EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

 

 

1. NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS

Genealogía de Jesucristo

(Lc 3,23-38)

1  

1 Genealogía de Jesucristo, hijo• de David, hijo de Abrahán.

2 Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, 3 Judá engeñdró a Farés y a Zara de Tamar, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aram, 4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, 5 Salmón engendró a Booz de Rahab, Booz engendró a Obed de Rut, Obed engendró a Jesé, 6Jesé engendró al rey David.

David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías, 7Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asá, 8Asá engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, 9Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró. a Ezequías, 10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, 11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia. 

12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, 13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacim, Eliacim engendró a Azor, 14Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, 15Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob, 16 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo.

  17Por lo tanto, son catorce todas las generaciones desde Abrahán hasta David, y catorce generaciones desde David hasta la deportación a Babilonia, y también catorce las generaciones desde la deportación a Babilonia hasta Cristo.

 

 Concepción virginal y nacimiento de Jesús

(Lc 1,26-38; 2,1-7)

 

     18La generación de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba desposada con José, y antes de que conviviesen se encontró con que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. 

19José, su esposo, como era justo y no quería exponerla a infamia, pensó repudiarla en secreto. 20Consideraba él estas cosas, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

—José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

22Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta:

23Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel,

que significa Dios-con-nosotros.

24Al despertarse, José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su esposad 25Y, sin que la hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús.

 

2

Adoración de los Magos

 

1Después de nacer Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente 2preguntando:

-¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.

3A1 oír esto, el rey Herodes se inquietó, y con él toda Jerusalén. 4Y, reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les interrogaba dónde había de nacer el Mesías.

5-En Belén de Judá -le dijeron-, pues así está escrito por medio del Profeta:

6Y tú, Belén, tierra de Judá,

ciertamente no eres la menor

entre las principales ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel.

7Entonces, Herodes, llamando en secreto a los Magos, se informó cuidadosamente por ellos del tiempo en que había aparecido la estrella; 8y les envió a Belén, diciéndoles:

-Id e informaos bien acerca del niño; y cuando lo encontréis, avisadme para que también yo vaya a adorarle.

9Ellos, después de oír al rey, se pusieron en marcha. Y entonces, la estrella que habían visto en el Oriente se colocó delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el niño. 10Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.11Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 12Y, después de recibir en sueños aviso de no volver a Herodes, regresaron a su país por otro camino

 

Huida a Egipto. Muerte de los Inocentes

 

13Cuando se marcharon, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo:

    -Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

14Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. 15Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta:

De Egipto llamé a mi hijo.

16Entonces Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó mucho y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos. 17Se cumplió entonces lo dicho por medio del profeta Jeremías:

18Una voz se oyó en Ramá,

llanto y lamento grande:

es Raquel que llora por sus hijos,

y no admite consuelo, porque ya no existen.

 

Retorno a Nazaret

(Lc 2,51-52)

 

19Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20y le dijo:

-Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño.

21Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. 22Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. 23Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: «Será llamado nazareno».

 

II. PREPARACIÓN DEL MINISTERIO DE JESÚS

 

Predicación de San Juan Bautista

(Mc 1,1-8; Lc 3,1-18; Jn 1,19-34)

 

3

1En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y diciendo:

-Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos.

3Éste es aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo:

Voz del que clama en el desierto:

«Preparad el camino del Señor

haced rectas sus sendas».

4Llevaba Juan una vestidura de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura, y su comida eran langostas y miel silvestre.

5Entonces acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la comarca del Jordán, 6eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 7Al ver que venían a su bautismo muchos fariseos y saduceos, les dijo:

-Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que va a venir? 8Dad, por tanto, un fruto digno de penitencia, 9Y no os justifiquéis interiormente ‘pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”. Porque os aseguro que Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos de Abrahán. 10Ya está el hacha puesta junto a la raíz de los árboles. Por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego.

11Yo os bautizo con agua para la conversión, pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego. 12Él tiene en su mano el bieldo y limpiará su era, y recogerá su trigo en el granero; en cambio, quemará la paja con un fuego que no se apaga.

 

Bautismo de Jesús

                (Mc 1,9-11; Lc 3,21-22)

 

13Entonces   vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bautizado por Juan. 14Pero éste se resistía diciendo:

-Soy yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿y vienes tú a mí?

 15Jesús le respondió:

-Déjame ahora, así es como debemos cumplir nosotros toda justicia.

Entonces Juan se lo permitió. 16Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y entonces se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. 17Y una voz desde los cielos dijo:

-Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido.

 

 4

Ayuno y tentaciones de Jesús

(Mc 1,12-13; Lc 4,1-13)

 

  1Entonces fue conducido Jesús al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre. 3Y acercándose el tentador le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.

4Él respondió:

-Escrito está:

No sólo de pan vivirá el hombre,

sino de toda palabra que procede

de la boca de Dios.

5Luego, el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo. 6Y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. Pues escrito está:

Dará órdenes a sus ángeles sobre ti,

para que te lleven en sus manos,

no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra.

7Y le respondió Jesús:

-Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

        8De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, 9y le dijo:

-Todas estas cosas te daré si postrándote me adoras.

10Entonces le respondió Jesús:

        -Apártate, Satanás, pues escrito está:

Al Señor, tu Dios adorarás

y solamente a Él darás culto.

