Teología pastoral
DPE
 

SUMARIO: 1. Base bíblica de la teología pastoral. - 2. Datos históricos. - 3. Evolución de la teología pastoral. - 4. Qué es la teología pastoral. - 5. Fundamentación de la teología pastoral. - 6. Niveles de la acción pastoral. - 7 Retos de la teología pastoral.


El término pastoral se usa ampliamente en la vida de las comunidades cristianas y, de manera especial entre los agentes de pastoral. La palabra pastoral se suele emplear como sustantivo, (la pastoral), seguido de un adjetivo (pastoral sanitaria, pastoral escolar, pastoral sacramental, etc.) o seguido de un genitivo determinativo (pastoral de las migraciones, pastoral de los alejados, etc.). Se utiliza en sentido amplio para calificar el modo de hacer de la Iglesia en lo catequético, en lo litúrgico o en lo social; se quiere indicar con este término la cercanía, la acogida y la preparación de los que son evangelizados en una u otra situación, para que el mensaje de Jesucristo les llegue sin ambigüedades o reduccionismo, y puedan sentirse integralmente salvados. También designamos con el vocablo pastoral la tercera etapa del proceso evangelizador, la que sigue a la etapa catequética y posibilita la vida cristiana en lo cotidiano de la existencia a través del cultivo de la espiritualidad y el compromiso. Pocas veces utilizamos la expresión "teología pastoral". Necesitamos precisar el significado específico de la teología pastoral; para ello tenemos que definir los objetivos, la finalidad y la metodología propia de la teología pastoral. Cualquier acción eclesial comporta un aspecto teórico o reflexivo y otro práctico; uno implica el otro, no se pueden separar y menos contraponer. El objetivo de la teología pastoral es la reflexión teológica sobre lo que la Iglesia hace para anunciar el Evangelio, para renovarse a sí misma y para colaborar en la "civilización del amor". La teología pastoral parte de lo que existe, lo ilumina con la teología dogmática y propone lo que debería hacerse para acercarse lo más posible al ideal evangélico.

1. Base bíblica de la teología pastoral

La historia de la salvación (Antiguo y Nuevo Testamento) se puede considerar como la acción misericordiosa de Dios que, como buen pastor, crea todo las cosas, hace al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, libera al pueblo de la esclavitud, le encamina hacia la tierra prometida, sella una alianza perpetua, y le encomienda la misión de renovar la humanidad. Jesucristo aparece como el definitivo pastor del nuevo Israel para encaminarnos hacia la casa del Padre.

Jesús de Nazaret se encuentra con una humanidad que está "como rebaño sin pastor" (Mc. 6,34; Mt. 9,36). El evangelista Juan desarrolla ampliamente la teología del pastor y del pastoreo: el buen pastor conoce a sus ovejas, las defiende, las cuida y da la vida por ellas (Jn.10, 1-18); así habrá un solo rebaño y un solo pastor. En los evangelios Jesús de Nazaret aparece como profeta del reino anunciando la Buena Noticia de que Dios ha irrumpido en plenitud y novedad (Mc. 6, 15; Lc. 7, 16; Jn. 7, 40). "Es profeta porque, con una fidelidad absoluta a su misión y con una libertad sin compromisos, anuncia las exigencias radicales de Dios, con plena lucidez sobre los acontecimientos individuales y sociales" (Ch. DuQUOC, Jesús hombre libre, Sígueme, Salamanca, 1990, 845). El anuncio del Reino llama a la conversión de la mente y del corazón, para que puedan surgir unos comportamientos nuevos, una humanidad nueva. Esto únicamente es posible si se da cabida a la iniciativa a Dios en la vida, y se repiensa la existencia personal y social desde el compromiso con los pequeños, pobres y excluidos. Jesús muere por ser fiel a la misión que el Padre le ha encomendado; su resurrección es la manifestación de que quien acoge el amor de Dios y ama a los demás como Dios Padre nos ha amado, posee una vida que no tendrá fin. En Pentecostés los apóstoles son enviados con la fuerza del Espíritu para testimoniar al resucitado, para proclamar el Evangelio con palabras y obras, para apacentar a las comunidades desde el servicio y para abrir a la humanidad a una esperanza más fuerte que la injusticia, el sufrimiento y la muerte. La misión apostólica es continuación de la entrañable misericordia del Padre revelada en Jesucristo; y toda la Iglesia, Pueblo de Dios y misterio de comunión es sacramento (anticipo, lugar y promesa) de lo que toda la humanidad está llamada a ser, la familia de los hijos de Dios. Esta experiencia común en las primeras comunidades se expresa de formas distintas según los contextos socioculturales; la necesaria inculturación conlleva la reflexión teológica, el discernimiento comunitario y las decisiones de los responsables de las Iglesias locales. El Iibro de los Hechos de los Apóstoles es una narración sobre el dinamismo y creatividad de las primeras comunidades y de los apóstoles.

