Tema 0.3

“UN PAN PARTIDO EN CUATRO”
Proyecto de EVANGELIZACIÓN
desde la EUCARISTÍA

LO QUE CELEBRAMOS
¿NOS SALE DE DENTRO?

Objetivo: A la luz de las características de una “celebración” y de las actitudes que la pueden hacer tal, analizar nuestras celebraciones eucarísticas.

I N T R O D U C C I Ó N

• Muchas veces se nos ha criticado a los cristianos que, en la iglesia, mucho golpe de pecho, y, en la calle, con malos talantes.

• Esto pone en crisis la eficacia, el dinamismo de la Eucaristía.

• Durante muchos años, e incluso ahora, hemos ido a misa los domingos por obligación. Nos podemos preguntar si tiene sentido participar en una celebración de forma obligatoria.

• Cada domingo, la Iglesia tiene la posibilidad de llegar al corazón de muchísimas personas. Por otra parte, la indiferencia religiosa va creciendo, y la importancia del papel de la Iglesia en la gente va decreciendo. ¿Qué pasa?

E X P E R I E N C I A:

A  veces, podemos tener una junta de vecinos, una reunión de trabajo, un encuentro de padres, una conferencia....

En este momento, queremos entresacar las características de un “acto celebrativo”.

(Pueden salir algunas de las siguientes:
- el motivo de la celebración es alegre;
- el ambiente es agradable;
- todos se contagian y se expresan desde un ánimo festivo;
- hay música, cantos...
- los alimentos y bebidas son agradables y tonificantes;
- hay adornos llenos de colores;
-
-

Las que vayan saliendo, se apuntan en el encerado.

Se lee el artículo de González Faus: “Misas sin musa”. Se dialoga sobre lo que dice respecto a las celebraciones. No es bueno enredarse en otras discusiones que el artículo puede abrir.

¿QUÉ CREAN EN NOSOTROS NUESTRAS EUCARISTÍAS?
o
¿CÓMO SON NUESTRAS EUCARISTÍAS?

Las contestaciones se pueden apuntar en el encerado. Lo que hemos escrito antes, se puede borrar.

Podemos comparar lo que salió en el primer momento (características de un “acto celebrativo”) y lo que ha salido ahora. ¿Qué nos parece?

I N F O R M A C I Ó N

La palabra “liturgia”, deriva de un término griego que significa “obra a favor del pueblo”.

Antiguamente, la liturgia acentuaba el aspecto ritual-cultual (liturgia= culto, ceremonia y ritos religiosos) y ahora se insiste más en su aspecto salvífico (liturgia = celebración de la acción salvadora de Jesucristo en el “hoy” de la comunidad cristiana). Con esta nueva orientación, promovida por el Vaticano II, la liturgia no es tanto el culto que el hombre tributa a Dios, cuanto la manifestación de la acción salvadora de Dios en nuestra comunidad.

Ahora queremos destacar dos puntos que inciden directamente sobre la praxis pastoral:

En primer lugar, la liturgia ha de estar unida a la vida. La Carta a los Hebreos nos dice que el sacerdocio de Cristo no consistió en ritos u ofrendas sacrificiales sino en su vida entregada en el cumplimiento de la voluntad de Dios (Hb 10,5-7). La liturgia cristiana, por tanto, no consiste en ceremonias y ritos sino en la ofrenda de la propia vida. Con J. Mateos, creemos que el sacerdocio de la Iglesia, a ejemplo de Jesucristo sacerdote, es ante todo, “el sacerdocio de la vida, entregado a los hombres por fidelidad a Dios; su lugar sagrado e el mundo; su tiempo sagrado es la historia, iluminada por la esperanza; su ofrenda y su sacerdote, el hombre dedicado a Dios y al prójimo... El ejercicio es la vida entera: alegría y dolor, fiesta y tareas”. Una celebración litúrgica desconectada de la vida y de la historia de los hombres, cae fácilmente en el ritualismo vacío y estéril.

