Cielo |
100.- EL CIELO ES LA FELICIDAD CON QUE DIOS PREMIA
ETERNAMENTE A LOS QUE MUEREN EN GRACIA DE DIOS.
100,1. El cielo es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal
alguno.
«La Iglesia ha definido como dogma de fe la existencia y eternidad de
cielo»(999).
«El cielo es primordialmente un "estado". Es un modo de
existir. El espacio es para las cosas materiales. Los espíritus, para existir,
no necesitan de un lugar. Pero es necesario además suponer que el cielo se halla
localizado en algún "lugar" aunque no sepamos decir dónde está . No hay más
solución que decir, que, de uno u otro modo, el cielo es un lugar de gloria»(1000).
En
el cielo, los buenos viven con Dios eternamente felices. Éste es el único modo
de ser del todo feliz .
Para Platón la felicidad está en amar la Belleza, y
para Aristóteles en conocer la Verdad. Como en Dios está la Suprema Belleza y
Verdad, en el disfrute de Dios está la verdadera felicidad. Y esto es el cielo .
Por eso dice San Agustín : Nos hiciste, Señor, para Ti; y nuestro corazón está
inquieto hasta que descansa en Ti .
Puede ser interesante mi vídeo «El cielo:
la felicidad de amar».
100,2. Dios ha hecho al hombre para el cielo. Por eso aquí en la Tierra
ningún hombre encuentra esa felicidad completa que tanto busca.
Goethe
afirmaba de sí mismo: «Se me ha ensalzado como a uno de los hombres más
favorecidos por la fortuna. Pero en el fondo de todo ello no merecía la pena, y
puedo decir que en mis setenta y cinco años de vida no he tenido cuatro semanas
de verdadera felicidad. Ha sido un eterno rodar de una piedra que siempre quería
cambiar de sitio»(1001).
Los ricos y los pobres, los de arriba y los de abajo,
todos los hombres, en sus momentos de sinceridad, reconocen que no encuentran la
felicidad que los sacie, aunque hayan tenido de todo y hayan gozado de todo. Y
es que «la aspiración fundamental del hombre no puede saciarse con la posesión
de un objeto, el hombre no puede alcanzar su felicidad plena en una relación
sujeto-objeto, sino en una relación yo-tú, es decir, en la relación con una
persona»(1002).
Incluso en este mundo la mayor felicidad está en el
amor. No precisamente el amor-lujuria, sino el amor espiritual. El amor brota
ante la presencia de lo bueno, de lo bello. En el cielo la posesión intuitiva
del Bien infinito -Dios- nos proporcionará, por el amor, una felicidad
insuperable.
Lo mismo que por más que te explique un cosmonauta la sensación
de ingravidez que él siente en el espacio, no puedes entenderla como él, así es
imposible que un pecador comprenda a Santa Teresa cuando habla de la felicidad
del amor de Dios.
La felicidad del cielo es difícil que la comprendamos con
nuestra mentalidad terrena. Es como hablarle a un ciego de colores, o a un sordo
de música. Ya lo dijo San Pablo : «Ni ojo vio, ni oído oyó, ni ha concebido
jamás el corazón humano la felicidad que Dios tiene preparada para los que le
aman»(1003).
La única felicidad completa, verdadera y definitiva
está es el cielo.
Por eso la salvación eterna es el problema más importante
que el hombre tiene que resolver en esta vida. Es un asunto difícil, pero a
nosotros mismos nos interesa que salga bien. Si me sale mal, yo seré el que me
hunda para siempre.
En el cielo conoceremos todo lo que nos interese sobre
nuestra familia, amigos, etc. Incluso todas maravillas de la ciencia en todas
las ramas del saber humano . Y como en el cielo no se puede sufrir, los
bienaventurados no sufren viendo sufrir a sus seres queridos, pues ven los
bienes que se siguen de ese sufrimiento. Pero sin duda pedirán a Dios que alivie
sus penas y les de fuerzas y resignación para sobrellevarlo todo .
Los
Testigos de Jehová dicen que sólo se salvan 144.000 porque es el número que da
el Apocalipsis(1004).
Pero todo el que sabe un poco de Estudios Bíblicos
conoce que los números en la Biblia tienen un valor simbólico. No pretenden la
exactitud. Como cuando decimos «te he llamado mil veces» lo que queremos decir
es «muchas veces»; y cuando dices «llevo esperándote tres horas» quieres decir
mucho rato, y no precisamente ciento ochenta minutos.
Hay números simbólicos
como el 7, el 12, el 40. Setenta veces siete.
Cuarenta días de ayuno. Doce
apóstoles. Doce tribus de Israel.
Los 144.000 son 12.000 por cada una de las
doce tribus de Israel. Doce es símbolo de plenitud y mil de multitud. Por eso el
Apocalipsis dice unas líneas después que «era una gran muchedumbre que nadie
podía contar»(1005).
Y San Pablo : «Dios quiere que todos los hombres se
salven»(1006).
Y Cristo encargó a los Apóstoles: «Predicad a toda
criatura..., el que crea se salvará»(1007).
