ARAMEOS
La religión de los a. carecía de unidad, porque dada su
dispersión en el tiempo y en el espacio, fueron adoptando las divinidades de los
países en los que se asentaron. La onomástica, generalmente compuesta con el
nombre de algún dios, los documentos cuneiformes asirios, la Biblia y los
escritores grecorromanos, especialmente Luciano (De Dea Syria), son las fuentes
principales para conocer sus ideas religiosas. Cuando a mediados del segundo
milenio a. C. hacen su aparición en la historia (v. I) procedentes del desierto
siroarábigo, su religión debía ser semejante a la de los demás semitas nómadas.
Los documentos a. más antiguos proceden de los s. x y ix a. C., y a partir de
entonces ya podemos conocer directamente sus creencias: el dios de las
tormentas, Hadad (V. BAAL) junto con la diosa madre (v. ASTARTÉ) eran las
divinidades principales, a las que más tarde se les atribuyó un hijo, dios del
mundo subterráneo y de la medicina. Junto a ellos, recibían culto otros dioses
de origen mesopotámico y cananeo-fenicio (v. BABILONIA III y CANAÁN II). Con la
aparición del cristianismo, muchos a. se convirtieron y su lengua (siriaco) fue
utilizada por muchos textos de la nueva religión (p. ej., v. BIBLIA VI, 5; SIRIA
V-VII). Los a. eran llamados sirios (e incluso asirios) por los griegos; los
palmirenos (v.) y los nabateos (V.) al adoptar la cultura a. constituyeron una
variante de la religión a.
En las inscripciones del s. ix a. C. los dioses más representativos son:
Hadad, dios de las tormentas, que trae las lluvias necesarias para la
agricultura y representa el poder generador; Baalsamin, señor de los cielos, que
puede ser otra denominación de Hadad (también conocido por Baal), o que puede
ser también una divinidad distinta cada vez más identificada con el Sol; 'Il o
'El, decano de los dioses en, 91 panteón de los nómadas, no parece olvidado; la
diosa lamas era el Sol femenino, y como se creía que durante la noche recorría
el mundo subterráneo, se pensaba que lo veía todo y que, por tanto, representaba
la justicia; Sahar, Luna, dios masculino, era el equivalente del dios Sin
mesopotámico; su contrapartida femenina era Nikkal, la diosa Luna Ningal de
Mosopotamia; Melqart era dios fenicio, patrono de Tiro; Alur (`lwr) era dios de
carácter local.
En el s. viii a. C. las inscripciones añaden Résef (Rasaf), el dios del
relámpago del panteón cananeo (y se hace expresa mención de Hadad de Alepo y del
Baal de Harrán, dios patrón de esta ciudad equivalente al lunar Sin). La
divinidad femenina `Atar (de `Altar) reunía las características de las cananeas
`Anat, `As'tart y 'Aserah, cuya fusión era. Rakibel (Rakub), el auriga de '11,
era un aspecto del dios de las lluvias que gozó de amplia veneración, y era el
dios patrón de la dinastía Samaal (Zenyirli). Alivan era probablemente el mismo
Baal cananeo. En términos generales se habla de «los dioses del yermo y de los
sembrados» así como de «los dioses del cielo y de la tierra», a los que se pone
por testigos en los contratos solemnes junto a los babilónicos Marduk, Sarpanit,
Nabu, Nusku, Nergal, Sin, etc. (v. BABILONIA III).
Durante los s. vii a iv a. C. el panteón babilónico es adorado en Neirab;
el dios semita occidental Betel (casa de 'Il o de Dios) se difundió entre los
a., así como la diosa Aserah bajo la forma Asira'. En Teima la diosa Slm
(¿sombra?) se ha pensado que representaba a Saturrlo; el Singalla asirio (Gran
Sin) se encuentra bajo la forma Sngl'. Existían famosos santuarios a.
permanentes. En Hierápolis (actual Mambiy) el dios principal era Hadad, cuyo
culto acabó fundiéndose con el del Sol; en Damasco, Hadad era conocido por Tab
Rimmón (bueno es el Tonante), y el rey Ajaz (o Acaz) tomó su altar de modelo
para el templo de Jerusalén; en IHamat del Orontes recibía el nombre de Wer o
Mer; también en Alepo el dios principal era Hadad; su culto se difundió por todo
el mundo grecorromano. Antonino Pío le erigió un grandioso templo en Heliópolis
(Baalbek); los romanos le llamaban Júpiter (v.) Óptimo Máximo y según la
localidad de origen recibió los patronímicos de Dolichenus, Hadaranes o
Heliopolitanus fundido ya con el Sol; se le representaba con rayos solares
saliendo de su cabeza. Su mujer era Atargatis, de discutida etimología (Atar+AttiS,
dios frigio; Atar+Anat; Aserah+nt, verbo que significa ejecutar ciertas labores
agrícolas) representaba la idea de fecundidad inherente a la gran diosa madre;
era conocida también por Derceto (de etimología dudosa), y Iasura, deformación
de Dea Syria; su culto se difundió por el Imperio romano, donde era equiparada a
Venus (v.); también era llamada Alat, la diosa; sus animales representativos
eran el león y la paloma, y su símbolo estaba consttiuido por el disco solar y
la luna en cuarto creciente.
A la pareja formada por Hadad y Atargatis, se le atribuyó un hijo, Simio,
que como todas las divinidades subterráneas y curativas era de sexo dudoso, por
lo que a veces se le llama Simia, en femenino. Este dios joven fue asimilado a
Asklepios o Esculapio; sus funciones eran semejantes al Résef cananeo,
equivalente al Esmún fenicio que luego se equiparó a Mercurio. En Harrán, la
trinidad estaba formada por Sahar, dios Luna, Nikkal, diosa Luna y Nusku, el
fuego, su hijo; en Neirab se le añade la diosa llamas, Sol; en Arpad los dioses
principales eran '11 ('El), Attar, diosa de la fecundidad, y Baalsamin. En Emesa
(Homs) era adorado Elgabal, asimilado al Sol (de donde deriva Heliogábalo)
representado por una piedra negra.
Al igual que los demás semitas (v. SEMITAS II) los a. creían que el muerto
llevaba una vida precaria bajo tierra; necesitaba de ofrendas de comida y
bebida; la profanación de las tumbas era considerada como un daño gravísimo. Los
astros, las cimas de las montañas, ciertos árboles, fuentes y ríos gozaban de
especial veneración. Los recintos sagrados contenían estelas votivas (masgidas,
de donde proviene mezquita) y funerarias (nafsa) de forma piramidal El betilo
(de bet-'el, casa de dios) era una piedra que materializaba, por así decirlo, la
presencia divina en el recinto sagrado. El ritual en los templos era semejante
al de Fenicia y Mesopotamia; había sacerdotes, barberos encargados de cortar el
pelo ofrecido a la divinidad, escribas, prostitutas sagradas y sodomitas
hieródulos, dedicados al culto de la diosa. V. t.: ASTARTÉ; BAAL; CANAÁN;
BABILONIA III.
F. DÍAz ESTEBAN
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Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991