2. Datos históricos

En el siglo 1 las acciones pastorales parten del anuncio del Kerigma, los procesos de conversión y el bautismo; la eucaristía ocupa un lugar central en la vida de las comunidades, unida al compartir los bienes, los proyectos y el destino. En los siglos II y III se estructura el catecumenado como el medio más importante para hacerse discípulo de Jesucristo y para renovar las comunidades; surgen las escuelas de catequistas para la formación de los que desempeñaban el ministerio de la catequesis. San Agustín (s. IV) nos ha dejado una obra excelente de catequesis dirigida al diácono Deogracias; se titula "De catechizandis rudibus". Otro ejemplo son las catequesis mistagógicas de Cirilo de Jerusalén para los que han sido bautizados y necesitan profundizar la iniciación cristiana desde el sentido de los sacramentos. Poco a poco se generaliza el bautismo de niños y el de personas no convertidas; las comunidades aumentan de número considerablemente, pero pierden en coherencia y testimonio. En la Edad Media (s.Vlll-XV) los fieles no entienden el latín en la liturgia, surgen devociones con poca base bíblico-litúrgica, la Iglesia se clericaliza progresivamente y se refuerza el poder temporal del papado, se desarrolla la concepción jurídica de la Iglesia como sociedad, decae el catecumenado y la catequesis, se organizan las Cruzadas para luchar contra los infieles y la Inquisición para juzgar a los herejes. En esta época de cristiandad lo importante era la sacramentalización, pues los reyes y la sociedad se consideraban cristianos y defensores de la cristiandad.

La Reforma promovida por Lutero insiste en la importancia de la Palabra de Dios, la fe personal y el sacerdocio común de los fieles; como reacción, la Contrarreforma Católica subraya la importancia de la Iglesia, la constitución jerárquica de la misma y el sentido y la necesidad de los sacramentos. El Concilio de Trento se propuso una reforma de la Iglesia, la formación de los sacerdotes y una pastoral renovada. Los domingos se tenían las catequesis de los niños y de los adultos. La vida espiritual de muchos cristianos giraba alrededor de la presencia eucarística, las devociones mariana y la referencia al sacerdocio jerárquico.

Los siglos XVIII y XIX supusieron un repliegue de la Iglesia sobre sí misma y un cierto alejamiento de los profundos cambios sociales que se fueron gestando. Los pastores están preocupados por la educación moral, la formación de "buenos cristianos y buenos ciudadanos", la sacramentalización sin mucha preparación previa, pues la fe se socializaba en la familia y estaba protegida por el ambiente social, y la religiosidad individualista focalizada en la preocupación por la salvación personal. En la segunda parte del siglo XIX comienzan los intentos de renovación en varios campos de la teología, de la pastoral y de la liturgia, complementados por las preocupaciones sociales de no pocos, laicos y pastores, entre ellos varios obispos. Las cofradías y asociaciones piadosas de fieles son las que tratan de asegurar la formación y espiritualidad de los fieles cristianos. En el siglo XX es cuando empieza la renovación de los estudios teológicos como fruto de los estudios bíblicos, patrísticos y litúrgicos; al mismo tiempo, la preocupación por hacer llegar el Evangelio a la clase trabajadora produce una renovación profunda en la pastoral de la Iglesia. Surge la Acción Católica con sus diferentes ramas, y la metodología del ver, juzgar y actuar. Las parroquias se sienten en misión y cobran mayor conciencia del sentido comunitario de la fe y la urgencia de renovar la liturgia. El Concilio Vaticano II es la culminación de este proceso; los documentos de él emanados suponen una renovación en la vida y misión de la Iglesia en la sociedad contemporánea. La pastoral en el postconcilio ha estado orientada por una actitud de diálogo y de presencia encarnada, la evangelización como la razón del ser y de la misión de la Iglesia en palabras de Pablo VI, en diálogo fe-cultura, y para hacer más real y efectiva la "civilización del amor" a través de las comunidades eclesiales maduras y misioneras.

