EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN


Prólogo


1

  1En el principio existía el Verbo,
y el Verbo estaba junto a Dios,
y el Verbo era Dios.
2Él estaba en el principio junto a Dios.
3Todo se hizo por él,
y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
4En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
5Y la luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.
6Hubo un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
7Este vino como testigo,
- para dar testimonio de la luz,

 para que por él todos creyeran.

8No era él la luz,

sino el que debía dar testimonio de la luz.
9El Verbo era la luz verdadera,

que ilumina a todo hombre,

que viene a este mundo.
10En el mundo estaba,

y el mundo se hizo por él,

y el mundo no le conoció.

11Vino a los suyos,

y los suyos no le recibieron.

12 a cuantos le recibieron

les dio la potestad de ser hijos de Dios,

a los que creen en su nombre,

13 no han nacido de la sangre,

ni de la voluntad de la carne,

ni del querer del hombre,

sino de Dios.

14Y el Verbo se hizo carne,

y habitó entre nosotros,

y hemos visto, su gloria,

gloria como de Unigénito del Padre,

lleno de gracia y de verdad.

15Juan da testimonio de él y dama:

Este era de quien yo dije:

"El que viene después de mí

ha sido antepuesto a mí,

porque existía antes que yo ».

16 de su plenitud
todos hemos recibido,

y gracia por gracia.

17Porque la Ley fue dada por Moisés; la gracia y la verdad

vinieron por Jesucristo.

18A Dios nadie lo ha visto jamás;

el Dios Unigénito,

el que está en el seno del Padre,

él mismo lo dio a conocer.




PRIMERA PARTE

LA MANIFESTACIÓN DE JESÚS COMO EL MESÍAS, MEDIANTE SUS SIGNOS Y PALABRAS

1. INTRODUCCIÓN

Testimonio del Bautista

(Mt 3,1-12; Mc 1,1-8; Lc 3,1-18)

    19Éste es el testimonio de Juan, cuando desde Jerusalén los judíos le enviaron sacerdotes y levitas para que le preguntara: ¿Tú quién eres?». 20Entonces él confesó la verdad y no la negó, y declaró:

    -Yo no soy el: Cristo.
21Y le preguntaron:
-¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?
Y dijo:
-No lo soy.
-¿Eres tú el Profeta?

-No -respondió.
22Por último le dijeron:
¿Quién eres, para que demos una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?

23Contestó:
-Yo soy
la voz del que clama en el desierto:

«Haced recto el camino del Señor»,

como dijo el profeta Isaías.

    24Los enviados eran de los fariseos. 25Le preguntaron:
    -¿Pues por qué bautizas si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?
   26Juan les respondió:
    -Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis. 27Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de la sandalia.
   28Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

    29Al día siguiente vio a Jesús venir hacia él y dijo:

    -Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 30Este es de quien yo dije: "Después de mí viene un hombre que ha sido antepuesto, a mí, porque existía antes que yo". 31Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.

    32Y Juan dio testimonio diciendo:

    -He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una páloma y permanecía sobre él. 33Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: "Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece sobre él, ése es quien bautiza en el Espíritu Santo". 34Y yo he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

 

Vocación de los primeros discípulos

(Mt 4, 18-25; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11)

    35Al día siguiente estaban allí de nuevo Juan y dos de sus discípulos 36y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo:

    -Éste es el Cordero de Dios.

    37Los dos discípulos, al oírle hablar así, siguieron a Jesús. 38Se volvió Jesús y, viendo que le seguían, les preguntó:
    -¿Qué buscáis?

   Ellos le dijeron:
    -Rabbí -que significa: «Maestro»-, ¿dónde vives?
   39Les respondió:
    -Venid y veréis.
    Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.
   40Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41Encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
    -Hemos· encontrado al Mesías -que significa: "Cristo".
   42Y lo llevó a Jesús. Jesús le miró y le dijo:
    -Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -que significa: "Piedra".
    43Al día siguiente determinó encaminarse hacia Galilea y encontró a Felipe. Y le dijo Jesús:
    -Sígueme.
   44Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45Felipe encontró a Natanael y le dijo:
    -Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los Profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José.
   46Entonces le dijo Natanael:

    -¿De Nazaret puede salir algo bueno?

    -Ven y verás- le respondió Felipe.

    47Vio Jesús a Natanael acercarse y dijo de él:

    -Aquí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay doblez.

   48Le contestó Natanael:

    -¿De qué me conoces?

    Respondió Jesús y le dijo:

    -Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

    49Respondió Natanael:

    -Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

    50Contestó Jesús:

    -¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores verás.

    51Y añadió:

    -En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.

 

II. JESÚS, AUTOR DE LA NUEVA ECONOMÍA SALVÍFICA: PRIMERAS MANIFESTACIONES DE FE
2
Bodas de Caná
    1Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús

2Tambiéñ fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. 3Y como faltó vino, la madre de Jesús le dijo:
    -No tienen vino.
   4Jesús le respondió:
    -Mujer, ¿qué nos importa a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora.
   5Dijo su madre a los sirvientes:
    -Haced lo que él os diga.
   6Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los judíos, cada una con capacidad de unas dos o tres metretas. 7Jesús les dijo:

    -Llenad de agua las tinajas.

    Y las llenaron hasta arriba. 8Entonces les dijo:
    -Sacadlas ahora y llevadlas al maestresala.
  
Así lo hicieron. 9Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía -aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían- llamó al esposo 10y le dijo:
    -Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú, al contrario, has reservado, el vino bueno hasta ahora.
   11Así, en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de los signos con el que manifestó su gloria, y sus discípu creyeron en él.
   12Después de esto bajó a Cafarnaún con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí unos días.

