HOMILIA LA SAGRADA FAMILIA –CICLO B

 

La familia humana es el corazón de la Humanidad y uno de los factores más decisivos en el progreso moral y en su bienestar social, y así como la esencia de la divina familia es el amor, así el alma de la familia humana es el amor rectamente entendido, de ahí la necesidad de conocer la doctrina cristiana del amor.

 

El Padre eterno, por el amor que tiene a su infinita bondad quiso hacer partícipes a los hombres de su vida trinitaria de amor y felicidad. Para ello, tuvo el designio de enviar cuando llegase la plenitud de los tiempos, a su Hijo Unigénito al mundo para que encarnándose, esto es, asumiendo la naturaleza humana en unión personal estableciese el Reino de Dios en el mundo de un modo definitivo por su muerte glorificadora y uniera a los hombres con él y entre sí, por su Espíritu de amor, constituyendo una comunidad de amor, con su cuerpo místico y como la esposa que Dios le ha dado.

Y así los hombres llegasen a ser hijos en su Hijo Único, en un mismo Espíritu.

 

1º.- Así pues el hombre ha sido Creado por Dios por amor, el hombre es el único ser terrestre que Dios ha amado por si mismo. Dios con amor eterno me ha amado.

         2º.- Y ha sido creado para el amor, he sido llamado al amor.

 No puedo encontrar mi plenitud si no es en el amor, esto es, en la entrega sincera de mi mismo a los demás (GS 24)

3º.- Para que realizando mi vida en el amor, pueda, unido a Cristo por su Espíritu, participar de la vida trinitaria de amor.

 

Y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza, hombre y mujer los creó a imagen de Dios los creó, ¿cómo los creó?:

1º.- Con una libertad y una capacidad de amor verdadero que es una participación de su espíritu de amor.

2º.- Con facultad para transmitir la vida que es una participación de su poder creador, siendo cooperadores con El en la creación de un nuevo ser.

3º.- Con una esencial referencia recíproca, por una atracción profunda en orden a su unión personal en cuerpo y alma.

 

Para que esto fuera posible Dios creó el mundo no como si fuera un simple pedestal donde colocar al hombre, sino como un árbol cuyo fruto fuera él, con un dinamismo de amorización, una evolución amorizante, cuya ley básica es la polaridad a fin de hacer posible la polaridad de la pareja humana. Esa atracción que existe entre los dos polos que son el hombre y la mujer no sería posible sin esa polaridad en orden a la unidad, que se da a distintos niveles progresivos:

En el nivel del reino inorgánico los polos opuestos se atraen. En el de los seres unicelulares se dan ya preferencias o patias, en los pájaros y mamíferos se da la ley del conocimiento y selección, pero al llegar al hombre se da una gran mutación.

Hasta el hombre la ley de polaridad estaba basada solamente en fenómenos fisiológicos, hormonales, exclusivamente ordenados a la procreación.

Pero finalmente en el hombre la ley de atracción se transforma dando un salto a un nivel esencialmente superior, pues está basada en lo psíquico y en lo espiritual.

Porque la persona humana, por su cerebro prefontal animado por el espíritu adquiere unas notas psíquicas y espirituales en virtud de las cuales posee un mundo interior que tiene su peculiaridad en cada sexo y así surgen dos modos de ser humanos totalmente distintos en el pensar, en el querer y en el sentir que constituyen una riqueza interior siempre acrecentable y por ello, es un mundo misterioso por ser insondable, en virtud de la cual, la mujer siempre será un misterio para el hombre y el hombre un misterio para la mujer.

De ahí surge una atracción psíquica y espiritual que está orientada a un encuentro personal de amor; y por tanto la sexualidad humana,

 

1) no se identifica con la genitalidad,

2) ni la actividad sexual está establecida determinísticamente como en el animal por fenómenos meramente  fisiológicos,

3) ni está reducida a un solo momento del año, sino que es una entrega libre, posible en cualquier momento. Misterioso también porque cada uno de ellos refleja para el otro el Todo de la creación con un diverso rostro, por eso se dice que cuando uno se enamora el mundo se ve con otro color, de color de rosa.

 

Es la mujer para el hombre, como la presencia universal y su innumerable sonrisa.

Es el hombre para la mujer, como el poder vivificador de lo mejor de su ser.

Aquí se ve con claridad que la diferencia sexual no es no irrelevante, ni adicional,    y tampoco es un producto social, sino que dimana de la misma intención del creador.

 

¿Por qué les ha hecho diferentes?