3. Evolución de la teología pastoral

En 1215 el IV Concilio de Letrán dispone la existencia de un maestro especializado en pastoral y en la práctica de la confesión junto al maestro de Sagrada Escritura. En el año 1585 aparece el primer manual de teología práctica; su autor es J. Molanus. Poco a poco la teología práctica se va escorando a la resolución de casos morales dentro de los esquemas propios de los planteamientos de la moral llamada casuística. En 1774, en Austria, la emperatriz María Teresa la establece como disciplina con rango universitario; en España el primer manual es de L. A. Marín (1805) y lleva por título "Instituciones de Teología pastoral o Tratado del oficio y obligaciones del párroco". Estos manuales de teología pastoral se centran en la figura del párroco o del pastor, y tienen como finalidad preparar a éstos para que formen buenos cristianos y ciudadanos. La orientación y el estilo de estos textos es pragmático y estructurado por las obligaciones del párroco: enseñar, santificar y administrar.

La renovación viene por la concepción histórico-salvífica de la misión de la Iglesia y por considerar a ésta como el sujeto de la acción pastoral. A mediados del siglo XIX A. Graf renueva la pastoral al afirmar que la teología práctica surge de la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma y de la reflexión que genera al renovarse a sí misma. C. Noppel en 1937 publica la obra "Edificación del Cuerpo de Cristo" en la que subraya la misión del laico en la misión de la Iglesia por los sacramentos del bautismo y la confirmación. Las grandes aportaciones en la época inmediatamente anterior al Concilio Vaticano II son de dos autores, el alemán F. X. Arnold y el francés P. A. Liégé; reflexionan sobre la fundamentación cristológica y eclesiológica de la pastoral y la unidad de misión que tiene la Iglesia. En el postconcilio K. Rahner coordina la elaboración de un manual de teología pastoral titulado "Teología práctica de la Iglesia en el presente"; desarrolla la fundamentación de la pastoral y presenta a la teología pastoral como disciplina teológica con estatuto científico propio. La experiencia de las comunidades alentadas por la teología de la liberación ha ayudado a renovar la pastoral al recuperar los siguientes aspectos: la relación entre compromiso y reflexión teológica, la dimensión política de la fe y la encarnación como supuesto de la acción, la perspectiva del excluido y oprimido, y la importancia de la caridad en la vida de las comunidades cristianas. "Al incorporar a la reflexión teológica la categoría de praxis aparece con nitidez algo inherente a la fe cristiana: el cristianismo no sólo interpreta la existencia, sino que es esencialmente una renovación de la existencia" (J. SASTRE, Teología Pastoral, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, 1999, 2162). La relación entre teología y praxis es intrínseca a la fe cristiana: "La teología de la liberación tiene una intención práctica que se manifiesta a través de tres relaciones con la praxis: es teología en la praxis, al estar el teólogo comprometido con la causa de liberación de los pobres; es teología para la praxis, al afrontar las mediaciones políticas de una acción transformadora de la realidad; y es teología por la praxis en la medida en que la misma praxis tiene una dimensión de juicio, dentro de la naturaleza de la teología" (J. B. LIBÁNIO, Teología de la liberación. Guía didáctica para su estudio, Sal Terrae, 1989, 88). A partir del encuentro de teólogos pastoralistas en Viena (1974), en el ámbito católico se empieza a denominar a la teología pastoral con la expresión teología práctica. En las publicaciones recientes se comparte de forma casi unánime los planteamientos básicos, y se subrayan diferentes aspectos que son complementarios. En España tenemos dos manuales de publicación reciente: el de C. Floristan, Teología Práctica (1991) y el de J.A. Ramos, Teología Pastoral (1995) dentro de la colección de Manuales de Teología de la BAC. Acaba de aparecer el manual de teología "La pastoral de la Iglesia" de D. Bourgeois que tiene como hilo conductor la reflexión sobre la Iglesia sacramento del encuentro de Dios y del hombre; a partir de ahí define la teología pastoral-sacramental subrayando la categoría de sacramentalidad en la comprensión de las acciones eclesiales.