Purificación del Templo
(Mt 21,12-17; Mc 11,15-19; Lc 19,45-48)

   13Pronto iba a ser la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. 15Con unas cuerdas hizo un látigo y arrojo a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. 16Y les dijo a los que vendían palomás:
    -Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado.
   17Recordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.
   18Entonces los judíos replicaron:
    -¿Qué signo nos das para hacer esto?
   19Jesús respondió:
    -Destruid este Templo y en tres días lo levantaré.
   20Los judíos contestaron:

    -En cuarenta y seis años ha sido construido esté Templo, y tú lo vas a levantar en tres días?
   21Pero él se refería al Templo de su cuerpo. 22Cuando resucitó de entre los muertos, recordaron sus discípulos que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había pronunciado Jesús.
   23Mientras estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver los signos que hacía. 24Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, 25y no necesitaba que nadie le diera testimonio acerca de hombre alguno, porque conocía el interior de cada hombre.
3  

Visita de Nicodemo

1Había entre los fariseos un hombre que se llamaba Nicodemo, judío influyente. 2Éste vino a él de noche y le dijo:

    -Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro, pues nadie puede hacer los prodigios qué tu haces si Dios no está con él.

    3Contestó Jesús y le dijo:

    -En verdad, en verdad te digo que si uno no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.

   4Nicodemo le respondió:

    ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?

   5Jesús contestó:

   -En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6Lo nacido de la carne, carne es; y lo nácido del Espíritu, espíritu es. 7No te sorprendas de que te hayá dicho qúe debéis nacer de nuevo. 8El viento sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

    9Respondió Nicodemo y le dijo:

    -¿Y eso cómo puede ser?

   10Contestó Jesús:

    -¿Tú eres maestro en Israel y lo ignoras? 11En verdad, en verdad te digo que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. 12Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? 13Pues nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre. 14Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, 15para que todo el que crea tenga vida eterna en él.

    16Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca sino que tenga vida eterna. 17Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él: 18 El que cree en él no es juzgadq; pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del Hijo Unigénito de Dios. 19Éste es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen. 21Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios.

 

Nuevo testimonio del Bautista

 

     22Después de esto fue Jesús con sus discípulos a la region de Judea, y allí convivía con ellos y bautizaba. 23Támbién Juan estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua, y acudían a que los bautizara 24-porque aún no habían encarcelado a Juan.

    25Se originó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. 26Y fueron a Juan a decirle:

    -Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, está bautizando y todos se dirigen a él.

    27Respondió Juan:

    No puede el hombre apropiarse nada si no le es dado del cielo. 28Vosotros mismos me sois testigos de que dije: "Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él". 29Esposo es el que tiene la esposa; el amigo del esposo, el que está presente y le oye, se alegra mucho con la voz del esposo. Por eso, mi alegría es completa. 30Es necesario que él crezca y que yo disminuya.

    31El que viene de lo alto está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del cielo está sobre todos, 32y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. 33El que recibe su testimonio confirma que Dios es veraz; 34pues aquel a quien Dios ha enviado habla las palabra de Dios, porque da el Espíritu sin medida. 35El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. 36El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

4

Jesús y la samaritana

 

  1Por eso, cuando supo Jesús que los fariseos habían oído que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan 2-aunque no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos-, 3abandonó Judea y se marcho otra vez a Galilea. 4Tenía que pasar por Samaría. 4Llegó entonces a una ciudad de Samaría, llamada Sicar, junto al campo que le dio Jacob a su hijo José. 6Estaba allí el pózo de Jacob. Jesús, fatigado del viaje, se había sentado en el pozo. Era más o menos la hora sexta.

    7Vino una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo:

    -Dame de beber 8-sus discípulos se habían marchado a la ciudad a comprar alimentos.

    9Entonces le dijo la mujer samaritana:

    -¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? -porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

    10Jesús le respondió:

    -Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva.

    11La mujer le dijo:

    -Señor, no tienes nada con qué sacar agua, y el pozo es hondo, ¿de dónde vas a sacar el agua viva? 12¿O es que eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio éste pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

    13-Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo -respondió Jesús-, 14pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida eterna.

    15-Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla   -le dijo lá mujer.
    16Él le contestó:
    -Anda, llama a tu marido y vuelve aquí.
    17-No tengo marido- le respondió la mujer.
    Jesús le contestó:
    -Bien has dicho: "No tengo marido", 18porque has tenido cinco y el que tienes ahora no es tu marido; en esto has dicho la verdad.
    19-Señor, veo que tú eres un profeta- le dijo la mujer-. 20Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que el lugar donde se debe adorar está en Jerusalén.

    21Le respondió Jesús:
    -Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación procede de los judíos. 23Pero llega la hora, y es ésta, en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque así son los adoradores que el Padre busca. 24Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.
    25-Sé que el Mesías, el llamado Cristo, va a venir -le dijo la mujer-. Cuando él venga nos anunciará todas las cosas.
    26Le respondió Jesús:

    -Yo soy, el que habla contigo.

    27A continuación llegaron sus discípulos, y se sorprendieron de que estuviera hablando con una mujer. Pero ninguno le preguntó: "¿Qué buscas?", o "¿de qué hablas con ella?" 28La mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y le dijo a la gente:

    29-Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será él el Cristo?

    30Salieron de la ciudad y fueron adonde él estaba.

    31Entretanto los discípulos le rogaban diciendo:

    -Rabbí, come.

    32Pero él les dijo:

    -Para comer yo tengo un alimento que vosotros no conocéis.

    33Decían los discípulos entre sí:·

    -¿Pero es que le ha traído alguien de comer?

    34Jesús les dijo:

    -Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. 35¿No decís vosotros que faltan cuatro meses para la siega? Pues yo os digo: levantad los ojos y mirad los campos que están dorados para la siega; 36el segador recibe ya su jornal y recoge el fruto para la vida eterna, para que se gocen juntos el que siembra y el que siega. 37Pues en esto es verdadero el refrán de que uno es el que siembra y otro el que siega. 38Yo os envié a segar lo que vosotros no habéis trabajado; otros trabajaron y vosotros os habéis aprovechado de su esfuerzo.
    39Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que he hecho". 40Así que, cuando los samaritanos llegaron adonde él estaba, le pidieron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. 41Entonces creyéron en él muchos más por su predicación. 42Y le decían a la mujer:
    -Ya no creemos por tu palabra; nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo.
    43Dos días después marchó de allí hacia Galilea. 44Pues Jesús mismo había dado testimonio de que un profeta no es honrado en su propia tierra. 45Cuando vino a Galilea, le recibieron los galileos porque habían visto todo cuanto hizo en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.


