¡Felicidades, Santidad, por su 80° cumpleaños!

Palabras del cardenal Sodano al final de la celebración eucarística

 

Hermanos y hermanas en el Señor:

Al concluir esta solemne celebración, siento el deber de presentar a nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II la felicitación más cordial, en nombre de todos los presentes, por su próximo 80° cumpleaños, agradeciéndole su valioso ministerio pastoral en favor de toda la santa Iglesia de Dios. Le expresamos la felicitación más cordial de toda la Iglesia.

En la solemne circunstancia de su venida a Fátima, el Sumo Pontífice me ha encargado daros un anuncio. Como es sabido, el objetivo de su venida a Fátima ha sido la beatificación de los dos pastorcitos. Sin embargo, quiere atribuir también a esta peregrinación suya el valor de un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le ha dispensado durante estos años de pontificado. Es una protección que parece guardar relación también con la llamada «tercera parte» del secreto de Fátima.

Este texto es una visión profética comparable a la de la sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por tanto, la clave de lectura del texto ha de ser de carácter simbólico.

La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Es un interminable vía crucis guiado por los Papas del siglo XX.

Según la interpretación de los pastorcitos, interpretación confirmada recientemente por sor Lucía, el «Obispo vestido de blanco» que ora por todos los fieles es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos), cae a tierra como muerto, bajo los disparos de arma de fuego.

Después del atentado del 13 de mayo de 1981 a Su Santidad le pareció claro que había sido «una mano materna la que guió la trayectoria de la bala», permitiendo al «Papa agonizante» que se detuviera «en el umbral de la muerte» (Juan Pablo II, Mensaje a los obispos italianos desde el Policlínico Gemelli: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de mayo de 1994, p. 4). Con ocasión de una visita a Roma del entonces obispo de Leiría-Fátima, el Papa decidió entregarle la bala que quedó en el jeep después del atentado, para que se custodiase en el santuario. Por iniciativa del obispo, la misma fue después engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima.

Los sucesivos acontecimientos del año 1989 llevaron, tanto en la Unión Soviética como en numerosos países del Este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo. También por esto el Sumo Pontífice está agradecido a la santísima Virgen desde lo más profundo del corazón. Sin embargo, en otras partes del mundo los ataques contra la Iglesia y los cristianos, con la carga de sufrimiento que conllevan, desgraciadamente no han cesado. Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. «La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo (...). La invitación insistente de María santísima a la penitencia es la manifestación de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y perdón» (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada mundial del enfermo de 1997, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 8 de noviembre de 1996, p. 2).

Para permitir que los fieles acojan mejor el mensaje de la Virgen de Fátima, el Papa ha confiado a la Congregación para la doctrina de la fe la tarea de hacer pública la tercera parte del secreto, después de preparar un oportuno comentario.

Hermanos y hermanas, agradecemos a la Virgen de Fátima su protección. A su materna intercesión confiamos la Iglesia del tercer milenio.

Sub tuum praesidium confugimus, sanctaDei Genetrix! Intercede pro Ecclesia. Intercede pro Papa nostro Johanne Paulo II. Amen.