4. Qué es la teología pastoral

Lo referencial para los cristianos son las actuaciones de Dios en la historia de la salvación; Jesucristo representa la culminación de la acción salvadora de Dios en favor de la humanidad. El don del Espíritu Santo asegura la acción del Resucitado a través de la Iglesia. La teología reflexiona y profundiza en estos acontecimientos para que el hombre de hoy los pueda acoger más cordialmente, comprenderlos mejor y vivirlos más plenamente. La Palabra de Dios, la liturgia, los signos de los tiempos, la experiencia de muchos testigos y comunidades creyentes y el servicio del magisterio orientan permanentemente el quehacer de los teólogos. En buena medida, "la teología es la función que realiza en la Iglesia la maduración de la labor pastoral" (H. DENis, La vertiente pastoral del estudio de la teología, Seminarios 15, 1961). A la formulación de "la teología práctica como teología de las acciones eclesiales (palabra, liturgia y caridad) le faltaba una referencia más explícita a la transformación de la realidad desde el horizonte escatológico del Reino; y esta visión supone el discernimiento de los signos de los tiempos en un contexto geográfico, social y político concreto" (J. SASTRE, O.C., 2164, cfr. FR 71).

- La pastoral eclesial actualiza la praxis de Jesús. El contenido de la fe cristiana es la persona de Jesucristo, su encarnación, vida, muerte y resurrección; la praxis de Jesús tuvo como referencia principal: la voluntad del Padre discernida y realizada en la entrega total e incondicional para la salvación del género humano. Si la Iglesia tiene como misión y pretensión fundamental actualizar la praxis de Jesús a través de las mediaciones eclesiales, la teología pastoral trata de fundamentar y orientar la praxis de las comunidades cristianas. La acción pastoral de la Iglesia se encuentra entre la cristología y la escatología, y procura por todos los medios hacer eficaz, en cada tiempo y lugar, la salvación.

- La pastoral eclesial en el horizonte del Reino. La pretensión última de Jesús fue hacer presente el Reino como buena noticia para todos y, especialmente, para los pecadores, enfermos, pobres, sencillos y excluidos. Los Apóstoles no anuncian el Reino, sino la persona de Jesús que es el fundamento, el garante y la vida nueva; quien acoge el Evangelio y sintoniza con él de corazón, está viviendo el Reino. La acción pastoral ayuda a los hombres y mujeres a vivir en el horizonte de la "civilización del amor" o desde la "cultura de la solidaridad", expresiones que traducen de forma secular lo que es el Reino. El anuncio del Reino no sólo se refiere a la vida, sino que se constituye como lo que da sentido pleno a la existencia humana; en consecuencia, la referencia al entramado socio-histórico y el compromiso por la justicia son necesarios para el teólogo y el pastoralista. Igualmente, para que la praxis pastoral sea auténticamente liberadora necesita que el mismo Jesucristo actúe por medio del agente de pastoral: la oración y los sacramentos que alimentan la vida teologal son la fuente de la acción pastoral. La praxis mesiánica de Jesús de Nazaret nos recuerda los elementos constitutivos y complementarios de la pastoral eclesial: el anuncio del Reino con obras y palabras, el servicio gratuito en favor de los necesitados, la celebración de la historia de salvación y el compartir lo que se es y se tiene en la comunidad. La Iglesia es para el Reino, y ella misma es lugar significativo y cauce eficaz del mismo.

- La Iglesia es el sujeto de la pastoral. La misión realizada por Jesucristo es única; la Iglesia continúa en el tiempo la misión que el Señor Resucitado le encomendó. La Iglesia es misterio de comunión con Dios y con los hermanos, Pueblo de Dios y sacramento de salvación para el mundo. El ser y el hacer de la Iglesia son reflejo del ser y el hacer de cada una de las personas de la Trinidad. Cada comunidad cristiana es la que tiene que trabajar por el Reino, renovarse a sí misma e incorporar nuevos miembros. "El gozo y la esperanza, las lágrimas y angustias del hombre de nuestros días, sobretodo de los pobres y de toda clase de afligidos, son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo, y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón. La comunidad que ellos forman está compuesta de hombres que, reunidos en Cristo, son dirigidos por el Espíritu Santo en su peregrinación hacia el reino del Padre, y han recibido, para proponérselo a todos, el mensaje de salvación. De ahí la experiencia vital que le hace sentirse, y serlo en realidad, íntimamente solidaria con la humanidad y con su historia (GS 1). La cercanía, la escucha y el diálogo con el mundo constituyen la disposición básica para que la acción pastoral pueda ser oportuna y eficaz. Dentro de cada Iglesia local se necesita una pastoral de conjunto que armonice los proyectos y los agentes en una actuación única y en un territorio determinado.