Curación del hijo de un alto funcionario real 
(Mt 8,5-13; Lc 7,1-10)

    46Entonces vino de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún, 47el cual, al oír que Jesús venía de Judea hacia Galilea, se le acercó para rogarle que bajase y curara a su hijo, porque estaba a punto de morir. 48Jesús le dijo:
    -Si no veis signos y prodigios, no creéis. 

    49Le respondió el funcionario real:

     -Señor, baja antes de que se muera mi hijo. 

    50Jesús le contestó:
    -Vete, tu hijo está vivo.
    Aquel hombre creyó en la palabra que Jesús le dijo y se marchó.
    51Mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro diciendo que su hijo estaba vivo. 52Les preguntó la hora en que empezó a mejorar. Le respondieron:
    -Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.
    53Entonces el padre cayó en la cuenta de que precisamente en aquella hora Jesús le había dicho: "Tu hijo está vivo". Y creyó él y toda su casa.
    54 Este segundo signo lo hizo Jesús cuando vino de Judea a Galilea.

III. JESÚS MANIFIESTA SU DIVINIDAD
5


Curación del paralítico


 1
Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos, 3bajo los qué yacía una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.
    5Estaba allí un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años. 6Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo:
    -¿Quieres curarte?
    7El enfermo le contestó:
    -Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se mueve el agua; mientras voy, baja otro antes que yo.
    8Le dijo Jesús:
    -Levántate, toma tu camilla y ponte a andar.
    9Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
    Aquel día era sábado. 10Entonces le dijeron los judíos al que había sido curado:
    -Es sábado y no te es lícito llevar la camilla.
    11Él les respondió:
    -El que me ha curado es el que me dijo: "Toma tu camilla y anda".
    12Le interrogaron:
    -¿Quién es el hombre que te dijo: "Toma tu camilla y anda?"
    13El que había sido curado no sabía quién era, pues Jesús se había apartado de la muchedumbre allí congregada.

    14Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo:

    -Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor.

    15Se marchó aquel hombre y les dijo a los judíos que era Jesús el que le había curado. 16Por eso perseguían los judíos a Jesús, porque había hecho esto un sábado. 17Jesús les replicó:

    -Mi Padre no deja de trabajar, y yo también trabajo.

    18Por esto los judíos con más ahínco intentaban matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

 

El poder del Hijo de Dios

 

    19Respondió Jesús y les dijo:

    -En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; pues lo que Él hace, eso lo hace del mismo modo el Hijo. 20Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace, y le mostrará obras mayores que éstas para que vosotros os maravilléis. 21Pues así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida a quienes quiere. 22El Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha dado al Hijo, 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que le ha enviado.

    24En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no viene a juicio sino que de la muerte pasa a la vida. 25En verdad, en verdad os digo que lléga la hora, y es ésta, en la que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán, 26pues como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo tener vida en sí

mismo. 27Y le dio la potestad de juzgar, ya que es el Hijo del Hombre. 28No os maravilléis de esto, porque viene la hora en la que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida; y los que practicaron el mal, para la resurrección del juicio. 30Yo no puedo hacer nada por mí mismo: según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad sino la voluntad del que me envió.

    31Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería verdadero. 32Otro es el que da testimonio dé mí y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. 33Vosotros habéis enviado mensajeros a Juan y él ha dado testimonio de la verdad. 34Pero yo no recibo el testimonio de hombre, sino que os digo esto para que os salveis. 35Aquél era la antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis alegraros por un momento con su luz. 36Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, pues las obras que me ha dado mi Padre para que las lleve a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me ha enviado. 37Yel Padre que me ha enviado, Él mismo ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz ni habéis visto su rostro; 38ni permanece su palabra en vosotros, porque no creéis en éste a quien Él envió. 39Examinad las Escrituras, ya que vosotros pensáis téner en ellas la vida eterna: ellas son las que dan testimonio de mí. 40Y no queréis venir a mí pára tener vida.

    41Yo no busco recibir gloria de los hombres; 42pero os conozco y se que no hay amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en nombre propio, a ése lo recibiríais. 44¿Cómo podéis creer vosotros, que recibís gloria unos de otros, y no queréis la gloria que procede del único Dios? 45No penséis que yo os acusaré ante el Padre; hay quien os acusa: Moisés, en quien vosotros tenéis puesta la esperanza. 46En efecto, si creyeseis a Moisés, tal vez me creéríais a mí, pues él escribió sobre mí. 47Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?

 

IV. JESÚS ES EL PAN DE VIDA


6

Multiplicación de los panes

(Mt 14,13-21; Mc 6,30-44; Lc 9,10-17)

    1Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades. 2Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos. 3Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4Pronto iba a ser la Pascua, la fiesta de los judíos.
    5Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe:
    -¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? 6-lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba á hacer.
    7Felipe le respondió:
    -Doscientos denarios de pan no bastan ni para que cada uno coma un poco.
    8Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
    9-Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos?
    10Jesús dijo:
    -Mandad a la gente que se siente- había en aquel lugar hierba abundante.
    Y se sentaron un total de unos cinco mil hombres. 11Jesús tomó los panes y, después de dar gracias, los répartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio cuantos peces quisieron.
    12Cuando quedaron saciados, les dijo a sus discípulos:
    -Recoged los trozos que han sobrado para que no se pierda nada.