11Entonces le dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían.

 

 

PRIMERA PARTE

MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

 

Predicación de Jesús

(Mc 1,14-15; Lc 4,14-15)

 

12Cuando oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. 13Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, 14para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

15Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí en el camino del mar  

al otro lado del Jordán,’

la Galilea de los gentiles,

16el pueblo que yacía en tinieblas

ha visto una gran luz;

para los que yacían en región

y sombra de muerte

una luz ha amanecido.

17Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir:

-Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos.

 

Vocación de los primeros discípulos

(Mc 1,16-20; Le 5,1-11; Jn 1,35-51)

 

18Mientras caminaba junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red al mar, pues eran pescadores. 19Y les dijo:

-Seguidme y os haré pescadores de hombres.

20Ellos, al momento, dejaron las redes y le siguieron.

21Pasando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y Juan su hermano, que estaban en la barca con su padre Zebedeo remendando sus redes; y los llamó. 22Ellos, al momento, dejaron la barca y a su padre, y le siguieron.

23Recorría Jesús toda la Galilea enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia del pueblo.

24Su fama se extendió por toda Siria; y le traían a todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores, a los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curaba. 25Y le seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.

 

III. EL DISCURSO DE LA MONTANA

 

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Las Bienaventuranzas

(Lc 6,20-26)

 

1Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; 2y abriendo su boca les enseñaba diciendo:

        -3Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.

-4Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.

-5Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.

-6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados.

-7Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.

-8Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.

-9Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.

-10Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.

-11Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. 12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.

 

Sal de la tierra. Luz del mundo

(Mc 4,21; Le 11,33; 14,34-35)

 

13Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale más que para tirarla fuera y que la pisotee la gente.

14Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; 15ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. 16Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.

 

Jesús y su doctrina, plenitud de la Ley

(Le 6,27-36; 12,58-59; 16,17-18)

 

17No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud.18En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. 19Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 20Os digo, pues, que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

21Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio. 22Pero yo os digo: todo el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que insulte a su hermano será reo ante el Sanedrín; y el que le maldiga será reo del fuego del infierno. 23Por lo tanto, si al llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, vete primero a reconciarte con tu hermano, y vuelve después para presentar tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo cuanto antes con tu adversario mientras vas de camino con él; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al alguacil y te metan en la cárcel. 26Te aseguro que no saldrás de allí hasta que restituyas la última moneda.

27Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.28Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. 29Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30Y si tu mano derecha te escandaliza, córtala y arrójala lejos de ti; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo acabe en el infierno.

31 Se dijo también: Cualquiera que repudie a su mujer, que le dé el libelo de repudio. 32Pero yo os digo que todo el que repudia a su mujer -excepto en el caso de fornicación- la expone a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.

33También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en vano, sino que cumplirás los juramentos que le hayas hecho al Señor. 34Pero yo os digo: no juréis de ningún modo; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. 36Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro ni un solo cabello. 37Que vuestro modo de hablar sea: “Sí, sí”; “no, no”. Lo que exceda de esto, viene del Maligno.

38Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39Pero yo os digo: no repliquéis al malvado; por el contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 40Al que quiera entrar en pleito contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto. 41A quien te fuerce a andar una milla, vete con él dos. 42A quien te pida, dale; y no rehúyas al que quiera de ti algo prestado.

43Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores. 46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen eso también los publicanos? 47Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso también los paganos? 48Por eso, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

 

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Rectitud de intención: limosna, oración y ayuno

(Lc 11,1-4)

1Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

2Por lo tanto, cuando des limosna no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el fin de que los alaben los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 3Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, 4para que tu limosna quede en lo oculto; de este modo, tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.

5Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 6Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará. 7Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. 8Así pues, no seáis como ellos, porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. 9Vosotros, en cambio, orad así:

Padre nuestro, que estás en los cielos,

santificado sea tu Nombre;

10venga tu Reino;

hágase tu voluntad,

como en el cielo, también en la tierra;

11danos hoy nuestro pan cotidiano;

12y perdónanos nuestras deudas,

como también nosotros perdonamos 

a nuestros deudores;

13  y no nos  pongas en tentación,

sino líbranos del mal.

14Porque si les perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial. 15Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.

16Cuando ayunéis no os finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 17Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, 18para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.

 

Confianza en la Providencia paternal de Dios

(Lc 12,22.34),

 

19No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. 20Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. 21Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.

22La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. 23Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad!

24Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión a uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas.

25Por eso os digo: no estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir. ¿Es que no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Mirad las aves del cielo: no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Es que no valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Quién de vosotros, por mucho que cavile, puede añadir un solo codo a su estatura? 28Y sobre el vestir, ¿por qué os preocupáis? Fijaos en los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, 29y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. 30Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 31Así pues, no andéis preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué nos vamos a vestir? 32Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso estáis necesitados.

33Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os añadirán. 34Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad.

 

Preceptos diversos: no juzgar al prójimo

(Mc 4,24; Lc 6,37.42)

 

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    1No juzguéis para no ser juzgados. 2Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y con la medida con que midáis se os medirá.

3¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo?4 O ¿cómo vas a decir a tu hermano: Deja que saque la mota de tu ojo, cuando tú tienes una viga en el tuyo? 5Hipócrita: saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la mota del ojo de tu hermano.

