Grupos de oración
DPE
 

Con el respaldo y el acicate de dos documentos de la Iglesia sobre la oración: la carta de la Congragación para la doctrina de la fe Orationis forma de 15 de octubre de 1989 y la cuarta parte del Catecismo de la Iglesia Católica (nn 2558-2865) en la cual se da un rica síntesis de doctrina y pastoral o pedagogía de la oración cristina, pretendemos atender a los aspectos más directamente pedagógicos y pastorales de una de las formas de oración: la oración comunitaria.

Atendemos a esa expresión orante de nuestro tiempo que llamamos oración de grupo y grupos de oración. La pastoral de la oración tiene muchos otros ámbitos que se abordan en el diccionario en su lugar: dimensiones bíblicas, litúrgicas, catequéticas, pastoral de la espritualidad en general, etc. Pero la Iglesia, como ha recordado la NMI (32-34), desea que "nuestras comunidades cristianas sean autenticas escuelas de oración" (33). Escuela teórica y práctica de oración es el grupo de oración. Su razón de ser y su manera de actuar pastoralmente se inspira en aquellas expresiones de la primera iglesia que refleja este texto de San Pablo. «La Palabra de Dios habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos espirituales» (Col 3,16; cf. Ef 5,18-20). Su núcleo teologal se fundamenta en la promesa del Señor: "Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" Mt 18, 20. Los elementos centrales de esta oración se pueden sintetizar de este modo: a) Misterio. Toda oración comunitaria está fundada en la certeza de que Cristo preside nuestro gesto y encuentro de oración en grupo. b) Transparencia. Los orantes, ofreciéndose su plegaria, comparten su existencia: por eso pueden presentarse como son, en limpidez y claridad, en confianza. c) Diálogo. Al conversar con Dios, los fieles pueden conversar también unos con otros. Así razonan, comparten la palabra, en actitud de encuentro abierto hacia el misterio. d) Creatividad. Dialogando entre ellos, los orantes crean y suscitan una especie de palabra nueva de esperanza y vida compartida, que es presencia de Dios sobre la tierra. a') Amistad. En el diálogo de amor culmina la apertura anterior de las palabras. Por eso la oración se vuelve un ejercicio de amistad: los grados de amor de Dios se traducen ahora en grados de amor interhumano. b') Celebración. La oración comunitaria culmina de esa forma en fiesta de Dios sobre la tierra. Los orantes se introducen en la gran celebración de Dios, el canto de su vida trinitaria. c') Gratuidad. El misterio se vuelve gratuidad: es gracia de Dios que los orantes celebran al vivir y celebrar la oración comunitaria. Por eso, ella no tiene otros fines ni motivos: vale por sí misma (X. PIKAzA, Para vivir la oración cristiana, Verbo Divino 1989, p. 56).

En realidad, este deseo no es en la Iglesia una novedad pastoral ni la forma comunitaria de oración en grupo, pero constituye algo nuevo en relación a lo que era la normal meditación sobre la Palabra en común. Se coloca dicha oración, en el terreno que queda entre la oración litúrgica y la personal: a ninguna sustituye y a todas sirve. La oración siempre se da ante Dios, pero esta forma expresa la relación con la comunidad o con mi grupo de modo peculiar. "Se trata en realidad de una oración en común en la que la comunidad o grupo "narra» su propia oración, y se comunica su propia experiencia de Dios" (J. CASTELLANO Pedagogía de la oración cristiana, CPL, Barcelona 1996, 121).

Queremos comprender ampliamente el fenómeno de la oración de grupo pues reviste diversas modalidades según las experiencias carismáticas de origen; desaparece la distinción demasiado rígida entre oración individual y oración comunitaria; la experiencia rompe los viejos esquemas mentales. De la oración personal toma los rasgos de la espontaneidad y de la individualidad religiosa, y de la liturgia: la presencia de Cristo, el sentido eclesial y la centralidad de la Palabra.

No es tanto un nuevo método de oración, cuanto de un fenómeno pastoral relativamente nuevo y eficaz para la misión de hacer de las comunidades escuelas de oración. En el fondo se halla, además de la mentalidad más comunitaria y menos individualista, algunos criterios teológicos que dan solidez a esa forma de oración en grupos.