    13Y los recogieron, y llenaron doce cestos con los trozós de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 

    14Aquellos hombres, viendo el signo que Jesús, había hecho, decían:
    -Éste es v~rdaderamente el Profeta que viene almu ndo.
    15Jesús, conociendo que estaban dispuestos a llevárselo para hacerle rey, se retiró otra vez al monte él solo.

Jesús camina sobre las aguas
(Mt 14,22-33; Mc 6,45-52)

    16Cuando estaba atardeciendo, bajaron sus discípulos al mar, 17embarcaron y pusieron rumbo a la otra orilla, hacia Cafarnaún. Ya había oscurecido y Jesús aún no se había reunido con ellos. 18El mar estaba agitado a causa del fuerte viento que soplaba. 19Después de remar unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba hacia la barca, y les entró miedo. 20Pero él les dijo:,
    -Soy yo, no temáis.
    21Entonces ellos quisieron que subiera a la barca; y al instante la barca llegó a tierra, al lugar adonde iban.

Las multitudes buscan a Jesús


    22A1 día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a ella con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. 23De Tiberíades otras barcas llegaron cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor. 24Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. 25Y al encontrarle en la otra orilla del mar, le preguntaron:

    -Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?

 

Discurso del Pan de Vida

 

    - 26Jesús les respondió:

    -En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado. 27Obrad no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó Dios Padre con su sello.

    28Ellos le preguntaron:

    -¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?

    29Jesús les respondió:

    -Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado.

    30Le dijeron:

    -¿Y qué signo haces tú, para que lo veamos y te creamos? ¿Qué obras realizas tú? 31Nuestros padres comieron en el desierto el maná, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.
   
32Les respondió Jesús:
    -En verdad, en verdad os digo que Moisés no os dio el pan del cielo, sino que mi Padre os da el verdaderos pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da la vida al mundo.
    34-Señor, danos siempre de este pan -le dijeron ellos.
    35Jesús les respondió:
    -Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá nunca sed. 36Pero os lo he dicho: me habéis visto y no creéis. 37Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que viene a mí no lo echaré fuera, 38porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la voluntad de Aquel que me ha enviado. 39Ésta es la voluntad de Aquel que me ha enviado: que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. 40Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día.
    41Los judíos, entonces, comenzaron a murmurar de él por haber dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo". 42Y decían:

    -¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He bajado del cielo"?

    43Respondió Jesús y les dijo:

    -No murmuréis entre vosotros. 44Nadie puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado, y yo le resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Todo el que ha escuchado al que viene del Padre, y ha aprendido, viene a mí. 46No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que procede de Dios, ése ha visto al Padre. 47En verdad, en verdad os digo que el que cree tiene vida eterna.

    48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron. 50Éste es el pan que baja del cielo, para que si alguien lo come no muera. 51Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

    52Los judíos se pusieron a discutir entre ellos:

    -¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

    53Jesús les dijo:

    -En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. 55Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí. 58Éste es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron los padres y murieron: quien come este pan vivirá eternamente.

    59Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Cafarnaún.

 

Reacción de los discípulos

    60A1 oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:

    -Es dura esta enseñanza, ¿quién puede escucharla?

    61Jesús, conociendo en su interior que sus discípulos estaban murmurando de esto, les dijo:

    -¿Esto os escandaliza? 62Pues, ¿si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? 63El espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada: las palabras que os he hablado son espíritu y son vida. 64Sin embargo, hay algunos de vosotros que no creen.
    En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que le iba a entregar.

    65Y añadía:
    -Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.
    66Desde ese momento muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
    67Entonces Jesús les dijo a los doce:
    -¿También vosotros queréis marcharos?
    68Le respondió Simón Pedro:
    -Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; 69nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios.
    70Les respondió Jesús:

    -¿No os he elegido yo a los doce? Sin embargo, uno de vosotros es un diablo.
    71Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque él, aun siendo uno de los doce, era el que le iba a entregar.

 

V. JESÚS ES LA LUZ DEL MUNDO

7

 

Jesús en Jerusalén durante la fiesta de los Tabernáculos

    1Después de esto caminaba Jesús por Galilea, pues no quería andar por Judea, ya que los judíos le buscaban para matarle.
    2Pronto iba a ser la fiesta judía de los Tabernáculos. 3Entonces le dijeron sus hermanos:
    -Márchate de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, 4porque nadie hace algo a escondidas si quiere ser conocido. Puesto que haces estas cosas, muéstrate al mundo.
    5Ni siquiera sus hermanos creían en él. 6Entonces, Jesús les dijo:
    -Mi tiempo aún no ha llegado, pero vuestro tiempo siempre está a punto. 7El mundo no puede odiaros, pero a mí me odia porque doy testimonio de él, de que sus obras son malas. 8Vosotros subid a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
    9Él dijo eso y se quedó en Galilea. 10Pero una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió, no públicamente sino como a escondidas.

    11Los judíos le buscaban durante la fiesta y decían:

    -¿Dónde está ése?

    12Y la gente hacía muchos comentarios sobre él. Unos decían:

    -Es bueno.

    Otros, en cambio:

    -No, engaña a la gente.

13Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él por miedo a los judíos.

    14Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. 15Los judíos quedaron admirados y comentaban:

    -¿Cómo sabe éste de letras sin haber estudiado?

    16Entonces Jesús les respondió y dijo:

    -Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado. 17Si alguno quiere hacer su voluntad conocerá si mi doctrina es de Dios, o si yo hablo por mí mismo. 18El que habla por sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, ése es veraz y no hay injusticia en él. 19¿No os dio Moisés la Ley? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué queréis matarme?

    20Respondió la multitud:
    -Estás endemoniado; ¿quién te quiere matar?
    21Jesús les contestó:
    -Yo hice una sola obra y todos os habéis extrañado.

