HOMILIA XXXII Domingo Ordinario CICLO C

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

I.- INTRODUCCION

A la doctrina de los saduceos basada en el Libro del Levítico que es uno de los cinco libros admitidos por ellos como revelados, Jesús le contestó con el testimonio de Moisés en el libro del Éxodo que es otro de los libros admitidos por ellos.

Así les refutó con sus propias armas, por eso no citó otros textos de otros libros de la Escritura que hablaban de la Resurrección

1º) JESÚS OFRECE UNA RÉPLICA CONVINCENTE A LOS SADUCEOS

Explica primero "él como" de la Resurrección:

"ES UNA VIDA IGUAL A LA DE LOS ÁNGELES" (v34-36).

2º) DESPUÉS PRUEBA LA EXISTENCIA DE LA RESURRECCIÓN

Por una cita de la ley de Moisés (V37-38) "Yo soy el Dios de Abraham, Isaac y de Jacob":

"Dios no es un Dios de muertos sino de vivos"

La vida actual de los Patriarcas es señal del poder de Dios para resucitar a los muertos.

3º) FUNDAMENTA LA CONTINUIDAD VIVA DE LOS DIFUNTOS EN EL SER DE DIOS Y NO EN UNA INCIERTA SUPERVIVENCIA HUMANA

  1. Dios ama demasiado a los hombres y no les abandonará a la muerte (Así Marcos y Mateo, siguiendo la línea del Salmo 16).

  2. Los creyentes aman demasiado a Dios y esta relación de amor no se interrumpirá con la muerte (así Lucas siguiendo la línea del Salmo 73)

    La muerte no puede apartarnos del amor a Dios. El amor no perece nunca.

  3. La Resurrección de los muertos significa sobre todo la fuerza superior del amor sobre la muerte.

Los saduceos llegaron a negar la Resurrección porque no admitían la inmortalidad del alma, como se ve en los Hechos de los Apóstoles (Act 23,8).

Probada ésta con un testimonio clarísimo quedaba probada para ellos la resurrección de la carne porque para los semitas no podía darse el alma sin el cuerpo.

Se ve la confirmación de esto en San Juan:

"EL QUE CREE EN EL MESÍAS TIENE VIDA ETERNA Y ÉSTA EXIGE SER RESUCITADO EN EL ÚLTIMO DÍA". (Jn 6, 40)

II.- LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO ES EL SEGURO FUNDAMENTO DE LA ESPERANZA EN NUESTRA RESURRECCIÓN

  1. Cristo en su contestación a los saduceos quiso replicarles con palabras de los libros por ellos admitidos como revelados. Lo fundamentó en el amor de Dios al hombre y del hombre a Dios por su Espíritu.

    Este amor promete eternidad pero está involucrado en el mundo de la muerte. Sólo Dios es capaz de cumplir esa promesa. La Resurrección de Jesús demuestra que la ha cumplido, por eso la muerte y la Resurrección de Cristo es el seguro fundamento de la esperanza en nuestra Resurrección, muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando nos dio la vida.

  2. Los cristianos creemos en la Resurrección porque creemos que Jesús ha resucitado.

    Nosotros constituimos con Cristo un cuerpo del cual es la cabeza. Por tanto si él ha resucitado nosotros también resucitaremos.

  3. Si Cristo murió para librarnos de la muerte eterna y darnos una vida nueva (por su Espíritu) que conduce a la vida eterna, esta vida no puede ser perecedera sino definitiva y eterna. Así lo explica San Pablo.

 

III.- ¿CÓMO SE EFCTUARÁ NUESTRA RESURRECCIÓN?

Hay que distinguir "El cuerpo que tenemos", llamado CORPORALIDAD, "del cuerpo que somos" llamado CORPOREIDAD.

III.1 La Corporalidad terrenal

El cuerpo que tenemos, se va construyendo no sólo a través de la naturaleza sino también y de modo definitivo, a través del alma pues el alma va imprimiendo en él sus rasgos, por eso se dice:"El rostro es el espejo del alma".

El cuerpo es la realidad del alma

III.2 LA CORPOREIDAD

Consiste en que el alma va asumiendo en su propia realidad todo lo que ha acontecido en su cuerpo y todos los acontecimientos que han influido en su vida. De todo esto, nada válido perecerá y acompañará al alma, gravado en ella, después de la muerte.

IV.- El SIGNIFICADO DE LA MUERTE

Cuando el hombre muere, deja su corporalidad terrenal pero no su corporeidad, sino que el alma la lleva dentro de ella misma y pertenece a la esencia del hombre.

V.- ¿CÓMO SE VA GESTANDO LA CORPOREIDAD?

El nuevo cuerpo de la resurrección no es un acontecimiento instantáneo, no es el que el hombre sea puramente terreno hasta la muerte y luego el Señor en su venida en Gloria, cree el mismo cuerpo que tuvimos en vida y se convierta de golpe en espiritual y celeste. El ser corpóreo-espiritual es transformado por la gracia y los sacramentos.

1º) El cuerpo de la resurrección se va gestando en esta vida.

San Pablo nos enseña que el misterio del morir y resucitar comienza en esta vida con el bautismo. "Por él hemos sido sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte" para que así como Cristo ha resucitado por el poder del Padre así también nosotros llevemos una nueva vida en Cristo para resucitar con él. Después del bautismo, a través de todos los actos y acontecimientos vividos con amor se lleva a efecto el morir del hombre viejo y el nacer del hombre nuevo que vive en el interior.

