“...esta es la respuesta, suscitada por el Espíritu Santo,
ante el dramático desafío del final del milenio.
Vosotros sois esta respuesta providencial.”
Juan Pablo II, Pentecostés 1998 
Encuentro con los movimientos
y las nuevas comunidades

En la Iglesia antigua, en medio del paganismo, cuando uno quería hacerse cristiano, debía hacer un itinerario de formación al cristianismo, que se llamaba “Catecumenado,” que proviene de la palabra catecheo que significa “hacer resonar” que en forma pasiva seria “escucho.”

El proceso actual de secularización ha llevado a muchísima gente a abandonar la fe y la Iglesia, o a vivir la fe a un nivel muy superficial. También la Catechesi Tradendae afirma que la situación de muchos cristianos en las parroquias es de “casi-catecúmenos.” Por esto es necesario abrir de nuevo un itinerario de formación al cristianismo. Hoy muchas diócesis están intentando hacer un itinerario de catequesis para adultos.

El Camino Neocatecumenal es una ayuda a las parroquias para abrir un camino de iniciación cristiana al bautismo, para descubrir lo que significa ser cristianos. Es un instrumento al servicio de los obispos en las parroquias para hacer volver a la fe a tanta gente que la ha abandonado. El Neocatecumenado es una síntesis teólogo-catequética, un catecismo, un catecumenado para adultos, un itinerario de formación cristiana para el hombre contemporáneo.

El Camino Neocatecumenal es propuesto sobre todo a gente ya bautizada que no ha recibido suficiente formación cristiana.

El Papa ha reconocido la validez del Camino Neocatecumenal después de 35 años de experiencia iniciados en uno de los barrios más pobres de Madrid, que hoy esta extendida por mas de ochocientas diócesis, seis mil parroquias, ciento cincuenta Naciones, y 17,000 comunidades.

“No es difícil enumerar los frutos del Camino Neocatecumenal: familias reconciliadas, que están abiertas a la vida y que están agradecidas a la Iglesia, que se ofrecen para ir a anunciar el Evangelio a todos los confines del mundo...especialmente a los rincones mas pobres y descristianizados. De estas familias están surgiendo en gran numero de vocaciones.”[1]

Las familias reconstruidas son el fruto de la nueva naturaleza que viene transmitida por el bautismo y que da la capacidad de amar al enemigo, como un don gratuito del Espíritu Santo. El Santo Padre ha podido constatar los frutos de conversión y el impulso misionero, que son consecuencia del haber experimentado, a través de la predicación, la victoria de Jesucristo resucitado sobre la muerte.

En su carta “Ogniqualvolta” de 1990 el Santo Padre ha reconocido el Camino Neocatecumenal como “un itinerario de formación católica valido para la sociedad y los tiempos moderno” y ha expresado su deseo de que los Obispos lo valoricen y apoyen como un instrumento para una nueva evangelización “de modo que este pueda ser puesto en practica en la forma en que ha sido propuesto por sus iniciadores.”

El Santo Padre ofrece de este modo a las diócesis un instrumento concreto de evangelización, pero sin transformarlo en una orden religiosa, en una asociación particular, o en un movimiento. Muchas veces en la historia de la Iglesia los santos han intentado reavivar el Espíritu del Evangelio en el pueblo de Dios sin circunscribirlo dentro de una orden religiosa. El tiempo no había llegado. Hoy, después del Concilio Vaticano II, la situación contemporánea de ateismo y secularización colocan a la Iglesia en una situación donde es imprescindible retomar de nuevo el catecumenado y la iniciación cristiana.

Este itinerario ofrece a las diócesis un instrumento para evangelizar que –según lo dicho por el Santo Padre el 12 de Abril de 1993- puede:

“responder al desafío de la secularización, a la difusión de las sectas y a la falta de vocaciones. La reflexión sobre la Palabra de Dios y la participación en la Eucaristía hacen posible una iniciación gradual a los sagrados misterios, la formación de células vivientes en la Iglesia, y la renovación de la vitalidad de las parroquias a través de cristianos maduros que pueden dar testimonio de la Verdad gracias a una fe plenamente vivida.”

La renovación de las parroquias a través del Neocatecumenado, ha provocado un sorprendente impulso misionero que ha hecho que muchísimos catequistas y familias al completo estén dispuestos a ir a donde sea necesaria esta evangelización.

Kiko Argüello, en su intervención en el sínodo extraordinario de Obispos de Europa en 1999, ha dicho:

“salir de la gran ciudad para entrar en la Jerusalén celeste: esta es la obra de la Iglesia. ¿De que modo? Volviendo al primitivo modelo apostólico, como a dicho el Papa en el VI Simposio de la Conferencias Episcopales de Europa. Nueva evangelización a través del anuncio del Kerigma anunciado por apóstoles itinerantes que van sin bolsa ni dinero, que abren en las diócesis y en las parroquias las fuentes del bautismo mediante un camino de iniciación cristiana, que ayudan a los hombres a salir de Babilonia para ser ciudadanos celestes.

Nosotros hemos visto –en mas de 30 años de experiencia y en mas de 100 naciones- la necesidad de una renovación de las estructuras de la Iglesia; que la parroquia perteneciente a la “aldea global” de McLuhan, pueda transformarse en una aldea celeste, con una nueva estética: un catecumenium, con espacios modernos, para el culto y para la vida de las pequeñas comunidades, un modelo social más humano, capaz de abrir espacios para una nueva cultura. En esta creativa aldea celeste como nuevo concepto de parroquia hemos visto la reconstrucción de la familia y miles de vocaciones que han permitido a los Obispos la erección de 17 Seminarios diocesanos “Redemptoris Mater” en Europa y 40 en todo el mundo.”

Terminado el itinerario de iniciación cristiana post-bautismal la comunidad entra en el proceso de educación permanente de la fe, como ha sido pedido por la Dirección General para las Catequesis[2]:

“La oración de Jesús delante del Padre ‘Que todos sean uno. Como tu, Padre, eres en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tu me has enviado[3]’ es una llamada incesante. Acercarse gradualmente a este ideal requiere, en la comunidad, una fidelidad muy grande a la acción del Espíritu Santo, un constante alimentarse del Cuerpo y Sangre de Cristo y una permanente educación de la fe en la escucha de la Palabra[4].”

El Papa Juan Pablo II, hablando a los Obispos de Ontario de la ciudad inmensa, de la ciudad multi-étnica, multi-religiosa, que sumerge al hombre contemporáneo en la secularización y un el anonimato, ha subrayado: “no debemos permitir que el anonimato de la gran ciudad invada nuestras asambleas eucarísticas, invitando a ayudar al hombre contemporáneo, sobre todo a las familias, haciendo de la parroquia una comunidad de pequeñas comunidades.

“Vuestro camino – ha dicho Juan Pablo II[5] utiliza el espíritu del Concilio Vaticano II para ofrecer un ejemplo de evangelización que da esperanza a la entrada del tercer milenio.”


[1] Juan Pablo II (17 de Enero de 1994)

[2] CONGREGACION PARA EL CLERO, Roma 1997

[3] Juan 17, 21

[4] CONGREGACION PARA EL CLERO, Roma 1997, n° 70

[5] 17 de Enero de 1994


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