APOSTÓLICOS


Nombre que tomaron dos grupos de sectas con el pretexto de que imitaban las costumbres y práctica de los Apóstoles.
      Apostólicos primitivos. La primera noticia sobre su existencia nos la da S. Epifanio (v.) en el Panarion (cfr. PG 41, 1040-1052). Fueron una de las numerosas sectas aparecidas en este tiempo (s. Iv y v), más o menos dependientes de los eneratitas (v.), aunque sea difícil precisar los elementos comunes y específicos. Como ellas rechazaban el matrimonio como impuro y negaban toda reconciliación a los que habían caído en alguno de los tres pecados canónicos (apostasía, adulterio y homicidio), aun cuando lo hubieran cometido una sola vez (v. PENITENCIA II). Tenían como propio condenar toda propiedad privada, declarar obligatoria para todos los cristianos la renuncia a los bienes materiales y querer reproducir un género de vida sobre el ejemplo de los Apóstoles. Para probar sus teorías no se contentaban con los libros canónicos, sino que usaban también los Hechos apócrifos de Andrés y Tomás (v. APÓCRIFOS BÍBLICOS II). La renuncia de los a. al matrimonio y a la propiedad privada explica el que se les designara como apotácticos, es decir, renunciantes. Se extendieron principalmente por Frigia, Cilicia y Panfilia en Asia Menor. S. Agustín y S. Juan Damasceno se ocuparon de ellos en sus escritos para combatir sus errores (cfr. PG 42, 32; 94, 713).
      Apostólicos medievales. Un segundo grupo de sectas llevó este nombre en los s. XII-XIV. Los orígenes de este grupo son bastante oscuros. Dimanan probablemente de otro herético, que alrededor del a. 1000 llegó de Oriente a Italia, y de ésta pasó a Francia. Por sus relaciones con el maniqueísmo (v.) modernamente se le designa con el nombre de neomaniqueísmo.
      Los más antiguos fueron descubiertos cerca de Soissons hacia 1114. Formaban una sociedad secreta. No admitían ya la Encarnación, rechazaban los Sacramentos, condenaban el matrimonio, se entregaban a prácticas inmorales y se gloriaban de llevar una vida apostólica (PL 156, 952). Otra sociedad secreta apareció en las cercanías de Colonia en 1143, dividida en dos grupos hostiles. S. Bernardo en sus Sermones 65 y 66 sobre el Cantar de los Cantares denuncia sus errores principales. Los sectarios proclamaban la bancarrota de la Iglesia por no imitar a Cristo y a los Apóstoles. A las desviaciones anteriores añadían la obligación de abstenerse de carnes (PL 183, 1088-1102). Poco después, antes de 1147, en la región de Perigueux aparecieron algunos heréticos que proclamaban llevar una vida apostólica (PL 181, 1721). Todos ellos restringían mucho más el espíritu de renuncia y conectaban perfectamente con los eneratitas descritos por S. Epifanio. Al aumentar sus desviaciones rechazaron la Iglesia y los sacramentos, sobre todo el Bautismo y la Eucaristía, el poder sacerdotal y el matrimonio. Era obligatorio para todos la renuncia al matrimonio y la abstinencia de carnes y vino.
      Los a. de los s. XIII y xiv son conocidos también como segalelianos o dulcinistas, por el nombre de sus jefes principales (Segalelli y Dulcino. En Parma, ca. 1260, Gerardo Segalelli pretendió restaurar la vida apostólica. Agrupó a sus discípulos y los envió a predicar la penitencia y la pobreza por Italia, España y Alemania. Su forma de hacerlo y de comportarse implicaba un exclusivismo, una crítica radical. La abstención de todo trabajo, el incesante peregrinar, la mendicidad cotidiana, la promiscuidad de sexos y la ausencia de toda autoridad moderadora constituían un peligro próximo de heterodoxia y cisma. Por esto, el obispo de Parma hizo apresar a Segalelli y el conc. II de Lyon (1274) lo condenó.
      Dulcino, originario de la diócesis de Novara, hombre enérgico y hábil organizador, se retiró para su actividad a las montañas de Vercelli y Novara hasta que Clemente V lanzó una pequeña cruzada contra su movimiento (1305). Sus secuaces fueron apresados y Dulcino murió obstinado en su error (cfr. L. A. Muratori, Rerum italicarum Scriptores, IX, Milán 1726, 427-442 y 447-460). No se acabó, sin embargo, la secta, pues encontramos a. en Italia, Francia, España y Alemania en 1403, aunque con el tiempo más que dulcinistas son una secta protestante. La doctrina de Dulcino ha quedado reflejada en extractos de dos cartas suyas dirigidas a sus discípulos (cfr. B. Gui, Practica inquisitionis haereticae pravitatis, París 1886, 331-336). Define su secta como «una congregación espiritual, que vive como los Apóstoles y denominada propiamente apostólica, sin ningún lazo de obediencia exterior, sino solamente interior». Remacha mucho el carácter espiritual, la pobreza de la Iglesia, la libertad de espíritu. Rechaza el culto exterior y para reparar los pecados la Iglesia romana deberá vivir como S. Pedro: en absoluta pobreza y humildad, sin hacer guerras y permitiendo vivir a cualquiera en su libertad.
     
     

BIBL.: Fuentes: Además de las incluidas en el texto, R. ARDENTE, Homilía 19 (PL, 155, 2011); ERIBERTO, Epistola de haereticis Petragoricís (PL, 181, 1721).-Estudios: M. BODET, Apostoliques, en DHGE III, 1037-1048; F. VERNET, Apostoliques, en DSAM 1, 796-801; A. AMORE, Apostolici, en Enciclopedia Cattolica, Ciudad del Vaticano 1948, 1691-1693; L. SKTLING, De apostolinis, pseudoapostolicis, apostolinis, Munich 1947.

P. TINEO TINEO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991