SANTA MARIA DE UJUE (NAVARRA-ESPAÑA)

   

A escasos 50 kilómetros de la ciudad de Pamplona (Navarra) se alza un inigualable conjunto medieval con una de las iglesias fortalezas mejor conservadas en esta tierra y desde cuya cumbre se puede divisar una impresionante panorámica que abarca a casi toda Navarra….y desde donde casi se toca con el dedo el mismo cielo.

   
   

UNA PALOMA HERALDO DE BUENA NOTICIA

   

Cuenta la leyenda cómo una paloma entraba y salía del agujero de una peña. Un zagal que pastoreaba movido por la curiosidad se acercó con la intención de espantarla.. Al comprobar como  la paloma  seguía con su aleteo insistente; se acerca y contempla esa bella imagen románica de Ujué, parece provenir del euskera Uxue, que en castellano significa paloma. Sobrecogido por el impacto de la aparición de la efigie mariana avisa a la población, donde hoy se encuentra la ermita de la Blanca, y todo el pueblo cambia de lugar. Así nace la Villa de Ujué. La Virgen dio nombre a este pueblo de la Navarra Media.

   
   

UNA VIRGEN QUE MIRA, ESCUCHA Y ACOGE

   

Es hierática pero serena y se nos muestra sentada como aquella que sabe acoger y esperar  a sus hijos peregrinos (cansados de la vida ) con amor de Madre, con brazo poderoso y a corazón abierto.

Su rostro es moreno pero con la claridad y la dulzura de destellar el amor divino en sus ojos. El lugar donde se asienta ha cristalizado, en amores y oraciones, besos y súplicas, llantos y amarguras,  en esmaltes y platas, piedras de colores y armas, el amor y el homenaje de Navarra a una de las Vírgenes más querida y venerada desde siglos.

La Virgen de Ujué, del siglo XI, es de madera y el rey Carlos II mandó recubrirla de plata y piedras de colores. A sus pies, y mirando al altar, quiso ese monarca que descansara para siempre su corazón. El Niño lleva en su mano el Evangelio y la Virgen una flor de lis. Fue coronada canónicamente el 8 de septiembre de 1952.

   
   

EN UJUE SE ELEVA LA PLEGARIA HASTA EL MISMO CIELO

   
   

En los domingos siguientes a San Marcos cientos y miles de entunicados, con la cruz sobre sus hombros, suben penitentes hasta esta cumbre de Ujué siguiendo la tradición y el consejo de sus mayores.

Lo hacen porque saben que la Virgen, desde ese santuario encumbrado casi en el mismo cielo, recoge una a una peticiones y deseos, proyectos y oraciones, acción de gracias y cantos, sacrificios y penitencias, historias, presente y futuro. Mira, uno a uno,  los rostros anónimos que vibran de fe.

   

Subir a la Virgen de Ujué es saborear, ya desde ahora, esa gran realidad a la que la Virgen nos llama y nos invita: la ciudad del cielo.

Subir a la Virgen de Ujué es mirarle sabiendo que, sin decirle nada, Ella entiende y escucha, calla y habla a cada corazón en particular.

Subir a la Virgen de Ujué es sentir que el corazón estalla por la emoción contenida de ver que permanece eternamente buena, increíblemente joven, radiantemente bella y por siempre cien veces santa.

Subir a la Virgen de Ujué es quedarse con los cinco sentidos fuera de juego: la vista se nubla ante una atmósfera de piedad y de incienso, el gusto se acrecienta y se queda pequeño al saborear los Misterios de Dios, el olfato nos hace sentir pecadores y divinos a la vez,   el tacto se paraliza ante la hermosura de María y el oído queda sobrecogido por la Palabra divina de Jesús.

   
   

Eso, y mucho más, es ser romero hacia María; con paz, lucha, sueños, vida, esperanza, ilusión, fe y devoción. Al final…¡ojalá como Carlos II! pudiéramos dejar a los pies de la Virgen nuestro corazón pero, no muerto, y sí cansado de tanto amar con los impulsos del Resucitado

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Buen día y mes acabado
en honor de MARÍA con...
SANTA MARÍA
LA REAL DE UJUE

 
 
 
 
 
 

JAVIER LEOZ