SEGUNDA PARTE

MANIFESTACIÓN DE JESÚS COMO EL MESIAS,HIJO DE DIOS, EN SU PASIÓN,MUERTE Y RESURRECCIÓN

IX. LA ÚLTIMA CENA

13

Jesús lava los pies a sus discípulos 2

    1La víspera de la fiesta de Pascua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2Y mientras celebraban la cena, cuando el diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que lo entregara, 3comoJesús sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, 4se levantó de la cena, se quitó la túnica, tomó una toalla y se la puso a la cintura. 5Después echó agua en una jofaina, y empezó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había puesto a la cintura.

    6Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:

    -Señor, ¿tú me vas a lavar a mí los pies?

    7-Lo que yo hago no lo entiendes ahora -respondió Jesús-. Lo comprenderás después.

   8Le dijo Pedro:

    -No me lavarás los pies jamás.

   -Si no te lavo, no tendrás parte conmigo- le respondió Jesús.

    9 Simón Pedro le replicó:

    -Entonces, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

    10Jesús le dijo:

    -El que se ha bañado no tiene necesidad de lavarse mas que los pies, porque todo él está limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos 11-como sabía quién le iba a entregar, por eso dijo: "No todós estáis limpios".

    12Después de lavarles los pies se puso la túnica, se recostó a la mesa de nuevo y les dijo:

    -Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y tenéis razón, porque lo soy. 14Pues si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. 15Os he dado ejemplo para que, como yo he hecho con vosotros, también lo hagáis vosotros. 16En verdad, en verdad os digo: no es el siervo más que su señor, ni el enviado más que quien le envió 17Si comprendéis esto y lo hacéis, seréis bienaventurados. 18No lo digo por todos vosotros: yo sé a quienes elegí; sino para que se cumpla la Escritura: El que come mi pan levantó contra mí su talón. 19Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que cuando ocurra creáis que yo soy. 20En verdad, en verdad os digo: quien recibe al que yo envíe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe al que me ha enviado.

 

Anuncio de la traición de Judas

(Mt 26,20-25; Mc 14,17-2 1; Lc 22,21-23)

 

    21Cuando dijo esto Jesús se conmovió en su espíritu y declaró:

    -En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar.

    22Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a quién se refería. 23Estaba recostado en el pecho de Jesús uno de los discípulos, el que Jesús amaba. 24Simón Pedro le hizo señas y le dijo:

    -Pregúntale quién es ése del que habla.

    25Él, que estaba recostado sobre el pecho de Jesús, le dice:

    -Señor, ¿quién es?

   26Jesús le responde:

    -Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.

    Y después de mojar el bocado, se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. 27Entonces tras el bocado, entró en él Satanás. Y Jesús le dijo:

    -Lo que vas a hacer, hazlo pronto.

    28Pero ninguno de los, que estaban a la mesa entendió con qué fin le dijo esto, 29 pues algunos pensaban que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: "Compra lo que necesitamos para la fiesta", o "da algo a los pobres". 30Aquél, después de tomar el bocado, salió enseguida. Era de noche.

    31Cuando salió, dijo Jesús:

    -Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. 32Si Dios es glorificado en él, también Dios le glorificará a él en sí mismo; y pronto le glorificárá.

 

El mandamiento nuevo. Predicción del abandono de sus discípulos

(Mt 26,30-35; Mc 14,26-31; Lc 22,31-34)

 

   33Hijos, todavía estoy un poco con vosotros. Me buscaréis y como les dije a los judíos: "Adonde yo voy, vosotros no podéis venir", lo mismo os digo ahora a vosotros 34Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros.
   36Le dijo Simón Pedro:
    -Señor, ¿adónde vas?
    Jesús respondió:
    -Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, me seguirás más tarde.
   37Pedro le dijo:
    -Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.
   38Respondió Jesús:
    -¿Tú darás la vida por mí? En verdad, en verdad te digo que no cantará el gallo sin que me hayas negado tres veces.

