TURISMO
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1. El hombre en toda época ha estado de viaje, como nómada, como guerrero, como descubridor, como peregrino, como prófugo, como aventurero, como viajante por amor a la cultura. Tales peregrinaciones y viajes estuvieron limitados a determinados tipos y clases de hombres. Hasta nuestro siglo no apareció el t. de masas. Pero tuvo sus antecedentes. Si en el s.
XVII salía el joven noble a su grand tour, que se entendía como viaje de formación, y si en el s. xviii emprendía su «viaje de baños», tales peregrinaciones seguían tradiciones y privilegios ligados al estamento. También el ciudadano adinerado, que ascendía socialmente, de comienzos del s. xix cedió al instinto de la lejanía. Pronto apareció el primer t. organizado, por cierto y en Inglaterra: Thomas Cook lo «descubrió» en 1841. La Europa continental no quiso quedar a la zaga de Inglaterra. Louis Stangen fundó en Breslau la primera oficina de t. de Alemania y, en 1878, ofreció «excursiones» por los alrededores de Breslau, y en 1878 incluso un viaje por el mundo. Precursor de esta ansia de conocer mundo, fue el editor alemán K. Baedecker, cuya casa, fundada en 1872, publicó las famosas «guías del viajero». Se fundaron también asociaciones de alpinismo y t., la primera, extrañamente, en Londres (1865). También en esto siguieron Alemania y Austria. La vertiente proletaria de estas asociaciones de clase media la formaron desde 1895 los «amigos de la naturaleza». Cuando finalmente la juventud se enamoró de los campamentos, del tipismo y de la flor azul, se introdujeron en la totalidad de la sociedad tipos de conducta turística.

En una historia del t. habría que investigar cómo, paralelamente con los procesos sociales y culturales — p. ej., con un cambio en el modo de entenderse las clases — se constituyen las organizaciones económicas y técnicas de t., que están a su vez en estrecha dependencia de los inventos de la técnica, no menos que de la legislación social (vacaciones preceptivas con una duración concreta). En todo caso, registremos como resultado final de esta evolución el t. en serie bajo su forma actual; sus características son: «normas, montaje, preparación en serie» (H.M. Enzensberger), el viaje a la medida de todos.

2. Europa, que sigue siendo la más importante zona turística del mundo, contó en 1966, en números redondos, 95 500 000 viajeros. Lo que representa no menos del 74,6 % de los turistas de todo el mundo. La Union Internationale des Organismes Officiels du Tourisme (UIOOT) estima en 8,12 billones de dólares el volumen de gastos originados por el turismo. Comparados con 1965, los turistas han aumentado en 11 %, los gastos de viaje en 12 %. Como resulta de un estudio de la UIOOT de 1964, el pueblo más viajero del mundo es el suizo: de 1000 suizos, 390 emprendieron un viaje al extranjero. Le siguen Canadá (326), países del Benelux (312), Francia (239), República Federal de Alemania (215), América (112). Los países preferidos por los turistas siguen siendo: Suiza, Austria, España, Italia y Alemania; sin embargo, se van descubriendo en medida creciente como metas de viaje el Próximo Oriente, Africa y Asia; América es visitada también por europeos.

