PSICOPATOLOGÍA
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La p. se ocupa del estudio de las alteraciones psíquicas. En este sentido es una ciencia empírica y sirve de base a la psiquiatría. K. Schneider usa la expresión de «p. clínica». Existen dos tipos fundamentales de trastornos psíquicos: variaciones de la psiquiatría normal, tales como las personalidades anormales (con el subcapftulo de las personalidades psicopáticas), las reacciones vivenciales anormales, las neurosis y las disposiciones intelectuales anómalas (ciertos casos de debilidad mental); trastornos psíquicos como consecuencia de enfermedades y formaciones defectuosas (alteraciones de la conciencia, desintegración de la personalidad y demencia, así como ciertas peculiaridades en el modo del enfermar psíquico que constituyen los dos grandes grupos de la esquizofrenia y la ciclotimia).

La p. como ciencia empírica se nutre de las aportaciones de ramas diversas de la - psicología. Pero hay dos que han nacido en estrecha relación con sus problemas: una es la p. f enomenológica y la otra es la psicopatología dinámica.

La palabra «-> fenomenología» fue introducida por Husserl en el lenguaje psicológico y por cierto en un doble sentido: como «psicología descriptiva» y como «contemplación eidética». La p. fenomenológica, que nace con la publicación del libro de Jaspers, Allgemeine Psychopathologie (1913), se mantiene en la primera acepción, es decir, como descripción, la más pura posible, de las vivencias psíquicas anómalas. La distinción metodológica principal es la que existe entre «explicar» y «comprender», entendiéndose el primer término como método científico natural y el segundo como método de las ciencias culturales o históricas. En las enfermedades mentales se presentan síntomas psíquicos que no pueden ser comprendidos sino explicados: la demencia del paralítico general, p. ej., se explica a partir del proceso anatomopatológico que le sirve de base. Se trata, pues, de relaciones causales. Claro es que la causalidad no explica sino la presencia de los síntomas psíquicos, pero no completamente su modo. En cambio, otros síntomas que aparecen en la patología mental pueden ser comprendidos, p. ej., la aparición de una reacción vivencial anormal después de un trauma psíquico. La comprensión es en tal caso genética: se trata del descubrimiento de motivos y no de causas. Esta distinción metodológica ha sido muy útil en psiquiatría, puesto que ha permitido establecer la noción de proceso psíquico y de psicosis.

Psicosis son enfermedades psíquicas. De ellas hay unas ligadas a un trastorno corporal conocido, como ocurre en la demencia paralítica, o en los trastornos seniles, o en la epilepsia, o en los cuadros psíquicos que acompañan a un tumor cerebral o a un herido o a otra enfermedad corporal; pero hay otras psicosis, establecidas por analogía con las anteriores, en las que no se ha descubierto ningún trastorno somático de base (somatosis). Sin embargo, tal trastorno puede postularse, porque psicopatológicamente la vida psíquica del paciente se halla tan rotundamente alterada como en las psicosis orgánicas (de base somática conocida). En tales psicosis la vida psíquica se halla rota, desgarrada. Los productos de tal quiebra no se parecen a las variantes de la vida psíquica normal, como son las neurosis. La presencia de tales síntomas psicopatológicos es incomprensible y por tanto tiene que ser explicada como en las psicosis orgánicas. Lo que está aquí roto es la unidad, la ley y continuidad del sentido en el desarrollo de la vida (K. Schneider).

La p. dinámica nace del psicoanálisis. Según éste, lo que no puede ser comprendido en el campo de la experiencia psíquica no pertenece a la conciencia, sino al inconsciente. El inconsciente psicoanalítico es dinámico. Mediante el recurso al inconsciente se explican la aparición de los síntomas neuróticos (obsesiones, fobias, crisis de angustia) e incluso ciertos síntomas somáticos. La energía psíquica no elaborada psíquicamente se desvía por los canales de las regulaciones viscerales y sensomotoras; tras el trauma psíquico aparece la parálisis motora, la anestesia sensorial o la disregulación visceral.