14

Jesús revela al Padre


   
1No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. 2En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo contrario, ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? 3Cuando me haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros. 4Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

   5Tomás le dijo:

    -Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?
   6Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida- le respondió Jesús-; nadie va al Padre si no es a través de mí. 7Si me habéis conocido a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto.
    8Felipe le dijo:
    -Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
    9Felipe -le contestó Jesús-, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? 10No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo no las hablo por mí mismo. El Padre, que está en mí, realiza sus obras. 11Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas. 12En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y las hará mayores que éstas porque yo voy al Padre. 13Y lo que pidáis en mi nombre eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.

Promesa del Espíritu Santo


   15Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: 17el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. 18No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. 19Todavía un poco más y el mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. 20Ese día conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. 21El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.

    22 Judas, no el Iscariote, le dijo:

    -Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?

    23Jesús le respondió:

    -Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. 24El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía sino del Padre que me ha enviado. 25Os he hablado de todo esto estando con vosotros; 26pero el Paráclito, el Espíritú Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho.

    27La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28Habéis escuchado que os he dicho: "Me voy y vuelvo a vosotros". Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yó. 29Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando ocurra creáis. 30Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo; contra mí no puede, nada, 31pero el mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal y como me ordenó.

    "¡Levantaos, vámonos de aquí!

 

15

 

La vid y los sarmientos

    1Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. 2Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. 3Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. 6Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. 7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. 8En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos.

 

La ley del amor

 

    9Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor. 10Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa. 12Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. 13Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. 15Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer. 16No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. 17Esto os mando: que os améis los unos a los otros.

 

El odio del mundo a los discípulos

    18Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí. 19Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. 20Acordaos de las palabras que os he dicho: no es el siervo más que su señor. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra. 21Pero os harán todas estas cosas a causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 22Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado.
   23El que me odia a mí, también odia a mi Padre. 24Si no hubiera hecho ante ellos las obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado; sin embargo, ahora las han visto y me han odiado a mí, y también a mi Padre. 25Pero tenía que cumplirse la palabra que estaba escríta en su Ley: Me odiaron sin motivo.
   26Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. 27También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.

16

 

La acción del Espíritu Santo

1Os he dicho todo esto para que no os escandalicéis. 2Os expulsarán de las sinagogas; más aún: llega la hora en la que todo el que os dé muerte pensara que hace un servicio a Dios. 3Y esto os lo harán porque no han conocido a mi Padre, ni a mí. 4Pero os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora os acordéis de que ya os las había anunciado. No os las dije al principio porque estaba con vosotros. 5Ahora voy a quien me envió y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" 6Pero porque os he dicho esto, vuestro corazón se ha llenado de tristeza; 7pero yo os digo la verdad: os conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio, si yo me voy, os lo enviaré. 8Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio: 9de pecado, porque no creen en mí; 10de justicia, porque me voy al Padre y ya no me veréis; 11de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está juzgado.

    12Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero no podéis sobrellevarlas ahora. 13Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad, pues no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir. 14Él me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. 15Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso dije: "Recibe de lo mío y os lo anunciará".

 

La plenitud de gozo.

 

    16Dentro de un poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.

    17Sus discípulos se decían unos a otros:

    -¿Qué es esto que nos dice: "Dentro de un poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver", y que "voy al Padre"?

    18Y decían:

    -¿Qué es esto que dice: "Dentro de un poco"? No sabemos a qué se refiere.

    19Jesús conoció que se lo querían preguntar y les dijo:

    -Intentáis averiguar entre vosotros lo que he dichó: "Dentro de un poco no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver". 20En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y en cambio el mundo se alegrará; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. 21La mujer, cuando va a dar a luz está triste porque ha llegado su hora, pero una vez que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del sufrimiento por la alegría de que ha nacido un hombre en el mundo: 22Así pues, también vosotros ahora os entristecéis, pero os volveré a ver y se os alegrará el corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. 23Ese día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si le pedís al Padre algo en mi nombre, os lo concederá. 24Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis para que vuestra alegría sea completa.