Esta doctrina de los Testigos de Jehová ha sido tan
refutada que ellos mismos buscan otra interpretación del texto y van admitiendo
que son muchos más los que se salvan .
Incluso los que, sin culpa suya, no
son cristianos pero han permanecido fieles a la voz de su recta conciencia,
participarán de la felicidad eterna con el Señor, pues la acción invisible del
Espíritu Santo en sus corazones, los unirá al misterio pascual de Jesucristo
.
Dice Santo Tomás que el que no conoce la religión verdadera sin culpa suya,
pero ha procurado vivir conforme a su conciencia haciendo el bien y evitando el
mal, según sus alcances, hay que creer certísimamente que Dios buscará el modo
de iluminarle antes de morir para que pueda salvarse(1008).
Dice el Concilio Vaticano II: «Los que inculpablemente
desconocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero se esfuerzan en cumplir con
su conciencia pueden conseguir la salvación eterna»(1009).
La
Divina Providencia no niega los auxilios necesarios para la salvación a los que
sin culpa suya ignoran el conocimiento expreso de Dios, y se esfuerzan en llevar
una vida recta .
En cambio, el instruido suficientemente en la religión
católica que rechace a la Iglesia Católica no podrá salvarse .
100,3. Para salvarse y ganar el cielo, es necesario servir a Dios y guardar
los mandamientos . Esto cuesta trabajo, porque nuestras inclinaciones al pecado
son muy fuertes, y el demonio -que nos envidia y quiere condenarnos con él- nos
pone trampas de tentaciones para que caigamos. Sin embargo, podemos vencer al
demonio y a nuestras pasiones. Todo es posible para el que ora . Si se lo pido
mucho al Señor y a la Virgen, si confieso y comulgo con frecuencia, y procuro
apartarme de las ocasiones de pecar, será casi cierto que me salvaré.
Tenemos
en nuestra mano los medios necesarios y suficientes para alcanzar la salvación:
quien los pone en práctica convenientemente se salva. Para no apartarse del
camino de la salvación en muy conveniente hacer todos los años Ejercicios
Espirituales. Hay además tres cosas muy eficaces para conseguir una buena
muerte:
comulgar los Primeros Viernes de mes, los Primeros Sábados, y rezar
todas las noches tres Avemarías a la Santísima Virgen, que son prenda de
salvación eterna. Aunque, naturalmente, todas las devociones son inútiles si no
tenemos sincero deseo de servir a Dios y hacer el bien.
Es necesario pedir
mucho nuestra salvación eterna. Quien pide salvarse, con insistencia y de
corazón, es cierto que se salvará y, por el contrario, quien no lo pide, no se
salvará, ordinariamente hablando. Dice San Alfonso María de Ligorio : «Todo el
negocio de la salvación depende de la oración; si no oráis, vuestra condenación
será cierta».
100,4. El misterio de la predestinación consiste en la coordinación de la
Sabiduría, Bondad y Justicia de Dios, con nuestra libertad. Para nosotros la
coordinación de estas cuatro cosas es un misterio.
Pero comprendemos que Dios
puede coordinarla. Vamos a intentar dar un poco de luz:
A veces se oye
preguntar: «Si Dios es bueno, por qué me crea sabiendo que me voy a condenar» Me
hubiera hecho un favor no creándome». Te equivocas. No creándote no te hace
ningún favor. Si no existes, no puede hacerte favores. En cambio, al crearte te
da el billete de entrada para el cielo, lo cual es un bien inmenso. Si tú rompes
esa entrada no es culpa de Dios, sino exclusivamente tuya. Él ya hizo bastante
comprándote esa entrada a costa de su vida. Vas a dudar de su Bondad»
Si Dios
no creara a los que se van a condenar, haría un perjuicio a los posibles
descendientes de esos hombres, que podrían ser excelentes, salvarse y ser
eternamente felices.Todos podemos tener en nuestros ascendientes alguno que se
haya condenado. Si para que él no se condene, Dios no lo crea, tampoco
hubiéramos existido nosotros, y nos veríamos privados de la felicidad eterna que
esperamos conseguir.
Si tú quieres condenarte, no por eso va Dios a privar de
la felicidad eterna a tantos seres descendientes tuyos (hablo en general) que se
querrán salvar y ser eternamente felices .
Además, si Dios creara sólo a los
que se iban a salvar, entonces los hombres, seguros de su salvación a última
hora, se despreocuparían de hacer buenas obras. El riesgo de la condenación
estimula a practicar el bien. Con esto se aumenta el premio eterno. Y Dios
considera que esto es motivo suficiente para permitir que otros voluntariamente
prefieran ir por el camino de la condenación.
Es verdad que Dios podría
enviarnos la muerte aprovechando un momento en que estemos en gracia, o antes de
que tengamos uso de razón, si nunca vamos a tener un buen momento. Pero Dios
hace plan de dar a cada uno un tiempo de vida determinado, y no lo cambia. Si
Dios subordinara el momento de la muerte de cada uno a esperar que esté en
gracia, como esto depende de la voluntad del hombre, sería el hombre el que, de
alguna manera, determinaría el momento de morir. Y es impropio de Dios
subordinarse a los caprichos de la criatura.