La procreación no puede ser la única razón, ya que ésta sería también posible de forma partenogénica o bien asexual o por otras posibilidades que se pueden encontrar en el reino animal, pero estas formas darían testimonio de una cierta autosuficiencia.

La sexualidad humana, en cambio significa una clara disposición hacia el otro, impulsa a salir de si mismo, buscar al otro y alegrarse en su presencia. Es como el sello del Dios amor en la estructura misma de la naturaleza humana, que está hecha para el amor, para la apertura hacia el otro, para la salida hacia el otro. Aunque cada persona está llamada a una plenitud individual, ésta no puede alcanzarla sino en unión con otros. Está hecha para dar y recibir amor.

Más no solo son complementarios sino recíprocos, toda persona humana está constituida por un si mismo que constituye el núcleo mas profundo de su ser y su centro personal.

I) Que es la fuente de su expresión corpórea fisiognómica a través de la cual la persona que ama capta el ser profundo de la otra.

II) Que es donde surgen los actos de los que uno se siente autor y protagonista, esto es, los pensamientos sintientes y sobre todo los actos de auténtico amor; por estos actos los que se aman se van haciendo inconscientemente una unidad de dos en lo mas profundo de su ser; es una unión de sus centros personales.  

Cuando dos personas se aman de verdad, a medida que van acrecentando su amor:

a) se da como una especie de sintonización del núcleo mas profundo  de su ser,

b) en virtud de la cual sienten la impresión de que el uno ha estado destinado         para el otro desde siempre y para siempre,

 c) y que sin el otro no tendría sentido su vida,

 d) por eso notan que hay algo que los transciende y experimentan una de las mas        excelsas experiencias de eternidad y de lo absoluto.

 e) su encuentro en el amor no lo consideran como una casualidad sino algo   misteriosamente querido por Dios y que ha sido Dios quien les ha unido, y por tanto que ella es la esposa que Dios le ha dado para su santificación, y él es el esposo que Dios le ha dado.

Concretando:

a)       Cuando la mujer muestra al hombre su amor verdadero que es un amor     lleno de ternura es como si fuera la ternura de DIOS que se le manifiesta.

 

b)       Cuando un hombre muestra su amor verdadero a una mujer que es un   amor  protector y sustentador, es como si fuera el amor de DIOS protector y sustentador hacia ella.

 

 Esta unidad de reciprocidad que es una comunión de AMOR, es como un germen de una vida nueva, que se puede hacer malograr por actos de egoísmo y es preciso cultivarlo con actos cotidianos expresivos del amor que se profesan. Cada día hay que reconquistar el amor acrecentándolo.

El amor matrimonial no debe reducirse a un mero afecto pasivo, debe ser la práctica de un poder activo, debe ser un estar amando continuado y no un súbito arranque. El carácter activo del amor se puede expresar en dos palabras: DAR Y DARSE.

 

Dar sin medida, es darlo todo. La persona que tiene una actitud pasiva, no productiva, cree que dar significa solamente renunciar a algo, privarse de algo y por lo tanto es un empobrecimiento. Pero la persona que tiene una actitud activa, productiva considera el dar como, una expresión de su riqueza, de su potencia, de su fuerza y vigor y esto rellena de dicha. Dar así produce más felicidad que recibir, porque se experimenta la gran alegría de hacer feliz a la persona amada, y recibe el mayor don, el don esencial que es el Amor.

 

Pero lo más importante es darse uno mismo, totalmente en cuerpo y alma.

a)            La entrega del cuerpo no es solo para la procreación sino que hay que realizarla de tal manera 1) que sea expresión de la entrega total 2) la voluntad de hacer feliz a la persona amada para acrecentar el amor 3) Para una paternidad responsable, como fruto de ese amor, engendrar un hijo en cuyo acto su amor se transciende.

b)            Darse en espíritu quiere decir dar su alegría, su interés, su  comprensión, su buen humor, sus conocimientos, en síntesis lo que constituye su peculiar personalidad. Cuando el acto matrimonial se realiza así es algo sagrado y santo, con una santidad muy elevada que consiste en un amor pleno, que es una entrega total.

 

Al darse así se enriquece la otra persona, acrecentando su sentimiento de vida y haciendo de ella un dador, porque al darse enteramente el amor se enriquece y se llena del ser de la otra persona.

Algo nuevo nace en el acto de darse; y ambos comparten la alegría de un mundo  nuevo que se está creando. Cuanto más se ama mas se está dando pero esto no empobrece, porque se recibe a cambio lo mejor del ser querido, el don esencial que es el AMOR.

