DISCURSO A diversos grupos de peregrinos que acudieron a Roma con ocasión del jubileo, sábado 4 de noviembre
El gran jubileo es una ocasión propicia para realizar una verdadera conversión
La mañana del sábado 4 de noviembre, memoria litúrgica de san Carlos Borromeo y onomástico del Santo Padre, se dieron cita en la plaza de San Pedro cerca de diecisiete mil peregrinos italianos, principalmente del patriarcado de Venecia y del arzobispado de Milán, que habían venido a Roma con ocasión del jubileo. A las diez, hubo una concelebración eucarística, en rito ambrosiano, presidida por el cardenal Carlo Maria Martini, s.j., arzobispo de Milán, que pronunció la homilía. A las once y media, el Papa bajó a la plaza y, después de escuchar las palabras de los cardenales Martini y Marco Cé, patriarca de Venecia, les dirigió el discurso que publicamos. Como recuerdo del Año jubilar, el patriarcado de Venecia abrirá en su territorio un centro para acoger a mujeres que salen de la cárcel, a fin de que puedan insertarse mejor en la sociedad.
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Os acojo cordialmente con ocasión de vuestra peregrinación jubilar a
las tumbas de los Apóstoles. Me dirijo ante todo a vosotros, queridos peregrinos
de la archidiócesis de Milán. Saludo con afecto al señor cardenal Carlo
Maria Martini, vuestro celoso pastor, y le agradezco las nobles palabras con las
que ha interpretado vuestros sentimientos, así como las cordiales
felicitaciones que me ha expresado por mi onomástico. Yo igualmente lo felicito
cordialmente a usted, venerado hermano, que también se llama Carlos, y a todos
vosotros, que en san Carlos Borromeo reconocéis a vuestro copatrono.
Saludo a los obispos auxiliares y a los obispos de origen ambrosiano aquí
presentes, así como a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas, a los
seminaristas y a los agentes pastorales. Dirijo un saludo deferente a las
autoridades civiles de la región, de las provincias y de los municipios, que
hoy han querido unirse a vosotros para compartir este significativo momento de
alegría y de intensa espiritualidad. Mi cordial bienvenida se extiende a los
representantes de las parroquias de las diócesis de Lugano, Novara y Bérgamo
que, desde tiempos remotos, siguen el rito ambrosiano, y a los ministros de
vuestras parroquias, que hoy están aquí con vosotros en gran número y
contribuyen a la alegría de nuestro encuentro.
Un
año de gracia
2. Celebráis vuestro jubileo en la ciudad eterna, que san Carlos define "la más gloriosa de todas, cuyo cuerpo grande y fuerte es guiado por dos espléndidos ojos, es decir, los cuerpos de los dos Apóstoles" (Acta Ecclesiae Mediolanensis, vol. II, p. 88). Vuestra peregrinación se realiza precisamente el día en que la Iglesia hace memoria de él. Recuerdo mis visitas a vuestra hermosa catedral, donde me arrodillé ante los restos de ese gran obispo, que descansan en la cripta.
Vuelvo espiritualmente a su urna, poniéndome a la escucha de las valiosas
indicaciones que da para la peregrinación jubilar. En una carta pastoral con
ocasión del Año santo de 1575, escribió: "Una vez que hayáis
llegado a Roma, confesándoos y comulgando de nuevo, esperaréis devotamente
conseguir el sagrado jubileo, apartándoos de toda curiosidad y vanidad. El
jubileo es un año santo, un año de total remisión, un año de gracia del Señor"
(ib., p. 885). Como entonces, también hoy el jubileo es una ocasión
propicia y valiosa para una verdadera conversión.
Tres
grandes desafíos
3. Amadísimos hermanos y hermanas, redescubrid
diariamente el amor misericordioso que Dios siente por todos los seres humanos:
con un impulso de renovada adhesión a Cristo, sentíos cada vez más solidarios
con vuestro prójimo, especialmente el más necesitado. Vivid esta alba del
tercer milenio con fe firme, valiente esperanza y caridad ardiente. ¡
Son muchos los desafíos que debéis afrontar en esta importante transición histórica!
El desafío del consumismo: vuestra región está insertada en una
realidad de bienestar; la búsqueda de los bienes superfluos no debe ser jamás
para vosotros una prioridad y nunca debe haceros olvidar las necesidades de los
pobres, tanto de los cercanos como de los más lejanos.
El desafío de la secularización: a Dios se le ha excluido
definitivamente de muchos ámbitos de la vida. Por tanto, es importante y
urgente vuestro compromiso de evangelizar, animando la realidad en la que vivís
con los valores cristianos y ofreciendo a todos ocasiones de encuentro con la
palabra de Dios y con la persona de Cristo. Muchos, quizá de modo inconsciente,
buscan precisamente estas profundas experiencias espirituales.
El desafío pluriétnico: también en el territorio de vuestra
archidiócesis hay personas que proceden de diversos países, pertenecientes a
razas, culturas y religiones diferentes. No cerréis las puertas de vuestro
corazón a quien os pide hospitalidad, con la convicción de que la acogida y el
testimonio del amor son un camino privilegiado para "hablar" de Jesús
a quienes aún no lo conocen.
