ÁNGELUS Meditación mariana del Papa Juan Pablo II el domingo 12 de noviembre

La Iglesia está cerca de la gran
familia del mundo agrícola

 

El jubileo del mundo agrícola se celebró en Roma los días sábado 11 y domingo 12 de noviembre. Acudieron miles de agricultores de todo el mundo. En las páginas 5-7 publicamos la crónica y los discursos del Santo Padre. Ahora ofrecemos la meditación mariana que pronunció el domingo 12 a la hora del Ángelus: 


1. Al término de esta solemne celebración jubilar, deseo dar las gracias a los numerosos representantes del mundo agrícola, que han venido aquí procedentes de varias naciones. Saludo en particular al señor Jacques Diouf, director general de la FAO, y al señor Paolo Bedoni, representante de los agricultores. Con sus intervenciones, han querido poner de relieve los desafíos, pero también las enormes potencialidades que tiene hoy la agricultura. Está llamada a desempeñar un papel activo y responsable, especialmente para afrontar las grandes problemáticas relacionadas con la alimentación y el hambre en el mundo. El uso equilibrado de los recursos naturales y la distribución equitativa de los bienes disponibles permitirán dar a la población mundial la seguridad alimentaria que todos deseamos.

Amadísimos hermanos y hermanas que formáis la gran familia del mundo agrícola, gracias por vuestra gozosa presencia y vuestra fervorosa participación en este encuentro. La Iglesia está cerca de vosotros. Quiera Dios que esta jornada jubilar os sostenga e impulse a todos a proseguir vuestra benemérita actividad, indispensable para el progreso integral de la comunidad mundial.


2. Saludo cordialmente a las personas de lengua francesa del mundo agrícola, que celebran hoy su jubileo. Vuestra actividad recuerda que los frutos de la tierra y del trabajo del hombre son una cooperación en la creación divina y una invitación a una comunión cada vez más solidaria, para que todos los hombres tengan alimento. A todos los peregrinos les imparto de corazón la bendición apostólica.

Doy una cordial bienvenida a los representantes de lengua inglesa del mundo de la agricultura y de la vida rural presentes en este jubileo. Que vuestro encuentro diario con la belleza de la creación de Dios os ayude a acercaros más al Señor de la vida, fortalezca vuestro compromiso de ser buenos administradores de sus generosos dones, y acreciente vuestra solidaridad con los demás, en especial con los hermanos y hermanas que sufren a causa de la pobreza y el hambre. El Señor de la mies bendiga vuestros esfuerzos y os colme a vosotros y a vuestras familias de su paz.


Os acojo cordialmente, agricultores de lengua alemana, que habéis venido a Roma para celebrar el Año santo. Cuidad la tierra que se os ha confiado, para que produzca buenos frutos, que alimenten y alegren a todos los hombres. De buen grado os imparto la bendición apostólica.

Saludo con afecto a los trabajadores del campo de lengua española. Vuestra tarea, que dignifica al hombre y completa la obra del Creador, merece toda la estima de la Iglesia y el respeto de las instituciones. Fomentad entre vosotros el espíritu de solidaridad y de colaboración, dando testimonio del destino universal de los bienes y favoreciendo la protección del medio ambiente para asegurar, de este modo, la existencia digna del hombre de hoy y de las generaciones futuras. A todos os bendigo de corazón.

A los trabajadores y asalariados de lengua portuguesa que viven del cultivo del campo les deseo las mayores bendiciones del cielo, para que siembren y planten en paz y con seguridad, en una tierra amiga que les dé el ciento por uno y donde sus hijos, saciados, compartan con los más pobres.


Saludo con gran alegría a los peregrinos ucranianos aquí presentes. Queridos hermanos, que este Año santo sea para todos vosotros un tiempo fuerte de gracia, reconciliación y renovación interior. Os imparto de corazón la bendición apostólica a vosotros y a vuestros seres queridos.


Saludo cordialmente a los agricultores de Polonia y de los demás países, que celebran hoy su jubileo. Con vuestra fatiga diaria respondéis del modo más directo a la llamada que hizo el Creador al hombre para que domine la tierra. Dios bendiga vuestro trabajo, a fin de que todos los hombres se beneficien abundantemente de sus frutos. Alimentan y defienden:  he citado estas palabras ayer. Hoy las repito una vez más. Se refieren a vosotros. El agricultor polaco, hijo de la tierra polaca, alimentaba y defendía. Por eso, merece gratitud y solicitud por su futuro. Dios os bendiga.


3. Encomiendo a María, Madre de gracia, las aspiraciones y los propósitos de bien que ha suscitado esta jornada de intensa comunión eclesial. A ella dirigimos ahora nuestro pensamiento, invocándola confiadamente con las palabras del Ángelus.