ÁNGELUS
Meditación
mariana del Santo Padre en el jubileo de los militares y policías, domingo 19
de noviembre
Juan
Pablo II recordó que él también es hijo de militar y aprecia su benéfica
misión
Los días
18 y 19 de noviembre se celebró en Roma el jubileo de los militares y miembros
de las fuerzas de policía, que culminó con una solemne concelebración en la
plaza de San Pedro, presidida por el Papa. En la página 5 ofrecemos la crónica
y la homilía. Al final, Su Santidad dirigió la siguiente meditación mariana:
1. Al término de esta celebración jubilar, queridos militares y miembros
de las fuerzas de policía, mi pensamiento se dirige de modo particular a vuestros
familiares.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se narra la visita de san Pedro al
centurión Cornelio, "hombre piadoso y temeroso de Dios, con toda su
familia" (Hch 10, 2). Acogió el anuncio del Evangelio de Cristo
predicado por san Pedro, al que alojó durante algunos días, y recibió el
bautismo junto con sus familiares. Así pues, los primeros paganos bautizados
por san Pedro fueron los miembros de la familia de un militar. Es significativo
recordarlo hoy, en el marco de vuestro jubileo.
No es fácil ser familia de un militar, porque también se deben compartir las
incomodidades que implica su misión. Y, sin embargo, la familia es el apoyo
principal de cada uno de vosotros, comprometidos en la defensa de la paz y de la
vida. Se defiende lo que se ama, y ¿dónde se aprende a amar la paz y la vida
sino en la familia? Por eso, queridas familias, sentíos plenamente asociadas a
esta misión y colaborad en la defensa de la justicia y la paz.
Queridos hermanos, también yo soy hijo de un militar, y por eso me siento
cercano a todos vosotros. Os agradezco vuestra presencia, bajo esta lluvia.
Estoy seguro de que os traerá abundantes bendiciones.
2. En este día en que habéis venido
a realizar con vuestras familias un itinerario jubilar, saludo cordialmente a
todos los miembros del ejército y de la policía de Bélgica, Benin, Burkina
Faso, Camerún, Croacia, Francia, Luxemburgo, Rumanía, Eslovenia, Canadá, Países
Bajos y Eslovaquia. Que este tiempo fuerte os brinde la ocasión de consolidar
vuestra misión, a fin de proseguir el importante servicio que prestáis,
estando atentos a las necesidades de todos vuestros compatriotas, para construir
una sociedad cada vez más pacífica y fraterna. Os felicito por vuestro sentido
de responsabilidad, vuestros esfuerzos y vuestros compromisos, y oro con
vosotros por todos los que han muerto o han sido heridos en el cumplimiento de
su deber. Con la bendición apostólica.
Saludo a las personas de lengua inglesa que
participan en esta celebración jubilar para los miembros de las fuerzas armadas
y de la policía, especialmente a los que vienen de Australia, Canadá, Gran
Bretaña, Irlanda, Corea, Malawi, Filipinas y Estados Unidos de América. En
particular, saludo a los representantes de la fuerza de paz que actúa en los
Balcanes, compuesta por personal militar de treinta y ocho países.
El trabajo y el sacrificio de todos
vosotros contribuye a garantizar la paz y la seguridad de las personas y las
sociedades. Ruego a Dios que os proteja siempre en el cumplimiento de vuestros
deberes profesionales, y que los dones divinos de sabiduría y fortaleza os
acompañen continuamente en el servicio a vuestros países y a vuestros
compatriotas. Invoco sobre vosotros y sobre vuestras familias la gracia y la paz
de nuestro Señor Jesucristo.
Saludo cordialmente a los soldados y policías
de lengua alemana. Bienvenidos a la ciudad eterna, soldados y policías de
Alemania, Austria, Suiza, República Checa, Eslovenia y Hungría. Vuestra
actividad es ante todo un servicio a la seguridad y a la paz. Realizad esta
tarea con responsabilidad y sensibilidad. Que la bendición de Dios acompañe
vuestros pasos por el camino de la paz.
Dirijo ahora un saludo a los militares y
fuerzas de policía de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador,
Paraguay, Perú, España, Bolivia, Guatemala, República Dominicana, Venezuela,
Costa Rica, México y Panamá. Os animo a que con vuestro testimonio personal
colaboréis generosamente en la honrosa tarea de establecer la paz, la
colaboración y la convivencia entre todos los pueblos. Que Dios os bendiga en
vuestra vida familiar y profesional y así deis prueba de adhesión a Cristo y a
su Iglesia. Muchas gracias.
Saludo a los militares y a los miembros de
las fuerzas de seguridad que han venido de Brasil, Mozambique y Portugal,
implorando la sabiduría y la protección divina sobre sus nobles misiones para
que, a pesar del peligro, transmitan paz y confianza a sus familiares y
compatriotas.
Saludo cordialmente a los representantes
del ejército y de la policía de Polonia aquí presentes. Este encuentro
jubilar con los soldados de todo el mundo es un acontecimiento que, de modo
particular, muestra que el ejército no debe ser necesariamente protagonista de
actos bélicos dramáticos, sino que puede y debe ser protector y portador de
paz. Oro para que el arduo servicio que prestan el ejército y la policía para
proteger la seguridad de los hombres y de las naciones se caracterice siempre
por una profunda sensibilidad ante los sufrimientos y las necesidades de los más
débiles, y sea premiado con la gratitud de las sociedades y con la bendición
de Dios.
3. En este momento de profunda comunión,
enriquecido por la gracia jubilar, deseo elevar mi oración al Señor por
vuestros numerosos colegas caídos durante estos años en diversas misiones
de paz y en defensa del orden y la legalidad. ¡Que su sacrificio no haya sido
vano! Que su testimonio oculto y silencioso impulse a todos a no resignarse a la
injusticia, sino a vencer el mal con el bien. Dios los acoja en su reino de paz,
y conceda serenidad y consuelo a sus familias y a todos sus seres queridos.
Encomendemos a la intercesión materna de María santísima nuestra intensa y orante invocación por los vivos y los difuntos.