¿Para quÉ las imágenes sagradas?


 

¿Qué son imágenes sagradas?

Son representaciones (estatuas, pinturas mosaicos, esculturas...) de contenido religiosos, que vienen efectuados con diferentes materiales y con diferentes estilos. En particular éstas, representan Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen y los Santos.


 

¿De qué se sirven las imágenes sagradas?

Se sirven de elementos que provienen de este mundo, en sus diferentes componentes: humano, animal, vegetal, material. Pero estos elementos están ahí pintados para indicar otra cosa: representan realidades que no pertenecen a este mundo visible. Son reflejos, signo de lo divino, de lo religioso, de lo espiritual, de lo sobrenatural.


 

¿Qué tipo de pasaje exigen las imágenes sagradas?

En esas, el hombre es solicitado a pasar del visible al invisible, del significante al significado. Por esto nosotros llamamos simbólicas las imágenes religiosas. Son un puente entre el visible y el invisible entre el fiel y el misterio.


 

¿Desde cuándo existen las imágenes sagradas?

La opción de reprensar contenidos de la fe cristiana con imágenes viene desde los tiempos antiguos. Desde los primeros siglos, se realizaban y utilizaban imágenes sagradas. Una antigua y autentica testimonianza en este sentido son las catacumbas, donde también hoy se pueden admirar por ejemplo varias figuras de Cristo y de la Beata Virgen Maria. “Los artistas de cada tiempo han ofrecido a la contemplación y al asombro de los fieles los hechos salientes del misterio de la salvación, presentándoles en el esplendor del color y en la perfección de la belleza” (Card. Joseph Ratzinger, Introducción al Compendio).


 

¿Por qué algunas religiones prohíben la imágenes?

El Hebraísmo y el Islamismo por ejemplo prohíben figurar a Dios, en cuanto quieren en tal modo evidenciar la total invisibilidad, la infinita diversidad y superioridad de Dios respecto a sus criaturas: Dios es totalmente Otro. La representación del sagrado en imágenes constituye para aquellas religiones una profanación.


 

¿El Antiguo Testamento prohíbe las imágenes?

- En el Antiguo Testamento, Dios había ordenado: “No harás ídolo ni algún imagen de lo que está arriba en el Cielo, ni de lo que está abajo sobre la tierra, ni de lo que está en las aguas bajo la tierra” (Ex 20,2-4). Aquélla orden divina comportaba la prohibición de cualquier representación de Dios hecha de la mano del hombre. El Deuteronomio explica: “por qué no visteis ninguna figura, cuando Dios habló en el monte Oreb en el fuego, debéis estar bien en guardia por vuestra vida, para que no os corrompáis y no hagáis la imagen esculpida de cualquier ídolo” (Dt 4,15-16). Es el Dios absolutamente trascendental que se ha revelado a Israel. “El es todo”, pero, en el mismo tiempo, está “sobre todas sus obras” (Sir 43,27-28). El es “el mismo autor de las bellezas (Sb 13,3).

- Todavía, desde el Antiguo Testamento, Dios ha ordenado o permitido hacer imágenes que simbólicamente conducirían a la salvación obra de la Palabra encarnada: Así la serpiente de cobre, el Arca de la alianza y los querubines” (CCC, n. 2129-2130). “harás entonces una arca (...), la adornarás de oro puro (...). Harás dos querubines de oro (...), haz un querubín en una extremidad y otro en otra extremidad” Ex 25,10-22). Dios dijo a Moisés: haz una serpiente y ponla sobre un asta; cuando alguien viene mordido la mira y vivirá” ( Nm 21,7-8)

 


 

¿Cuándo en la historia del cristianismo fueron prohibidas las imágenes?

  1. Cuando hubo iconoclastas, es decir aquel movimiento religioso, desarrollado en Bizancio entre los siglos VIII y IX, que consideraba idolátrico el culto de las imágenes sagradas (Cristo, la Virgen, los Santos) y predicaba su destrucción. La veneración de las imágenes (iconolatria) en Oriente había dado vida a formas de fanatismo. La disputa se convertió política cuando el emperador bizantino León III Isaurico, abrazando decididamente la iconoclastia (726), comenzó a perseguir a los (adoradores de imágenes), cerro monasterios e iglesias rebeldes (expropiándoles las tierras y distribuyéndolas a los campesinos-soldados) e intento imponer también en Roma la destrucción de las imágenes sagradas.
    Pero el segundo Concilio de Nicea, en el 787, decidió a favor de las imágenes: “Nosotros explicamos con mucha claridad y cuidado que, a semejanza de la representación de la cruz preciosa y vivificante, así las veneradas y santas imágenes sean pintadas que en mosaicos o en cualquier otro material adapto, deben estar expuestas en las santas Iglesias de Dios, sobre sagrados objetos, sobre Sagrados paramentos, en las paredes y sobre las mesas, en las casas y caminos; sean estas las imágenes de Dios y Salvador nuestro Jesucristo, o aquella de la Inmaculada nuestra Señora, la santa Madre de Dios, de los santos Angeles, de todos los santos y justos”.
    En Oriente, fueron reintroducidas las imágenes a partir del 843, cuando la Emperadora Teodora nombró Metodio Patriarca de Constantinopla.