    22Puesto que os dio Moisés la circuncisión -aunque no es de Moisés sino de los Patriarcas-, incluso el sábado circuncidáis a un hombre. 23Si un hombre recibe la circuncisión en sábado para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿os indignáis contra mí porque he curado por completo a un hombre en sábado? 24No juzguéis por las apariencias, sino juzgad con recto juicio.
    25Entonces, algunos de Jerusalén decían:
    -¿No es éste al que intentan matar? 26Pues mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Acaso habrán reconocido las autoridades que éste es el Cristo? 27Sin embargo sabemos de dónde es éste, mientras que cuando venga el Cristo nadie conocerá de dónde es.
    28Jesús enseñando en el Templo clamó:
    -Me conocéis y sabéis de dónde soy; en cambio, yo no he venido de mí mismo, pero el que me ha enviado, a quienvosotros no conocéis, es veraz. 29Yo le conozco; porque de Él vengo y Él mismo me ha enviado.
    30lntentaban detenerle, pero nadie le puso las manos encima porque aún no había llegado su hora.

Diversos pareceres sobre Jesús


    31Muchos de la multitud creyeron en él y decían:
    -Cuando venga el Cristo, ¿hará más signos que los que hace éste?

    32Al oír los fariseos que la multitud comentaba esto de él, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para prenderle. 33Entonces Jesús les dijo:

    -Aún estaré entre vosotros un poco de tiempo, luego me iré al que me ha enviado. 34Me buscaréis y no me encontraréis, porque donde yo estoy vosotros no podéis venir.

    35Se dijeron los judíos:

    -¿A dónde se irá éste que no podamos encontrarle? ¿Se irá tal vez a los dispersos entre los griegos y enseñará a los griegos? 36¿Qué significan estas palabras que ha dicho: "Me buscaréis y no me encontraréis", y "donde yo estoy vosotros no podéis venir"?

    37En el último día, el más solemne de la fiesta, estaba allí Jesús y clamó:

    -Si alguno tiene sed, venga a mí; y beba 38quien cree en mí. Como dice la Escritura, de sus entrañas brotarán ríos de agua viva.

    39Se refirió con esto al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu, ya que Jesús aún no había sido glorificado.

    40De entre la multitud que escuchaba estas pala bras, unos decían:
    -Éste es verdaderamente el profeta.
    41Otros:
   
-Éste es el Cristo. 

    En cambio, otros replicaban:
    -¿Acaso el Cristo viene de Galilea? 42No dice la Escritura que el Cristo viene de la descendencia de David y de Belén, la aldea de donde era David?
    43Se produjo entonces un desacuerdo entre la multitud por su causa. 44Algunos de ellos querían prenderle, pero nadie puso las manos sobre él.
    45Volvieron los alguaciles a los príncipes de los sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: 
    -¿Por qué no lo habéis traído?
    46Respondieron los alguaciles:
   
-Jamás habló así hombre alguno.

    47Les replicaron entonces los fariseos:
    -¿También vosotros habéis sido engañados? 48¿Acaso alguien de las autoridades o de los fariseos ha creído en él?  49Pero esta gente, que desconoce la Ley, son unos malditos.
    50Nicodemo, aquel que ya había ido antes adonde Jesús y que era uno de ellos, les dijo:
    51-Es que nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle oído antes y conocer lo que ha hecho?
    52Le respondieron:
    -¿También tú eres de Galilea? Investiga y te darás
cuenta de que ningún profeta surge de Galilea.

    53Y se volvió cada uno a su casa.

 

8


La mujer adúltera


    1Jesús marchó al Monte de los Olivos. 2Muy de mañana volvió de nuevo al Templo, y todo el pueblo acudía a él; se séntó y se puso a enseñarles.
    3Los escribas y fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y la pusieron en medio.
    4-Maestro- le dijeron-, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5Moisés en la Ley nos mandó lapidar a mujeres así; ¿tú qué dices? 6-se lo decían tentándole, para tener de qué acusarle.
    Pero Jesús, se agachó y se puso a escribir con el dedo en la tierra.
    7Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y lés dijo:
    -El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero.
   
8Y agachándose otra vez, siguió escribiendo en la tierra. 9Al oírle, empezaron a marcharse uno tras otro, comenzando por los más viejos, y quedó Jesús solo, y la mujer, de pie, en medio. 10Jesús se incorporó y le dijo:,

    -Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?

    11-Ninguno, Señor -respondió ella.

    Le dijo Jesús:

    -Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más.

 

Jesucristo, Luz del mundo

 

    12De nuevo les dijo Jesús:

    -Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

    13Le dijeron entonces los fariseos:

    -Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

    14Jesús les respondió:

    -Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vengo y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. 15Vosotros juzgáis según la carne, yo no juzgo ,a nadie; 16y si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. 17En vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es verdadero. 18Yo soy el que da testimonio de sí mismo, y el Padre, que me ha enviado, también da testimonio de mí.

    19Entonces le decían:

    -¿Dónde está tu Padre?

    -Ni me conocéis a mí ni a mi Padre- respondió Jesus-; si me conocierais a mí conoceríais también a mi Padre.

    20Estas palabras las dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el Templo; y nadie le prendió porque aún no había llegado su hora.

 

Jesús reprende la incredulidad de los judíos

 

    21Jesús les dijo de nuevo:

    -Yo me voy y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado; adonde yo voy vosotros no podéis venir.

    22Los judíos decían:

    -¿Es que se ya a matar y por eso dice: "Adonde yo voy vosotros no podéis venir"?

    23Y les decía:
    -Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Vosotros, sois de este mundo; yo no soy de este mundo. 24Os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.
    25Entonces le decían:
    -¿Tú quién eres?
    Jesús les respondió:
    -Ante todo, lo que os estoy diciendo. 26Tengo muchas cosas que hablar y juzgar de vosotros, pero el que me ha enviado es veraz, y yo, lo que le he oído, eso hablo al mundo.
    27Ellos no entendieron que les hablaba del Padre. 28Les dijo por eso Jesús:
    -Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que como el Padre me enseñó así hablo. 29Y el que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.
    30Al decir estas cosas, muchos creyeron en él.
    31Decía Jesús a los judíos que habían creído en él:
    -Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois en verdad discípulos míos, 32conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
    33Le respondieron:
    -Somos linaje de Abrahán y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo es que tú dices: "Os haréis libres"?
    34Jesús les respondió:

    -En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado, esclavo es del pecado. 35El esclavo no se queda en casa para siempre; mientras que el hijo se queda para siempre; 36por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres. 37Yo sé que sois linaje de Abrahán y, sin embargo, intentáis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros.