- Lo vocacional es la perspectiva globalizadora de la pastoral. La acción pastoral pretende ayudar a cada cristiano a madurar la fe; la fe adulta consiste básicamente en querer buscar y hacer la voluntad de Dios atendiendo a las situaciones históricas y eclesiales cuando son leídas como signos de los tiempos. Los caminos para que un cristiano llegue a descubrir la vocación a la que Dios le llama son los referentes a las dimensiones esenciales de la fe: la comunión eclesial, la liturgia, el anuncio del Evangelio, el testimonio de la vida y el compromiso caritativo. Los itinerarios necesitan el ejemplo de cristianos que vivan gozosamente su vocación, la presencia de comunidades de vocacionados y "lugares pedagógicos" (grupos y procesos) que faciliten el descubrimiento de los valores vocacionales, la identificación afectiva con los mismos y los primeros pasos en uno u otro proyecto vocacional. La maduración de la fe se da al entender la vida como vocación y al decidirse por la vocación concreta a la que cada cual se siente llamado por Dios; esta perspectiva es la que mejor puede globalizar las acciones pastorales al dotarlas de una meta (hacer la voluntad de Dios), y un principio estructurante (la disponibilidad vocacional).

- La acción pastoral es praxis. La práctica consiste en "una actuación única, capaz de mover en un solo proceso la totalidad del hombre y del mundo. La praxis sería el acto del hombre total produciendo efectos totales en todas las áreas al mismo tiempo" (J. COMBLIN, De la acción cristiana, Vísperas 7 [1973] 22). Los cristianos, las comunidades, las mediaciones eclesiales, la pastoral y la misma teología tenemos como paradigma ineludible la praxis de Jesús; esta praxis mesiánica tiene como referencia la voluntad de Dios y la entrega gratuita, universal e incondicional a los hermanos, desde la opción preferencial por los más pobres. La presencia encarnada y la conciencia empeñada en transformar la realidad para que sea más acorde con el Reino de Dios constituyen el supuesto básico de las acciones pastorales específicas. Esta presencia y acción está permanentemente sujeta a revisión y conversión; el concepto praxis tiene un componente teórico (conversión y símbolos) con los que se analiza la realidad y desde los que se interactúa sobre ella. El método más adecuado para analizar la realidad es el de ver-juzgar-actuar y celebrar.

5. Fundamentación de la pastoral

Hemos visto que la acción pastoral de la Iglesia parte de la misión de Cristo, tiene como horizonte el Reino y la humanidad es su destinatario principal. Para fundamentar adecuadamente la pastoral hay que considerar el Christus totus (S. Agustín) y comprender el misterio de la Iglesia dentro del misterio de Cristo. Así lo ha hecho el Vaticano II en la constitución dogmática sobre la Iglesia que sitúa a ésta entre la Pascua - Pentecostés y la escatología; en este sentido, la estructura teándrica de Cristo debe ser reflejada por la Iglesia; la misión del Espíritu Santo hace posible la unión de la Iglesia con Cristo, al tiempo que asegura su distinción (J. Ramos, Cristo, Reino y Mundo, tres referencias obligadas para la acción pastoral de la Iglesia, Salmanticensis 37 [1990] 177-200). La Iglesia perpetúa en el mundo hasta el final de los tiempos la mediación salvadora de la humanidad de Cristo Resucitado, en el que cree y al que sirve como único Señor. La salvación realizada por Jesucristo se manifestará en plenitud en los últimos tiempos; en tanto llega el encuentro definitivo de la humanidad con el Padre, la Iglesia comunica sacramentalmente la salvación y procura con todas sus fuerzas que el Reino penetre en los corazones y en las estructuras de este mundo. Pero la Iglesia no es el Reino, por eso tiene que convertirse constantemente al Evangelio y debe dialogar permanentemente con el mundo. "El Reino se manifiesta así como elemento purificador en la eclesiología, evitando dos posibles errores: una excesiva fusión de los elementos humano-divinos componentes de su esencia, que conduciría a una divinización de la Iglesia, y una exagerada desconexión entre ellos, que le consideraría mera organización o comunidad humana". (J. J. HERNÁNDEZ, La nueva creación. Teología de la Iglesia del Señor, Sígueme 1976, 135). Fidelidad a Cristo, fidelidad al Reino y fidelidad al hombre al que tiene que anunciar el Evangelio e invitar a participar en la salvación ¿Cómo tiene que situarse la Iglesia, y qué tiene que hacer para que nuestros contemporáneos perciban con mayor nitidez que Dios busca la felicidad y la realización de todo hombre y de todos los hombres? "Querer deslindar el misterio del hombre del de Cristo, del de Dios y del de la Iglesia, es tarea imposible para el que tiene fe. Todos se implican y solamente es posible la comprensión de cada uno de ellos desde la complejidad de todos" (J. A. RAMOS, Teología pastoral, p. 96). El proyecto de Dios revelado en Jesucristo es que la humanidad ha sido reconciliada, y como Pueblo de Dios podemos entrar en comunión con la Trinidad y con los hermanos; la Iglesia, sacramento de comunión con Dios y con la humanidad realiza, alienta y anticipa el final: la convocación de todos en la casa del Padre para vivir en el amor con que Dios nos ha amado.