3. Vacaciones (veraneos) y turismo de serie están aún poco estudiados como campos modernos de vivencia. Las primeras investigaciones dan por resultado que en la motivación de un viaje o en la elección del lugar de vacaciones desempeñan un gran papel (mucho más que el deseo de formación, la diversión, la búsqueda de contacto y el prestigio) la huida del –> ambiente, de las vinculaciones, de la –> profesión, del quehacer diario y de situaciones de tensión. En el fondo del t. de masas aparece la sociedad industrial con su presión y concentración, con la división de trabajo y la ocupación unilateral del hombre, con la planificación y los esquemas de conducta, con las coacciones sociales. El t. es «el espejo de la sociedad de que él se aparta». La conexión entre -> industrialismo y t. debe darse por cierta, bien porque el -> trabajo venga referido al -> tiempo libre, bien porque se entienda el consumo como «continuación de la producción con otros medios» (Habermas). Aun allí donde el hombre cree estar libre del trabajo, se orienta por él. La decisión, consiguientemente, sobre el sentido y éxito de la vacación y del tiempo libre se da ya en el trabajo y quehacer diario, mejor dicho, en una superior determinación del sentido de ambos, en el concepto de una vida ordenada, que se trasciende a sí misma en el trabajo y el ocio, pues está dirigida a un fin. Sólo se superarán la centrifugacidad y los excesos del t. cuando se reconozcan sus motivos en gran parte irracionales y, a la vez, muy reales. El t. actual es síntoma de una sociedad industrial y de una forma de vida inherente a ella, por cuya humanización se está luchando todavía.

4. La Iglesia ha reconocido progresivamente el t. como una tarea y una oportunidad. En los lugares de recreación han actuado clérigos particulares (en el culto, en conferencias para turistas y en una pastoral intensiva en balnearios, etc.). En congresos internacionales (1960 en Munich, 1963 en Roma, 1964 en Lugano, 1965 en Mónaco, 1966 en Roma) se puso el t. en relación con una pastoral misional. El papa Pablo vi fundó la Commissio de re pastorali peregrinatorum in ambitu internationali, y en el congreso internacional sobre «Los valores espirituales del t.» (18 al 21 de abril de 1967) llamó a éste «pasaporte para la paz» (por contribuir a la inteligencia de los pueblos). Aunque este congreso pide una cooperación internacional entre los puestos eclesiásticos y nuevos métodos pastorales, haciendo las sugerencias correspondientes, sin embargo, el verdadero problema del t. parece radicar en la falta de una ética cristiana de la profesión, por la que se logre la humanización de la sociedad industrial. Junto a esta tarea de los moralistas y de la predicación cristiana, la Iglesia, en las diversas organizaciones pastorales orientadas al t., ha de presentarse discretamente al turista en su mundo de vacaciones, para ayudar desinteresadamente, como comunidad cristiana o como cristiano particular, por el testimonio de la salvación divina al hombre que en la recreación busca su salud (total).

BIBLIOGRAFÍA: H. Habermas, Notizen zum Mißverhältnis von Kultur und Konsum: Merkur 10 (1956); A. Koch, Der Urlaubsreiseverkehr: Jahrbuch für Fremdenverkehr VII (Mn 1959); .1. Knebel, Soziologische Strukturwandlungen im modernen T. (St 1960): DIVO, Die Reise im Vorstellungsbild und in den Erwrtungen des Touristen (F 1960); P. Rieger, Der moderne Urlaub (Mn 1961); Fremdenverkehr und missionarische Seelsorge: Paulus 33 (Fr 1961) fasc. 5/6; H. .11. Enzensberger, Vergebliche Brandung der Ferne: Einzelheiten I (F 1961); DIVO, Urlaub und Reise (F 1962); G. Arrighi, Christus unter den Fernstehenden (Wie 1962); Tutzinger Empfehlungen des evangelischen Arbeitskreises für Freizeit und Erholung an die Gliedkirchen der EKG in der Bundesrepublik (Tutzing 1965): R. Bleistein, Kirche und Tourismus: StdZ 180 (1967) 154-166; L. Fernández Fuster, Teoría y técnica del Turismo, t. I (Ed Nacional Ma 21967); (t II 1970); L. Fernández. Suárez, Derecho usual (legislación turística española) (Obra Sindical Ma): B. Olmo, El turismo en la Guinea Ecuatorial (Dossat Ma 1967); E. Mac Donald, Una aproximación al conocimiento turístico (UNAM Méx 1970): M. Martínez, Turismo en el Uruguay (N Tierra Montevideo 1970).

Roman Bleistein