    38Yo hablo lo que vi en mi Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis a vuestro padre.

    39Le respondieron:

    -Nuestro padre es Abrahán.

    -Si fueseis hijos de Abrahán -les dijo Jesús- haríais las obras de Abrahán. 40Pero ahora queréis matarme, a mí, que os he dicho la verdad que oí de Dios; Abrahán no hizo esto.  41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.

    39Le respondieron:

    -Nosotros no hemos nacido de fornicación, tenemos un solo padre, que es Dios.

    42-Si Dios fuese vuestro padre, me amaríais -les dijo Jesús-; pues yo he salido de Dios y he venido aquí. Yo no he salido de mí mismo sino que Él me ha enviado. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra. 44Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre; él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso y el padre de la mentira. 45Sin embargo, a mí, que digó la verdad, no me creéis. 46¿Quién de vosotros podrá acusarme de que he pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me crééis? 47El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.

    48Los judíos le respondieron:

    -¿No tenemos razón cuando decimos que tú eres samaritano y estás endemoniado?

    49Jesús respondió:

    -Yo no estoy endemoniado, sino que honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis a mí. 50Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. 51En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi palabra jamás verá la muerte.

    52Los judíos le dijeron:

    -Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió y también los profetas, y tú dices: "Si alguno guarda mi palabra, jamás experimentará la muerte" 53¿Es que tú eres más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes tú?
    54Jesús respondió:
    -Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada vale. Mi Padre es el que me glorifica, el que decís que es vuestro Dios, 55y no le conocéis; yo, sin embargo, le conozco. Y si dijera que no le conozco mentiría como vosotros, pero le conozco y guardo su palabra. 56Abrahán, vuestro padre, se llenó de alegría porque iba a ver mi día: lo vio y se alegró.
    57Los judíos le dijeron:
    -¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?
    58Jesús les dijo:
    -En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán naciese, yo soy.
    59Entonces recogieron piedras para tirárselas; pero Jesús se escondió y salió del Templo.

9

Curación del ciego de nacimiento


    1Y al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. 2Y le preguntaron sus discípulos:
    -Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego? 

    3Respondió Jesús:

    -Ni pecó éste ni sus padres, sino que eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4Es necesario que nosotros hagamos las obras del que me ha enviado mientras es de día, porque llega la noche cuando nadie puede trabajar. 5Mientras estoy en el mundo soy luz del mundo.

    6Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, lo aplicó en sus ojos 7y le dijo:

    -Anda, lávate en la piscina de Siloé -que significa: "Enviado".

    Entonces fue, se lavó y volvió con vista. 8Los vecinos y los que le habían visto antes, cuando era mendigo, decían:

    -¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?

    9Unos decían:

    -Sí, es él.

    Otros en cambio:

    -De ningún modo, sino que se le parece.

    Él decía:

    -Soy yo.

    10Y le preguntaban:

    -¿Cómo se te abrieron los ojos?
    11Él respondió:
    -Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: "Vete a Siloé y lávate". Así que fui, me lavé y comencé a ver.
    12Le dijeron:
    -¿Dónde está ése?
    Él respondió:
    -No lo sé.
    13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14El día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos era sábado. 15Y los fariseos empezaron otra vez a preguntarle cómo había comenzado a ver. El les respondió:
    -Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
    16Entonces algunos de los fariseos decían:
    -Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado.
    Pero otros decían:
    -¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? 
    Y había división entre ellos. 17Le dijeron, pues, otra vez al ciego:
    -¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abiertó los ojos?
    -Que es un profeta -respondió.
    18No creyeron los judíos que aquel hombre habiendo sido ciego hubiera llegado a ver, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19y les preguntaron:
    -¿Es éste vuestro hijo que decís que nació ciego? ¿Entonces cómo es que ahora ve?
    20Respondieron sus padres:
    -Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. 21Lo que no sabemos es cómo es que ahora ve. Tampoco sabemos quién le abrió los ojos. Preguntádselo a él, que edad tiene. Él podrá decir de sí mismo.
    22Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, pues ya habían acordado que si alguien confesaba que él era el Cristo fuese expulsado de la sinagoga. 23Por eso sus padres dijeron: "Edad tiene, preguntádselo a él".

Ceguera de los judíos


    24Y llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
    -Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
    25Él les contestó:
    -Yo no sé si es un pecador. Sólo sé una cosa: que yó era ciego y que ahora veo.
    26Entonces le dijeron:
    -¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 

    27Ya os lo dije y no lo escuchasteis -les respondió-. ¿Por qué lo queréis oír de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros discípulos suyos?

    28Ellos le insultaron y dijeron:
    -Discípulo suyo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Sabemos que Dios habló a Moisés, pero ése no sabemos de dónde es.
    30Aquel hombre les respondió:
   -
Esto es precisamente lo asombroso: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto los ojos. 31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores. En çambio, si uno honra a Dios y hace su voluntad, a ése le escucha. 32Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33Si éste no fuera de Dios no hubiese podido hacer nada.

    34Ellos le replicaron:
    -Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros?
    Y le echaron fuera.
    35Oyó Jesús que le habían echado fuera, y cuando se encontró con él le dijo:
    -¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
    36-¿Y quién es, Señor, para que crea en él? -respondió.
    37Le dijo Jesús:
    -Si lo has visto: el que está hablando contigo; ése es.
    38Y él exclamó:
    -Creo, Señor- y se postró ante él.
    39Dijo Jesús: .

