REFLEXIÓN
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I. Concepto

El concepto de r., desarrollado por el -> neo-platonismo como épistrofé, fue luego perfeccionado por Agustín, Buenaventura y Tomás de Aquino. Según éste, el espíritu conoce la -> verdad en cuanto que vuelve la mirada sobre sí mismo (supra seipsum reflectitur), en lo cual aprehende no sólo su acción, sino también su esencia, de la que es propio conformarse con las cosas (De ver., q. 1 a 9; S. c. G. lv c. 11; In lib. de causis prop., 13 y 15). A comienzos de la edad moderna Descartes se ve llevado a la r. en su empeño de asegurar el conocimiento; se apoya en el cogito y basa en éste todo lo demás (-> cartesianismo). La r., notablemente profundizada, pervive en el método trascendental (-> filosofía trascendental) de Kant (-a kantismo), que concibe nuestro conocimiento en función de sus condiciones a priori de posibilidad en el sujeto y sobre todo a partir de los conceptos puros o categorías del entendimiento (cf. Critica de la razón pura B 25). De esto hay que distinguir los conceptos de la r., que definen en alternativas la relación de los conceptos objetivos entre sí, lo cual se hace en virtud de la «r. trascendental»; ésta constata si los conceptos objetivos «se comparan entre sí como pertenecientes al entendimiento puro o a la intuición sensible» (A 261). Hegel rechaza la filosofía de la r., que como filosofía del entendimiento no puede superar la separación de los contrarios. Sin embargo, según él, la r. no está en modo alguno «excluida de lo verdadero»; más bien, el movimiento dialéctico de la razón es precisamente la «igualdad que se restablece o la r. sobre sí mismo en medio de lo otro» (Fenomenologia del espiritu, prólogo). Recientemente, la r. tiene un papel fundamental en G. Marcel; la primera r. constituye los objetos conocidos y está sujeta a la oposición de sujeto y objeto; la segunda r., en cambio, supera la mencionada oposición, unificándola en el -> ser supraobjetivo.

II. El acto de la reflexión

Materialmente en la r. se produce el doblamiento o el retorno (reditio) de la -> conciencia sobre sí misma, siendo sólo completa la r. intelectual, mientras que la sensible es siempre incompleta. Es fundamental la r. concomitante o implícita, en virtud de la cual la conciencia es siempre conciencia de sí, o en la aprehensión del objeto se vuelve sobre sí misma.

Sobre esto se basa la r. consecuente o explícita, que como acto peculiar se dirige a lo aprehendido en la implícita, es decir, a los actos de conciencia y al yo latente en el fondo, como también a los objetos según la forma en que se representan en esos actos. Más en concreto, aquí están contenidas tres clases de r., que con sus subclases fundamentan respectivamente muchas ciencias.

La r. psicológica se vuelve sobre el acto como vivencia interior y examina la peculiaridad óntica de los actos espirituales y sensibles de conocer, apetecer y sentir, por medio de los cuales avanza hacia la constitución psicosomática del hombre. De ahí resultan (no sólo, pero sobre todo) la -> psicología y la -> antropología filosóficas.

La r. lógica analiza el modo del conocimiento del hombre en tanto aquél no es intuitivo, sino abstractivo. Por esta razón aprehende sus objetos sirviéndose de entidades mentales, tales como el -> concepto, el juicio, la deducción. Estas actividades vienen consideradas por la -> lógica, que examina la exactitud de las uniones mentales.

La r. ontológica se aplica a la esencia más íntima de los actos del espíritu bajo el aspecto de su contenido, en cuanto que éstos van referidos al -> ser y mediante éste al ente. En esa operación es posible un doble enfoque. En nuestro conocimiento, según su manifestación del ser o del ente, o según su verdad, se adentran la r. de la teoría del conocimiento y la de la metafísica del conocimiento. La primera esclarece y cimenta el hecho de la verdad; la segunda, en cambio, desarrolla su posibilidad a partir de las condiciones previas apriorísticas en el sujeto. La dirección opuesta es la seguida por la r. metafísica o (en sentido estricto) ontológica, mediante la cual la -> ontología desarrolla el ser y el ente tal como éstos se hacen patentes en nuestros actos de conocer. Aquí se trata realmente de r., dado que el ser sólo se revela al hombre en cuanto él mismo retorna a su propia profundidad; pues también en los entes no humanos el ser en tanto muestra allí su luz en cuanto éstos son incluidos en tal retorno (r.) y así participan de él.

El desarrollo moderno de la -> metafísica ha conducido a la r. trascendental. Ésta se inicia con Kant, que analiza los actos cognoscitivos del hombre bajo el aspecto de las condiciones de posibilidad que ellos implican. Pero a la vez la r. trascendental va más allá de Kant, por cuanto penetra en la conciencia humana más profundamente que éste y pone al descubierto como suprema condición de posibilidad la referencia de aquélla al ser en absoluto. Con ello se da un segundo paso más allá de Kant, ya que queda por esclarecer cómo ha de interpretarse el ser que se muestra en la conciencia, para que él pueda constituir la última condición de posibilidad de la misma. De lo dicho resulta claro que los dos polos de la r. trascendental coinciden con las clases de r. ontológica que acabamos de mencionar.

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Johannes Baptist Lotz