 

Este darse se refleja en unas actitudes fundamentales del Amor:

A)      Hay que partir de una comprensión esencial; el amor no es ciego lo que es ciego es el falso enamoramiento. El amor es clarividente, porque conoce el núcleo mas profundo del ser de la persona amada que ha captado por medio de la sintonización. Ve lo que la persona amada es en sí y lo que promete ser, por eso se ama a la persona amada de verdad por lo que ella es y no por lo que tiene.

B)      Respeto: no en el sentido del temor, el temor es lo más alejado del amor, sino en el sentido de reconocer la dignidad de la persona amada y no tratarla como un objeto. Permitir su libertad para sus gustos y diversiones y no querer hacerla como tú eres y que se acomode a tus caprichos y vanidades. Sobre todo hay que permitir que siga su vocación.

C)      Hay que tener cuidado y preocupación activa para que llegue a ser lo que está llamada a ser, y esto se consigue principalmente:

            1.- Con fidelidad en el amor

            2.- Con perseverancia en el amor

      El amor transforma a la persona amada y desencadena en ella sus fuerzas      creativas. Todos los grandes hombres han atribuido su poder creativo al amor de su mujer.

D)      Lo cual demuestra la especial responsabilidad que tiene cada cónyuge respecto al otro.

E)      La transcendencia que esto tiene para la vida eterna, pues en la tarde de la vida te examinarán en el amor y quedarás definido eternamente por tu responsabilidad ante la historia y ante los demás, en especial ante la persona amada.

F)       Dado que somos pecadores, débiles ante las tentaciones del egoísmo, es el perdón una de las condiciones indispensables para la conservación del amor entre los esposos, es saber pedir perdón con arrepentimiento y saber perdonar sin guardar rencor, también ayuda que el marido esté siempre dispuesto a cargar con la culpa. Una de las maravillas del amor es que el amor perdona, también son necesarias la paciencia, la tolerancia y el dominio de si mismo, el saber ceder y sobre todo cortar de antemano todas las ocasiones de disgustos y molestias.

 

G)      El amor no consiste en contemplarse frente a frente y dejarse caer en el vértigo, que produce el sentimiento de constituir entre los dos un mundo, sino en mirar los dos juntos en la misma dirección, en un éxtasis que es una salida de sí hacia un horizonte que les transciende y que consolide y acreciente la fuerza unitiva de su amor. Debe transcenderse hacia DIOS y los hijos.

 

1.- Hacia DIOS que sale ahora a su encuentro con una llamada especial, a la   cual hay que responder con la fe en el amor de DIOS que se manifiesta a través del otro cónyuge. Es esta fe, la que da carácter “sacramental” al matrimonio, porque al insertarse consciente y libremente en el dinamismo de amor del Espíritu de DIOS, se hace signo del amor de DIOS a la humanidad y del amor de CRISTO a su Iglesia e instrumento de ese amor.

 

2.- El amor matrimonial debe transcenderse en los hijos, no solo sintiéndose colaboradores con DIOS en la creación de nuevas vidas, sino también en la cocreación con DIOS, transmitiendo la llama del amor. El amor de los padres forja en los hijos el centro neurálgico del amor, situado en el cerebro prefrontal, pues cada acto de amor parental activa la conexión de las neuronas de ese centro.

 

Nuestra personalidad depende en gran parte del amor que hemos recibido de nuestros padres, de tal manera que los que no lo han recibido constituyen la masa principal de personas frustradas y fracasadas para saber amar, pues no se pude dar lo que no se ha recibido en tu proyecto de vida, pues les incapacita para un amor auténtico.

 

DIOS revela el amor a todo hombre de una manera ordinaria a través del amor de nuestros padres, que es un amor auténtico y amor sacrificado y además por ello se transmite la fe, ese es el modo  ordinario como DIOS revela el amor a toda persona.

 

Los padres tienen la misión de ser testigos del amor ante sus hijos y, sin este testimonio no es posible construir una civilización del amor.

 

La familia es indispensable como estructura para la maduración y la realización del hombre y la mujer, para el desarrollo de los hijos en el plano natural, pero no si se orienta, desde una norma religiosa, sino desde los intereses egoístas de cada uno, se rompe como institución, se hace daño a la prole en lo mas profundo de su ser y se hace imposible la paz familiar y se imposibilita la construcción de la civilización del AMOR.