    -Yo he venido a este mundo para un juicio, para que los que no ven vean, y los que ven se vuelvan ciegos.
    40Algunos de los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron:
    -¿Es que nosotros también somos ciegos?
    41Les dijo Jesús:
    -Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero ahora decís: "Nosotros vemos"; por eso vuestro pecado permanece.


10


El Buen Pastor


    1En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. 2Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. 3A éste le abre el portero y las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre y las conduce
fuera. 4Cuando las ha sacado todas, va delante de ellas y las ovejas le siguen porque conocen su voz. 5Per a un extraño no le seguirán, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños.
    6Jesús les propuso esta comparación, pero ellos, no entendieron qué era lo que les decía.

    7Entonces volvió a decir Jesús:

    -En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos cuantos han venido antes que yo son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les escucharon. 9Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará; y entrará y saldrá y encontrará pastos. 10El ládrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

    11Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. 12E1 asalariado, el que no es pastor y al que no le pertenecen las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye -y el lobo las arrebata y las dispersa-, 13porque es asalariado y no le importan las ovejas. 14Yo soy el buen pastor, conozco las mías y las mías me conocen. 15Como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas. 16Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño, con un solo pastor. 17Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para tomarla de nuevo. 18Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo potestad para darla y tengo potestad para recuperarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre.
    19Se produjo de nuevo una disensión entre los judíos a causa de estas palabras. 20Muchos de ellos decían:
    -Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis?
    21Otros decían:
    -Cosas así no las dice uno que está endemoniado ¿Es que puede un demonio abrir los ojos de los ciegos?


Identidad de Jesús con el Padre

    22Se celebraba por aquel tiempo en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. 23Paseaba Jesús por el Templo, en el pórtico de Salomón. 24Entonces le rodearon los judíos y comenzaron a decirle: ,
    -¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente.
    25Les respondió Jesús:
    -Os lo he dicho y no lo creéis; las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. 26Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y me siguen. 28Yo les doy vida eterna; no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos; y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. 30Yo y el Padre somos uno.

Intentan lapidar al Señor


    31Los judíos recogieron otra vez piedras para lapidarle. 32Jesús les replicó:
    -Os he mostrado muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas queréis lapidarme?
    33-No queremos lapidarte por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porqué tú, siendo hombre, te haces Dios -le respondieron los judíos.
    34Jesús les contestó:
    -¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije: "Sois dioses"? 35Si llamó dioses a quienes se dirigió la palabra de
Dios, y la Escritura no puede fallar, 36¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, decís vosotros que blasfema porque dije que soy Hijo de Dios? 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38pero si las hago, creed en las obras, aunque no me creáis a mí, para que conozcáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre.

    39Intentaban entonces prenderlo otra vez, pero se escapó de sus manos. 40Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba al principio, y allí se quedó. 41Y muchos acudieron a él y decían:

    -Juan no hizo ningún signo, pero todo lo que Juán dijo de él era verdad.

    42Y muchos allí creyeron en él.

 

VII. JESÚS ES LA VIDA DEL MUNDO

11

Resurrección de Lázaro

    1Había un enfermo que se llamaba Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro había caído enfermo. 3Entonces las hermanas le enviaron este recado:

    -Señor, mira, aquel a quien amas está enfermo.

    4A1 oírlo, dijo Jesús:

    -Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.
    5Jesús amaba a Marta, a su hermana y á Lázaro. 6Aun cuando oyó que estaba enfermo, se quedó dos días más en el mismo lugar. 7Luego, después de esto, les dijo sus discípulos:
    -Vamos otra vez a Judea.
    8Le dijeron los discípulos:
    -Rabbí, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte, y ¿vas a volver allí?
    9-Acaso no son doce las horas del día? -respondió Jesús-. Si alguien camina de día no tropieza porque ve la luz de este mundo; 10pero si alguien camina de noche tropieza porque no tiene luz.
    11Dijo esto, y a continuación añadió:
    -Lázaro, nuestro amigo, está dormido, pero voy a despertarle.
    12Le dijeron entonces sus discípulos:
    -Señor, si está dormido se salvará.
    13Jesús había hablado de su muerte, pero ellos pensaron que hablaba del sueño natural.
    14Entonces Jesús les dijo claramente:
    -Lázaro ha muerto, 15y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vayamos adonde está él.
    16Tomás el llamado Dídimo, les dijo a los otros discípulos:

-Vayamos también nosotros y muramos con él. ~

    17Al llegar Jesús, encontró que ya llevaba sepultado cuatro días. 18Betania distaba de Jerusalén como quince estadios. 19Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para consolarlas por lo de su hermano.

    20En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa. 21Le dijo Marta a Jesús:

    -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano, 22pero incluso ahora sé que todo cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.

    23-Tu  hermano resucitará- le dijo Jesús.

    24Marta le respondió:

    -Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día.

    25-Yo soy la Resurrección y la Vida -le dijó Jesús-; el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, 26y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre: ¿Crees esto?

    27-Sí, Señor -le contestó-. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo.

    28En cuanto dijo esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en un aparte:

    -El Maestro está aquí y te llama.

    29Ella, en cuanto lo oyó, se levantó enseguida y fue hacia él. 30Todavía no había llegado Jesús a la aldea, sino que se encontraba aún donde Marta le había salido al encuentro. 31Los judíos que estaban con ella en la casa y la consolaban, al ver que María se levantaba de repente y se marchaba, la siguieron pensando que iba al sepulcro a llorar allí. 32Entonces María llegó donde se encontraba Jesús y, al verle, se postró a sus pies y le dijo:

    -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

    33Jesús, cuando la vio llorando y que los judíos que la acompanaban también lloraban, se estremeció por dentro, se conmovió 34y dijo.

    -¿Dónde le habéis puesto?

    Le contestaron:

    -Señor, ven a verlo.

    35Jesús rompió a llorar. 36Decían entonces los judíos:

    -Mirad cuánto le amaba.

