Liturgia de las horas
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SUMARIO: 1. Organización de la Liturgia de las Horas. — 2. El fin de la vida humana: "alabar y bendecir a Dios" — 3. La Liturgia de las Horas consagra el tiempo" — 4. La estructura interna de la Liturgia de las Horas. — 5. Cristologización de los salmos. — 6. Orientaciones pastorales.

"Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente, cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados" (Ef 5,19-20). Jesucristo confió a su Iglesia la misión de evangelizar, bautizar y orar en todo tiempo y lugar; y la Iglesia desde sus orígenes dedica cotidianamente tiempo a la oración. La celebración diaria de la Eucaristía y la "Liturgia de las Horas" son los momentos oracionales públicos y litúrgicos más importantes. La Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia, Cuerpo de Cristo; la comunidad eclesial ora con Cristo y por Cristo. En este sentido se nos invita a la celebración comunitaria de la Liturgia de las Horas, aunque la oración individual también tiene pleno sentido para los cristianos que no pueden celebrar comunitariamente la Liturgia de las Horas.

1. "La organización general de la liturgia de las horas"

Es el documento que presenta y desvela el sentido profundo de esta oración eclesial. La fundamentación teológica de la Liturgia de las Horas es la siguiente:

- Jesús de Nazaret oró constantemente al Padre en su vida. La segunda persona de la Santísima Trinidad se encarna para culminar el proyecto salvador del Padre. Sus palabras y actitud al entrar en el mundo fueron: "He aquí que vengo para hacer tu voluntad" (Hebr. 10,9); la culminación de su disponibilidad fue el dar la vida por toda la humanidad. Ahora, resucitado y glorificado junto al Padre, sigue orando por nosotros y para nuestra salvación (OGLH 3-4).

- Cabeza y cuerpo unidos en la oración. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, continúa la misión salvadora de Cristo; el Espíritu Santo mantiene la unidad del Cuerpo con la Cabeza. La Iglesia ora al Padre por Cristo en el Espíritu Santo de una manera ininterrumpida (OGLH 5-9). "No pudo Dios hacer a los hombres un don mayor que el de darle por cabeza a su Verbo, por quién ha fundado todas las cosas, uniéndolas a él como miembros suyos, de forma que El es Hijo de Dios e Hijo del Hombre al mismo tiempo, Dios uno con el Padre y hombre con el hombre, y así cuando nos dirigimos a Dios con súplicas no establecemos separación con el Hijo, y cuando es el cuerpo del Hijo quién ora no se separa de su cabeza, y el mismo salvador del cuerpo, nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es el que ora por nosotros como sacerdote nuestro, ora en nosotros por ser nuestra cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro. Reconozcamos, pues, en él nuestras propias voces y reconozcamos su voz en nosotros" (S. AGUSTÍN, Enarrat in psalm. 85,1; CCL 39, 1176).

La relación entre la Eucaristía y la Liturgia de las Horas. El Concilio Vaticano II dice que la liturgia es "la fuente y cumbre" (SC 10) de la acción pastoral, pues de ella todo parte y a ella todo se encamina. "La Liturgia de las Horas extiende a los distintos momentos del día la alabanza y la acción de gracias, así como el recuerdo de los misterios de salvación, las súplicas y el gesto anticipado de la gloria celeste, que se nos ofrecen en el misterio eucarístico, "centro y culmen" de toda la vida de la comunidad cristiana (OGLH 12; Cfr SC 5). También la Liturgia de las Horas prepara a la celebración de la Eucaristía; una y otra anticipan "el día sin ocaso" en que la humanidad entera reconciliada en un solo pueblo canten al Dios Uno y Trino. (cfr. S.C. 8. 104; LG 50). Las plegarias eucarísticas terminan proclamando el sentido peregrino de la Iglesia y preguntando el momento en que reunida como la familia de los hijos de Dios "con María, la Virgen Madre de Dios, con los apóstoles y los santos, junto con toda la creación libre ya de pecado y de muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor Nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes". (Plegaria eucarística IV). Desde esta consideración la liturgia es manantial de la vida de la Iglesia, pues de ella todo a parte y a ella toda la acción pastoral se encamina (SC 10).