6. Niveles de la acción pastoral

- La pastoral fundamental. Aborda la acción pastoral de la Iglesia en sí misma, los elementos constitutivos de la acción eclesial, y cómo se expresa la Iglesia en las acciones pastorales concretas. La pastoral fundamental aborda cómo la acción eclesial es continuadora de la misión de Jesús de Nazaret y tiene como horizonte el Reino en un contexto sociocultural concreto. De esta reflexión se deducen los criterios de la acción pastoral: es acción divino-humana, tiene como meta la comunión con Dios y la comunión interhumana, propicia las condiciones para que se de la conversión, emplea el análisis crítico-creyente de la realidad y busca la salvación de todos desde la opción por los más pobres.

- La pastoral especial. Se refiere a la acción eclesial a través de las acciones y estructuras pastorales: la pastoral de la palabra, el proceso evangelizador, la pastoral de la caridad, la pastoral litúrgica, y la pastoral de la comunión y la responsabilidad. En cada una de estas acciones y estructuras se analiza lo existente, se ilumina teológicamente y se proyecta una actuación que aproxime la realidad al ideal del ser y de la misión de la Iglesia.

- La pastoral aplicada. Cada comunidad cristiana concreta desarrolla los planes, programas y proyectos pastorales que emanan de la reflexión, el análisis y los criterios anteriores. Los responsables de la acción pastoral deben asegurar el qué, cuándo, cómo, porqué, para qué, a quiénes, con qué recursos, cómo evaluar, etc. La pastoral aplicada se refiere a las diferentes etapas, ámbitos, edades y situaciones en las que tiene lugar la actividad pastoral concreta de cada comunidad. La teología pastoral como disciplina científica y universitaria asegura el marco teológico para analizar las acciones y estructuras eclesiales y reavivar de forma constante y dinámica el cumplimiento mayor y mejor de la misión que la Iglesia ha recibido y que constituye la razón última de su existencia.

7. Retos de la teología pastoral

Ya Pablo VI advirtió en EN de la ruptura entre la fe y la cultura, y las graves consecuencias que esto acarrearía. En las últimas décadas la situación se ha agravado por el auge del neoliberalismo, la globalización y el funcionamiento de las nuevas tecnologías. La misma situación eclesial no es ajena a la crisis; las presencias eclesiales, los nuevos movimientos, las diferentes praxis pastorales, los distintos enfoques teológicos, etc., reflejan una gran riqueza eclesial, pero también suscitan preguntas e interrogantes alentados por las dos fidelidades de la pastoral: al Evangelio y al hombre de hoy.

- La pastoral parte de un análisis profundo y sereno de la cultura actual para poder hacer propuestas significativas referidas a la presencia de la Iglesia, al perfil del cristiano y la tarea evangelizadora. ¿Cómo ser hoy testigos del Dios vivo?

- La pastoral eclesial tendrá muy presente que los dos grandes problemas de la humanidad son la increencia y la pobreza. ¿Cómo anunciar al Dios verdadero y trabajar por la justicia y la solidaridad al mismo tiempo?

- La pastoral profundizará la conexión entre la fe viva y operante y la pertenencia eclesial. La pérdida del "vigor de la fe" y el abandono de la Iglesia están muy relacionados; un aspecto lleva al otro y viceversa. ¿Cómo formar comunidades cristianas que sirvan para celebrar, profundizar y comprometerse en lo que creemos y anunciamos?

