HOMILIA LA SANTÍSIMA TRINIDAD CICLO C

A) Jesús fue revelando el misterio trinitario progresivamente tanto con sus palabras como con sus obras.

No lo reveló totalmente, de una vez, desde el principio, porque "no lo hubieran podido soportar", y además hubiera sido condenado a muerte por blasfemo.

Toda la vida de Jesús quiso ser una revelación del Padre y de su conciencia de Hijo único. Después de la última Cena prometió a los apóstoles el Espíritu Santo.

B) En el misterio pascual este misterio se reveló claramente

Jesús en obediencia al designio eterno del Padre ofreció el sacrificio de su vida al Padre, abriéndose en su Espíritu de infinito amor a la acogida del Padre. "En tus manos encomiendo mi Espíritu".

El Padre lo acogió en ese mismo Espíritu y por eso en esa misma acogida se efectuó la efusión de la plenitud del Espíritu Santo sobre la humanidad de Cristo y así se produjo el engendramiento del Hijo de Dios en el mundo en plenitud, como dice la Escritura: "TU ERES MI HIJO HOY TE HE ENGENDRADO".

  1. En Pentecostés el Espíritu Santo es enviado por el Padre como "don" fruto de la Pascua y así fue prometido por Cristo.

  2. La Iglesia para rechazar las herejías, explicó y defendió el verdadero sentido de la revelación de Cristo con unos dogmas en los que tuvo que emplear algunas palabras (p.e. persona, naturaleza) que no se encontraban en los evangelios.

Pero no tienen razón los que por este motivo niegan que sea verdad la doctrina trinitaria en ellos expresadas.

E) En síntesis la doctrina de la Iglesia es la siguiente:

Dios es Trinidad de personas cuya vida es una eterna circulación de amor.

1) Que tiene su origen en el Padre que en su infinito amor eterno se da totalmente y permanentemente.

2) Nace así eternamente un Hijo único que recibe del Padre toda la vida divina de infinito amor y en ese infinito amor devuelve al Padre todo el ser que recibe y así permanece en el seno del Padre (Jn 1,18).

Si no hiciera más que recibir y no fuera también fuente del Espíritu sería inferior al Padre que si lo es.

El Hijo nace y vive en ese Amor infinito que es el seno del Padre.

3) Ese infinito Amor, es el Espíritu Santo. Es el seno del Padre donde todo se realiza (Jn 1,18).

En la vida trinitaria, Dios es infinitamente feliz, no necesita de nada y de nadie absolutamente para nada.

F) El Padre en su infinito amor tuvo el designio de crear criaturas intelectuales para que participasen de su vida trinitaria y manifestó al Hijo y al Espíritu Santo su designio de enviar a su Hijo al mundo para que por su Espíritu de amor atrajera a todos a la unión con las tres divinas personas.

El Hijo respondió con su obediencia y el Espíritu con su aquiescencia.

Y el Verbo se hizo hombre para que asumiese la naturaleza humana; y realizando su vida humana en la entrega de obediencia filial al Padre la culminase en su muerte infligida por los hombres con un acto de entrega total de si mismo al Padre en el Espíritu de amor.

G) Hemos sido creados para participar de la vida eterna de la Trinidad

El hombre ha sido creado por Dios por amor y para el amor, para que realizando su vida en el amor pueda, unido a Cristo por su Espíritu participar de la vida eterna trinitaria de amor.

H) Para que esto fuera posible, Cristo por su muerte glorificadora fue constituido en nuestra salvación, fuente y centro de nuestra vida cristiana.

La salvación consiste en participar en la vida de las tres divinas personas, en comunión de amor con ellas.

Esto solamente lo podemos conseguir uniéndonos a Cristo en su acto de donación de sí mismo en su muerte glorificante, por él que fue constituido en nuestra salvación.

Esto se nos concede por la fe y el Bautismo de la fe en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu y en su plenitud por la Eucaristía

La filiación divina que recibimos en el bautismo significa no solo tener con Dios una relación de confianza, amarle y sentirse protegido por él sino también:

  1. Ser admitido al círculo de intimidad que forman el Padre y el Hijo por la expiración del Espíritu Santo.

  2. Ser incorporado a la corriente de Amor en la que Cristo está con el Padre.

Esto se realiza en el fondo del alma, en lo más íntimo de nuestro ser.

El Espíritu Santo que es la intimidad de Dios es derramado en nuestro corazón, esto es en lo más íntimo de nuestro ser y nos atrae hacia el amor de Cristo, y nos llama hacia ese amor si nosotros respondemos sí y amamos a Cristo, el padre nos ama y los tres vienen a nosotros y hacen en nosotros su morada estableciendo relaciones de amor con las tres divinas personas.

El Espíritu Santo crea un ámbito de amor a los tres que es un cielo en la tierra.

A medida que va creciendo el amor, las relaciones con las tres divinas personas son más íntimas y más profundas.

2.- EL ESTADO DE PURIFICACIÓN

Dios nos va dejando percibir y disfrutar de la fuerza de su presencia en la medida que nos vamos dejando captar y asumir por él.

Para que la fuerza de su Espíritu penetre "en todo nuestro ser" es necesario el desasimiento de todo apego de apetitos.