  2. Sucesivamente, en los primeros decenios del 1500, las imágenes fueron nuevamente prohibidas, y aquella vez de parte de Lutero. Pero el Concilio de Trento con un decreto del 1563 aprobó y justificó el culto de las imágenes y condenó aquellos que expresaban el contrario.

 


 

¿Sobre qué fundamentos se basan las imágenes religiosas?

Las imágenes religiosas tienen varios fundamentos complementarios:

- Fundamento antropológico: En cuanto ser unido, es decir, constituido de cuerpo y alma, el hombre se expresa a través de los signos, gestos, símbolos. El percibe las mismas realidades espirituales a través de signos y símbolos materiales. Dante en el paraíso (Canto 4, versos 42-46) afirma que el intelecto no puede afirmar la verdadera naturaleza de Dios sin los sentidos, o la mente puede solo afirmar la parte sensual que el intelecto puede entonces elaborar así como es.

- Fundamento sociológico:

1.     En cuanto ser social, ansioso y necesitado de relacionarse con los demás, el hombre necesita comunicarse con los demás, y lo hace por medio del lenguaje, de gestos, de acciones, de imágenes.

2.     Por cierto hoy vivimos en un mundo particularmente atento a las imágenes, las cuales tienen un papel particularmente importante en la vida de la persona y de la sociedad. No por nada se habla de civilización de la imagen para indicar la sociedad actual, y es el motivo por la cuál, hoy más que nunca, en la civilización de la imagen, la imagen sagrada puede “expresar mucho más de la misma palabra, desde el momento que es sobremanera eficaz su dinamismo de comunicación y de trasmisión del mensaje evangélico” (Card. Joseph Ratzinger Introducción al Compendio).

- Fundamento teológico:

1.     Existe una estrecha relación entre el mundo creado y Dios su creador.
El mundo, en la visión cristiana, en efecto ha sido creado por Dios, que ha querido así manifestar y comunicar su bondad, verdad y belleza. Por tanto Dios habla al hombre a través de la creación visible, la cuál es un reflejo, sea también limitado, de la infinita perfección de Dios.

2.     El hombre ha sido creado a imagen de Dios. El hombre mismo es semejante a Dios. Y entonces para conocer a Dios, el hombre tiene a disposición él mismo: conociéndose a asimismo en su ser imagen de Dios y en su obrar conformemente a aquella imagen, conoce mayormente a Dios. Y al mismo tiempo, es también igualmente verdad que conociendo Dios en su ser y en sus obras, el hombre se conoce asimismo.

3.     Dios se hizo visible en Jesucristo. Siendo él el Hijo Unigénito de Dios, unido íntimamente a Dios Padre- “Yo y el Padre somos una sola cosa” (Jn 10,30), él nos hace conocer en manera plena, perfecta y definitiva a Dios Padre: “Quien me ve, ve el Padre” (Jn 14,9). Jesucristo es la imagen perfecta visible de Dios invisible.
“Un tiempo, Dios, no teniendo ni cuerpo ni figura, no podía en algún modo ser representado por una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios” (San Juan Damasceno, De sacris imaginibus oratio, 1, 16: PTS 17, 89 y 92).
Entonces la encarnación de Cristo justifica en el cristianismo el realizarse, el tener, el venerar las imágenes religiosas.

 


 

¿Jesús ha utilizado signos y símbolos humanos para expresar el divino?

Jesús, además de ser él mismo Aquél que hace presente y visible Dios, se sirve a menudo en su predicar y obrar aquí en la tierra desde hace dos mil años, de las realidades provenientes de la creación para hacer conocer, anunciar y comunicar los misterios del reino de Dios. Se piensa también sólo al significado simbólico de sus parábolas y de sus milagros. Cristo además ha utilizado elementos y signos provenientes del mundo para instituir los sacramentos de la Iglesia.


 

¿La imagen humana es limitada respecto a la divina?