J. Castellano señala algunos de los más importantes elementos teológicos: a) Una «nueva psicología» eclesial. Psicología de comunión "que brota de la conciencia de su misterio; es decir, se trata de un modo nuevo de pensar y de actuar por parte de los creyentes que nace del redescubrimiento de ser Iglesia, «familia de Dios», Cuerpo místico" (ib. 123). b) Vivir la Iglesia como «misterio de comunión». Vivir en la dimensión de Iglesia significa vivir la comunión de nuestra interioridad. La oración se hace testimonio de comunión no sólo implícita sino en cuanto que el grupo se comunica su experiencia de oración: cada experiencia de la palabra de Dios, de pobreza, de acción de gracias, y todo lo de más precioso que podemos comunicarnos recíprocamente como es nuestra experiencia de fe y de la obra de Dios en nuestra vida, y los sentimientos provocados por su Palabra y su acción salvadora, etc., pertenece de algún modo a la comunidad, y ayuda a la trasmisión pastoral de la vida teologal. c) El valor de la relectura la propia existencia a la luz de la Palabra. Al grupo de oración, como a toda comunidad cristiana, el Espíritu le conduce a captar el sentido y las riquezas de la Palabra de 'Dios en el presente. d) La presencia de Cristo en medio de la comunidad de los creyentes constituye el más sólido fundamento teológico para la oración de grupo y en común: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo» (Mt 18,19-20). e) La dimensión sacramental de los hermanos que son siempre manifestación de Dios, y «sacramento de Cristo». Dios autentifica la oración de grupo porque introduce la mediación del prójimo, siempre indominable, viva, concreta, exigente.

Condiciones para la oración de grupo

La experiencia de los grupos de oración indica ya unos ciertos condicionamientos previos que hay que considerar en toda propuesta de pastoral d ela oración. 1. Pequeños grupos. O grupos de medida tal cual la psicopedagogía indica como válidos para una participación verdaderamente común. Número ideal de personas en grupo de oración parece el de ocho a doce. El grupo debe mantenerse siempre en contacto con sus ideales de amistad con el Señor y constituirse por la experiencia religiosa común, no por otros motivos. Puede comenzar por una convocatoria y una experiencia fuerte: encuentro de oración inicial, ejercicios espirituales, retiros, jornadas de discernimiento, etc. No es obligado que el grupo esté ya constituido por pertenecer a movimiento o comunidad eclesial anteriro. 2. Confianza recíproca y valentía que se mide por la posibilidad de manifestar problemas e ideas y sentimientos sin miedo a ser heridos. Solo la comunión en la pobreza y en la misericordia de Dios nos iguala en la oración y facilita la confianza recíproca. La osadía de vencer la excesiva pasividad y la timidez para darse a los demás y superar los silencio acomplejados. Siempre las palabras interesan menos que la vida que trasportan. La experiencia de fe de un cristiano aunque sea dicha en palabras muy simples nunca carece de importancia. 3. Sentido del otro, benevolencia y serenidad son condiciones para evitar el otro extremo: arrogancia o hablar de cara al publico y falsear la expresión deseando agradar o impactar. Todo lo que pueda dar en artificiosidad la marcha de la oración. 4. Contemplación comunitaria. Si se persevera, el ideal llega cuado el grupo realiza la experiencia de estar convocado y en comunión con el Señor y su Espíritu.

El método pastoral

Ordinariamente toda clase de grupos procede con elementos prácticos semejantes aunque en dosis y distribución diferentes: a) Silencio ambiental exterior e interior que tiende a facilitar la actitud de escucha y respuesta. b) Proclamación de textos bíblicos. No hay oración sín palabra de Dios. c) El silencio meditativo es absolutamente necesario, si no el grupo toma el lugar del protagonista, que es Dios-enmedio; la fuerza de la palabra depende de la profundidad del silencio previo. d) Expresión sencilla y en voz alta de la resonancia que la Palabra produce. Toma forma de monólogo o preferiblemente de diálogo, hablando directamente a Dios, e) La sesión de oración puede contener preces espontáneas, a las que todos se unen para responder conjuntamente; f) el grupo puede terminar con una oración espontánea o litúrgica o con el Padrenuestro. La duración de este ejercicio al principio basta que sea de media hora a tres cuartos de hora. Después, el mismo grupo fijará la frecuencia y duración. Otras observaciones pastorales podrían hacerse como estas: El texto propuesto para la oración ha de ser de común acuerdo y ordinariamente un texto bíblico. A veces convendrá añadir un comentario sapiencial muy breve para la comprensión del sentido: No sería bueno proponer otros textos que lleven a discusión. Hay otras formas de diálogo y otras finalidades de grupos cristianos (programación pastoral, revisión de vida, corrección fraterna, diálogo pastoral, acompañamiento, amistad cristiana, etc.) pero no es bueno mezclar las diversas formas en un solo acto, hay que evitar que la oración se transforme en charla y se deje invadir por la discusión o el tratamiento de "temas" espirituales. No se trata aprovechar para hacer homilías, o catequizar. Se trata de orar juntos. La oración de grupo supone igualdad de partida, cosa que excluye toda distinción jerárquica, constricción, imposición desde fuera. Sin embargo, para superar los obstáculos inicales, es útil la ayuda de un animador o guía que dé pautas y encauce el grupo hacia la oración, sin bloquear la creatividad y la posible espontaneidad del grupo.

