DISCURSO
A diversos grupos de peregrinos
jubilares, en su mayoría de diócesis italianas, sábado 28 de octubre
El
sábado 28 de octubre se congregaron en la plaza de San Pedro cincuenta mil
peregrinos, casi en su totalidad italianos -aunque había algunos procedentes de
México y de España-, que habían venido a Roma con ocasión del jubileo. Había
peregrinaciones de las seis diócesis de la región de Basilicata (seis mil
fieles), encabezadas por los respectivos obispos; la archidiócesis de Siena-Colle
di Val d'Elsa-Montalcino, con el arzobispo Gaetano Bonicelli (siete mil
personas); la archidiócesis de Fermo, con el arzobispo Gennaro Franceschetti
(cinco mil); la archidiócesis de Amalfi-Cava dei Tirreni, con el arzobispo
Orazio Soricelli (cuatro mil); la diócesis de Rímini, con el obispo Mariano De
Nicolò (cuatro mil); la diócesis de Tívoli, con el obispo Pietro Garlato (dos
mil); y la diócesis de Latina-Terracina-Sezze-Priverno, con el obispo Giuseppe
Petrocchi (cuatro mil). Eran numerosas también las peregrinaciones
parroquiales. En los otros grupos sobresalían los estudiantes, profesores y
padres de escuelas católicas italianas (diez mil); los miembros del Colegio
profesional de peritos industriales (dos mil); los institutos "Mater
divinae gratiae" de Formia y "Santa Catalina" de Capua
(trescientos cincuenta cada uno), etc. A las diez de la mañana, se tuvo una
misa presidida por el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité para el
gran jubileo, con el que concelebraron numerosos obispos y sacerdotes. Pronunció
la homilía mons. Orazio Soricelli. A las once y media, el Santo Padre bajó a
la plaza y después de escuchar las palabras que le dirigió el cardenal Camillo
Ruini, presidente de la Conferencia episcopal italiana, pronunció el discurso
que publicamos.
Amadísimos
hermanos y hermanas:
1. Os
doy mi cordial bienvenida a todos vosotros, que habéis venido de varias partes
de Italia con ocasión del jubileo. Ojalá que este itinerario de gracia os
proporcione fuerza e intrepidez para adheriros fielmente al Evangelio, convirtiéndoos
en auténticos servidores de Cristo, camino, verdad y vida. Agradezco de corazón
al señor cardenal Camillo Ruini las palabras que ha pronunciado en nombre de
los numerosos obispos presentes esta mañana, interpretando sus sentimientos, así
como los de sus fieles, aquí reunidos, y de los miles de alumnos que participan
en la manifestación organizada por la Federación de institutos dependientes de
las autoridades eclesiásticas (FIDAE).
Saludo con afecto, en primer lugar, a los peregrinos diocesanos provenientes de Basilicata y acompañados por sus respectivos obispos, monseñor Ennio Appignanesi, monseñor Antonio Ciliberti, monseñor Michele Scandiffio, monseñor Rocco Talucci, monseñor Vincenzo Cozzi y monseñor Salvatore Ligorio. A cada uno de ellos le expreso mi afecto fraterno. Amadísimos fieles, habéis querido participar todos en la celebración jubilar en Roma, implicando también a las instituciones provinciales, municipales y, de modo particular, a vuestra región. Sé que esta ha contribuido generosamente a la acogida de los peregrinos y ha apoyado importantes iniciativas religioso-culturales y misioneras relacionadas con los acontecimientos jubilares. Ojalá que vuestra peregrinación jubilar sea para todos ocasión de un encuentro personal con Cristo. Abríos confiadamente a él, único Salvador del mundo, y recibiréis la alegría verdadera. Escuchadlo y seguidlo: os llama a ser miembros vivos de su Iglesia, templos luminosos de su Espíritu de amor.
La fuerza de la oración
2. Saludo, asimismo, a los peregrinos de la archidiócesis de Siena-Colle
di Val d'Elsa-Montalcino, acompañados por el arzobispo, monseñor Gaetano
Bonicelli. Queridos hermanos, hoy vuestra peregrinación jubilar a la tumba de
los Apóstoles está guiada, en cierto sentido, por la figura y el ejemplo de
santa Catalina, copatrona de Italia y de Europa, cuya imagen, esculpida en mármol,
resplandece a partir de ahora en un nicho externo de la basílica vaticana,
significando su intensa devoción a Pedro y a sus Sucesores. Seguid el
itinerario espiritual de vuestra gran paisana, cuya vida fue un crecimiento
progresivo en el conocimiento de Cristo y en la entrega a él. Que su testimonio
os ayude a descubrir cada vez más, día a día, vuestra vocación cristiana y a
responder a ella con esfuerzo generoso.
3. Me alegra también dirigir un cordial saludo a los fieles de la archidiócesis
de Fermo, encabezados por su arzobispo, monseñor Gennaro Franceschetti. En esta
última parte del jubileo, tiempo fuerte del amor misericordioso del Padre,
deseo de corazón que cada uno de vosotros esté cada vez más animado por el
celo apostólico y difunda, con su ejemplo, el mensaje evangélico. Os animo a
encontrar en la oración, de modo particular en la celebración eucarística, la
fuerza para participar activamente en la vida de vuestras comunidades
cristianas. Todo discípulo del Señor está llamado a desempeñar su papel en
la construcción de la Iglesia.