Ciertamente conviene recordar que cualquier imagen material no podrá nunca expresar plenamente la indecible misterio de Dios: la realidad significada (religiosa espiritual) supera siempre la imagen humana. Todavía algo de este misterio el elemento material lo hace realmente intuir y percibir.
Los aspectos profanos, en el momento de la cual se convierten vehiculo de transmisión de contenidos religiosos, vienen acogidos y representados en sus aspectos positivos; Pero en el mismo tiempo tienen necesidad de ser purificados, y sobre todo de ser enriquecidos y completados. Y eso sucede con los contenidos cristianos, que las imágenes contienen y trasmiten. En este sentido las mitologías y las fabulas populares son asumidas.


 

¿Qué finalidad tienen las imágenes religiosas?

Las Imágenes Religiosas:

  1. Facilitan el acceso, la comprensión y la trasmisión de contenidos a personas pertenecientes a lenguas, edad y culturas diferentes: son fácilmente legibles y, por tanto, respecto a la palabra y al escrito, alcanzan la mayor número de personas.

  2. Si visteis, comprendéis, interpretáis gustáis con la luz especial que proviene de la fe cristiana, es posible entonces coger el particular mensaje catequístico, que los artistas han querido transmitir con las imágenes religiosas.

 


 

¿En qué sentido las imágenes tienen una finalidad catequética?

Porque existe una estrecha correlación entre la imagen y el símbolo, y entre el mundo visible y el mundo invisible, se vuelve lógico y justificado el anunciar el misterio de Dios sirviéndose de imágenes simbólicas. Se comprende así el florecer, a lo largo de los siglos, de la iconografía cristiana, donde el intento evangelizante y catequético se acompaña o se trenza estrechamente con el aspecto pintoresco y estético. A través de la imagen se quiere transcribir el mensaje evangélico, que la sagrada escritura transmite a través de la palabra.
“Desde la tradición secular conciliar aprendemos que también la imagen es predicación evangélica” (Card. Joseph Ratzinger, Introducción al Compendio). Mas bien la historia nos enseña que los cristianos, para anunciar el mensaje evangélico y catequizar las personas, se han servido en una manera especial, muy antes de los catecismos escritos, del nominado Biblia pauperum, es decir, de las imágenes, de los catecismos visibles, catecismos hechos de imágenes y de representaciones icnográficas (se ve por ejemplo las multiplicaciones y estupendas imágenes realizadas en las basílicas y en las Iglesias a través de los siglos).
Imagen y palabra se iluminan así mutuamente. El arte “habla” siempre, al menos implícitamente, del divino, de la belleza infinita de Dios, refleja en el icona por excelencia: Cristo Señor, imagen de Dios invisible.
Las imágenes sagradas, con su belleza, son también anuncio evangélico y exprimen el esplendor de la verdad católica, mostrando la suprema armonía entre el bueno y bello, entre la vía veritatis y la vía pulchritudinis. Mientras testimonian la secular y fecunda tradición del arte cristiana, solicitan todos, creyente y no, al descubrimiento y a la contemplación del encanto insaciable del misterio de la Redención, dando siempre nuevo impulso al vivo proceso de su enculturación en el tiempo” (Papa Benedicto xvi, Discurso de presentación del Compendio a la Iglesia y al mundo, 28/06/05).


 

¿Las imágenes son también una invitación a la oración?

Ciertamente. El arte y la iconografía cristiana, además de ser instrumentos al servicio de la evangelización y de la catequesis, han sido siempre y lo son todavía un invito a la oración: “La belleza y el color de las imágenes son un estimulo para mi oración. Es una fiesta para mis ojos, así como el espectáculo de la campana abre mi corazón a rendir gloria a Dios” (San Juan Damasceno, De sacris imaginibus oratio 1, 47). La contemplación de las imágenes sagradas, unida a la escucha de la Palabra de Dios, ayuda a imprimir en la memoria del corazón el misterio que viene percibido, solicitando a transformarlo en oración y a testimoniarlo en aquella novedad de vida, que proviene de la fe cristiana y que tiene su centro en cristo.


 

¿Las imágenes religiosas en qué relación están con Cristo?

