ANÁFORA


Viene del verbo griego anafero: llevar a lo alto, ofrecer. En este sentido se emplea en Heb 7, 27, y 13, 15, que son los dos únicos lugares del N. T. en que aparece este vér`bo. El término a. ha pasado, en la liturgia de la Iglesia en oriente, desde su significado literal, a expresar el conjunto de ritos y fórmulas que constituyen la parte central de la Misa. Su correspondencia más o menos exacta en la liturgia romana es el canon, o plegaria eucarística; su parte esencial es la consagración, con la que, por medio de las palabras de Cristo en la institución de la Eucaristía (v.), se verifica el santo sacrificio de la Misa (v.).
      Antecedentes en la liturgia hebrea. Un origen remoto de la estructura de la a. o canon se busca relacionando la bendición y acción de gracias de Cristo en su última Cena con la bendición judía (v. BENDICIÓN II), cuyas fórmulas se encuentran tanto en los textos bíblicos cumo en las costumbres religiosas del pueblo (v. t. JUDAÍSMO II).
      a) En los textos bíblicos. Las fórmulas literarias que aparecen en los libros históricos (Gen 24, 12-29; Ex 18, 5-12; 1 Reg 25, 32-39) llevan esta estructura: una exclamación de admiración y alabanza hacia Dios, y la referencia a un beneficio recibido que se conmemora; la bendición judía es básicamente ascendente y enlazada con un hecho divino, que es recordado en la fe (v. ANAMNESIS). En los Salmos, donde ya las fórmulas tienen un contexto litúrgico, las bendiciones aparecen bajo doble forma: ascendente y descendente. En forma ascendente encontramos: invitaciones (casi siempre primeras palabras: Ps 102 y 103) y exclamaciones (casi siempre al fin del salmo: Ps 65, 20; 71, 18-19; 88, 53). En forma descendente, las bendiciones piden la manifestación de Dios para ser salvos (Ps 89, 15.20). Otras bendiciones especiales que deben ser consideradas son la bendición sacerdotal (Num 6, 24-26), la de David (1 Par 19, 10-20) y la de la dedicación del Templo (3 Reg 8, 14-63 y 2 Par 6, 3-42). En esta rápida visión de conjunto comprobamos que la bendición ocupa un lugar central en las relaciones del pueblo con su Dios, de tal manera que se puede considerar como la forma más expresiva de la plegaria de Israel: la memoria de las maravillas de Dios es fuente de alabanza y acción de gracias, en la fe. En el N. T. aparecen asimismo fórmulas típicas de la bendición judía. El cántico de Zacarías (Lc 1, 68 ss.) y el de María (Lc 1, 46-55) son ejemplos de este estilo de plegaria. Los Evangelios traen oraciones de Cristo que siguen la misma estructura (lo 11, 41-42; Lc 10, 21). Las cartas paulinas conservan eco del mismo esquema (1 Cor 1, 4-9; 2 Cor 1, 3-7; Eph 1, 3-14).
      b) En la vida y costumbres de los judíos. Según los diversos acontecimientos, podemos distinguir varias clases de bendiciones. En primer lugar las bendiciones sinagogales: Sema (oye), es una lección continua de las S. E.; una de sus partes -Quedusah es considerada por algunos como fuente del triple Sanctus de la Misa. Semonehessreh (18 bendiciones), en que se invoca a Dios en segunda persona y con nombre propio Yahwéh, Adonai; algunos piensan que tiene influencia sobre la epíclesis (v.) y frases finales de la a. Sin embargo, las bendiciones sinagogales no parecen haber influido en la eucaristía tanto como los ritos familiares. Entre éstos destacan el Quiddus, rito familiar con que se consagraban a Dios los días santos, distintos de las ferias comunes. Se realizaba en casa al comienzo de la cena, la víspera de la fiesta. Otra fórmula de bendición familiar es el birkat ha-mazon, o acción de gracias después de la cena, en relación con la tercera copa; consta de dos partes: una invitación a dar gracias dirigida a los reunidos (birkat ha-zimmum) y la acción de gracias propiamente dicha formada por cuatro bendiciones. Quizá esté aquí el esquema inicial de la a. de la Misa.
      La cena judía y la Cena del Señor. La cena judía, y sobre todo la cena de Pascua, tenían en la bendición su momento culminante. El ritual acostumbrado para toda cena festiva se reviste, en la de Pascua, de nuevos ritos y formularios (v. PASCUA i), pero la bendición de la tercera copa continúa siendo el momento privilegiado; también se destaca el valor de la cuarta copa, o copa de Elías, de carácter netamente escatológico.
      En las narraciones de la Cena del Señor (1 Cor 11, 23-25; Le 22, 15-20; Me 14, 22-25; Mt 26, 26-29), ésta se describe en siete acciones distintas: tomó pan - dio gracias - lo partió - lo distribuyó con unas palabras determinadas - luego, tomó una copa de vino - dio gracias - y lo presentó a sus discípulos diciendo unas palabras precisas (v. CENA DEL SEÑOR). Todas estas acciones pueden encuadrarse en el marco del quiddus y del birkat hamazon. Pero Cristo instituyó la Eucaristía (v.) en el contexto de una cena pascual, y así lo subrayan especialmente los sinópticos (v. ÁGAPE). En cualquier caso, la originalidad de la Cena de Cristo está sobre todo en el cambio de significado de los ritos y de las fórmulas. La bendición sobre el pan es quizá la que debió transformarse en 'consagración y presentación del pan como «su cuerpo entregado». La bendición de la tercera copa o, según algunos (Ligier), de la cuarta, o copa de Elías, debió ser la acción de gracias que culminó en la consagración y presentación de la copa de la nueva alianza en su sangre. Así las clásicas fórmulas judías de bendición pasaban a ser, en labios de Jesús, la acción de gracias (eucaristía) cristiana, actualización incruenta del sacrificio de la Cruz.
