P. Guillermo José Chaminade

Nació en Périgueux (Francia) en 1761. Fue el decimocuarto hijo de una familia profundamente cristiana: además de Guillermo José, otros tres hermanos fueron sacerdotes. En el año 1771 ingresó en el seminario menor de Mussidan, donde, cuatro años más tarde, hizo votos privados de pobreza, castidad y obediencia. Se ordenó sacerdote en 1785.

En 1790, ya iniciada la Revolución francesa, se trasladó a Burdeos y allí pasó la mayor parte de su vida. En 1791 se negó a jurar la «Constitución civil del clero» y ejerció clandestinamente el ministerio sacerdotal, poniendo su vida en continuo peligro. En este período conoció a la venerable Marie-Thérése Charlotte de Lamourous (1754-1836), que fue una de sus más estrechas colaboradoras y a la que ayudó a fundar la obra de la Misericordia de Burdeos para la protección de las jóvenes. En 1795 se le confió la delicada labor de acoger en la diócesis a los sacerdotes que, habiendo hecho el juramento constitucional, querían reconciliarse con la Iglesia. Ejerció este ministerio de penitenciario durante dos años, consiguiendo la reconciliación de unos cincuenta sacerdotes.

En 1797, durante el Directorio, se vio obligado a emigrar a Zaragoza (España), donde residió tres años. Allí, cerca de la Virgen del Pilar, forjó sus convicciones mariano-apostólicas y recibió la

 

 

Dom Columba Marmion

Abad y escritor de la orden de San Benito

Nació en Dublín, el 1 de abril de 1858, de padre irlandés (William Marmion) y de madre francesa (Herminie Cordier). Tres de sus her-

divina, dado que, tras la muerte de su padre, la familia no tenía otros ingresos.

A mediados de noviembre de 1886, obtuvo el permiso

inspiración de fundar una familia de seglares. y religiosos dedicados a María.

En noviembre de 1800 regresó a Burdeos y trató de refundar sobre bases nuevas la antigua Congregación mariana. Se esforzó por dar a sus congregantes una sólida formación religiosa y les orientó hacia objetivos apostólicos bien precisos, exhortándoles a ofrecer a la sociedad indiferente y descristianizada el ejemplo de un pueblo de santos, como hicieron los cristianos de la Iglesia primitiva. Esta Congregación será la base de su incansable actividad evangelizadora, orientada a la recristianización de Francia. Chaminade ha sido considerado con razón como precursor de la participación activa de los seglares en la vida de la Iglesia. En esos años se encargó también de la reorganización de la diócesis de Bazas, de la que fue nombrado administrador apostólico.

En 1801 la Santa Sede lo nombró misionero apostólico. Este título fue para él la confirmación oficial de sus intuiciones sobre la Iglesia de este nuevo tiempo. El p. Chaminade concibió su ministerio y el de las congregaciones marianas como una misión permanente y estable, orientada a la formación en la fe, con nuevos métodos y trabajando en íntima alianza con María. La Congregación de Burdeos se extendió a otras ciudades de la región y de toda Francia, mediante grupos que solicitaban la afiliación porque deseaban seguir la inspiración y los métodos del p. Chaminade. En esos años, promovió algunos grupos de chicos y chicas que, deseosos de una mayor entrega, hacían votos privados y se dedicaban al apostolado de la Congregación, sin dejar sus tareas seculares.

En 1816, junto con la venerable Adéle de Batz de Trenquelléon (1789-1828), fundó en Agen el instituto de Hijas de María Inmaculada y, al año siguiente, en Burdeos, la Compañía de María. Sus primeros miembros, que con el tiempo se llamarían Marianistas, eran congregantes marianos, mujeres y hombres, que querían responder al Señor con una entrega más radical, prolongación de su compromiso bautismal y de su consagración a la Virgen María.

Los dos institutos se desarrollaron rápidamente en Francia y recibieron en 1839 el «decretum laudis» del Papa Gregorio XVI. Dado que la enseñanza era una necesidad prioritaria en esa época, las dos ramas de Marianistas se dedicaron a escuelas primarias, secundarias y de artes y oficios. Enseñaban para educar y formar en la fe. El p. Chaminade soñaba con un ambicioso proyecto de Escuelas Normales para la formación de maestros cristianos. Nacieron así algunas escuelas, pero la Revolución de 1830 hizo que no prosperaran.

Por entonces el p. Chaminade se dedicó especialmente a la redacción de las Constituciones y escribió importantes circulares sobre la consagración-alianza con María y sobre la vida religiosa marianista. Las comunidades y las obras seguían creciendo en Francia, luego en Suiza (1839) y Estados Unidos de América (1849). A partir de 1836 las Hijas de María Inmaculada, poniendo en práctica el deseo de su fundadora, fallecida en 1828, crearon escuelas rurales en el suroeste de Francia, asegurando así la instrucción y educación cristiana de las jóvenes y la promoción de la mujer.

Los últimos diez años de su vida constituyeron para él un período de dura prueba: dificultades de salud, problemas financieros, defecciones de algunos discípulos, incomprensiones y desconfianzas de otros, obstáculos en el ejercicio de su misión de fundador. Pero lo afrontó todo con gran confianza en María, fiel a su conciencia y a la Iglesia, lleno de fe y de caridad.

Murió en paz, rodeado de muchos de sus hijos, junto a la capilla de la Madeleine de Burdeos, el 22 de enero de 1850. Una frase suya, escrita en 1825 a un grupo de congregantes jóvenes, resume así su vida: «Por la gran misericordia de Dios hacia mí y hacia los demás, desde hace mucho tiempo no vivo ni respiro sino para propagar el culto de la augusta Virgen y para contribuir así cada día al crecimiento y a la multiplicación de su familia».