    25Os he dicho todo esto con comparaciones. Llega lá hora en que ya no hablaré con comparaciones, sino que claramente os anunciaré las cosas acerca del Padre. 26Ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rógaré al Padre por vosotros, 27ya que el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios. 28Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y voy al Padre.
    29Le dicen sus discípulos:
    -Ahora sí que hablas con claridad y no usas ninguna comparación; 30ahora vemos que lo sabes todo, y no necesitas que nadie te pregunte; por eso creemos que has salido de Dios.
    31 ¿Ahora creéis? -les dijo Jesús-. 32Mirad que llega la hora, y ya llegó, en que os dispersaréis cada uno por su lado, y me dejaréis solo, aunque no estoy solo porque el Padre está conmigo. 33Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: yo he vencido al mundo.

17

 

Oración sacerdotal de Jesús


    1
Jesús, después de pronunciar estas palabras, elevó sus ojos al cielo y dijo:
    -Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique; 2ya que le diste potestad sobre toda carne, que él dé vida eterna a todos los que Tú le has dado. 3Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado. 4Yo te he glorificado en la tierra: he terminado la obra que Tú me has encomendado que hiciera. 5Ahora, Padre, glorifícame Tú a tu lado con la gloria que tuve junto a Ti antes de que el mundo existiera.

    6He manifestado tu nombre a los que me diste del mundo. Tuyos eran, tú me los confiaste y ellos han guardado tu palabra. 7Ahora han conocido que todo lo que me has dado proviene de Ti, 8porque las palabras que me diste se las he dado, y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que yo salí de Ti, y hain creído que Tú me enviaste. 9Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo sino por los que me has dado, porque son tuyos. 10Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y he sido glorificado en ellos.

    11Ya no estoy en el mundo, pero ellos están en el mundo y yo voy a Ti. Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros. 12Cuando estaba con ellos yo los guardaba en tu nombre. He guardado a los que me diste y ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. 13Pero ahora voy a Ti y digo estas cosas en el mundo, para que tengan mi alegría completa en sí mismos.

    14Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, lo mismo que yo no soy del mundo. 15No pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno. 16No son del mundo lo mismo que yo no soy del mundo. 17Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad. 18Lo mismo que Tú me enviaste al mundo, así los he enviado yo al mundo. 19Por ellos yo me santifico, para que también ellos sean santiflcados en la verdad.

    20No ruego sólo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra: 21que todos sean uno; como Tu, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros para que el mundo crea que Tú me has enviado. 22Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno. 23Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú me has enviado y los has amado como me amaste a mí. 24Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo los que Tú me has confiado; para que vean mi gloria, la que me has dado porque me amaste antes de la creación del mundo. 25Padre justo, el mundo no te conoció; pero yo te conocí, y éstos han conocido que Tú me enviaste. 26Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos y yo en ellos.

 

X. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

18

 

Prendimiento de Jesús
(Mt 26,47-56; Mc 14,43-52; Lc 22,47-53)

    1Cuando acabó de hablar, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto en el que entraron él y sus discípulos. 2Judas, el que le iba a entregar, conocía el lugar, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos. 3Entonces Judas, se llevó con él a la cohorte y a los servidores de los príncipes de los sacerdotes y de los fariseos, y llegaron allí con linternas, antorchas y armas.

    4Jesús, que sabía todo lo que le iba a ocurrir, se adelantó y les dijo:

    -¿A quién buscáis?

    5-A Jesús el Nazareno -le respondieron.

    Jesús les contestó:

    -Yo soy.

    Judas, el que le iba a entregar, estaba con ellos. 6Cuando les dijo: "Yo soy", se echaron hacia atrás y cayeron en tierra. 7Les preguntó de nuevo:

    -¿A quién buscáis?

    -A Jesús el Nazareno- respondieron ellos.

    8Jesús contestó:

    -Os he dicho que yo soy; si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.

    9Así se cumplió la palabra que había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste".

    10Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó, hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. El criado se llamaba Malco. 11Jesús le dijo a Pedro:

    -Envaina tu espada. ¿Acaso no voy a beber el cáliz que el Padre me ha dado?

    12Entonces la cohorte, el tribuno y los servidores de los judíos prendieron a Jesús y le ataron.

