Pacem in Terris
DPE
 

Al finalizar la primera sesión del Concilio, el 14-4-1963, el Papa Juan XXIII publica la encíclica Pacem in terris; poco tiempo después moría el Papa del Concilio Vaticano II. Esta encíclica ha sido considerada como el testamento de Juan XXIII, y fue muy bien acogida por los líderes políticos y por los organismos internacionales. Por primera vez dice que va dirigida "a todos los hombres y mujeres de buena voluntad" que quieran escuchar la voz de la Iglesia en las cuestiones sociales.

Partes de que consta P.T. El texto consta de cinco partes: 1° la convivencia humana; 2° las relaciones de la persona con los poderes públicos; 3° las relaciones entre los Estados; 4° la necesidad de una comunidad mundial; 5° la acción temporal del cristiano.

Contenidos de P. T.

- En la Introducción el Papa hace dos afirmaciones básicas: la paz depende del respeto al orden divino y a las leyes de la naturaleza humana.

- Los derechos y deberes del hombre dimanan de su naturaleza y de su condición sobrenatural. El Papa enumera los siguientes derechos de la persona: derecho a una existencia digna, a la libre expresión, a la cultura, a la fe religiosa, a la elección del estado de vida, al trabajo, al salario, a la propiedad, a la asociación, a la emigración dentro y fuera del país y a la participación social. Correlativos con los derechos están los deberes: deber de conservar la vida, de respetar los derechos ajenos, de colaborar en el bien común y de actuar responsablemente en todos los ámbitos de la vida.

- El desarrollo social depende de la libertad y de la espiritualidad; el orden moral divino puede fundamentar la convivencia y ayudar a resolver los problemas sociales. La situación social se caracteriza por una mayor presencia de los trabajadores en lo económico-social, la incorporación de la mujer a la vida pública, y el principio de igualdad entre las personas y los pueblos.

- La autoridad es necesaria en la sociedad; es una fuerza moral que debe actuar según la razón y debe respetar el orden divino y tener en cuenta el orden moral. El sistema democrático es el que mejor se compatibiliza con estos supuestos. La actuación de la autoridad debe buscar el bien común, el cumplimiento de los derechos y deberes de las personas, y evitar toda posición de privilegio injusto. La estructura jurídica del Estado y la participación ciudadana son las dos condiciones para el respeto a los derechos de la persona.

- Las comunidades políticas también son sujetos de derechos y deberes; las relaciones entre los estados también se basan en el orden moral. Las relaciones internacionales deben sustentarse en la verdad (eliminar el racismo y sanear la información), en la justicia (respeto a las minorías étnicas y solución de las diferencias), y en la solidaridad común (cauces de asociación y colaboración). En estas relaciones tienen mucha importancia las entidades intermedias.

- Los problemas que merecen una atención particular son: la situación de los prófugos políticos, los emigrantes, la limitación de la carrera de armamento y el desarme, y la ayuda urgente y generosa a los países subdesarrollados.

- El bien común de todos pide una autoridad pública reconocida internacionalmente; la Declaración de los Derechos Humanos y la OMS son una primera etapa hacia la configuración de una comunidad mundial. Esta deberá actuar según el principio de subsidiariedad respecto de los Gobiernos Nacionales.

- El objetivo último del compromiso político de los cristianos consiste en lograr que las instituciones públicas procuren el bien de los ciudadanos tanto en el orden natural como en el sobrenatural. La acción política conlleva preparación específica, conocimiento de leyes de cada actividad y respeto del orden moral. La falta de formación religiosa lleva a comportamientos incoherentes con la fe; de ahí la necesidad de una preparación acorde con la cualificación profesional de cada persona.

Principales aportaciones de P.T. Esta encíclica actualiza el pensamiento político de la Iglesia, algo necesario y que no se hacía de forma global desde el Papa León XIII. La elaboración de P.T. se hace desde tres afirmaciones: el hombre es imagen de Dios, estamos en una época de renovación, y la fe en Dios conlleva la búsqueda del bien de todos, y especialmente de los más pobres. Desde estas convicciones el Papa articula la argumentación de la encíclica: la convivencia humana al fundamentarse en Dios pone en la persona el origen y la meta de todas las instituciones; por consiguiente, el respeto al derecho natural y la búsqueda del bien común deben guiar todas las actuaciones políticas. En la vida social coinciden planteamientos diversos; los católicos debemos distinguir entre planteamientos ideológicos y actuaciones económicas, políticas y sociales. En las cuestiones prácticas pueden darse aspectos positivos en que cristianos y no cristianos pueden trabajar conjuntamente con el debido discernimiento del Magisterio.

Toda la encíclica, y así se recoge explícitamente en el epílogo, está empapada de esperanza; el Papa confía mucho en las personas que buscan renovar la convivencia humana, y pide a los cristianos que sean luz desde la experiencia profunda de Dios. El elemento convergente que mejor puede unir y potenciar los esfuerzos de todos es la búsqueda de la paz.

Jesús Sastre