Benedicto XVI preside las primeras vísperas de la solemnidad de los Santos apóstoles Pedro y Pablo
Escrito por Ecclesia Digital
sábado, 28 de junio de 2008
Sábado, 28 jun (RV).- «¡San Pablo quiere hablar con nosotros hoy!». Benedicto XVI ha presidido esta tarde las primeras vísperas de la solemnidad de los Santos apóstoles Pedo y Pablo y la solemne apertura del Año Paulino, con la participación del Patriarca Ecuménico Bartolomé I.
«Con el rezo de las Vísperas nos unimos a toda la Iglesia que, en
los Apóstoles Pedro y Pablo celebra y reconoce a los primeros testigos de la
resurrección de Cristo y piedras fundamentales del pueblo de Dios, aún en camino
por las sendas del mundo y de la historia». En la Basílica de San Pablo
Extramuros, Benedicto XVI ha presidido esta tarde la Capilla Papal de la
celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de los Santos apóstoles
Pedro y Pablo, en ocasión de la apertura del Año Paulino, con la participación
del Patriarca Ecuménico Bartolomé I.
«Estamos reunidos no para reflexionar sobre una historia pasada,
irrevocablemente superada. Pablo quiere hablar con nosotros hoy. Por ello he
querido convocar este especial ‘Año Paulino’: para escucharlo y aprender ahora
de él, como maestro nuestro, la fe y la verdad, en la cual se arraigan las
razones de la unidad entre los discípulos de Cristo». Con estas palabras,
cargadas de profunda emoción Benedicto XVI ha explicado en su homilía el motivo
de esta solemne celebración ante la tumba de san Pablo, nacido hace dos mil años
en Tarso de Cilicia, actual Turquía. Luego, el Santo Padre ha puesto de relieve
el significado de la llama y de la puerta paulina:
«En esta perspectiva he querido encender, en este bimilenario del nacimiento del
Apóstol, una especial ‘Llama Paulina, que permanecerá encendida durante todo el
año en un brasero especial colocado en el pórtico de la Basílica. Para
solemnizar esta celebración he inaugurado la denominada Puerta Paulina, por la
cual he entrado en la Basílica acompañado del Patriarca de Constantinopla, el
Cardenal Arcipreste y otras Autoridades religiosas».
Benedicto XVI ha hecho hincapié en su alegría por la importante característica
ecuménica de esta misma celebración: «Es para mí motivo de íntima alegría que la
apertura del Año Paulino asuma una especial característica ecuménica por la
presencia de numerosos delegados y representantes de otras Iglesias y
Comunidades eclesiales, que acojo con corazón abierto. Saludo en primer lugar a
Su Santidad el Patriarca Bartolomé I, a los miembros de la Delegación que lo
acompaña, así como al nutrido grupo de laicos que de varias partes del mundo han
venido a Roma para vivir con Él y con todos nosotros estos momentos de oración y
de reflexión»
Tras saludar a los Delegados fraternos de las Iglesias que tienen un vínculo
especial con Apóstol Pablo – Jerusalén, Antioquía, Chipre y Grecia – y que
forman el ambiente geográfico de la vida del Apóstol antes de su llegada a Roma,
el Papa se ha dirigido también cordialmente a los hermanos de las diversas
Iglesias y Comunidades eclesiales de Oriente y Occidente.
El Santo Padre ha reflexionado sobre tres momentos del rico testimonio del Nuevo
Testamento, poniendo de relieve la fisonomía interior de san Pablo y su
carácter. La Carta a los Gálatas - «Vivo, pero no yo, sino que es Cristo que
vive en mí» (Gal 2,20). Su fe es la experiencia de ser amado por Jesucristo, de
forma personal. Cristo se donó por él. «Su fe no es una teoría, una opinión
sobre Dios y sobre el mundo. Su fe es el impacto del amor de Dios sobre su
corazón. Y Así este misma fe es amor a Jesucristo».
Reiterando que la libertad y la responsabilidad son inseparables, el Papa ha
subrayado que Pablo es libre, porque ama y vive totalmente en la responsabilidad
de este amor y no toma la libertad como pretexto para el arbitrio y el egoísmo.
El que ama a Cristo como lo amó Pablo puede hacer lo que quiere porque su amor
está unido a la voluntad de Cristo y así a la voluntad de Dios. Su voluntad está
anclada a la verdad.
Luego, Benedicto XVI ha recordado la pregunta del Señor. ¿Saulo, Saulo por qué
me persigues? En este contexto, el Santo Padre ha destacado que Jesucristo está
presente personalmente en su Iglesia, evocando la tristeza de las divisiones:
«en esta hora, no sólo Pablo, sino el Señor mismo nos pregunta ¿cómo habéis
podido lacerar mi Cuerpo. Ate el rostro de Cristo, esta palabra se vuelve al
mismo tiempo una solicitud urgente: volver a la unidad.
Antes de concluir, Benedicto VI ha recordado una exhortación de san Pablo a
Timoteo, desde la cárcel y ante la muerte: «Soporta conmigo los sufrimientos por
el Evangelio» (2 Tm 1,8). La tarea del anuncio y el llamado al sufrimiento por
Cristo son inseparables. «En un mundo en el que la mentira es poderosa, la
verdad se para con el sufrimiento», ha enfatizado el Papa, destacando que el que
intenta esquivar el sufrimiento, aleja la vida misma y su grandeza. No puede ser
servidor de la verdad ni servidor de la fe. Pues no hay amor sin sufrimiento,
sin renunciar a sí mismos, sin transformación y purificación: «En esta hora
demos gracias al Señor porque ha llamado a Pablo, haciéndole luz de las gentes y
maestro de todos nosotros. Roguémosle: dónanos también hoy testigos de la
resurrección, impactados por tu amor y capaces de llevar la luz del Evangelio a
nuestro tiempo. San Pablo ¡ruega por nosotros! Amén».
«Con este saludo paulino me dirijo en particular al queridísimo Hermano
Bartolomé I, que nos trae la presencia de las antiguas comunidades cristianas,
fundadas y evangelizadas por san Pablo» - ha afirmado textualmente el Papa,
señalando luego que él y el Patriarca Ecuménico han cruzado juntos la ‘puerta
paulina’ de esta insigne basílica, para dar comienzo a la larga procesión de
peregrinos que en Roma y en otras partes del mundo harán memoria del año
bimilenario del nacimiento del gran Apóstol de las gentes, Pablo de Tarso.
Benedicto XVI ha hecho hincapié en que «la luz del Evangelio y de la fe que san
Pablo difundió con su palabra y sus cartas, desde la Ciudad Santa de Jerusalén
hasta los confines del Imperio Romano nos ha llegado también a nosotros y sigue
brindando frutos».
Antes del solemne ingreso en la basílica, ante la estatua del Apóstol Pablo,
Benedicto XVI había encendido el primer cirio del brasero que arderá a lo largo
de todo este Año Paulino. Después del Santo Padre, también el Patriarca
Ecuménico y un representante del Primado Anglicano encendieron un cirio. Luego
tuvo lugar la procesión en la que cruzaron juntos la puerta paulina.