RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA

 

un aporte para todos aquellos que no nos conformamos con lo que hasta ahora hemos visto.

 

 23:31

Cuando sonó el "listo, ¡ya!", el corazón me comenzó a palpitar, y como pude completé los mil metros en 23 minutos 31 segundos.

Aunque no lo parezca, la natación es para mí un deporte muy hermoso, que además se transforma en una disciplina para mi vida. Con cierto rigor de entrenamiento lo practico desde hace dos meses, lo cual me hace muy nuevito en el tema. Me está enseñando algo, y quiero compartirtelo.

Sabrás que los que nadan están con el cronómetro en la mente, pues la meta es bajar los tiempos. Una décima de segundo es tan importante como un segundo, ya que todo cuenta, pues cada segundo está hecho de 10 décimas de segundo, creo, no?.

Al terminar aquella primera prueba de entrenamiento, el profe me dijo que grabara este número de 23:31, pues para la próxima vez había que bajarlo. Y en eso estoy, la meta es bajar este número, hacer más duro el entrenamiento, dormir mejor, alimentarme bien, etc.

Me dirán qué hace un sacerdote practicando  de esta forma un deporte. Pues te diré que este deporte me está enseñando mucho acerca de la vida espiritual.

Si no tienes metas en la vida espiritual, corres el riesgo de quedarte mediocre, de conformarte con lo que has llegado hasta ahora.

La Biblia está lleno de lugares donde Dios mismo motiva a sus hijos a aspirar a metas cada vez mayores y alcanzables, siempre ayudado por su Mano, por supuesto.

Volvamos a natación. Cuando el entrenador un día te exigió un poco más, es porque ve que puedes llegar a hacer lo que te pide. Me pasó en un momento que creía que estaba todo terminado ese día y había cansancio en mí, pues habíamos hecho unos 3200 mts. De repente Ariel (el profesor) me dice: "Daniel, vamos a hacer ahora 10 piletas de 50 m estilo mariposa",¡no lo podía creer que me estuviera pidiendo 500 mts más y nada menos que mariposa!. Para mi sorpresa, pude terminar el pedido y una gran satisfacción pasó por mi ser.

Tenemos un entrenador, que si estás sometido a Él, lo que te pida verás que podrás llegar a satisfacer. Pero hay un adversario que siempre está incándote para decirte que no puedes, que eres menos que otros, o que no pienses que Dios se acuerda de ti pues eres pecador. ¡Mentiras!, ¡puras mentiras!. Por algo Jesús llamó a Satanás "Padre de la mentira"; por favor, no le creas, pues quiere meter en tu mente ese sentimiento de derrota aún antes de hacer la prueba. 

El Divino Entrenador no es sino el Espíritu Santo, quien trae a tu corazón y mente los anhelos de vencer ante cada desafío y prueba. No solo los anhelos, sino la suma fortaleza para ir más allá hasta donde habías llegado.

¿Recuerdas domingos atrás cuando leíamos en el evangelio acerca de la pesca milagrosa en Lc 5,4?. Jesús le dice a Pedro: "navega mar adentro...". La palabra griega para indicar adentro es báthos que quiere decir profundidad, misterio, ir hacia lo más hondo. En una palabra, vamos Pedro más allá que hasta donde has llegado ahora. Y Pedro obedeció, contra todo tipo de pronósticos ya que no se pesca de día,  y venciendo también la frustración de no haber pescado nada en toda la noche, Pedro  responde "en tu Palabra echaré las redes". Solo después de haber ido más allá, y habiendo obedecido la Palabra, pasó lo que pasó, la pesca milagrosa.

Quizás no hay cosecha abundante en tu vida porque cuando el Espíritu te plantea un desafío, te echas atrás diciéndote que nunca se hizo eso o que mejor lo haga otro. ¡No!. El Espíritu Santo te está retando a ti, y solo a ti, porque te conoce, aunque no lo creas, te conoce al detalle, pero te conoce amándote  y sabe perfectamente qué puedes dar hoy. Sólo tienes que adentrarte en la profundidad a través de la oración personal, obedecer su Palabra y tendrás cosecha, te lo aseguro, Dios no falla, Él se mantiene siempre fiel. 

Sé que en ti hay un don o ministerio que Dios te ha dado que espera ser encontrado, desarrollado y usado. La única forma es entrenando y esperando el próximo desafío o prueba. ¿Sabes?, no tienes que temer, pues el Espíritu estará asistiéndote y ni se le ocurre dejarte solo, solamente tienes que confiar en Él y confiarte a Él.

¿Estás listo para superar los 23:31?, yo lo estoy  y sé que lo haré...en su Palabra!.

Padre DANIEL