Las intenciones misionales del Apostolado de la oración para el año 2000, aprobadas por el Santo Padre, son las siguientes:

Para que los cristianos, de toda nación o cultura, vivan cada vez más en gran comunión y respeto mutuo

Para que el Año internacional de la cultura de la paz, inspirándose en el misterio cristiano de la Navidad, sea fuente de paz auténtica y duradera para toda la humanidad

Para que las comunidades cristianas sean terreno apto y acogedor para todas las vocaciones de especial consagración

Para que los peregrinos que visiten Roma, Jerusalén y otros santuarios cristianos, se hagan mensajeros de la «buena noticia» de la esperanza para el hombre de hoy

Para que el Año santo, tiempo favorable para el arrepentimiento y el perdón, fomente en todo creyente una profunda y perdurable conversión

Para que la Virgen María, Madre del Salvador, proteja a los misioneros y los sostenga en sus trabajos apostólicos

Para que, a través de la generosa acogida de los cristianos, los prófugos, refugiados y emigrantes experimenten la bondad de Dios, Padre de todos los hombres

Para que los pueblos de África, desgarrados por la discordia y las luchas fratricidas, en cuentren en el Evangelio la fuerza que vence la venganza y la violencia y abre los corazones al perdón y a la reconciliación

Para que María, Madre del Señor, sea modelo de fidelidad y generosidad en el seguimiento de Cristo

Para que la «memoria» jubilar de los nuevos mártires suscite en la Iglesia una nueva primavera misionera

Para que Jesucristo, adorado y celebrado en la Eucaristía, sea cada vez más acogido y compartido para la salvación del mundo

Para que los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de China estén siempre animados de auténtico espíritu apostólico y católico

Para que los seguidores de las distintas religiones crezcan en el respeto mutuo y colaboren en la consolidación de la justicia y de la paz en el mundo

Para que cuantos están bajo la prueba de la enfermedad y la soledad ofrezcan sus sufrimientos con Cristo por la conversión del mundo

Para que todos los jóvenes cristianos del mundo se unan en el testimonio de Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, que puso su morada entre nosotros

Para que las Iglesias particulares de Oceanía trabajen con generoso espíritu misionero para difundir el reino de Dios

Para que los científicos y el mundo universitario encuentren en la búsqueda de la verdad el camino hacia Dios Padre

Para que las relaciones entre cristianos y musulmanes se caractericen siempre por la comprensión recíproca y la tolerancia

Para que los matrimonios jóvenes sean sostenidos por el testimonio y la ayuda de sus padres y de las demás familias

Para que la corresponsabilidad universal de los obispos multiplique las iniciativas de cooperación misionera entre las Iglesias locales

Para que los responsables políticos y económicos sientan el deber de procurar el bien común y, en primer lugar, de los más indigentes

Para que la reflexión sobre la dimensión misionera de los institutos religiosos favorezca el crecimiento de nuevas y santas vocaciones a la vida consagrada

Para que la celebración del jubileo suscite en los hombres de buena voluntad el compromiso de defender y promover la vida humana

Para que los niños sean respetados siempre en su dignidad y cese toda forma de abuso de la infancia