En la iconografía cristiana todas las imágenes tienen como finalidad principal anunciar a la persona, el mensaje y la obra de Cristo, siendo él, el Revelador perfecto de Dios Padre y el Salvador único y permanente del hombre y del mundo. “La imagen de Cristo es la icona por excelencia. Las demás, que representan la Señora y los Santos, significan Cristo, que en ellos es glorificado” (Compendio, nr. 240), y, anunciando Cristo, ayudan hacer nacer y crecer la fe y el amor hacia él. Venerar los Santos significa reconocer que Dios es la fuente, el centro y el culmen de su santidad: los santos han acogido con la ayuda del Espíritu Santo, la santidad de Dios en la fe y a tal santidad divina han correspondido dócilmente con una vida santa, siguiendo e imitando Cristo, la imagen por excelencia de Dios invisible.
Por esto cuando entramos en la Iglesia, hace falta buscar ante todo el sagrario, donde, está encendida la lámpara eucarística, está presente Cristo-Eucaristía en el modo verdadero, real, sustancial: Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. El regalo de nuestro saludo y de nuestra oración va dirigida por tanto ante todo a él, muy antes de las imágenes de los santos, imágenes que son hechas de materia.


 

¿Qué tipo de culto se da a la imagen?

No de adoración (reservada únicamente a Dios), sino de veneración.
En el Código de Derecho Canónico, se lee al resguardo: “Para favorecer la santificación del pueblo de Dios, la Iglesia confía a la especial veneración de los fieles la Beata Maria siempre Virgen, la madre de Dios, que Cristo constituyo Madre de todos los hombres, y promueve además el verdadero y autentico culto de los santos, para que los fieles estén edificados de su ejemplo y sostenidos de su intercesión (...) sea mantenida la praxis de exponer en las Iglesias las imágenes sagradas para la veneración de los fieles; todavía vengan expuestas en modo moderado y con un conveniente orden, para no suscitar la maravilla del pueblo cristiano y no den a esa devoción menos recta” (Nos. 1186- 1188).


 

¿Quién veneramos en la imagen?

El cristiano venera:

· No la imagen en sí misma, la cual es simplemente un objeto material (una estatua, una imagen, un símbolo, un amuleto): Si se venerase el objeto, se caería en la idolatría.

· Pero a quienes las imágenes tienen que representar, las “personas” que las imágenes reproducen son: Jesucristo, la Señora y los Santos.
En efecto, “el honor dado a un imagen pertenece a quien representa” y “quien venera la imagen, venera la realidad de quien en ella representa” (San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto, 18, 45: SC 17bis, 406). El honor atribuido a las imágenes sagradas es una “veneración respetuosa”, no una adoración que conviene solo a Dios: “Los actos de culto no son dirigidos a las imágenes consideradas en sí misma, si no en cuanto sirven y representan Dios encarnado. Ahora, la devoción que se dirige al imagen en cuanto imagen, no se detiene sobre ella, si no tiende a la realidad que ella representa” (Sto Tomàs de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 81, a. 3, ad 3).

 


 

¿Entre las imágenes, cual es la más importante?

Es la imagen del crucifijo. De hecho la cruz es:

- Instrumento de la pasión de Cristo y de su glorificación, como él mismo dijo en eminencia de su pasión: “Ahora el hijo del hombre ha sido glorificado, y también Dios ha sido glorificado en él, y muy pronto lo glorificará” (Jn 13, 12).

- Signo:

· de la humanidad de la salvación, y también de la esperanza de salvación en Cristo;

· de la dimensión original típica del cristiano;

· de los valores cristianos que caracterizan ciertas sociedades y culturas;

· del hijo del hombre” (Mt 24, 30) que aparecerá en el cielo al final de los tiempos;

· de victoria última y suprema del bien sobre el mal (cfr. Gal 6, 14).

- Llamamiento al sufrimiento que conlleva al seguimiento de Cristo: “Quien quiere venir detrás de mi, coja su cruz y me siga” (Mt 16, 24).

 


 

En qué sentido las imágenes religiosas anticipan "Cielos Nuevos" y "Tierra Nueva?

Las imágenes religiosas, con su belleza y su esplendor, nos ofrecen una anticipación sobre la realidad futura: nos presentan algo que prefigura aquella transfiguración que, al final de todos los tiempos, el mundo entero un día recibirá de Dios. En efecto “después el juicio final, el mismo universo, libre de la esclavitud de la corrupción, participará a la gloria de Cristo en la inauguración de “nuevos cielos” y de una “tierra nueva” (2 Pd 3, 13). Así será alcanzada la plenitud del Reino de Dios, es decir, la realización definitiva del diseño salvífico de Dios de “recapitular en Cristo todas las cosas, aquellas del cielo como aquellas de la tierra” (Ef 1, 10). Dios entonces será “todo en todos” (1Cor 15, 28), en la vida eterna” (Compendio, nr. 216).

El Primicerio
de la Basílica de San Carlos y San Ambrosio
Monsignor Raffaello Martinelli

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