Interrogatorio ante los príncipes de los sacerdotes. Negaciones de San Pedro
(Mt 26,57-75; Mc 14,53-72; Lc 22,54-71)

    13Y le condujeron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, el sumo sacerdote aquel año. 14Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Conviene que un hombre muera por el pueblo".
    15Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este otro discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote. 16Pedro,sin embargo, estaba fuera, en la puerta. Salió entonces el otro discípulo que era conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e introdujo a Pedro. 17La muchacha portera le dijo a Pedro:
    -¿No eres también tú de los discípulos de este hombre?
    -No lo soy -respondió él.
    18Estaban allí los criados y los servidores, que habían hecho fuego, porque hacía frío, y se calentaban. Pedro también estaba con ellos calentándose.
    19El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su doctrina. 20Jesús le respondió:
    -Yo he hablado claramente al mundo, he enseñada siempre en la sinagoga y en el Templo, donde todos los judíos se reúnen, y no he dicho nada en secreto. 21¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me oyeron de qué les he hablado: ellos saben lo que he dicho.
    22Al decir esto, uno de los servidores que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
    -¿Así es como respondes al sumo sacerdote? 

    23Jesús le contestó:
    -Si he hablado mal, declara ese mal; pero si tengo razon, ¿por qué me pegas?

    24Entonces Anás le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
    25Simón Pedro estaba calentándose y le dijeron:
    -¿No eres tú también de sus discípulos? 

    -Él lo negó y dijo:

    -No lo soy.
    26Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
    -¿No te he visto yo en el huerto con él?
    27Pedro volvió a negarlo, e inmediatamente cantó el gallo.

Juicio ante Pilato: Jesús Rey
(Mt 27,11-14; Mc 15,1-15; Lc 23,1-5) .·


    28De Caifás condujeron a Jesús al pretorio. Era muy temprano. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y así poder comer la Pascua. 29Entonces Pilato salió fuera, donde estaban ellos, y dijo:
    -¿Qué acusación traéis contra este hombre? 
    30-Si éste no fuera malhechor no te lo habríamos entregado -le respondieron. 
    31Les dijo Pilato:
    -Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. 

    Los judíos le respondieron:
    -A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie 32-así se cumplía la palabra que Jesús había dicho al señalar de qué muerte iba a morir.
    33Pilato entró de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
    -¿Eres tú el Rey de los judíos?
    34Jesús contestó:
    -¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
    35-¿Acaso soy yo judío? -respondió Pilato-. Tu gente y los príncipes de los sacerdotes te han entregado a mí: ¿qué has hecho?
    36 Jesús respondió:
    -Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aqui.
    37Pilato le dijo:
    -¿O sea, que tú eres Rey?
    Jesús contestó:
    -Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz. 

    38Pilato le dijo:
    -¿Qué es la verdad?
    Y después de decir esto, se dirigió otra vez a los judíos y les dijo:

    -Yo no encuentro en él ninguna culpa. 39Vosotros tenéis la costumbre de que os suelte a uno por la Pascua, ¿queréis que os suelte al Rey de los judíos?
    40Entonces volvieron a gritar:
    -¡A ése no, a Barrabás! -Barrabás era un ladrón.

19


Flagelación y coronación de espinas
(Mt 27,27-31; Mc 15,16-20)

    1Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. 2Y los soldados le pusieron en la cabeza una corona de espinas que habían trenzado y lo vistieron con un manto de púrpura. 3Y se acercaban a él y le decían:
    -Salve, Rey de los judíos. 

    Y le daban bofetadas.

Pilato entrega a Jesús
(Mt 27,15-26; Mc 15,6-15; Lc 23,13-25)

