Su origen está en la reunión de un grupo de jubilados en 1952 en París, para rezar y reflexionar a la luz del Evangelio

 Ignasi Miranda 16/01/2003
 e-cristians.net

 

Vida Ascendente es un movimiento cristiano moderno y adecuado para nuestro tiempo, pues reúne a hombres y mujeres para compartir la fe durante una etapa de la vida, la llamada tercera edad, que cada vez tiene más personas en todo el mundo. El envejecimiento de la población, sin embargo, no es un problema de más gente mayor, sino de menos nacimientos y más esperanza de vida. Y esta última realidad es ciertamente positiva para la Iglesia, que ha encontrado en este movimiento nacido en Francia, a partir de una reunión de jubilados en el año 1952 al lado de París, "una respuesta actual llena de esperanza para vivir, con coraje, los nuevos retos".

La razón de ser de este colectivo es precisamente la importancia de amar la vida también en esta etapa final más o menos larga. Se trata de unos años que, según define el propio movimiento, deben servir para prepararse de manera responsable y consciente "para el último encuentro con el Señor de la vida". Por eso Vida Ascendente se fundamenta en tres principios básicos: amistad, espiritualidad y apostolado.

Vivir la fe en un mundo que margina a los abuelos

André d'Humières, Anne Marie Couver y Leon Hamel, con la ayuda y la orientación espiritual de monseñor Courbe -entonces obispo auxiliar de París-, fueron los primeros seglares que promovieron grupos de personas mayores para rezar y reflexionar a la luz del Evangelio. Fue en 1952 en la parroquia de Neully-Sur-Seine, en las afueras de la capital francesa, cuando un grupo de jubilados empezaba a compartir las inquietudes y las sensibilidades propias de su situación, que es consecuencia de una sociedad y un mundo que los margina o los trata con lástima.

En 1962, año de la apertura del Concilio Vaticano II, El episcopado francés aprobó el movimiento Vie Montante (Vida Ascendente), que más recientemente se ha convertido en el Mouvement Chrétien de Retraités, Vie Montante (Movimiento Cristiano de Jubilados, Vida Ascendente). Esta denominación más completa se concibió precisamente para destacar la voluntad de integrar, de manera inequívoca, a los jubilados y acabar con la frecuente identificación del colectivo con un movimiento de gente muy vieja.

En 1983, en un congreso celebrado en Toulouse (Francia), se decidió poner en marcha Vie Montante International (Vida Ascendente Internacional). Era la oficialización de una red que agrupa a los referentes del movimiento en 52 países. Según la zona del mundo, éstos son los nombres: Vie Montante (Francia y los países francófonos), Vida Ascendente (España y los países hispanos), Vida Creixent (Cataluña y las Islas Baleares), Bizian Gora (País Vasco), Ascent Life (Gran Bretaña y los países de habla inglesa), Aufsteigendes Leben (Alemania) y Reimei Club (Japón).

Asociación de fieles de derecho pontificio

El visto bueno de la Santa Sede, sin embargo, no llegó hasta el 25 de marzo de 1996. Coincidiendo con la fiesta de la Anunciación, el cardenal Pironio firmó a Roma el decreto por el que se daba la aprobación oficial a Vie Montante como una "asociación de fieles de derecho pontificio". De esta manera, desde ese momento, está regulada la personalidad jurídica del movimiento dentro la Iglesia, con unos estatutos internacionales aprobados.

"La espiritualidad de la gente mayor tiene que conducir a estas personas a saber aceptar su realidad con todas sus alegrías. La alegría de estar mucho más cerca que los demás de la vivencia del misterio pascual de Cristo". Así se expresa el jesuita Lluís Antoni Sobrerroca, el primer consiliario de Vida Ascendente en España -la primera diócesis del movimiento fue Barcelona-, en un escrito que se ha convertido en el testamento espiritual de quien fue uno de los fundadores en Cataluña -murió en 1999-. Él, junto con Joan Viñas -que murió a finales de enero de 2002-, es el principal referente del movimiento para los miembros catalanes.

Vida Ascendente, incluso, va más allá. Siguiendo las palabras del conocido teólogo Karl Rahner, los miembros del colectivo consideran fundamental tener presente que "el cristiano del siglo XXI, o será místico o no será". El ideario del movimiento se basa en la idea de "vivir firmemente como cristianos nuestra edad -la del jubilado- con pleno conocimiento de lo que quiere decir ser cristiano: conocer y testimoniar el Evangelio de Jesús, acoger y amar a los demás, viviéndolo con la pequeña comunidad del grupo y expresándolo a través del diálogo y la compañía de todos".

En cuanto a los tres pilares, Vida Ascendente define amistad como "acoger al otro y amarlo", espiritualidad como "vivir intensamente el conocimiento de Dios próximo y saber descubrirlo en las pequeñas cosas" y apostolado como "dar a los que nos rodean fiel testimonio del Dios encontrado íntimamente". Y es que la mística, como también aseguraba Rahner, no consiste en hacer largas horas de oración o contemplación, en instalarse en episodios extraordinarios o visiones especiales y sobrenaturales alejadas de la sensibilidad cotidiana, sino simplemente en tener una fortaleza interior para escuchar la vida, para callar cuando Dios nos quiere hablar, para observar y captar su presencia dentro y fuera de nosotros.

Ser activo y conocer el movimiento, únicos requisitos

El requisito fundamental para formar parte del movimiento es, sencillamente, sentirse miembro activo de Vida Ascendente, es decir conocer bien el colectivo y mostrar una clara voluntad de profundizar en la formación cristiana. Como pasa con otras realidades eclesiales presentes en todo el mundo, Vida Ascendente funciona en pequeños grupos, definidos por sus integrantes como "unos cuantos hombres y mujeres jubilados, y gente mayor en general, que se reúnen en un clima de amistad fraterna, con el objetivo de descubrir y vivir, cada vez mejor y a su edad, su vocación y misión como laicos cristianos.

El grupo de Vida Ascendente, habitualmente no muy numeroso (máximo 18 personas), se caracteriza por un método propio que se fundamenta en la intercomunicación mutua y personal, es decir en un diálogo abierto y constructivo entre todos los componentes del grupo. El objetivo del sistema es crear una pequeña comunidad cristiana donde sus miembros aprendan a "conocer las riquezas de la fe y del bautismo y a vivirlas con toda plenitud" (Laicos Cristianos, 58).

La espiritualidad de la gente mayor, los cristianos laicos, la Eucaristía, la comunidad, la familia hoy, el Espíritu Santo, los valores humanos y trascendentes, el testimonio y el compromiso son algunos de los grandes temas que tratan los grupos del movimiento. De momento el movimento es joven, pero la madurez que aportan positivamente sus miembros y consiliarios dará a esta realidad una madurez que hará crecer (nunca mejor dicho) todo el tejido social que representan los nuevos movimientos de la Iglesia.