La Liturgia de las Horas como expresión de la caridad evangélica. La Iglesia como samaritana de la humanidad asume los gritos, las esperanzas, y las alegrías de sus contemporáneos (LG 1) y los lleva a la oración litúrgica. Los sufrimientos de tantos hermanos pobres, explotados y excluidos son voz de Cristo sufriente que implora por nosotros ante el Padre. Desde nuestras problemas vitales oramos con la Palabra que de Dios recibimos, en ella nos reconocemos y somos escuchados por nuestro Padre. La oración pública de la Iglesia es "la voz de la misma Esposa que habla al Esposo; más aún es la oración de Cristo, con su cuerpo, al Padre" (SC 84). En la Liturgia de las Horas Cristo ejerce la función sacerdotal al realizar la redención humana y buscar así el cumplimiento de la voluntad de Dios.

2. El fin de la vida humana: "alabar y bendecir a Dios"

"Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, Tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias para que nos sirva de salvación, por Cristo Señor Nuestro". (Prefacio Común IV). Con estas palabras queremos decir que todo parte de la iniciativa de Dios que nos amó primero y hasta el extremo de dar la vida por nosotros; quien siente personalmente el amor del Padre, la entrega de Cristo y la presencia del Espíritu Santo responde con la oración de bendición y de alabanza como expresión de que acoge y adora este misterio de amor y de misericordia. El fin del hombre es alabar y bendecir a Dios Padre por todo lo que ha hecho por nosotros; la obra de la redención nos lleva a bendecir a Dios por Él mismo. Por Jesucristo, muerto y resucitado, y por la acción del Espíritu Santo sentimos a Dios tan presente en nuestras vidas, que a todo lo humano lo vemos tan "entrañado" en el corazón del Padre que prorrumpimos en acción de gracias, uniendo a nuestras voces a la creación eterna.

En este sentido, la Liturgia de las Horas manifiesta la historia de la salvación y nos ayuda a explicitar lo más profundo de nuestra condición humana: amar, servir y bendecir a nuestro creador y redentor. El misterio de Cristo, que la Iglesia proclama y celebra, clarifica el sentido de todo lo creado al situarlo en el proyecto salvador de Dios y encaminarlo a la plenitud escatológica. Cristo como Cabeza de la Nueva Humanidad va delante de nosotros, está a la diestra del Padre y nos sostiene y alienta en nuestro caminar. "Pues de tal manera Él une así a toda la comunidad humana, que establece una unión intima entre su propia oración y la oración de la familia humana" (OGLH 6).

La alabanza a Dios de la Liturgia de las Horas se hace en unión con la Iglesia celestial que canta ante el trono de Dios y del Cordero como se narra frecuentemente en el Apocalipsis; esto nos ayuda a profundizar en el fin de la vida humana: el triunfo del amor de Dios en la manifestación plena y definitiva de que somos sus hijos y hermanos en Cristo.

3. La liturgia de las horas consagra el tiempo

Cristo resucitado por la acción del Espíritu Santo continua alentando el proyecto salvador del Padre que como primer paso nos invita a la conversión. Esto supone el cambio de corazones, de relaciones y de estructuras; nos sentimos hijos y hermanos, tenemos la mirada puesta en la vida eterna y pedimos luz y fuerza para hacer el camino del Reino, de la nueva "civilización del amor".

La Liturgia de las Horas se organiza de tal forma que consagra "todo el curso del día y de la noche" (OGLH 10); es la prolongación durante el día, entre Eucaristía y Eucaristía, de la doxología final de las plegarias eucarísticas: "Por Cristo, con Él y en El, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos". Lo que santifica el tiempo es el reconocimiento de la acción salvadora de Dios que libera a la humanidad; para ello creyente, personal y comunitariamente, debe esforzarse por abrir lo cotidiano al horizonte escatológico a través de los valores evangélicos, la disponibilidad y la entrega.

La Eucaristía diaria es el memorial de la entrega total y absoluta de Jesucristo para hacer la voluntad del Padre y salvar a los hermanos; hay que recibir la entrega de Jesús para amar y servir como El nos ha amado. La alabanza de la Liturgia de las Horas recoge la súplica por los hermanos, tal como lo expresó Cristo: "Padre, Yo por ello me consagro" (Jn. 17,19) (OGLH 17). Esta oración se hace en medio de las contradicciones y el pecado de la vida diaria, pero con la esperanza de que Dios está con nosotros, nos perdona y nos llama a caminar hacia una plenitud que no tendrá fin. El Reino ya está entre nosotros y ha recibido su impulso definitivo en la resurrección de Cristo y en la venida del Espíritu Santo; desde entonces, la voz de Cristo, la voz de la comunidad eclesial y la voz de los pobres están unidas para que la alabanza a Dios conlleve el cambio de corazones y las palabras e ideas concuerden más con la vida.

