DECÁLOGO

El d. (o las «diez palabras») designa en el AT el conjunto de prescripciones divinas escritas por Moisés con ocasión de la teofanía en el desierto. El Deuteronomio llama así claramente (4, 13; 10, 4) a los diez mandamientos del Horeb que cita en 5, 6-21. Éstos fueron inscritos en tablas de piedra y se conservaron en el arca de la alianza (10, 6; 32, 26; 1 Re 8, 9). Si se lee superficialmente el texto de Éx 34, 28, las «diez palabras» parecen referirse al pequeño código contenido en 34, 14-27. Pero el texto aparece sobrecargado por la repetición del término < palabras». Como hay dificultad en agrupar en «diez» los mandamientos del código mencionado, es probable que esta adición se refiera en realidad al d. de i;x 20, i-17. Aquí no trataremos del < d. ritual> de Px 34.

1. El decálogo en la Biblia

Éx 20 y Dt 5 nos dan dos versiones muy parecidas una a la otra. Pero se ha hecho notar que tenemos una tercera, muy diferente, en Lev 19, 3-4 y 11-13, que trata sobre el respeto a los padres, el sábado, la prohibición de los ídolos, el hurto y el falso juramento. Está redactada en plural (excepto la codicia) y es incompleta, puesto que en ella no se dice nada del homicidio y del adulterio (tratados por lo demás en otros pasajes, en el discurso llamado < ley de santidad»). La agrupación exacta de los preceptos del Éxodo y del Deuteronomio en el número de diez ofrece dificultades y ha llevado a distinguir entre el deseo de la mujer y la codicia de los bienes, e igualmente a situar en la primera parte el mandamiento relativo al respeto a los padres.

2. Historia del texto

Estaba grabado en tablillas, quizá de arcilla, como las que servían para la escritura cuneiforme (cf. Is 30, 18; Hab 2, 2), pero más probablemente, según el texto, en < tablillas de piedra» (Éx 24, 12; 34, 1, etc.), como el calendario de Gezer del siglo x, el más antiguo documento encontrado en hebreo; en todo caso, no se trata de un libro (séfer). Las tablillas estaban depositadas en el arca de la alianza, según textos deuteronómícos y sacerdotales, los cuales, sin embargo, pueden proceder de una sola tradición, que se remonta por lo menos hasta Salomón (1 Re 8, 9). Habiendo sido destruidas las tablillas junto con el arca, el texto fue conservado en las copias de la ley, en las traducciones griegas y en extractos de la Biblia. Esos extractos constituyen los antiguos manuscritos de oraciones como el papiro Nash, encontrado en Egipto, los textos de Qumrán e inscripciones samaritanas de tiempos posteriores.

3. Estructura y composición

Los vestigios del d. en la «ley de santidad» no son un d. Las divergencias entre la redacción del Deuteronomio y la del yodo permiten considerar como añadida la motivación dada al mandamiento del sábado. Las otras variantes en los detalles hacen que algunos autores admitan que Éx 20 es el texto más antiguo (elohísta). Pero, también aquí, el d. muestra diversidades de estilo, que algunos han querido eliminar para reconstruir un d. primitivo. Les han servido de base para esto aquellas prohibiciones que están redactadas en segunda persona del imperfecto. Exceptuando el precepto del respeto a los padres, que está formulado bajo la forma del imperativo del infinitivo, todos los mandamientos muestran ese estilo, que se ha conservado puro del 5 ° al 10 ° En los otros se observan añadiduras de estilo deuteronómico o predeuteronómico (Ex 20), donde se expresa la motivación, bajo el influjo de los sabios. Teniendo en cuenta que el respeto a los padres es un tema sapiencial y ateniéndonos estrictamente al criterio literario, admitiríamos como d. primitivo las diez prohibiciones siguientes: «No tendrás otro Dios que a mí (Éx 20, 3). No te harás ídolos (4). No te postrarás ante ellos ni les servirás (5). No tomarás en vano el nombre de Yahveh, tu Dios (7). Seis días trabajarás y harás tus obras (9). El séptimo día no harás trabajo alguno (10). No matarás (13). No adulterarás (14). No robarás (15). No darás testimonio falso contra tu prójimo (16). No desearás la casa de tu prójimo (17).» Pero la generalidad de los críticos se muestra bastante desconfiada con tales reconstrucciones. Lo que se puede dar por cierto es que la segunda parte del d. tiene un carácter moral más acentuado y se refiere sobre todo a las relaciones con el prójimo.

