MISERICORDIA
SaMun

 

La m. de Dios es descrita como disposición de la voluntad de Dios a ayudar, por su gracia libre, a la criatura que sufre necesidad. La experiencia originaria de Dios como Dios de las misericordias, de la compasión y del perdón está formulada en los escritos del AT y del NT en formas muy variadas (sobre las afirmaciones de la Escritura, cf. -> amor, -> gracia, -> redención). Teológicamente la m. de -> Dios es ante todo como afirmación axiológica sobre él, uno de sus atributos esenciales, infinito como los demás, el cual indica que su esencia santa y justa excluye toda crueldad y dureza innecesaria. Pero además, con relación al hombre pecador, que merece realmente el juicio de Dios, la m. es un comportamiento divino que sólo puede ser conocido por la experiencia histórico-salvífica del Dios que se revela a sí mismo como misericordioso. La m. se revela en la voluntad salvífica universal de Dios en la -> salvación, en la acción redentora de la aceptación del mundo, en la -> encarnación y en la glorificación del Hijo, en la gracia y la -> justificación del hombre particular, y en la consumación escatológica del mundo. El amor de Dios y su m. se determinan mutuamente. Se hacen definitivamente presentes en el mundo por la m. del Verbo de Dios encarnado (cf. Heb 2, 17; 4, 15s).

Como comportamiento libre de Dios la m. divina no es susceptible de cálculos «a priori»; por lo que se refiere a las diferencias en el modo, las condiciones y la intensidad con que se aplica a los individuos depende del arbitrio soberano de Dios. Por ello no puede combinarse con las otras propiedades divinas (justicia, longanimidad) para convertirla en un principio por el que el hombre pudiera deducir la acción de Dios. La m. divina, precisamente como m. de Dios, sólo es conocida rectamente cuando se acepta como «incalculable». De ahí que el hombre también pueda pecar contra ella por temeridad. Ante el -> mal en el mundo, ante el juicio y la condenación, la teodicea de la m. sólo puede, en último término, remitir al misterio de la libertad soberana del Dios santo (Rom 9-11) y a su esclarecimiento cuando termine la historia (2 Cor 4, 14). Allí donde Dios muestra m., ésta no suprime la justicia divina, sino que superándola y convirtiendo al hombre de pecador en justo, hace como plenitud de la justicia (ToMÁs, ST i q. 21 a. 3) que Dios pueda ser justo con el hombre que él ha convertido en justo. Como manera del amor de Dios para con la nada de la criatura, la m. es un presupuesto de la justicia que juzga y retribuye. La oración de petición es una apelación del hombre a la m. de Dios, y a la vez una glorificación de la misma.

La m. de Dios es el presupuesto que fundamenta y fomenta toda m. del hombre. Y así ésta tiene el carácter de respuesta, pues sabe que ella misma y sus dones son constantemente recibidos y prestados, de manera que en último término no da lo suyo, sino que transmite lo recibido, y esto no por libre elección, sino por la obligación y el encargo que le impone la m. recibida de Dios. En la pobreza y en la necesidad del otro la m. ve su propia pobreza y necesidad; y así se hace solidaria con él, puesto que ambos, el que da y el que recibe, reciben de la misma plenitud. De esa manera la m. humana recibe de aquel a quien ayuda más de lo que ella misma da, a saber, la visión clara del propio vacío, que es la única manera de no perder la propia plenitud recibida. Para la tensión entre m. y justicia en el ámbito intrahumano, cf. -> pobreza, doctrina social cristiana (en -> sociedad), -> propiedad.

BIBLIOGRAFÍA: Tomás de Aquino, S. th. I q. 21 a. 3-4, 2 II q. 30; F. Marx, Zur Geschichte der Barmherzigkeit im Abendland (Bo 1917); Th. Paffrath, Gott, Herr und Vater (Pa 1930); R. Bultmann, EXco : ThW II 474-483 (bibl.); E. Sjöberg, Gott und die Sünder im palästinensischen Judentum (St - B 1938) ; Barth KD II/1 413-457; G. Gilleman, Le primat de la chanté en théologie morale (Bru 1952); Schnackenburg 64 s 104-107; Häring abrev. 9; W. Sandfuchs (dir.), Die Werke der Barmherzigkeit (Fr 1962); Rahner VII 283-288 (sobre la misericordia); S. Kierkegaard, Der Liebe Tun (= Samlede Vaerker IX [Kop 1904)) (D 1966).

Adolf Darlap