4. La estructura de la liturgia de las horas

4.1. Estructura externa. El inicio de la primera de las horas se hace con la invocación "Señor ábreme los labios y mi boca proclamara tu alabanza"; en las horas siguientes se empieza con la invocación "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme". A lo largo de las cuatro semanas se distribuyen casi todos los salmos según el día y el momento del día. El salmo invitatorio de Laudes indica que Dios sale al encuentro del que lo busca con sincero corazón. Laudes y Vísperas son las dos horas más importantes, y son como los goznes en los que gira el día por la mañana y por la tarde. En los Laudes (mañana) la Iglesia alaba a Cristo Resucitado que da sentido al día que comienza; el cántico del "Benedictus" nos recuerda la fidelidad de Dios que ha estado y estará visitando a su pueblo y suscitando una fuerza de salvación. En la oración de Vísperas se da gracias a Dios por la Pascua de Cristo y sus efectos salvadores en el día que termina; cántico del "Magnificat" proclama la grandeza de Dios porque en el día que termina hemos visto su acción salvadora en favor de los pequeños y pobres. El oficio de Lectura puede hacerse en cualquier momento del día, incluye dos lecturas a modo de lectura espiritual (sapiencial), los salmos son de alabanza y en las fiestas importantes y domingos que no sean de Cuaresma se reza o canta el Te Deum como expresión de acción de gracias. La Hora Intermedia se reza a mitad de la jornada; el himno proclama la acción del Espíritu, el trabajo humano que coopera con el creador y la tarea de construir el Reino, los salmos hacen referencia a las dificultades en el cumplimiento de la ley de Dios y piden ayuda a Dios que está presente y alentando nuestros esfuerzos. Completas es la última de las horas antes de entregarse al descanso nocturno; el himno y los salmos expresan la confianza del que se pone en manos de Dios; también incluye un examen de conciencia y de petición de perdón; el cántico del "Nunc dimitis" expresa la alegría del que ha encontrado en Cristo el sentido de su vida. La oración conclusiva se refiere al reposo como recuperación de las fuerzas para continuar al día siguiente viviendo con sentido pascual.

4.2. Estructura interna. Cada semana tiene dos partes: de lunes a jueves y de viernes a domingo. El cántico del Nuevo Testamento que aparece en Vísperas después de los dos salmos es el que marca el significado del día, y refleja la estructura interna de cada semana. Lo propio del cristiano es vivir con sentido pascual hasta la Pascua escatológica. Cada domingo se celebra la Resurrección de Jesucristo, y de lunes a jueves la Liturgia de las Horas desarrolla el plan de Dios en la historia de salvación. Los lunes el cántico de vísperas proclama el proyecto de Dios revelado en Jesucristo (Ef. 1, 3.10); los martes el cántico se refiere a la Iglesia como el pueblo de los redimidos (Ap. 4,11; 5,9.10.12); el miércoles el cántico expresa que la Iglesia es para la edificación del Reino (Col. 1, 12-20) y el jueves el cántico alude a los creyentes que van pos las sendas del testimonio evangélico (Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a). La Liturgia de las Horas del viernes al domingo nos hace a revivir el Misterio Pascual; los viernes el Siervo Doliente nos ayuda a entrar en el diálogo entre el amor de Dios sin limites y el pecado del hombre (Ap. 15, 3-4); los sábados el cántico es la contemplación de la Kenosis (vaciamiento) y de la exaltación de Cristo y entronizado en la gloria del Padre (Flp. 2, 6-11), los domingos el cántico aleluyático proclama el triunfo definitivo de Cristo como Kyrios (Señor) de la historia (Ap. 19.1-7).

5. Cristologización de los salmos

Cristo es la plenitud de la revelación de Dios y del hombre; el camino de encuentro con el Padre, con uno mismo y con los hermanos pasa por Jesucristo "camino, verdad y vida". La Liturgia de las Horas es la oración del Cristo total, Cabeza y Cuerpo; en consecuencia, tenemos que rezar desde Cristo y con Cristo. La cristologización consiste en reconocer nuestra oración en la suya y que sus palabras al Padre sean también las nuestras.