Defender los valores de la vida y de la familia
4. Mi saludo se dirige ahora a los fieles de la archidiócesis de Amalfi-Cava
dei Tirreni, que han acudido aquí guiados por su pastor, monseñor Orazio
Soricelli. Durante el camino de este Año jubilar os habéis comprometido en un
significativo itinerario pastoral, rico en iniciativas apostólicas. Queridos
hermanos, no desaprovechéis los copiosos frutos espirituales recogidos; por el
contrario, esforzaos por participar de manera activa y responsable en la misión
evangelizadora de la Iglesia. Acoged el mensaje exigente y liberador del
Evangelio, y haced resonar siempre la buena nueva con vuestras palabras, pero,
sobre todo, con vuestro testimonio de vida.
5. Saludo también a los peregrinos de la diócesis de Rímini, acompañados
por su obispo, monseñor Mariano De Nicolò. Recordando con agrado mi visita
pastoral de 1982, que culminó en la santa misa que celebré en la gran
explanada del puerto, os renuevo mi invitación a meditar en las
responsabilidades que derivan de la vocación turística del territorio de
vuestra diócesis. Comprometeos a infundir un alma al turismo, y proponed
continuamente a todos el mensaje cristiano, defendiendo los grandes valores de
la vida, de la familia y del carácter sagrado del día del Señor.
Evangelizadores valientes
6. Me dirijo ahora a vosotros, queridos fieles de la diócesis de Tívoli,
que habéis venido junto con vuestro obispo, monseñor Pietro Garlato. Sé que
os estáis preparando para vivir una especial misión diocesana. Esta
iniciativa, puesta casi al término de las celebraciones del gran jubileo,
constituye una significativa ocasión para hacer fructificar los dones de gracia
suscitados por los acontecimientos jubilares que se han sucedido durante este año.
Que cada creyente sea un intrépido evangelizador en el ambiente en que vive.
7. Mi saludo va ahora a los fieles provenientes de la diócesis de Latina-Terracina-Sezze-Priverno,
y a su pastor, monseñor Giuseppe Petrocchi. Queridos hermanos, recuerdo con
agrado mi visita a vuestra tierra, en el año 1991, con ocasión del centenario
del nacimiento de santa María Goretti, patrona de todo el Agro Pontino. El
ejemplo de su adhesión a Cristo mediante el ejercicio continuo de las virtudes
cristianas es siempre válido y actual, también en el tercer milenio. Imitad su
coherencia y su valentía en las opciones diarias, dando una respuesta sincera a
la llamada común a la santidad.
Discípulos de la verdad
8. Saludo, asimismo, a los alumnos de institutos de diversas partes de
Italia, en particular a los numerosos participantes en el tradicional encuentro
de las escuelas católicas de Roma y del Lacio. Amadísimos alumnos, profesores
y padres, sed bienvenidos. Ha transcurrido un año desde la gran manifestación
del 30 de octubre de 1999, cuando, en esta plaza, se reunió una gran multitud
de representantes de las escuelas católicas italianas. Al respecto, no puedo
olvidar al principal organizador de aquella manifestación, el hermano Giuseppe
Lazzaro, que ha fallecido prematuramente. Al recordar su generosa y ferviente
actividad en el mundo de la escuela, como presidente de la FIDAE del Lacio, y su
esfuerzo por sostener la paridad escolar católica, elevo al Señor una especial
oración de sufragio por su alma bendita.
La escuela, especialmente la escuela católica, que es encrucijada de las
problemáticas de la vida social y cultural del país, debe interesarse por las
preguntas y las incertidumbres, pero también por las energías positivas y las
aspiraciones que animan a los jóvenes. Queridos responsables de la escuela en
general y de la escuela católica en especial, vuestra tarea consiste en
ofrecerles válidos y auténticos puntos de referencia culturales y formativos,
ayudándoles a ser siempre discípulos de la verdad. Al mismo tiempo que espero
que se reconozca plenamente a la escuela católica el lugar que le corresponde
en la vida social y civil de la nación, os deseo a todos vosotros que sigáis
trabajando en el campo educativo y formativo con confianza perseverante, con
competencia y con renovada esperanza.
9. Saludo cordialmente a los miembros de la Asociación mundial de
gastronomía "La cadena de los asadores". Que vuestro encuentro en
Roma sea ocasión para estrechar los vínculos de amistad y solidaridad, y para
vivir con todos los peregrinos una etapa jubilar. Os imparto mi bendición apostólica.
Quiero expresar mi cordial saludo también a los peregrinos de lengua española
venidos para participar en esta celebración jubilar. Os aliento a seguir
creciendo en vuestra fe y a ser siempre testigos del amor misericordioso de
Dios, manifestado en Cristo muerto y resucitado. Que Dios os conceda las gracias
jubilares.
Renovar en Cristo los ambientes de vida
10. Un afectuoso saludo va, por último, a las diversas comunidades
parroquiales, a las asociaciones y a los demás grupos de peregrinos, en
particular, a los representantes de Ina-Assitalia y al Colegio de peritos
industriales. Os deseo a cada uno que esta experiencia jubilar sea estímulo
eficaz de caridad, justicia y paz, para contribuir a la renovación en Cristo de
las comunidades cristianas y de todos los ambientes de vida.
Invocando la intercesión materna de María, Madre de la Iglesia, imparto de
corazón a todos los presentes la bendición apostólica.