Nueva
evangelización
4. Vuestro arzobispo acaba de enumerar las prioridades
fijadas por vosotros para el próximo año pastoral, que exigen la generosa
aportación de todos los componentes de la comunidad diocesana: los jóvenes,
las vocaciones, el clero y los agentes pastorales. Os exhorto a secundar las
iniciativas programadas, prestando vuestra generosa colaboración según las
posibilidades de cada uno. De este modo, todos juntos podréis avanzar por el
camino de la nueva evangelización, y Dios hará que vuestros esfuerzos den
frutos de bien.
Iglesia que estás en Milán, no temas afrontar los grandes desafíos del
momento actual. Avanza con confianza por el sendero de la nueva evangelización,
sirviendo amorosamente a los pobres y dando testimonio cristiano en todas las
realidades sociales. Sé consciente de la larga y fecunda historia de tus
parroquias, de tus oratorios y de tus numerosas asociaciones. Que se viva
siempre el Evangelio en las pequeñas y grandes opciones diarias, y que toda
comunidad cristiana renueve, con fidelidad a las propias tradiciones
espirituales, su fecundo testimonio apostólico.
María santísima os acompañe y sostenga: a ella le pido que vele, como
Madre solícita, sobre vuestras familias, especialmente sobre los enfermos y las
personas más débiles. Os protejan san Ambrosio y san Carlos, patronos de
vuestra archidiócesis.
Cristo,
luz y alegría
5. Me dirijo ahora a vosotros, queridos
peregrinos del patriarcado de Venecia, y os saludo con gran afecto. Lo saludo a usted, venerado hermano, cardenal Marco Cè, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Vuestra peregrinación ha seguido las huellas de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Hoy os ofrece la ocasión de renovar vuestra fidelidad al Sucesor de Pedro. Gracias por vuestra visita y por la seguridad de vuestra oración.
En estos días de singular experiencia jubilar, dejaos iluminar por la luz y la
alegría de Cristo. Sólo él puede llenar de esperanza el corazón. Sólo él
puede suscitar en cada uno de vosotros un nuevo impulso apostólico,
capaz de contagiar el corazón y la mente de cuantos encontráis en la vida
diaria.
Siguiendo el ejemplo de san Marcos, vuestro patrono, sed apóstoles del
Evangelio; difundid por doquier la buena nueva, con un incesante testimonio de
caridad fraterna y de solicitud por el prójimo más indigente. La apertura a
las necesidades de los demás es un signo elocuente de la caridad evangélica
que conmueve el corazón incluso de quien no cree. Sacad de la fuente inagotable
de la caridad divina las energías indispensables para trabajar incesantemente
por la promoción de la dignidad de todas las personas. El amor de Cristo os
anima y os sostiene en vuestro esfuerzo por construir con todos los hombres de
buena voluntad una sociedad que respete a todo ser humano.
Renovación
comunitaria
6. El jubileo estimula a realizar una amplia y profunda renovación
espiritual. Además de la conversión personal, debe llevarse a cabo una auténtica
renovación comunitaria. En efecto, para una provechosa acción apostólica es
necesaria la aportación de cada uno, en sintonía con el camino pastoral del
patriarcado. La unidad y la variedad, al mismo tiempo, constituyen la gran
riqueza que contribuye al desarrollo incesante y dinámico de la Iglesia. No
permitáis que las dificultades os frenen y no os desaniméis si en la realización
de este arduo programa espiritual encontráis obstáculos y, a veces,
incomprensiones. Avanzad con confianza. El Señor está con vosotros:
camina con vosotros, y con la fuerza de su Espíritu os renueva constantemente.
Preocupaos solamente por seguirlo a él y, con su ayuda, llevad a todos, incluso
a quienes están "alejados", el anuncio vivo de la palabra de salvación.
Proseguid este esfuerzo apostólico, usando cualquier medio que sea útil.
Amadísimos hermanos y hermanas, caminad con alegría. Tenéis una rica y noble
tradición cristiana.
Muchos
santos y beatos han convertido a vuestra región en una tierra de santidad. Seguid
su ejemplo; avanzad por el sendero de la santidad. Sed apóstoles de nuestro
tiempo, confiando siempre en el apoyo de Dios.
Que María santísima, a quien recordamos en este primer sábado del mes de
noviembre, sea modelo de vuestra fe y estrella que guíe vuestros pasos. Con
estos sentimientos, os aseguro a vosotros y a vuestras comunidades un recuerdo
particular en la oración.
7. Por último, dirijo un saludo a todos los demás peregrinos que
han querido unirse a nosotros en este encuentro. Deseo a todos y a cada uno que
el paso por la Puerta santa sea motivo de una adhesión más generosa a Cristo,
único Redentor del hombre. Amadísimos hermanos y hermanas, os aseguro de buen
grado mi oración, a la vez que de todo corazón os bendigo a vosotros, a
vuestras familias y a todos vuestros seres queridos.