En segundo lugar, la liturgia tiene una fuerza liberadora y transformadora. En la liturgia se celebra el misterio pascual de Cristo. En ella se actualiza, se hace presente y se manifiesta la acción salvadora de Jesús. Esta salvación, realizada en la liturgia, implica la liberación del hombre en todas sus dimensiones. No es una salvación que se agota en la santificación personal de los creyentes, sino que se proyecta en el orden social, generando justicia, solidaridad, fraternidad y paz. Las celebraciones litúrgicas son auténticas cuando transforman nuestros corazones, nuestras vidas y nuestra sociedad, es decir, cuando nos comprometen a luchar por el Reino de dios y su justicia entre los hombres. “Cuando hacemos de la liturgia una tranquilizante que nos permite seguir viviendo sin ningún esfuerzo de conversión individual y colectiva, cuando la convertimos en huída del mundo, en evasión de nuestros compromisos, en rutina que no transforma nuestra vida personal ni la de la comunidad cristiana, entonces estamos empobreciendo el contenido real de la acción litúrgica” (J.A. Pagola, Acción pastoral para una nueva evangelización, sal Terrae, Santander 1991, 215).

La obra de la salvación (R.V. 25)

Cada vez que celebramos
el Memorial de la Pascua de Cristo,
entramos en la obra de nuestra salvación.
La participación de su cuerpo y de su Sangre
nos arranca progresivamente
de las fuerzas del Mal.
El Señor nos revela
La presencia del pecado en nuestros egoísmos,
inercias o complicidades
con la injusticia
y nos conduce hacia una vida nueva.
En este mismo sentido,
presentamos al Padre nuestra propia vida,
y ofrecemos
las esperanzas y sufrimientos de los hombres
con los que colaboramos
por una sociedad edificada
sobre la justicia y el amor.

(Es bueno compartir el contenido y la sensación que nos produce este número de nuestra Regla de Vida)

Las celebraciones serán significativas si reúnen las siguientes condiciones:

. que tomen en cuenta los intereses vitales de la asamblea,
. así como los problemas y aspiraciones de la humanidad,
. que sean creadoras de comunidad,
. que sean alegres, creativas y dinámicas,
. que favorezcan  la participación,
. que utilicen un lenguaje sencillo y comprensible,
. que inviten a la conversión personal, al testimonio,
. al compromiso liberador y transformador.

(Sería bueno que estas condiciones las tengan los presentes para poder trabajar sobre ellos).

SEÑALA LAS TRES CONDICIONES QUE PARA TI SON LAS MÁS DESEADAS EN LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
(Trabajo personal. Después se recogen las votaciones en el encerado. Y así tenemos una panorámica de por dónde van los intereses de los presentes respecto a la celebración).

Nos vamos a centrar en las tres condiciones más votadas. ¿CÓMO SE PUEDE CONSEGUIR ESO? Vamos centrándonos en una por una de las condiciones. Para responder a esta pregunta se puede tener en cuenta al sacerdote que preside la eucaristía, y a la asamblea.

ORACIÓN FINAL

Ya está:
ya han llegado todos.
La iglesia ya no es sólo esas cuatro paredes;
la iglesia es un Pueblo.
Es el Pueblo de Dios reunido.
Es nuestro Pueblo.
No es como en el tren,
o como en el metro,
o como en la gran ciudad,
o como en la masa anónima,
donde no se conoce nadie.

En la iglesia, estoy en Iglesia.
Y estar en Iglesia es estar juntos,
estar en común,
estar en comunidad.
Estar en Iglesia es estar en Dios,
estar alegres,
estar como hermanos,
estar de fiesta.

En la iglesia, esta mañana
todo tiene un aire de fiesta.
El mantel sobre la mesa del altar.
Las velas encendidas.
Los jarrones llenos de flores.
La electricidad brillando en lámparas y focos.
Suena la música,
comienza una canción:
¡es la fiesta!

                   De Jean Debruynne

por José Cruz Igartua sss
Fuente: Religiosos Sacramentinos