ANTÍTESIS
Palabra de origen
griego que significa aquello que está puesto frente a algo. El
término adquiere especial relieve filosófico cuando lo usa Kant
(v.) en la Crítica de la Razón Pura, dentro de la Dialéctica
Trascendental. Las célebres antinomias (v.) de la razón pura que
ahí se exponen constan de una tesis y de una a. Ambos juicios, que
son contradictorios, muestran la vaciedad de los conceptos puros
de la razón que carecen del refrendo de la experiencia. En esa
incapacidad encontrará Kant el fundamento para negar el valor de
la Metafísica como ciencia. El rasgo de la a. es, en Kant, la
imposibilidad de ser trascendida. Además, es algo propio de lo
trascendental que no afecta a la realidad. Hegel (V.) no usará el
término a. más que una vez. Lo hace en las Lecciones de Historia
de la Filosofía y para criticar a Kant.
Sin embargo, el ritmo temario de su dialéctica legitima el
que sus comentaristas usen la expresión a. para designar el
momento real que, estando en contradicción con el anterior, lo
completa. La discrepancia entre ambos autores se funda en la
concepción hegeliana de que todo lo real es racional. Por tanto,
la a. no es un juicio de la razón, insoluble, sino la
contradicción real, un momento, que lleva a la superación en una
ulterior síntesis. Así, p. ej., cuando indica que el ser es
idéntico con la nada, esta nada es la a. que da a entender que el
ser sin determinación alguna es puramente vacío: igual a la nada.
Lo mismo ocurre en la relación siervo-señor. Un señor no es tal
sino en la medida que lo es de un siervo, y viceversa: un siervo
lo es porque está supeditado al señor.
La a. queda perfilada como ese momento que, negando la
tesis, la dota de algún sentido. El vocablo, pues, requiere para
su justa comprensión que se remita a otros términos del pensar
dialéctico (V. DIALÉCTICA; CONTRADICCIÓN; TESIS; SÍNTESIS).
Fichte (v.) es también un pensador dialéctico. La a. es el
segundo principio de su Doctrina de la ciencia. Segundo principio
que se podría formular diciendo que a todo A se puede oponer su
contrario. Principio evidente, que se alcanza de inmediato
mediante una intuición tan necesaria, primitiva y universal, como
la que posee el primer principio: A= A. El primer principio es el
de identidad; el segundo, el de contradicción. Es algo de suyo
manifiesto que una cosa es idéntica consigo misma y contraria a lo
que se le opone. Pues bien, del mismo modo que en la intuición del
Yo, al ser puesto por el Yo en nada difiere del acto que lo pone,
al Yo divisible, finito, se le opone el no-Yo divisible, también
finito, que es el mundo. La oposición, la a., es el no-Yo. En la
medida que ese no-Yo limita desde fuera al Yo finito se hace
comprensible la interioridad del Yo.
Marx y el marxismo (V.) trasponen la dialéctica hegeliana
del espíritu a la materia, aunque mantienen el método y su ritmo
ternario. Se levanta antitéticamente la lucha de clases, necesaria
como momento para la evolución social, frente a una sociedad
primitiva. Marx pensaba que la humanidad en su primitivo estadio
conoció la propiedad privada, pero poseyendo cada hombre los
escasos medios de producción. Engels, por el contrario, creía que
existió ya en un principio una forma rudimentaria de propiedad
colectiva. La situación de paso en que la lucha de clases consiste
ha conocido tres etapas: esclavitud, feudalismo y capitalismo. La
a. marxista es la lucha de clases que será superada por una
sociedad sin clases, con una propiedad colectiva evolucionada,
llamada sociedad comunista.
BIBL.: I. KANT, Crítica de la Razón Pura (muchas ed.); HEGEL, Fenomenología del Espíritu, México 1965; FICHTE, Doctrina de la Ciencia, Madrid 1934; K. MARx, El Capital, Buenos Aires 1959; fD, Crítica de la Economía Política, Madrid 1933; R. MONDOLFO, Marx y Marxismo. Estudios Histórico-Críticos, Buenos Aires 1960; J.-Y. CALvEz, El pensamiento de Carlos Marx, Madrid 1960; F. ENGELs, Origen de la familia, de la propiedad y del Estado, Madrid s. f.; R. MONDOLFO, El materialismo histórico de F. Engels y otros ensayos, Buenos Aires, 1957.
J. M. GUASCH BORRAT.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991