Con todo, no es inútil pedir a
Dios la curación de un enfermo grave.
Pues como Dios sabía que se iba a pedir
por él, pudo, desde la eternidad, teniendo en cuenta esas oraciones, señalar el
momento de morir más conveniente.
Debemos tener confianza de que todo lo que
Dios hace o permite es en bien nuestro . Todo por amor a nosotros, aunque
algunas veces con nuestro pequeño entendimiento no comprendamos los planes de
Dios.
La Divina Providencia consiste en las disposiciones por las que Dios
conduce, con sabiduría y amor, todas las criaturas hasta su último fin.
«Dios
quiere que todos los hombres se salven»(1010), y aa
todos les da las gracias necesarias para ello . Es más, si necesitas un millón,
Él te da cinco millones. Dijo Cristo: «Yo he venido para que tengan vida
sobrenatural, y para que la tengan en abundancia»(1011).
Es
decir, que con la gracia que te da, te puedes salvar de sobra. Si no te salvas,
es porque no quieres. Dios ha querido que tú pongas algo de tu parte. Si no lo
quieres poner, la culpa es exclusivamente tuya.
De ninguna manera de Dios,
que con lo que te ha dado, tienes de sobra para salvarte.
Por qué deja Dios
esto en muestras manos» Porque sin libertad no hay mérito, y sin mérito no hay
salvación.
El hombre es esencialmente racional. El ser racional es
necesariamente libre(1012).
El ser libre implica autodeterminación en la elección
del bien y del mal, por lo tanto ser responsable. Para ser responsable hay que
ser libre . Esto es lo que hace posible el mérito necesario para la salvación, y
al mismo tiempo la culpabilidad del mal que lleva a la condenación. Si Dios
suprimiera la libertad, suprimiría al hombre. Que Dios podía haber elegido otro
orden de cosas en el que se condenaran menos» De acuerdo! Y, por qué ha elegido
éste» No lo sabemos. No lo ha revelado. Es un misterio.
Lo cierto es que en
todo orden de hombres libres es lógico que algunos abusen de su libertad; y que
en el actual orden de cosas, que nos ha tocado vivir, quien quiere sinceramente
salvarse, con la ayuda de Dios, se salva. Nadie se condena sino por su propia
culpa(1013).
Dios llama a todos a la salvación; pero la respuesta de
cada uno es personal y libre. Y Dios respeta esa libertad.
Vamos a poner aquí
un resumen de la Doctrina de la Iglesia sobre predestinación:
1.- Dios quiere
que todos los hombres se salven .
2.- Cristo murió por todos los hombres sin
excepción .
3.- Dios no niega a nadie las gracias necesarias y suficientes
para salvarse .
4.- Nadie se condena sin culpa suya .
5.- Todos podemos
salvarnos, pues Dios no pide imposibles, sino que hagas lo que puedas y pidas lo
que no puedas, que Él te ayudará para que puedas .
6.- La oración bien hecha
y la devoción a María son prenda de salvación eterna.
Todos podemos
salvarnos, pues Dios así lo quiere . Para eso nos ha puesto en la vida. Esta
voluntad de Dios no es absoluta, la cual no admite excepción; sino condicionada,
es decir, con la condición de que el pecador se arrepienta de sus pecados. Para
que podamos salvarnos nos da los medios suficientes para ello, como son la
gracia y los sacramentos. Basta que nosotros queramos utilizarlos y cooperar con
la gracia que Dios nos da, cumpliendo los mandamientos.
(977) - ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación,
3ª, I, nº
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(978) - ANTONIO ROYO MARÍN,O.P.:Teología de
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(979) - SAN PABLO: Carta a los Romanos, 14:12
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(981) - Evangelio de San Juan, 5:29
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Herder. Barcelona
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(984) - SAN JUAN CRISÓSTOMO: Homilía in Mat. XXlll, 7s.
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(991) - Eclesiástico, 16:12s
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(992) - SANTO TOMÁS: Summa Theologica, III, 86, 2. Ed. BAC.
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(997) - SAN PABLO: Segunda Carta a los Corintios, 7:14
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(999) - ANTONIO ROYO MARÍN,O.P.: Teología de la salvación, 3ª,
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(1001) - STAUDINGER: Vida eterna, ll, 1. Ed. Herder.
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(1002) - J. ALFARO, S.I.: Persona y gracia. Revista
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(1003) - SAN PABLO: Primera Carta a los Corintios, 2:9
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(1004) - Apocalipsis 7:4
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(1005) - Apocalipsis 7:9
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(1006) - SAN PABLO: Primera Carta a Timoteo, 2:4
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(1007) - Evangelio de San Marcos, 16:15s
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(1008) - SANTO TOMÁS: De veritate, 14, XI, 1.
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(1009) - Concilio Vaticano II: Lumen Gentium: Constitución
Dogmática
sobre la Iglesia, nº 16
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(1010) - SAN PABLO: Primera Carta a Timoteo, 2:4
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(1011) - Evangelio de San Juan, 10:10
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(1012) - ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 1ª,
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(1013) - DENZINGER: Magisterio de la lglesia, nº 318. Ed.
Herder.
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