 

Respeto de las cosas santas

 

6No deis las cosas santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y al revolverse os despedacen.

 

Eficacia de la oración

(Lc 11,5-13)

 

7Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. 8Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

9¿Quien de entre vosotros, si un hijo suyo le pide un pan, le da una piedra? 10¿0 si le pide un pez le da una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se lo pidan?

 

La "regla de oro"

        (Lc 6,31)

 

12Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos: ésta es la Ley y los Profetas.

 

La puerta angosta

(Lc 13,22-30)

 

13Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella. 14¡Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!

 

Los falsos profetas

(Lc 6,43-44)

 

15Guardaos bien de los falsos profetas, que se os acercan disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces. 16Por sus frutos los conoceréis: ¿es que se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? 17Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos malos. 18Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. 20Por tanto, por sus frutos los conoceréis.

 

Cumplir la voluntad de Dios

(Lc 13,25-30)  

 

21No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. 22Muchos me dirán aquel día: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y hemos expulsado los demonios en tu nombre, y hemos hecho prodigios en tu nombre?” 23Entonces yo declararé ante ellos: “Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que obráis la iniquidad”.

 

Edificar sobre roca

(Lc 6,46-49)

 

24Por lo tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca; 25y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.

26Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena; 27y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: se precipitaron contra aquella casa, y se derrumbó y fue tremenda su ruina.

 

Autoridad de la enseñanza de Jesús

 

28Cuando terminó Jesús estos discursos las multitudes quedaron admiradas de su enseñanza, 29porque les enseñaba como quien tiene potestad y no como los escribas.

 

 

IV. LOS MILAGROS DEL MESIAS

 

Curación de un leproso

(Mc 1,40-45; Lc 5,12-16)

 

8  

1Al bajar del monte le seguía una gran multitud. 2En esto, se le acercó un leproso, se postró ante él y dijo:

-Señor, si quieres, puedes limpiarme.

3Y extendiendo Jesús la mano, le tocó diciendo:

-Quiero, queda limpio.

Y al instante quedó limpio de la lepra.

     4Entonces le dijo Jesús:

-Mira, no lo digas a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. 

 

La fe del centurión

(Lc 7,1-10; Jn 4,46-54)

 

5Al entrar en Cafarnaún se le acercó un centurión que le rogó:

6-Señor, mi criado yace paralítico en casa con dolores muy fuertes.

7Jesús le dijo:

-Yo iré y le curaré.

8Pero el centurión le respondió:

-Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Pero basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. 9Pues también yo soy un hombre que se encuentra bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes. Le digo a uno: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

10Al oírlo Jesús se admiró y les dijo a los que le seguían:

-En verdad os digo que en nadie de Israel he encontrado una fe tan grande. 11Y os digo que muchos de oriente y occidente vendrán y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos, 12mientras que los hijos del Reino serán arrojados a las tinieblas de afuera: allí habrá llanto y rechinar de dientes.

13Y le dijo Jesús al centurión:

-Vete y que se haga conforme has creído.

Y en aquel momento quedó sano el criado.

 

Curación de la suegra de Pedro

(Mc 1,29-31; Lc 4,38-39)

 

14Al llegar Jesús a casa de Pedro vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. 15La tomó de la mano y le desapareció la fiebre; entonces ella se levantó y se puso a servirle.

 

Otras curaciones

(Mc 1,32-34; Lc 4,40-41)

 

16Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; expulsó a los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos, 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

Él tomó nuestras dolencias

y cargó con nuestras enfermedades.

 

Exigencias para el que sigue a Jesús

(Lc 9,57-62)

 

18Al ver Jesús a la multitud que estaba a su alrededor, ordenó marchar a la otra orilla. 19Y se le acercó un escriba: ¡

-Maestro, te seguiré adonde vayas- le dijo.

20Jesús le contestó:

-Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.

21Otro de sus discípulos le dijo:

-Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.

22-Sígueme y deja a los muertos enterrar a sus muertos- le respondió Jesús»

 

La tempestad calmada

(Mc 4,35-41; Lc 8,22-25)

 

23Se subió después a una barca, y le siguieron sus discípulos. 24De repente se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Se le acercaron para despertarle diciendo:

-¡Señor, sálvanos, que perecemos!

26Jesús les respondió:

-¿Por qué os asustáis, hombres de poca fe?

Entonces, puesto en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. 27Los hombres se asombraron y dijeron:

-¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

 

Los endemoniados de Gadara

(Mc 5,1-20; Le 8,26-39)

 

28Al llegar a la orilla opuesta, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados, que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie podía transitar por aquel camino. 29Y en esto, se pusieron a gritar diciendo:

-¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos?

30Había no lejos de ellos una gran piara de cerdos paciendo. 31Los demonios le suplicaban:

-Si nos expulsas, envíanos a la piara de cerdos.

32Les respondió:

-Id.

Y ellos salieron y entraron en los cerdos. Entonces toda la piara se lanzó corriendo por la pendiente hacia el mar y pereció en el agua. 33Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, contaron todas estas cosas, y lo sucedido a los endemoniados. 34Así que toda la ciudad vino al encuentro de Jesús y, cuando le vieron, le rogaron que se alejara de su región.

 

Curación de un paralítico,

(Mc 2,1-12; Le 5,17-26)

 

9

1Subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad. 2Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:

-Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.

3Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: “Éste blasfema”.4Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo:

-¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, y anda”? 6Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados -se dirigió entonces al paralítico-, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

7Él se levantó y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente se atemorizó y glorificó a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.

 

Vocación de Mateo

(Mc 2,13-17; Lc 5,27-32)

 

9Al marchar Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, que se llamaba Mateo, y le dijo:

-Sígueme.

Él se levantó y le siguió.

10Ya en la casa, estando a la mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron también con Jesús y sus discípulos. 11Los fariseos, al ver esto, empezaron a decir a sus discípulos:

-¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores?

12Pero él lo oyó y dijo:

-No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 13Id y aprended qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.

 

Cuestión sobre el ayuno

(Mc 2,18-22; Lc 5,33-39)

 

14Entonces se le acercaron los discípulos de Juan para decirle:

¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia y,en cambio, tus discípulos no ayunan?

15Jesús les respondió:

-¿Acaso pueden estar de duelo los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Ya vendrá el día en que les será arrebatado el esposo; entonces, ya ayunarán.

16Nadie pone un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor. 17Ni se echa vino nuevo en odres viejos; porque entonces los odres revientan, y el vino se derrama, y los odres se pierden. El vino nuevo lo echan en odres nuevos y así los dos se conservan.

 

Resurrección de la hija de Jairo y curación de la hemorroísa

(Mc 5,21-43; Lc 8,40-56)

 

18Mientras les decía estas cosas, un hombre importante se acercó, se postró ante él y le dijo:

-Mi hija se acaba de morir, pero ven, pon la manó sobre ella y vivirá.

      19Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos.

     20En esto, una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, acercándose por detrás, tocó el borde de su manto, 21porque se decía a sí misma: “Con sólo tocar su manto me curaré” 22Jesús se volvió y mírándola le dijo:

-Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado.

Y desde ese mismo momento quedó curada la mujer.

23Cuando llegó Jesús a la casa de aquel hombre y vio a los músicos fúnebres y a la gente alterada, comenzó a decir:

24-Retiraos; la niña no ha muerto, sino que duerme.

Pero se reían de él. 25Y, cuando echaron de allí a la gente, entró, la tomó de la mano y la niña se levantó. 26Y esta noticia corrió por toda aquella comarca.

 

Curación de dos ciegos. El demonio mudo

(Lc 11,14-15)

 

27Al marcharse Jesús de allí, le siguieron dos ciegos diciendo a gritos:

-¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!

28Cuando llegó a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo:

-¿Creéis que puedo hacer eso?

-Sí, Señor- le respondieron.

29Entonces les tocó los ojos diciendo:

-Que se haga en vosotros conforme a vuestra fe.

30Y se les abrieron los ojos. Pero Jesús las ordenó severamente:

-Mirad que nadie lo sepa.

31Ellos, en cambio, en cuanto salieron divulgaron la noticia por toda aquella comarca.

32Nada más irse, le trajeron un endemoniado mudo. 33Después de expulsar al demonio habló el mudo. Y la multitud se quedó admirada diciendo:

-Jamás se ha visto cosa igual en Israel.

34Pero los fariseos decían:

—Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios.

 

Necesidad de buenos pastores

(Mc 6,34; Lc 10,2)

 

35Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

36Al ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.

37Entonces les dijo a sus discípulos:

-La mies es mucha, pero los obreros pocos. 38Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.

 

 

V. DEL ANTIGUO AL NUEVO PUEBLO DE DIOS

 

Elección de los Doce Apóstoles

(Mc 3,13-19; Lc 6,12-16)

 

10

1Habiendo llamado a sus doce discípulos, les dio potestad para expulsar a los espíritus impuros y para curar todas las enfermedades y dolencias. 2Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; 3Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; 4Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el que le entregó.

 

Primera, misión de los Apóstoles

(Mc 6,6-13; Lc 9,1-6)

 

5A estos doce los envió Jesús, después de darles estas instrucciones:

-No vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; 6sino id primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7Id y predicad: “El Reino de los Cielos está cerca”. 8Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, expulsad los demonios. Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente. 9No llevéis oro, ni plata, ni dinero en vuestras bolsas, 10ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, porque el que trabaja merece su sustento.

11En cualquier ciudad o aldea en que entréis, informaos sobre quién hay en ella que sea digno; y quedaos allí hasta que os vayáis. 12Al entrar en una casa dadle vuestro saludo. 13Si la casa fuera digna, venga vuestra paz sobre ella; pero si no fuera digna, que vuestra paz vuelva a vosotros. 14Si alguien no os acoge ni escucha vuestras palabras, al salir de aquella casa o ciudad, sacudíos el polvo de los pies. 15En verdad os digo que en el día del Juicio la tierra de Sodoma y Gomorra será tratada con menos rigor que esa ciudad.

 

Instrucciones de Jesús para la misión apostólica

(Mc 13,9-13; Lc 12,1.12.49-53; 21,12.17)

 

16Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed sagaces como las serpientes y sencillos como las palomas. 17Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en sus sinagogas, 18y seréis llevados ante los gobernadores y reyes por causa mía, para que deis testimonio ante ellos y los gentiles. 19Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué debéis decir; porque en aquel momento se os comunicará lo que vais a decir. 20Pues no sois vosotros los que vais a hablar, sino que será el Espíritu de vuestro Padre quien hable en vosotros. 21Entonces el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres para hacerles morir. 22Y todos os odiarán a causa de mi nombre; pero quien persevere hasta el fin, ése se salvará. 23Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; en verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

24No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su señor. 25A1 discípulo le basta llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cuánto más a los de su misma casa. 26No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. 27Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. 28No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. 29¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. 30En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.

32A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

34No penséis que he venido a traer la paz a la tierra. No he venido a traer la paz sino la espada. 35Porque he venido a enfrentar

al hombre contra su padre,

a la hija contra su madre

y a la nuera contra su suegra.

36Y los enemigos del hombre

serán los de su misma casa.

37Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39Quien encuentre su vida, la perderá; pero quien pierda por mí su vida, la encontrará.

40Quien a vosotros os recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. 41Quien recibe a un profeta por ser profeta obtendrá recompensa de profeta, y quien recibe a un justo por ser justo obtendrá recompensa de justo. 42y cualquiera que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por el hecho de ser discípulo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa.

 

Embajada de San Juan Bautista

(Lc7,18-30)

 

11

1Cuando terminó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

2Entretanto Juan, que en la cárcel había tenido noticia de las obras de Cristo, envió a preguntarle por mediación de sus discípulos:

3-¿Eres tú el que va a venir, o esperamos a otro?

4Y Jesús les respondió:

-Id y anunciadle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: 5los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. 6Y bienaventurado el que no se escandalice de mí.

7Cuando ellos se fueron, Jesús se puso a hablar de Juan a la multitud:

-¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre vestido con finos ropajes? Daos cuenta de que los que llevan finos ropajes se encuentran en los palacios reales. 9Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os lo aseguro, y más que un profeta. 10Éste es de quien está escrito:

Mira que yo envío a mi mensajero delante de ti, para que vaya preparándote el camino.

11En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer nadie mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.

12Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos padece violencia, y los esforzados lo conquistan. 13Porque todos los Profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. 14Y si queréis comprenderlo, él es Elías, el que va a venir. 15El que tenga oídos, que oiga.

 

Reproches contra la incredulidad

(Lc 7,31-35)

 

16¿Con quién voy a comparar esta generación? Se parece a unos niños que se sientan en las plazas y les reprochan a sus compañeros:

17Hemos tocado para vosotros la flauta

y no habéis bailado;

hemos cantado lamentaciones

y no habéis hecho duelo».

18Porque ha venido Juan, que no come ni bebe, y dicen: “Tiene un demonio”. 19Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: “Mirad un hombre comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría queda acreditada por sus propias obras.

 

Jesús increpa a las ciudades incrédulas

(Lc 10,13-16)

 

20Entonces se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:

21-¡Ay de ti, Corazín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han obrado en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza. 22Sin embargo, os digo que en el día del Juicio Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras.

23»Y tú, Cafarnaún, ¿acaso serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta los infiernos vas a descender! Porque si en Sodoma hubieran sido realizados los milagros que se han obrado en ti, perduraría hasta hoy. 24En verdad os digo que en el día del Juicio la tierra de Sodoma será tratada con menos rigor que tú.

 

Acción de gracias de Jesús

(Lc 10,21-24)

 

25En aquella ocasión Jesús declaró:

-Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. 26Sí, Padre, porqué así te ha parecido bien. 27Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quierá revelarlo.  

28Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. 29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: 30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.

 

 12

 

Cuestión sobre el sábado

(Mc 2,23-28; Lc 6,1-5)

 

    1En aquel tiempo pasaba Jesús un sábado por entre unos sembrados; sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar unas espigas y a comer. 2Los fariseos, al verlo, le dijeron:

-Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer el sábado.

3Pero él les respondió:

-¿No habéis leído lo que hizo David y los que le acompañaban cuando tuvieron hambre? 4¿Cómo entró en la Casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que le acompañaban, sino sólo a los sacerdotes? 5¿Y no habéis leído en la Ley que, los sábados, los sacerdotes en el Templo quebrantan el descanso y no pecan? 6Os digo que aquí está el que es mayor que el Templo. 7Si hubierais entendido qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio, no habríais condenado a los inocentes. 8Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

 

Curación del hombre de la mano seca

(Mc 3,1-6; Lc 6,6-11)

 

9Cuando salió de allí, entró en su sinagoga 10donde había un hombre que tenía una mano seca. Y le interrogaban para acusarle:

-¿Es lícito curar en sábado?

11Él les respondió:

-¿Quién de vosotros, si tiene una oveja, y el sábado se le cae dentro de un hoyo, no la agarra y la saca? 12Pues cuánto más vale un hombre que una oveja. Por tanto, es lícito hacer el bien en sábado.

13Entonces le dijo al hombre:

-Extiende tu mano.

Y la extendió y quedó sana como la otra.

14Al salir, los fariseos se pusieron de acuerdo contra él, para ver cómo perderle.

 

Jesús, Siervo de Dios

 

15Jesús, sabiéndolo, se alejó de allí, y le siguieron muchos y los curó a todos, 16y les ordenó que no le descubriesen, 17para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

18Aquí está mi Siervo, a quien elegí,

mi amado, en quien se complace mi alma.

Pondré mi Espíritu sobre él

y anunciará la justicia a las naciones.