    37Pero algunos de ellos dijeron:

    -Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que no muriera?

    38Jesús, conmoviéndose de nuevo, fue al sepulcro. Éra una cueva tapada con una piedra. 39Jesús dijo:

    -Quitad la piedra.

    Marta, la hermana del difunto, le dijo:

    -Señor, ya huele muy mal, pues lleva cuatro días.

    40Le dijo Jesús:

    -¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

    41Retiraron entonces la piedra. Jesús, alzando los ojos hacia lo alto, dijo:

    -Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la muchedumbre que está alrededor, para que crean que Tú me enviaste.
    43Y después de decir esto, gritó con voz fuerte:
    -¡Lázaro, sal afuera!

    44Y el que estaba muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y con el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:

    -Desatadle y dejadle andar.

 

El Sanedrín decreta la muerte de Jesús

(Mt 26,3-5; Mc 14,1-2)

 

    45Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que hizo Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los príncipes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín:

    -¿Qué hacemos, puesto que este hombre realiza muchos signos? -decían-. 48Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.

    49Uno de ellos, Caifás, que aquel año era sumo sacerdote, les dijo:

    -Vosotros no sabéis nada, 50ni os dais cuenta de que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca toda la nación 51-pero esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; 52y no sólo por la nación, sino para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos.

    53Así, desde aquel día decidieron darle muerte. 54Entonces Jesús ya no andaba en público entre los judíos, sino que se marchó de allí a una región cercana al desierto, a la ciudad llamada Efraín, donde se quedó con sus discípulos.

    55Prontó iba a ser la Pascua de los judíos, y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. 56Los que estaban en el Templo buscaban a Jesús, y se decían unos a otros:

    -¿Qué os parece: no vendrá a la fiesta?

    57Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguien sabía dónde estaba, lo denunciase, para poderlo prender.

 

 

VIII. JESÚS, ACLAMADO REY MESIANICO

12


María unge al Señor
(Mt 26,6-16; Mc 14,3-11)

    1
Jesús, seis días antes de la Pascua, marchó a Betania, donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. 2Allí le prepararon una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.
   3María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. 4Dijo Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que le iba a entregar:
   5-¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?
   6Pero esto lo dijo no porque él se preocupara de los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. 7Entonces dijo Jesús:
    -Dejadle que lo emplee para el día de mi sepultura, 8porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.

    9Una gran multitud de judíos se enteró de que estaba allí, y fueron no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. 10Y los príncipes de los sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, 11porque muchos, por su causa, se apartaban de los judíos y creían en Jesús.

 

Entrada triunfal en Jerusalén

(Mt 2 1,1-11; Mc 11,1.11; Lc 19,28-40)

 

    12Al día siguiente las muchedumbres que iban a la fiesta, oyendo que Jesús se acercaba a Jerusalén, 13tomaron ramos de palmas, salieron a su encuentro y se pusieron a gritar:

        ¡Hosanna!

        ¡Bendito el que viene en nombre del Señor el Rey de Israel!

    14Jesús encontró un borriquillo y se montó sobre él, conforme a lo que está escrito:

        15No temas, hija de Sión.

        Mira a tu rey que llega

        montado en un borrico de asna.

    16Al principio sus discípulos no comprendieron esto, pero cuando Jesús fue glorificado, entonces recordaron que estas cosas estaban escritas acerca de él, y que fueron precisamente éstas las que le hicieron.

    17La gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio. 18Por eso las muchedumbres le salieron al encuentro, porque oyeron que Jesús había hecho este signo. 19Entonces los fariseos se dijeron unos a otros:

    -Ya veis que no adelantáis nada; mirad cómo todo el mundo se ha ido tras él.

 

Jesús anuncia su glorificación

 

   20Entre los que subieron a adorar a Dios en la fiesta había algunos griegos. 21Así que éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y comenzaron a rogarle:

    -Señor, queremos ver a Jesús.

    22Vino Felipe y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. 23Jesús les contestó:

    -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. 24En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. 25El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. 26Si alguien me sirve, que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor. Si alguien me sirve, el Padre le honrará,

    27Ahora mi alma está turbada; y ¿qué voy a decir?: ¿Padre, líbrame de esta hora? ¡Pero si para esto he venido a esta hora! 28¡Padre, glorifica tu nombre!

    Entonces vino una voz del cielo:

    -Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré.

    29La multitud que estaba presente y la oyó decía que había sido un trueno. Otros decían:

    -Le ha hablado un ángel.

    30Jesús respondió:

    -Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo va a ser arrojado fuera. 32Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.

    33Decía esto señalando de qué muerte iba a morir. 34La multitud le replicó:

    -Nosotros hemos oído en la Ley que el Cristo permanece para siempre; entonces, ¿cómo dices tú: "Es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre"? ¿Quién es este "Hijo del Hombre"?

    35Jesús les dijo:

    -Todavía estará un poco de tiempo la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan; porque el que camina en tinieblas no sabe adónde va. 36Mientras tenéis la luz, creed en la luz para que seáis hijos de la luz.

    Jesús les dijo estas cosas, y se marchó y se ocultó de ellos.

 

Incredulidad de los judíos

   
37Aunque había hecho Jesús tantos signos delante de ellos, no creían en él, 38de modo que se cumplieran las palabras que dijo el profeta Isaías:

         Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?,

        y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido revelado?'

   39Por eso no podían creer, porque también dijo Isaías:

       40Les ha cegado los ojos

        y les ha endurecido el corazón

        de modo que no vean con los ojos

        ni entiendan con el corazón ni se conviertan y yo los sane.

    41Isaías dijo esto cuando vio su gloria y habló sobré él.

    42Sin embargo, creyeron en él incluso muchos de los judíos principales, pero no le confesaban a causa de los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga, 43porque amaron más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

    44Jesús clamó y dijo:

    -El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; 45y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. 46Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día. 49Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que tengo que decir y hablar. 50Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.