      De la Cena de Cristo a las anáforas orientales. No se puede dar una descripción histórica completa porque faltan documentos. Un primer paso debió darse muy pronto, durante el primer siglo: la reunión en una sola de las dos fórmulas de bendición del pan y del vino. En esta primera fórmula, las palabras de la consagración ocuparon un lugar en el interior o al final de la bendición, enunciada todavía en términos muy judíos. A esta situación de transición corresponderían, según Bouyer, las oraciones eucarísticas de la Didajé (v.), cap. 9 y 10; sin embargo, no todos los autores recientes están de acuerdo en aceptar esta interpretación (p. ej., Jungmann, Audet). La Apología de S. Justino (v.) (Apol. 1, 65, 3 y 67, 5) no presenta un texto de plegaria eucarística, pero da algunos indicios que permiten enlazar la tradición de la bendición con la a.: acción de gracias por la creación y por la redención, dirigida por el sacerdote celebrante al Padre, invocando al Espíritu, y repitiendo las palabras de Cristo en la última Cena (consagración).
      En el s. II tenemos el primer texto anafórico totalmente cristiano en la Tradición Apostólica de Hipólito (v.) (n° 21-22 y 36-38). Se trata de un texto para los sacerdotes, como esquema de la celebración eucarística o Misa, concretamente como a. o canon. Los elementos destacados de esta a. son la referencia al misterio de Cristo enlazada con la narración de la institución donde se contiene la consagración, la anamnesis (v.) y la epíclesis (v.) de comunión. A partir de este momento se va formando ya el esquema completo de la a. actual, con la introducción durante los s. iii y iv del himno Sanctus y la ampliación de las intercesiones. El esquema de la a. sigue en las varias liturgias desarrollos distintos, pero se pueden considerar unos elementos básicos existentes en todas ellas: a) diálogo inicial de invitación; b) acción de gracias -bendición- a Dios Padre; c) himno Sanctus; d) referencia con alabanza a las intervenciones salvadoras de Dios en la historia, especialmente al misterio pascual de Cristo; e) consagración; j) anamnesis o memorial de la pasión y resurrección de Cristo; g) epíclesis, o invocación al Espíritu Santo; h) intercesiones por los vivos y por los difuntos; i) doxología (v.) final.
      Las formas de anáforas según los varios ritos litúrgicos. Se conservan actualmente más de cien a. orientales, mientras que en Occidente se imponía durante largos siglos el Canon (regla) romano, que recoge una larga y riquísima tradición litúrgica cristiana. Todas las a. orientales pueden reagruparse en tres tipos (v. RITO): antioqueno, alejandrino y caldeo-persa. Son del tipo antioqueno las a. de los ritos sirio, bizantino, armenio y algunas egipcias; su esquema es: diálogo introductorio, oración previa al Sanctus, Sanctus, oración cristológica, las palabras consacratorias, anamnesis, epíclesis, intercesiones, doxología. Son del tipo alejandrino las a. griegas de Serapión, S. Marcos, la copta de S. Cirilo y algunas egipcias; se distinguen por tener las intercesiones antes del Sanctus, y una doble epíclesis. Son del tipo caldeo-persa las a. caldeas y maronitas; su característica son las intercesiones antes de la anamnesis. Todas estas a. se estudian o describen en los artículos correspondientes a los diversos ritos: rito sirio-antioqueno (V. ANTIOQUÍA DE SIRIA VI), rito bizantino (v. CONSTANTINOPLA Iv), rito armenio (v. ARMENIA v, 2), rito copto-alejandrino (v. ALEJANDRÍA VIII), rito copto-etíope (V. ETIOPÍA VIII, 2), rito caldeo-persa (v. SIRIO-CALDEO, RITO).
      En Occidente, el Canon romano (V. ROMANO, RITO) ha sido hasta hace poco la única plegaria eucarística que ha permanecido en uso; las oraciones de los otros ritos: hispano (v.), galicano (v.), ambrosiano (v.), no han tenido la extensión del primero. Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos de 23 mayo 1968 se aprobaron tres nuevas plegarias eucarísticas que en algunas ocasiones pueden utilizarse en lugar del más rico y tradicional Canon romano, con diversas variantes estructurales respecto al mismo; son más breves y tal vez tratan de subrayar la relación con la bendición.
     
      V. t.: MISA; EUCARISTÍA.
     

BIBL.: Fuentes: La Haggadah de Páque, ed. 1. BLOCH, París 1960; A. HANGGI e 1. PAHL, Prex eucharistica. Textus e varias liturgüs antiquioribus selectis, Friburgo 1968; B. BOTTE, Le Canon de la Messe romaine (éd. critique), Lovaina 1935.-Estudios: M. RIGHETTI, Historia de la Liturgia, II, Madrid 1956, 294-423; F. AIVIIOT, Historia de la Misa, Andorra 1958; L. BOUYER, Eucharistie, Théologie et spiritualité de la priére eucharistique, Tournai 1966; VAGAGGINI y OTROS, El Canon de la Misa, Barcelona 1967; T. SCHNITZLER, Los cánones y los nuevos prefacios de la Misa, Barcelona 1970.

P. TENA GARRIGA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991