Ventajas e inconvenientes

Ventajas: Si "la fe se fortalece dándola" (RM 3), la oración también. Este tipo de oración en grupo facilita el don de uno mismo en su núcleo más vital. Se da una "alimentación mutua a partir de la Palabra, que nos va compenetrando en cuanto miembros de la comunidad pasando de unos a otros a través del diálogo" (J. Castellano, ib. 130). La experiencia demuestra que personas jóvenes y animadas por un ideal aprenden rápidamente este tipo de práctica. La oración de grupo ofrece verificación del propio compromiso y ayuda a sostenerlo por cuanto se ha expresado

Riesgos. Primero toda posible concesión a la vanidad. El camino que debe recorrer un grupo de oración tampoco es todavía del todo bien conocido. Como toda vida de oración y apostólica está sujeta a procesos psicológicos y sociológicos de crecimiento y crisis: aridez, abandonos, deserciones, dudas, apariencia de inutilidad y de artificiosidad, distancia entre oración y vida virtuosa... Para J. Castellano este es "el riesgo mayor de esta forma de oración: la ignorancia del camino que habrá que recorrer" para saber su progreso, su noche y su ventura. Siempre se necesitará valentía y perseverancia, sin ceder a las fáciles tentaciones de dejar para más tarde el ejercicio. La oración de grupo no es alternativa y sustitutiva de la personal. La oración personal se enriquecerá con la experiencia común. "Las dificultades y los riesgos que se pueden encontrar no deberían disuadirnos de probar. Quizá es necesario arriesgarnos juntos precisamente para ofrecer al mundo de hoy por parte de la Iglesia el testimonio concreto de aquella definición de Pablo VI: «La Iglesia es la sociedad de hombres que oran. Su finalidad primaria es enseñar a orar. Es una escuela de oración» (ib. 131).

Los recursos pastorales de la Iglesia son abundantes: casas y espacios para hacer experiencias iniciales; abundancia de cursos especializados para la formación de animadores y guías de grupo; publicaciones de escritos, revistas y otras expresiones musicales y visuales. La abundancia de revistas especializadas y de secciones de revistas más generales indica que no faltan medios aprovechables para la tarea.

BIBL. – J. CASTELLANO Pedagogía de la oración cristiana, CPL, Barcelona 1996; J. M. CORDOBÉS, Oración compartida. Un aspecto oracional redescubierto: Confer 20 (1981) 125-149; M. HERRAIZ, La oración, historia de amistad, pp. 150-153; ID., La oración pedagogía y proceso, pp. 108-116. AA.W., La preghiera cristiana, Roma, Teresianum, 1975, pp 326-348; E. ANaLU, La pregitiera. Bibbia, Teologia, Esperienze storíche, Roma, Cittá Nuova 1991, pp. 389-446; A. GUERRA, Bibliografía oracional (1976-1980): Confer 20 (1981) 212-224. Comunidades 6 (1976): Oración y formas de oración; ibid 24 (1979). Revistas sobre la oración: Priére, Paris, Cerf. Orar, Burgos, Ed. Monte Carmelo. Ed. Latinoamericana, México. Pregare, Centro Interprovinciale (OD), Morena, Italia. Orar, ed. brasileña, Ed. Loyola, Sao Paulo. Cuadernos de oración, ed. Narcea, Madrid. Cahiers sur l'oraison, ed. Feu Nouveau, Paris. Oración y servicio, CIPO, Roma. Varios portales católicos del web ofrecen servicios de oración y materiales pastorales: www3.planalfa.es/apostolado/apor/ y www.cipecar.org y pueden orientar las búsquedas iniciales

Gabriel Castro