    4Pilato salió otra vez fuera y les dijo:
    -Mirad, os lo voy a sacar para que sepáis que no encuentro en él culpa alguna.
    5Entonces Jesús salió fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo:
    -Aquí tenéis al hombre.
    6Cuando le vieron los príncipes de los sacerdotes y los servidores, gritaron:
    -iCrucifícalo, crucifícalo! Pilato les respondió:
    -Tomadlo vosotros y crucificadlo porque yo no encuentro culpa en él.
    7Los judíos contestaron:
    -Nosotros tenemos una Ley, y según la Ley debe morir porque se ha hecho Hijo de Dios.
    8Cuando oyó Pilato estas palabras tuvo más miedo. 9Y volvió a entrar en el pretorio y le dijo a Jesús:
    -¿De dónde eres tú?
Pero Jesús no le dio respuesta alguna. 10Pilato le dijó:
    -¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y potestad para crucificarte?
    11Jesús respondió:
    -No tendrías potestad alguna sobre mí, si no se te hubiera dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.
    12Desde entonces Pilato buscaba cómo soltarlo. Pero los judíos gritaban diciendo:
    -Si sueltas a ése no eres amigo del César! ¡Todo el que se hace rey va contra el César!
    13Pilato, al oír estas palabras, condujo fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstrotos, en hebreo Gabbatá. 14Era la Parasceve de la Pascua, más o menos la hora sexta, y les dijo a los judíos:
    -Aquí está vuestro Rey.
    15Pero ellos gritaron:

    -¡Fuera, fuera, crucifícalo!
    Pilato les dijo: 

    -¿A vuestro Rey voy a crucificar?
    -No tenemos más rey que el César -respondieron los príncipes de los sacerdotes.
    16Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y se llevaron a Jesús.

Crucifixión y muerte de Jesús
(Mt 27,32-56; Mc 15,21-41; Lc 23,26-49) -

    17Y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar que se llama la Calavera, en hebreo Gólgota. 18Allí le crucificaron con otros dos, uno a cada lado de Jesús. 19Pilato mandó escribir el título y lo hizo poner sobre la cruz. Estaba escrito: "Jesús Nazareno, el Rey de los judíos". 20Muchos de los judíos leyeron este título, pues el lugar donde Jesús fue crucificado se hallaba cerca de la ciudad. Y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. 21Los príncipes de los sacerdotes de los judíos decían a Pilato: 

    -No escribas: "El Rey de los judíos", sino que él dijo: "Yo soy Rey de los judíos"

    22Lo que he escrito, escrito está -contestó Pilato.

   23Los soldados, después de crucificar a Jesús, recogieron sus ropas e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y además la túnica. La túnica no tenía costuras, estaba toda ella tejida de arriba abajo. 24Se dijeron entonces entre sí:

    -No la rompamos. Mejor, la echamos a suertes a ver a quién le toca- para que se cumpliera la Escritura cuando dice:

        Se repartieron mis ropas

         y echaron suertes sobre mi túnica.

    Y los soldados así lo hicieron.

    25Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. 26Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre:
    -Mujer, aquí tienes a tu hijo. 

    27 Después le dice al discípulo: -Aquí tienes a tu madre.
    Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.
    28Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
    -Tengo sed.
    29Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. 30Jesús, cuando probó el vinagre, dijo:
    -Todo está consumado.
    E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Lanzada y sepultura de Jesús 

(Mt 27,57-66; Mc 15,42-47; Lc 23,50-56) .1

    31Como era la Parasceve, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, los judíos rogaron a Pilato que les rompieran las piernas y los retirasen. 32 Vinieron los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que había sido crucificado con él. 33Pero cuando llegaron a Jesús, al verle ya muerto, no le quebraron las piernas, 34sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza. Y al instante brotó sangre y agua. 35El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad para que también vosotros creáis. 36Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrantarán ni un hueso. 37Y también otro pasaje de la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

    38Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque a escondidas por temor a los judíos, le rogó a Pilato que le dejara retirar el cuerpo de Jesús. Y Pilato se lo permitió. Así que fue y retiró su cuerpo. 39Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de noche, fue también llevando una mixtura de mirra y áloe, de unas cien libras. 40Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con los aromas, como es costumbre dar sepultura entre los judíos. 41En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no había sido colocado nadie. 42Como era la Parasceve de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. 

 

XI. APARICIONES DE JESÚS RESUCITADO

20


El sepulcro vacío
(Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Lc 24,1-12) -

    1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro. 2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:

    -Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.

    3Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro.

    4Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó antes al sepulcro. 5Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró. 6Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio. 8Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó. 9No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos. 10Y los discípulos se marcharon de nuevo a casa.

