genes mantendría a sus a. propios en íntima
relación con el inconsciente y explicaría que las motivaciones surgidas
del inconsciente tengan siempre los caracteres del sexo opuesto.
Otro a. es la cuaternidad. Esto ilumina el profundo simbolismo del
número cuatro, del cuadrado, de la necesidad de cuatro elementos para
encontrar la piedra filosofal en la alquimia, etc. En los sueños
aparecen situaciones relacionadas con las conjuras de la alquimia; en
ellas se confiere también un carácter preponderante al número cuatro. En
tiempos antiguos se habló de los cuatro elementos, los cuatro puntos
cardinales, los cuatro temperamentos, etp. Se trata de proyecciones
arquetípicas en la forma de elaborar la realidad, en las que no hemos de
ver solamente su manifestación anecdótica, sino comprender su contenido
vivencial.
El árbol es un a. que simboliza la persona humana. Lo mismo que el
hombre, el árbol tiene raíces en la tierra y tiene aspiraciones que le
conducen al cielo. También nace, crece y muere. Unas veces descubre su
estructura interior, otras se cubre de hojas y se oculta. Esta identidad
consigo mismo es la que vivencia el hombre cuando planta un árbol al
nacimiento de un niño. Está viviendo un paralelismo de la vida del
hombre con la imagen del árbol. El árbol produce fruto, se distancia
enormemente de sus raíces, etc. La imagen arquetípica del árbol está
íntimamente ligada a otros a.: el dragón, la serpiente, los pájaros,
etc.
Toda la doctrina de Jung sobre los a. está en íntima relación con
el inconsciente colectivo y, a su vez, aclara sus teorías sóbre él. Se
ha dicho y repetido que si Freud hizo el descubrimiento del inconsciente
personal, Jung amplió el descubrimiento hasta el colectivo. Ambos
descubrimientos no se contraponen. Es más, desde un punto de vista
ideal, se complementan. Pero las doctrinas de Jung pecan de
confusionismo, necesitan una clarificación y reelaboración para que
puedan ser aplicables en la psicoterapia.
C. MONEDERO GIL.
BIBL.: Ca. BAUDOUIN, La obra de Jung, Madrid 1967; C. G. JuNG, Arquetipos e inconsciente colectivo, Buenos Aires (en prensa); !o, L'homme á la decouverte de son áme, 4 ed. Ginebra 1950; ID, Problémes de 1'áme moderne, París 1961; íD, Psicología de la trasferencia, 2 ed. Buenos Aires 1961; íD, Símbolos de trasformación, 2 ed. Buenos Aires 1962.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991