19No disputará ni gritará,

nadie oirá su voz en las plazas.

20No quebrará la caña cascada,

ni apagará la mecha humeante,

hasta que haga triunfar la justicia.

21Y en su nombre pondrán su esperanza las naciones.

 

Calumnia de los fariseos. Pecado contra el Espíritu Santo

(Mc 3,22-30; Lc 6,43-45; 11,14-26)

 

22Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo. Y lo curó, de manera que el mudo hablaba y veía. 23Y toda la multitud se asombraba y decía:

-¿No será éste el Hijo de David?

24Pero los fariseos, al oírlo, dijeron:

-Éste no expulsa los demonios sino por Beelzebul, el príncipe de los demonios.

25Jesús, que conocía sus pensamientos, les replicó:

-Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se sostendrá. 26Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo. ¿Cómo entonces se sostendrá su reino? 27Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, vuestros hijos ¿por quién los expulsan? Por eso, ellos serán vuestros jueces. 28Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros. 29¿Cómo puede alguien entrar en la casa de uno que es fuerte y arrebatarle sus bienes, si antes no ata al que es fuerte? Sólo entonces podrá arrebatarle su casa. 30El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.

31Por lo tanto, os digo que todo pecado y blasfemia se les perdonará a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada. 32A cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero.

33O hacéis bueno el árbol y bueno su fruto, o hacéis malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto se conoce el árbol. 34Raza de víboras, ¿cómo podéis decir cosas buenas, siendo malos? Pues de la abundancia del corazón habla la boca. 35El hombre bueno saca del buen tesoro cosas buenas, pero el hombre malo saca del tesoro malo cosas malas. 360s digo que de toda palabra vana que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. 37Por tus palabras, pues; serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

 

La señal de Jonás

(Lc 11,24-26.29-32)

 

38Entonces algunos escribas y fariseos se dirigieron a él:

-Maestro, queremos ver de ti una señal.

39Él les respondió:

-Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se le dará otra señal que la del profeta Jonás. 40Igual que estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en las entrañas de la tierra tres días y tres noches. 41Los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación en el Juicio y la condenarán: porque se convirtieron ante la predicación de Jonás, y daos cuenta de que aquí hay algo más que Jonás. 42La reina del Sur se levantará contra esta generación en el Juicio y la condenará: porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y daos cuenta de que aquí hay algo más que Salomón.

43Cuando el espíritu impuro ha salido de un hombre, vaga por lugares áridos en busca de descanso, pero no lo encuentra. 44Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Y al llegar la encuentra desocupada, bien barrida y en orden. 45Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando se instalan allí, con lo que la situación final de aquel hombre resulta peor que la primera. Lo mismo le ocurrirá a esta generación perversa.

 

El verdadero parentesco con Jesús

(Mc 3,31-35; Lc 8,19-21)

 

46Aún estaba él hablando a las multitudes, cuando su madre y sus hermanos se hallaban fuera intentando hablar con él. 47Alguien le dijo entonces:

-Mira, tu madre y tus hermanos están ahí fuera intentando hablar contigo.

48Pero él respondió al que se lo decía:

-¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:

-Estos son mi madre y mis hermanos. 50Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

 

VI. LAS PARÁBOLAS DEL REINO

 

13

 

Parábola del sembrador. Sentido de las parábolas

(Mc 4,1-20; Lc 8,4-15)

 

1Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. 2Se reunió en torno a él una multitud tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la playa. 3Y se puso a hablarles muchas cosas con parábolas:

-Salió el sembrador a sembrar. 4Y al echar la semilla, parte cayó junto al camino y vinieron los pájaros y se la comieron. 5Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra y brotó pronto por no ser hondo el suelo; 6pero al salir el sol, se agostó y se secó porque. no tenía raíz. 7Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron. 8Otra, en cambio, cayó en buena, tierra y comenzó a dar fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. 9El que tenga oídos, que oiga.

10Los discípulos se acercaron a decirle:

-¿Por qué les hablas con parábolas?

11El les respondió:

-A vosotros se os ha concedido el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha concedido. 12Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará. 13Por eso les hablo con parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. 14Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:

Con el oído oiréis, pero no entenderéis;

con la vista miraréis, pero no veréis.

15Porque se ha embotado el corazón

de este pueblo,

han hecho duros sus oídos,

y han cerrado sus ojos;

no sea que vean con los ojos,

y oigan con los oídos,

y entiendan con el corazón y se conviertan,

y yo los sane.

16Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. 17Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.

18Escuchad, pues, vosotros la parábola del sembrador. 19A todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. 20Lo sembrado sobre terreno pedregoso es el que oye la palabra, y al momento la recibe con alegría; 21pero no tiene en sí raíz, sino que es inconstante y, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra, enseguida tropieza y cae. 22Lo sembrado espinos el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda estéril. 23Y lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el ciento, o el sesenta, o el treinta.

 

Parábola de la cizaña

 

24Les propuso otra parábola:

-El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. 26Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. 27Los siervos, del amo de la casa fueron a decirle: “Señor, ¿no sembraste, buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?» 28El les dijo: “Algún enemigo lo habrá hecho”. Le respondieron los siervos: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” 29Pero él les respondió: “No, no vaya a ser que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad que crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega les diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero.”