Aparición a María Magdalena

(Mt 28,1-10; Mc 16,9-11)

    11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otre a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús 13Ellos dijeron: 
    -Mujer, ¿por qué lloras?
    -Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto -les respondió. 
    14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Le dijo Jesús:
    -Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
    Ella, pensando que era el hortelano, le dijo:
    -Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
    16Jesús le dijo:
    -¡María!

    Ella, volviéndose, exclamó en hebreo:
    -¡Rabbuni! -que quiere decir: "Maestro".

    17Jesús le dijo:
    -Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios".
    18 Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
    -¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.

Jesús se aparece a los discípulos

(Mt 28,16-20; Mc 16,14-18; Lc 24,36-49)

    19Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado, con las puertas del lugar donde se habían reunido los discípulos cerradas por miedo a los judíos, vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo:

    -La paz esté con vosotros.
    20Y dicho esto les mostró las manos y el costado.
    Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. 21Les repitió:
-La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo.
    22Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo:
    -Recibid el Espíritu Santo; 23a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos.
    24Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25Los otros discípulos le dijeron:
   
-¡Hemos visto al Señor!
    Pero él les respondió:
    -Si no le veo en las manos la marca de los clavos, y no meto mi dedo en esa marca de los clavos y meto mi mano en el costado, no creeré.
    26A los ocho días, estaban otra vez dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Aunque estaban las puertas cerradas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo:

    -La paz esté con vosotros.
    27Después le dijo a Tomás:
    -Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.
    28Respondió Tomás y le dijo:
    -Señor mío y Dios mío!

    29Jesús contestó:

    -Porque me has visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto hayan creído.

    30Muchos otros signos hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no han sido escritos en este libro. 31Sin embargo, éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

 

21

 

La pesca milagrosa

 

    1Después volvió a aparecerse Jesús a sus discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se apare

cio así: 2estaban juntos Simón Pedro y Tomás -el llamado Dídimo-, Natanael -que era de Caná de Galilea-, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus dirscípulos.3Les dijo Simón Pedro:
    -Voy a pescar.
    Le contestaron:
    -Nosotros también vamos contigo.

    Salieron y subieron a la barca. Pero aquella noche no pescaron nada.

    4Cuando ya amaneció, se presentó Jesús en la orilla, pero sus discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. 5Les dijo Jesús:
    -Muchachos, ¿tenéis algo de comer?
    -No- le contestaron.
    6Él les dijo:
    -Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
    La echaron, y casi no eran capaces de sacarla por la gran cantidad de peces. 7Aquel discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro:

    -¡Es el Señor!
    Al oír Simón Pedro que era el Señor se ató la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar. 8Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces.
    9Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez encima y pan. 10Jesús les dijo: 
    -Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora.
    11Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y a pesar de ser tantos no se rompió la red. 12Jesús les dijo:
    -Venid a comer. 
    Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Tú quién eres?", pues sabían que era el Señor.
    13Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos y lo mismo el pez. 14Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

El Primado de San Pedro

    15Cuando acabaron de comer, le dijo Jesús a Simón Pedro:
    -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? 

    Le respondió:
    -Sí, Señor, tú sabes que te quiero.

    Le dijo:
    -Apacienta mis corderos.
    16Volvió a preguntarle por segunda vez:
    -Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
    Le respondió:
    -Sí, Señor, tú sabes que te quiero.

    Le dijo:
    -Pastorea mis ovejas. 

    17Le preguntó por tercera vez:
    -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? 

    Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez: "¿Me quieres?", y le respondió:
    -Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero.
    Le dijo Jesús:
    -Apacienta mis ovejas. 18En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te ceñías tú mismo y te ibas adonde querías; pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y llevará adonde no quieras 19-esto lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios.
    Y dicho esto, añadió:
    -Sígueme.
    20Se volvió Pedro y vio que le seguía aquel discípulos que Jesús amaba, el que en la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?" 21Y Pedro, al verle, le dijo a Jesús:
    -Señor, ¿y éste qué?
    22Jesús le respondió:
    -Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.
    23Por eso surgió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: "Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?"

Conclusión

    24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. 25Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús y que, si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir.