Mensaje de la presidencia de la Comisión pontificia

para América Latina con motivo del

Día de Hispanoamérica en las diócesis españolas

 

1. «El descubrimiento de América, con el que comenzó una nueva era de la historia de la humanidad, constituye sin duda un elemento fundamental en la valoración del milenio que concluye».

Así se ha expresado Juan Pablo II en la homilía que pronunció el último día del año 1999, durante las Vísperas de acción de gracias en la basílica de San Pedro.

El Papa hizo esta reflexión: «La humanidad, consciente de su devenir, escribe su propia historia: la historia de las personas, de los Estados y de los continentes, la historia de las culturas y de las religiones. Esta tarde nos preguntamos: ¿qué es lo que ha caracterizado principalmente al milenio que ahora está llegando a su fin? ¿Cómo se presentaba hace mil años la geografía de los países, la situación de los pueblos y de las naciones? ¿Quién sabia entonces de la existencia de otro gran continente al oeste del océano Atlántico?».

2. Es oportuno evocar esta reflexión del Santo Padre en la celebración de la tradicional Jornada de Hispanoamérica que las diócesis españolas dedican cada año a las Iglesias hermanas de América.

A lo largo de la última mitad del segundo milenio América Latina fue evangelizada con un colosal esfuerzo misionero de España y Portugal. Precisamente este año, el 26 de abril, se conmemora el V centenario de la primera misa que el franciscano fray Henrique de Coimbra celebró en Coroa Vermelha, Santa Cruz-Cabrália, Brasil, nación a la que se llamó entonces Tierra de la Santa Cruz.

3. Estos recuerdos nos estimulan a seguir trabajando durante el tercer milenio con renovado vigor en la evangelización de América, en la cual España siempre se ha distinguido por su generosa solidaridad.

Iluminará nuestras tareas apostólicas el expresivo lema escogido para la jornada del próximo 5 de marzo: Sacerdotes 2000, sacerdotes misioneros.

Para esta fascinante empresa de nueva evangelización, tenemos un programa incisivo y fuertemente orientador en la exhortación apostólica postsinodal de Juan Pablo II Ecclesia in America. Se trata de un programa que intenta hacer de América, continente ya evangelizado durante quinientos años, un continente evangelizador (cf. n. 74).

4. Todo sacerdote está llamado a mirar más allá de los límites de la propia diócesis o nación, pues participa, en virtud del sacramento del orden, de la solicitud misionera de la Iglesia con miras a llevar a todos los confines de la tierra el Evangelio de Jesucristo, según el mandato del divino Maestro a sus discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación» (Mc 16, 15).

Así, pues, «todos los sacerdotes deben tener corazón y mentalidad misioneros, estar abiertos a las necesidades de la Iglesia y del mundo» (Redemptoris missio, 67).

5. En el frontispicio del nuevo milenio el Papa, primer misionero de la Iglesia, ha escrito el nombre de Jesucristo.

«Jesucristo es la buena nueva de la salvación comunicada a los hombres de ayer, de hoy y de siempre; pero al mismo tiempo es también el primer y supremo evangelizador. La Iglesia debe centrar su atención pastoral y su acción evangelizadora en Jesucristo crucificado y resucitado. Todo lo que se proyecte en el campo eclesial ha de partir de Cristo y de su Evangelio. Por lo cual, la Iglesia en América debe hablar cada vez más de Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre. Este anuncio es el que realmente sacude a los hombres, despierta y transforma los ánimos, es decir, convierte. Cristo ha de ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio de la propia vida... Los pobres han de ser considerados ciertamente entre los primeros destinatarios de la evangelización, a semejanza de Jesús, que decía de sí mismo: "El Espíritu del Señor (...) me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la buena nueva" (Lc 4, 18)» (Ecclesia in America, 67).

6. Con el Santo Padre, con los obispos, con los sacerdotes y con todo el pueblo de Dios, celebremos a Jesucristo durante este Año Jubilar dando, al comienzo del milenio, un impulso decisivo a la evangelización.

Evangelizare Jesum Christum, que decía San Pablo, Anunciar a Jesucristo (cf. Ga 1, 16).

He aquí la consigna que ofrecemos en esta significativa ocasión a las Iglesias locales de España, invitándolas a abrirse cada vez más al continente de la esperanza.

Vaticano, 6 de enero de 2000, solemnidad de la Epifanía del Señor

Cardenal Lucas MOREIRA NEVES
Presidente

Monseñor Cipriano CALDERÓN
Vicepresidente