Hay salmos que podemos dirigir a Cristo como Kyrios (Señor) de la vida y de la historia (Ps. 92-99); en unos salmos Cristo como Cabeza de la Iglesia y de la humanidad asume nuestros problemas y dificultades y ora al Padre por nosotros y en nuestro lugar (Ps. 4, 16, 19, 21, 24, 25, 26, 27, 29, 30); en otros y Cristo ora con nosotros (Ps. 2, 5, 7, 10, 12, 15, 43, 76, 107, 111, 118, 119, 120, 122, 126); en otros salmos nos dirigimos a Cristo como pastor, aliento, fuerza, refugio y protección en nuestra "travesía pascual" (Ps. 22, 33, 41, 44, 50, 61, 64, 79, 84, 89, 90, 91, 100).

En el diálogo oracional que es el rezo de los salmos en la Liturgia de las Horas deben estar muy presentes Jesucristo, la Iglesia, y el Reino para que nuestra oración no caiga en particularismos psicologizantes.

6. Orientaciones pastorales

- La Liturgia de las Horas es la oración de la Iglesia, no solo de los sacerdotes y religiosos/as. También los laicos/as están invitados a hacer la Liturgia de las Horas como algo propio. La lectura espiritual prepara a la oración de las horas, y ésta alimenta la oración personal. La obligación que tienen los sacerdotes y religiosos/as de celebrar diariamente la Liturgia de las Horas se debe al ministerio que tienen dentro de la comunidad cristiana; la "caridad pastoral" urge a los ministros ordenados y a las comunidades religiosas a orar por la Iglesia y por toda la humanidad.

- La Liturgia de las Horas por sus propias características y por su intrínseca relación con la Eucaristía y el Año Litúrgico ayuda a introducirnos más plenamente en el ministerio de Cristo. La oración atenta y piadosa posibilita el que la mente y el corazón concuerden con los labios; para ello hay que orar con los sentimientos que contienen los salmos, desde la persona e historia de Jesús y teniendo presentes las situaciones por las que pasa la humanidad. La recitación de los salmos se hace en nombre de toda la Iglesia que se identifica con Jesucristo y con los "gozos y sufrimientos" del género humano.

- La Liturgia es fuente y culmen de la vida de la Iglesia; las tareas apostólicas se orientan a que los catecúmenos una vez hechos hijos de Dios y habiendo madurado en la fe hagan de su vida una alabanza a Dios, participen en la comunidad y celebren la Eucaristía como lo que da sentido a su existencia. De esta manera los creyentes expresan el misterio de Cristo, Dios y hombre y la naturaleza de la Iglesia, sacramento de salvación encarnada y peregrina, y entregada a la contemplación y al compromiso transformador.

- Los procesos catecumenales con adultos y con jóvenes deben ayudar a descubrir el sentido y el lugar de la Liturgia de las Horas en la vida del cristiano y de las comunidades. Un objetivo importante en la maduración de la fe está en que los laicos/as participen en la Liturgia de las Horas individual o comunitariamente, y el que esta se celebre en las comunidades parroquiales como oración de todo el pueblo de Dios, sacerdotes, religiosos/as y laicos/as.

- El modo de recitar los salmos se pueden hacer de forma variada y creativa: a dos coros en forma responsorial o seguida; las introducciones que se hagan deben ser breves y para ayudar a la comunidad que ora a penetrar el sentido de la hora correspondiente y el de los salmos que recita, así como el orar con las situaciones eclesiales y humanas del momento.

BIBL. —AA.W., Pastoral de la Liturgia de las Horas: Phase 130 (1982) 265-335; BELLAVISTA, f., ¿Una nueva perspectiva de la oración eclesial del oficio?: Phase 54 (1969) 557-567; BERNAL, J. M., El éxito de la Liturgia de las Horas: Phase 137 (1983) 403-410; DE PEDRO, A., Orar con la Iglesia, EDICEP, 1979; DIEz PRESA, M., Relación entre la Liturgia de las Horas y la Eucaristía: Vida religiosa 36 (1974); MARTÍN, J. L., La santificación del tiempo, Instituto Internacional de Teología a Distancia, Madrid 1984; RAGUER H. M., La nueva Liturgia de las Horas, Mensajero 1972.

Jesús Sastre