En los últimos años se han extendido las interpretaciones dinámicas a las psicosis, especialmente a la esquizofrenia y a la psicosis maníaco-depresiva, extensión frente a la cual Freud se mostró reticente; pero ya Schiller la ensayó incluso para la parálisis general. La p. dinámica es profunda, en tanto se apoya en la presencia del inconsciente. Su éxito deriva de que no se contenta con una actitud descriptiva, como la fenomenológica, sino que tiene un designio terapéutico. Las exageraciones de la p. dinámica han llevado a negar el valor de la nosología psiquiátrica, e incluso el hecho de que las enfermedades mentales sean tales enfermedades. Para algunas son formas peculiares de las relaciones humanas (sociosis). La p. dinámica se halla muy desarrollada en los Estados Unidos. En cambio la p. fenomenológica se cultiva fundamentalmente en Centro Europa, con algunas escuelas considerables en países latinos. Los progresos farmacológicos actuales refuerzan las tesis de la p. fenomenológica, que ha permitido establecer la actual nosología psiquiátrica.

Los más recientes trabajos sobre la estructura de las neurosis, demuestran que en éstas no todo es comprensible y que hay en ellas una estructura fisiodinámica subyacente a su estructura psicodinámica. En cierto sentido las neurosis volverían a ser enfermedades como en los tiempos de Cullen, introductor de la palabra.

Como sistema, la p. clasifica y ordena el material clínico. Fenomenológicamente la clasificación puede hacerse: 1º. según los modos del vivenciar (sensación, percepción, representación y pensamiento, sentimientos, valores, tendencias, acciones volitivas); 2.° según las propiedades fundamentales del vivenciar (vivencia del yo, del tiempo, de la memoria, capacidad de reacción psíquica); y 3.° según el alcance de la vivencia (atención, conciencia, inteligencia, personalidad). El sistema, en la p. dinámica, se establece sobre la metamorfosis de la energía psíquica (complejos, arquetipos, conversaciones, transferencia) y la estructura tópica de la personalidad (ello, yo, super-yo).

Existen otras direcciones psicopatológicas interesantes en la actualidad. Una, la experimental, que trata de provocar trastornos análogos a los que ofrece la clínica (intoxicaciones por la mescalina, ácido lisérgico, etc.). Otra, la p. antropológica, con diversas direcciones (Gebsattel, Binswanger, Zütt, etc.). Hemos de mencionar también la p. transcultural, que estudia la forma de manifestarse las enfermedades en los diversos círculos culturales, etc. La p. actual también ha recibido aportaciones considerables de otras direcciones, tales como la psicología de la forma, el conductismo, la psicología animal, etcétera.

BIBLIOGRAFIA: K. Jaspers, Allgemeine Psychopathologie (B 61959); K. Schneider, Klinische Psychopathologie (St 61962); J. J. López Ibor, Psychiatrie der Gegenwart (Psychosomatische Forschung) (B 1963); E. Kretschmer, Medizinische Psychologie (St 121963); P. C. Kuiper, Enfermedades psíquicas del hombre (Herder Ba 1973); L. Bellak, Esquizofrenia (Herder Ba 1962); A. Berge, Las psicoterapias (Herder Ba 1970); M. Eck, Los enfermos mentales y su tratamiento (Herder Ba 1966); J. de Ajuriaguerra, La elección terapéutica en psiquiatría infantil (Toray Mason Ba 1970); R. González Mas, Rehabilitación del deficiente mental (Cient M Ba 1970); F. Herrera Luque, Las personalidades psicopáticas (Cient M Ba 21970); B. Llopos, Introducción dialéctica a la psicopatología (Morata Ma 1970); M. Ristich, La locura a través de los siglos (Bruguera Ba 1970); S. Rousset, Reflexiones de una psiquiatra (Herder Ba 1970); H. J. Weitbrech, Manual de psiquiatría (Gredos Ma 1970); D. Wild-(Jeher, El psicodrama en el niño (Miracle Ba 1970); S. Wolff, Introducción a la psicopatología (F de C Econ Méx 41970).

Juan José López Ibor