Es sobre todo en la Eucaristía donde se gesta nuestro cuerpo de la Resurrección al asumir Cristo el sacrificio de nuestra vida en el suyo y al hacernos concorpóreos con él en la comunión de su cuerpo.

Este proceso se consuma en la muerte y de modo definitivo en la resurrección.

  1. El bautismo transforma todo mi ser corpóreo espiritual en lo más profundo, raíz de todo, (mi ser sustantivo) mi YO. Es la incorporación a la realidad muerta y resucitada de Cristo, es ir vitalmente a otro modo de ser, a saber, mi yo, en cuanto adquiere consistencia en Cristo.

  2. Es una pertenencia intrínseca a Cristo que envuelve un modo de ser que de alguna manera participa del cuerpo de Cristo. Un modo de ser "YO", en cuanto adquiere consistencia en Cristo.

  3. Un modo de ser en aquella dimensión primaria y radical por la que el YO se hace a sí mismo "YO", mi ser, en tanto queda religado a Dios.

Es una versión religada a Cristo, por eso es indeleble.

2º) La Eucaristía es la plenitud de esta transformación

Es sobre todo en la Eucaristía donde se forja nuestra corporeidad, al asumir Cristo el sacrificio de nuestra vida en el suyo y al hacernos concorpóreos con él en la comunión de su cuerpo. Este proceso se consuma en la muerte.

 

VI.- LA CORPORALIDAD EN LA RESURRECCIÓN

Dios, por el mismo poder de su Espíritu de amor por el que resucitó a Jesús, otorgará al alma el poder de darse una corporalidad celeste, su cuerpo celestial que exprese "lo que cada hombre es de modo definitivo", esto es, no sólo lo que ha sido en su vida y toda su influencia en ella, sino también su influencia en toda la historia del mundo después de su muerte pues el hombre será definido eternamente por su responsabilidad ante los demás y ante la historia.

La Resurrección será el cumplimiento y término de la Historia de la humanidad y de cada hombre.

Nuestro cuerpo de luz será inundado por Dios con la luz del cuerpo de Cristo para que exprese ese ser que estamos destinados a ser en Cristo.

Entonces vendrá la gran revelación de los hijos de Dios que se expresará en sus cuerpos resucitados.

Esta corporalidad celeste a diferencia de corporalidad terrestre no tiene una estructura anatómica fisiológica.

La corporalidad celeste da a la corporeidad del hombre salvado, una misma presencia de consistencia y expresión de la corporeidad (Zubiri).

El alma no sólo se imprimirá en el cuerpo resucitado, en sus rasgos sino que se expresará en él; de modo que en ese cuerpo cada hombre será conocido por lo que es y como es.

VII.- ¿DONDE ESTÁN LOS CUERPOS RESUCITADOS?

1º) Para el hombre antiguo y hasta el siglo XVIII; el cielo (como ámbito) de los cuerpos gloriosos, era una realidad espacial preexistente a la resurrección y ésta se dirigía hasta ella.

El tiempo, podía decirse, corría en el espacio. El cuerpo llegaba mediante la glorificación a su nuevo lugar connatural a él, ya existente y poseedor de las propiedades de la resurrección. No podemos seguir con esta imagen.

2º) En la teología actual, cuando se pregunta en qué lugar está el cielo se contenta ordinariamente con decir que el cielo es primordialmente un estado, esto es verdad pero esto no basta.

Porque por la corporeidad del hombre (salvado integralmente) es necesario suponer que el cielo está localizado en algún lugar.

3º) Hay que contestar que los que se han salvado están en Cristo y en su ámbito de existencia.

Según Rahner:

"La glorificación de Cristo transformadora, que llega hasta las raíces mismas del ser, hace surgir un ámbito totalmente nuevo".

No una porción del espacio hasta ahora existente sino algo totalmente distinto y no comparable con él. Esta es la razón de que no podamos imaginárnoslo.

La glorificación de Cristo es el comienzo de una nueva forma de existencia en el mundo. El mundo gana una nueva dimensión, (no debemos concebirla como una cuarta dimensión sobre las actuales) sino como dimensión que por vez primera, da a la totalidad del mundo un orden nuevo, su cielo.

Pero la realidad nueva constituida por la Resurrección de Cristo, está relacionada con nuestro mundo en la raíz de su ser pues la realidad misma será transformada y no sustituida por otra.

VIII.- APLIQUEMOS ESTE EVANGELIO A NUESTRA VIDA

El cristianismo no es un mero cumplimiento externo de unos preceptos sino que es vida espiritual, es un camino de santidad que consiste en que el amor de Dios Padre manifestado en Cristo se vaya posesionando de nuestra vida.

Para ello hay que morir al hombre viejo.

El morir al hombre viejo consiste en la constante purificación, renunciando a todo, en el sentido de no poner el corazón en nada que no sea Dios y así ir progresando en el amor a Dios sobre todas las cosas, con toda la mente, con todas las fuerzas y con todo el ser.

De esta manera se va dando una continua transformación que consiste en irse conformando cada vez más a Cristo a medida que se va pasando de grado en grado a un grado mayor de amor, que según San Juan de la Cruz son diez.

Esta transformación va aumentando hasta tal punto que en los últimos grados se da una transmutación de una unión de amor a una inflamación de amor y son pocos los que llegan a este grado. (San Juan de la Cruz)