 

Parábolas del grano de mostaza y de la levadura

(Mc 4,30-34; Lc 13,18.2i)

 

31Les propuso otra parábola:

-El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo; 32es sin duda, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y llega a hacerse como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas.

33Les dijo otra parábola:

—El Reino de los Cielos es como la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.

34Todas estas cosas habló Jesús a las multitudes con parábolas y no les solía hablar nada sin parábolas, 35para que se cumpliese lo dicho por medio del Profeta:

Abriré mi boca con parábolas,

proclamaré las cosas que estaban ocultas

desde la creación del mundo.

 

Explicación de la parábola de la cizaña

         36Entonces, después de despedir a las multitudes, entró en la casa. Y se acercaron sus discípulos y le dijeron:

        -Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

        Él les respondió:

        37-El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; 38el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles. 40Del mismo modo que se reúne la cizaña y se quema en el fuego, así será el fin del mundo. 41El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, 42y los arrojarán en el horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 43Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.

 

Parábolas del tesoro escondido, de la perla y de la red.

       

        44 El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, en su alegría, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.

45Asimismo el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas 46y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y le compra.

47Asimismo el Reino de los Cielos es como una red barredera que se echa en el mar y recoge toda clase de cosas. 48Y cuando está llena la arrastran a la orilla, y se sientan para echar lo bueno en cestos, y lo malo tirarlo fuera. 49Así será el fin del mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos 50y los arrojarán al horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

51¿Habéis entendido todo esto?

-Sí- le respondieron.

52Él les dio:

-Por eso, todo escriba instruido en el Reino de los Cielos es como un hombre, amo de su casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas.

 

VII. JESÚS SE RETIRA A LAS REGIONES CERCANAS

 

Nadie es profeta en su tierra.

 

53Cuando terminó Jesús estas parábolas se marchó de allí. 54Y al llegar a su ciudad se puso a enseñarles en su sinagoga, de manera que se quedaban admirados y decían

-¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? 55¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? 56Y sus hermanas:¿no viven todas entre nosotros? ¡Pues de dónde le viene todo esto?

57Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo:

-No hay profeta que no sea menospreciado en su tierra y en su casa.

58Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.

 

14

Martirio de San Juan Bautista.

(Mc 6,14-29; Lc 3,19-20)

 

  1Enaquel entonces oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús, 2y les dijo a sus cortesanos:

        -Éste es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él esos poderes.

        3Herodes, en efecto, había apresado a Juan, lo había encadenado y lo había metido en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, 4porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla”. 5Y aunque quería matarlo, tenía miedo del pueblo porque lo consideraban un profeta.

        6El día del cumpleaños de Herodes salió a bailar la hija de Herodías y le gustó tanto a Herodes, 7que juró darle cualquier cosa que pidiese. 8Ella, instigada por su madre, dijo:

        -Dame aquí, en esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.

        9El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales ordenó dársela. 10Ymandó decapitar a Juan en la cárcel. 11Trajeron su cabeza en la bandeja y se la dieron a la muchacha, que la entregó a su madre. 12Acudieron luego sus discípulos, tomaron el cuerpo muerto, lo enterraron y fueron a dar la noticia a Jesús.

 

Primera multiplicación de los panes.

 

        13Al oírlo Jesús se alejó de allí en una barca hacia un lugar apartado él solo. Cuando la gente se enteró le siguió a pie desde las ciudades. 14Al desembarcar vio una gran muchedumbre y se llenó de compasión por ella ya curó a los enfermos. 15Al atardecer se acercaron sus discípulos y le dijeron:

        -Éste es un lugar apartado y ya ha pasado la hora; despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos.

        16Pero Jesús les dijo:

        -No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer.

        17Ellos le respondieron:

        -Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.

18Él les dijo:

        -Traédmelos aquí.

        19Entonces mandó a la gente que se acomodara enla hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20Comieron todos hasta que quedaron satisfechos, y de los trozos que sobraron recogieron dece cestos llenos. 21Los que comieron eran nos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

 

Jesús camina sobre las aguas.

 

22Y enseguida Jesús mandó a los discípulos que subieran a las barcas y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 23 Y, después de despedirla, subió al monte a orar a solas. Cuando se hizo de noche seguía él solo allí. 24Mientras tanto, la barca ya se había alejado de tierra muchos estadios, sacudida por las olas, porque el viento le era contrario. 25En la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos caminando en el mar. 26Cuando le vieron los discípulos andando sobre el mar, se asustaron y dijeron:

        -¡Es un fantasma!- y llenos de miedo empezaron a gritar.

        27Pero al instante Jesús les habló:

-Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo.

28Entonces Pedro le respondió:

-Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

29-Ven- le dijo él.

Y Pedro se bajó dela barca y comenzó a andar sobre las aguas en dirección a Jesús. 30Pero al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar:

-¡Señor, sálvame!

31Al instante Jesús alargó la mano, lo sujetó y le dijo:

-Hombre de poca fe, ¿porqué has dudado?

        32Y cuando subieron a la barca se calmó el viento. 33Los que estaban en la barca le adoraron diciendo:

        -Verdaderamente eres Hijo de Dios.

 

Curaciones en Genesaret

 

34Acabaron la travesía y llegaron a tierra a la altura de Genesaret. 35Al reconocerlo los hombres de aquel lugar mandaron aviso a toda la comarca y le trajeron a todos los que se sentían mal, 36y le suplicaban poder tocar aunque solo fuera el borde de su manto. Y todos los que lo tocaron quedaron sanos.