- La transmisión y el cultivo de la fe se hace con toda la vida de la Iglesia, y empezando por el testimonio de la caridad; la Iniciación Cristiana constituye el eje vertebrador de toda la pastoral en la Iglesia, pues el cristiano se hace a través de un aprendizaje existencial. ¿Cómo hacer para que los catecúmenos lleguen a ser creyentes confesantes que renueven las comunidades cristianas en cantidad y calidad?

- La acción pastoral procura el encuentro personal con Jesucristo, la adhesión afectiva a su persona, mensaje y el compromiso total con su causa, el Reino. Esto no es posible sin un cambio radical de mente y actitudes, la experiencia de conversión ¿Cómo estructurar los procesos de conversión que lleven a la íntima comunión de vida con Jesucristo?

- La pastoral es tarea de toda la Iglesia, cada uno según su vocación, ministerio o carisma, en comunión y corresponsabilidad. Los laicos participan en la misión de la Iglesia por derecho propio, en virtud del Bautismo y la Confirmación, ¿Cómo conseguir una mayor y más cualificada presencia de los laicos? ¿Cómo facilitar la corresponsabilidad en la pastoral? Padres, catequistas y profesores cristianos tienen una especial responsabilidad en la transmisión de la fe. "La parroquia está llamada a ser el lugar donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios" (DGC 27; cfr. C.T. 67), dentro del cual el Espíritu hace surgir diferentes carismas y servicios para la edificación de la Iglesia y la transformación del mundo" (Cardenal Aa. M. Rouco VARELA, La transmisión de la fe: esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia, Plan Pastoral para la Archidiócesis de Madrid (Curso 2000-2001), Arzobispado de Madrid, 2000).

- Los movimientos, grupos y asociaciones deben iniciar globalmente a la vida cristiana a sus miembros, según el carisma propio, pero subrayando lo fundamental y común e incorporando a sus miembros a la vida de la Iglesia diocesana. Los proyectos pastorales serán más eficaces si responden y se integran en la pastoral de conjunto de la diócesis. ¿Seremos capaces de llevar a cabo una pastoral común en lo fundamental y convergente en su múltiple realización?

- La pastoral necesita de personas formadas y vocacionadas. No se trata sólo y principalmente de hacer algo o dedicar algún tiempo semanal a la comunidad parroquial; es necesario la asunción de proyectos pastorales de forma continuada. Esto requiere preparación específica y disponibilidad vocacional; las acciones pastorales que se realizan pretenden alcanzar el modo de vivir y la espiritualidad del creyente comprometido. ¿Nuestros mejores esfuerzos van a la formación de los agentes de pastoral?

- La pastoral debe cuidar los ámbitos constitutivos de la vida eclesial para que sean itinerarios vocacionales; el año litúrgico, la vida comunitaria, el anuncio del mensaje cristiano y el compromiso socio-político nos ayudan a encontrarnos con Jesucristo, con el Reino y con la Iglesia en actitud de disponibilidad y entrega. ¿Cómo lograr que sean cauces de maduración vocacional? La pastoral vocacional no es una parte más, ni siquiera la más importante, de la vida de la Iglesia, sino la perspectiva unificadora de toda la pastoral.

BIBL. – B. FORTE, La teología como compañía, memoria y profecía, Sígueme 1990; B. LONERGAN, Método en teología, Salamanca 19944; C. FLORISTÁN - M. USEROS, Teología de la acción pastoral, Madrid 1968; Teología práctica, Sígueme 1995; Vaticano II, un concilio pastoral, Salamanca 1990; D. BOURGEOIS, La pastoral de la Iglesia, Edicep 2000; E. BUENO DE LA FUENTE, Eclesiología, BAC 1998; F. SEBASTIÁN, Nueva evangelización. Fe, cultura y política en la España de hoy, Madrid 1991; F. URBINA, Pastoral y espiritualidad para el mundo moderno. En el espesor de lo real, Popular 1993; J. SASTRE, Teología pastoral, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo 1999, 2155-2171; J. RAMOS, Teología pastoral, BAC 1995; M. SZENTMÁRTONI, Introducción a la teología pastoral, Verbo Divino 1994; R. PRAT 1 PONS, Compartir la alegría de la fe. Sugerencias para una teología pastoral, Salamanca 1988; W. KASPER, Teología e Iglesia, Barcelona 1989.

Jesús Sastre