Por ello son necesarias siete purificaciones. Cuatro de los sentidos y tres de las potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad.

A estas siete purificaciones corresponden siete grados de amor.

Cuando se han realizado estas siete purificaciones el hombre ama a Dios con todo su ser y el alma entra en nuevo estado, llamado estado místico, caracterizado por un sentimiento cierto de la presencia de la Trinidad en él. Y en este estado se dan otros tres grados de amor, que son:

1Grado) Unión incipiente

En esta unión el alma completamente purificada y desprendida de todo egoísmo, ya no ve a las criaturas egoísticamente sin relación a Dios, sino que sus ojos están completamente limpios para ver

a) no solo a las criaturas en Dios, esto es, como dones de Dios.

b) Sino también a Dios en las criaturas, esto es, para ver los atributos de Dios reflejados en ellas, la bondad (del Padre), la sabiduría del Verbo (el único Hijo) y el poder del (Padre realizado por su) Espíritu del Padre.

Porque todas han sido creadas por un acto de bondad del infinito amor del Padre, en el Verbo (sabiduría del Padre) en el poder del Espíritu.

Esta contemplación acrecienta su amor a la Trinidad.

2 Grado) Unión plena

Es una unión plena de las voluntades en el desposorio místico.

El alma plenamente purificada puede ver, con los ojos de la fe, con más profundidad e intensidad el amor del Padre y el poder de su Espíritu santificador en los misterios de la Encarnación, muerte y Resurrección de Cristo y a su luz los acontecimientos de la Historia.

Y al ver el alma todo recogido por Dios en Cristo y por Cristo, en el poder del Espíritu, s unida su voluntad por Dios a la voluntad divina y se da en el alma la opción fundamental de poner a Dios en el centro de su vida rigiéndola en todo y decide no hacer nada que sea opuesto a la voluntad divina y cumplir su voluntad siempre cueste lo que cueste.

Esto la lleva a un grado de amor tale la hace apta para el tercer grado.

3 Grado Unión transformante

El tercer periodo místico es la transformación de amor, hasta llegar a la transmutación de amor que consiste en la inflamación de amor.

La cumbre de la experiencia de inmersión en la vida trinitaria del hombre se revela en el matrimonio espiritual donde se da la igualdad del amor y la entrega.

Allí está el alma tan cerca de Dios que está transformada en llama de amor en que se le comunica el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Junta es la comunicación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que son luz y fuego de amor en el alma.

En el Matrimonio espiritual ve el alma con un sentimiento seguro de presencia de la Trinidad, que Dios es suyo y que ella lo posee por la gracia que Dios le hizo de dársele a si mismo.

Es consciente que ama a Dios por él mismo porque amen por el Espíritu Santo como el Padre y el Hijo se aman (JN 17,26) como dijo Cristo "La dilección con que me amaste esté en ellos" y yo con ellos (Jn 17, 82).

Engrandece aquí el alma a los tres, encareciendo tres grandes bienes que en ella hacen.

El primero es la impresión de amor que el alma atribuye al Espíritu Santo.

El segundo es el gusto de vida eterna (pues a vida eterna sabe) y éste le atribuye al Hijo.

El tercero es haberla transformado en sí y éste lo atribuye al Padre.

Aquí nombra a los tres por causa de las propiedades de los efectos, pero los tres obran en uno y así todo lo atribuye a todos.

LA FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Debe ser una fiesta de adoración que es el acto supremo de la virtud de la Religión. Porque el misterio de la Trinidad nos enseña que Dios existe en sí mismo y por si mismo y no necesita de nada ni de nadie y el hombre existe por Dios y en manos de Dios.

De ahí surge la adoración a Dios con todo su ser, que implica:

1) La adoración del acatamiento sagrado del misterio del padre con la alabanza del mismo en cuanto es el origen de toda la Trinidad y de toda la realidad y de la obra de nuestra salvación

2) La acción de gracias por la influencia benéfica de la Trinidad en nuestra vida.

Una existencia doxológica en cuanto la vida entera se convierte en alabanza de gloria porque el hombre entero vive de continuo en una perenne acción de gracias y refleja la gloria de la Trinidad Santa

3) Total sumisión y abandono totalmente confiado y filial al Padre, que se convierte en alabanza cuando llega a gozar de su paternidad y la alabanza se convierte en acción de gracias.

Digamos con Sor Isabel de la Santísima Trinidad

"¡OH Jesús! mi bien", une el sacrificio de mi vida al tuyo para que sea

"ALABANZA DE GLORIA de la Trinidad Santa en mi actuante".

Hay que tomar conciencia de que Dios está en lo más íntimo de nosotros y por la filiación adoptiva y porque él vive en nosotros su muerte y su resurrección para ser miembros de su cuerpo. Hemos de vivir en un permanente dialogo de comunión con él ir a todas partes en su compañía.

Esta presencia es su cielo en la tierra

Me gusta encontrarle en lo más profundo de mi ser en el cielo de mi alma, en esa celda que Él construye en mi corazón.

Toda la vida cristiana es Trinitaria, la espiritualidad es el desarrollo progresivo de una intensa e íntima comunión con cada una de las personas de la Santísima Trinidad en cuya vida íntima participa por una experiencia de inhabitación recíproca