 

 15

 

Las tradiciones de los antiguos. La verdadera pureza.

 

  1Por entonces unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron:  

2-¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores? Pues, cuando comen pan, no se lavan las manos.

        3Él les respondió:

        -¿Y por qué vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? 4Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre. Y el que maldiga a su padre o a su madre, que sea castigado con la muerte. 5Vosotros, en cambio, decís que si alguien le dice a su padre o a su madre: “Que sea declarada ofrenda cualquier cosa que pudieras recibir de mí”, 6ese ya no tiene obligación de honrar a su padre. Así habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición. 7Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:

  8Este pueblo me honra con los labios,

  pero su corazón está muy lejos de mí.

  9Inútilmente me dan culto,

mientras enseñan doctrinas

que son preceptos humanos.

        10Y después de llamar a la multitud les dijo:

-Escuchad y entendedlo bien. 11Lo que entra por la boca no hace impuro al hombre, sino lo que sale dela boca: eso sí hace impuro al hombre.

12Entonces se acercaron los discípulos a decirle:

-¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tus palabras?

13Pero él les respondió:

-Toda palabra que no plantó mi Padre celestial será arrancada. 14Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos; y si un ciego quía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.

15Pedro tomó la palabra y dijo:

-Explícanos esa parábola

16Él respondió:

-¿También vosotros sois todavía incapaces de entender? 17¿No sabéis que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y luego se echa en la cloaca? 18Por el contrario, lo que sale dela boca procede del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre. 19Porque del corazón proceden los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias. 20Estas cosas son las que hacen al hombre impuro; pero el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre.

 

La mujer cananea

 

        21Después que Jesús salió e allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22En esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar:

-¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio

23Pero él no le respondió palabra. Entonces, se le acercaron sus discípulos para rogarle:

-Atiéndela y que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros.

        24Él respondió:

        -No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

        25Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo:

        -¡Señor, ayúdame!

        26Él le respondió:

        -No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.

        27Pero ella le dijo:

        -Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

        28Entonces Jesús le respondió:

-¡Mujer, qué grande es tu fe! Que sea como tú quieres.

Y su hija quedó sana en aquel instante.

 

Curación de muchos enfermos.

 

29Y cuando Jesús se marchó de aquel lugar, vino junto al mar de Galilea, subió al monte y se sentó allí. 30Acudió a él mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, lisiados, mudos y otros muchos enfermos, y los pusieron a sus pies, y él los curó; 31de tal modo que se maravillaba la multitud viendo hablar a los mudos y restablecerse a los lisiados, andar a los cojos y ver a los ciegos. Y glorificaban al Dios de Israel.

 

Segunda multiplicación de los panes.

 

        32Jesús llamó a sus discípulos y dijo:

        -Me da mucha pena la muchedumbre, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer, y no quiero despedirlos en ayunas, no vaya a ser que desfallezcan en el camino.

        33Pero le decían los discípulos:

        -¿De dónde vamos a sacar en un desierto panes suficientes para alimentar a tan gran muchedumbre?

        34Jesús les dijo:

-¿Cuántos panes tenéis?

        -Siete y unos pocos pececillos– respondieron ellos.

        35Entonces ordenó a la multitud que se acomodase en el suelo. 36Tomó los siete panes y los peces y, después de dar gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la multitud.

        37Y comieron todos y quedaron satisfechos. Con los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas. 38Los que comieron eran cuatro mil hombres sin contar mujeres y niños. 39Después de despedir a la muchedumbre, subió a la barca y s fue a los confines de Magadán.

16  

 

Insidias de fariseos y saduceos

 

1Se acercaron los fariseos y saduceos y, para tentarle, le rogaron que les hiciera ver una señal del cielo. 2Él les respondió:

        -Al atardecer decís que va a hacer buen tiempo porque está el cielo arrebolado; 3y por la mañana, que hoy habrá tormenta, porque el cielo está rojizo y sombrío. ¿Así que sabéis descubrir el aspecto del cielo y no podéis descubrir los signos de los tiempos? 4Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás.

        Y los dejó y se marchó.

        5Al pasar los discípulos a la otra orilla se olvidaron de llevar panes. 6Jesús les dijo:

        -Estad alerta y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.

        7Pero ellos comentaban entre sí: “No hemos traído panes”. 8Al darse cuenta Jesús dijo:

        -Hombres de poca fe. ¿Por qué vais comentando entre vosotros que no tenéis panes? 9¿Todavía no entendéis? ¿No os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres y de cuántos cestos recogisteis? 10¿Ni de los siete panes para los cuatro mil hombres y de cuántas espuertas recogisteis? 11¿Cómo no entendéis que no me refería a los panes? Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.

        12Entonces comprendieron que no se había referido a guardarse de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.

 

Confesión y primado de San Pedro

 

13Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, comenzó a preguntar a sus discípulos:

-¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

14Ellos respondieron:

-Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o alguno de los profetas.

15Él les dijo:

-Y vosotros, ¡quién decís que soy yo?

16Respondió Simón Pedro:

-Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

17Jesús le respondió:

-Bienaventurado eres Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos.

20Entonces ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.