4. Importancia del decálogo en Israel

El texto del d. sirve de base a la legislación del «Código de la alianza», que se halla en el Éxodo y en el Deuteronomio, y en menor grado también a la del discurso de la «ley de santidad». Está presentado en forma de «palabra», forma que es propia de los profetas en la época de la redacción de los textos donde se halla inserto actualmente. Pero estos mismos textos consideran a Moisés como un profeta (Núm 12; Dt 18; Os 12, 14) y ponen en relación el d. con el Horeb (Éx 17; 34; Dt). Un profeta como Oseas, que relaciona la alianza con el tiempo del desierto (2; 11), atribuye la ruptura de esa alianza y las catástrofes a las infracciones contra el d. (4, 2: desconocimiento de Dios, perjurio, mentira, asesinato, robo, adulterio). Oseas y el movimiento profético se muestran muy desconfiados ante el culto y los santuarios de su tiempo; sin embargo, el Horeb no deja de ser en estas tradiciones el santuario donde el pueblo tributa su culto a Dios (rx 3, 12; 18, 12, cf. 17, 6). Por otra parte, la expresión «diez palabras» es referida en l:x 34, 28b a un conjunto de prescripciones exigidas para la participación en el culto. Por eso algunos autores opinan que el d. constituye un catálogo de prescripciones y que subrayan breve y enérgicamente el carácter moral del Dios de Israel. Posiblemente el d. se conservó en un santuario del norte, quizá en el de Dan, que estaba encomendado a la descendencia de Gersom, hijo de Moisés (Jue 18, 30).

5. Origen del decálogo

El texto se presenta en un estilo oratorio e imperativo, con ampliaciones parenéticas, las cuales hacen creer (Stamm, Reventlow...) que se proclamaba en una fiesta litúrgica como recuerdo y actualización de la antigua teofanía. Se ha pensado en una fiesta de la alianza y en la fiesta de los tabernáculos, en la que debía leerse la Torá (Dt 31, l0s). Además el d. empieza con la fórmula «Yo soy Yahveh... » que pertenecía al formulario sacerdotal (Zimmerli) y era usada para dar auténtico valor divino al oráculo del sacerdote. Era también la fórmula utilizada por la divinidad al manifestarse a uno de sus creyentes (Tutmosis tv) en una teofonía. Con una fórmula semejante, en el ritual egipcio, el faraón se presentaba como hijo de Re o de Osiris, frente a los funcionarios y a los súbditos, y el sacerdote se presentaba como Horus.

No es éste el único contacto con el Egipto de mediados del segundo milenio a.C. En este país había también listas de faltas que no se han de cometer; a este respecto hemos de mencionar las protestas de inocencia del Libro de los muertos (cf. igualmente la Tabla de Abydos). Estos textos forman la base de listas más tardías y más completas (Edfú, Dendera, Papiro Jumilhac). Estas listas tienen sus equivalentes en las interrogaciones en serie que hacía el exorcista babilonio. En ellas se mezclan las evocaciones mitológicas con los tabús relativos a los alimentos, la defensa de ciertos intereses temporales con supremas prescripciones morales (robo, homicidio, injusticia). Las listas egipcias ofrecen el interés de estar redactadas con miras a la entrada en el palacio Piankki, en la necrópolis o en el lugar sagrado de Osiris, rey de los muertos. Se comprende muy bien que Moisés redactara una lista semejante para la entrada en el santuario, lista que habrían conservado sus descendientes levitas. Pero hay aquí dos modificaciones importantes que manifiestan la autonomía de la religión de Moisés. En los testimonios del mundo que rodea a Palestina se trata exclusivamente de las exigencias morales de un Dios que habla a la conciencia. En los textos del Antiguo Testamento se trata de imperativos que el Dios de los padres impone a un pueblo vivo, en la misma forma en que él habló a los patriarcas; y esos imperativos constituyen la base de la -a alianza, que el Dios de Abraham establece con el pueblo de Israel.

Sobre el carácter obligatorio del d., cf. Antiguo Testamento (como historia de salvación), -> ética bíblica, -->ley, -> ley y evangelio, --> historia de la salvación, -> teología moral, -> Nuevo Testamento.

Henri Cazelles