Tercera parte

Aspectos actuales para vivir y educar
con responsabilidad cristiana


Hemos intentado expresar con el nombre «Todo», en la primera parte, lo que el lenguaje bíblico designa con la expresión «Reino de Dios». Si el yo, el tú (juntamente con la naturaleza y la cultura) tuvieran una vibración interior perfecta y sus mutuas relaciones fuesen totalmente armónicas, entonces vibrarían en el «Todo», es decir, «el Reino de Dios» estaría presente y «Dios sería todo en todo y para todo en él». En la segunda parte afirmábamos que en Jesucristo ha irrumpido el «Reino de Dios», que todo ha sido creado
y reconciliado para el «Todo» y que ya ha llegado, en principio, el Espíritu a nosotros ; y principio significa comienzo, pero al mismo tiempo fuerza eficaz: Jesucristo es la presencia divina del poder divino del todo y la plenitud del Espíritu. Consiguientemente «estar en Cristo» o «vivir en el Espíritu» significa : estar en el «Todo» o vivir «en el cielo)).

Ahora bien, a pesar de la irrupción del «Todo» en Jesucristo, el «Todo» no ha llegado de un modo completo a los hombres. La victoria ya se ha conseguido, pero no se ha realizado aún el desfile triunfal (parusía). Formulado de otro modo: El «todo» tiene carácter escatológico, y lo seguimos esperando aún. El hombre vive aún en la lejanía y la caducidad, pero busca la plenitud del «Todo». Según eso, la existencia cristiana consiste en luchar contra la situación de condenación, en el horizonte de Cristo ; en seguir las huellas del «Todo» que ha irrumpido ya y estar (vigilantes» (Me 13, 33 ss; Le 12, 35 ss) para su autoentrega fragmentaria en los momentos felices de vivencias y experiencias que ,se convierten para nosotros en un anticipo de la gloria que nos colmará alguna vez de un modo definitivo.

Siguiendo nuestra reflexión sobre el «Todo» como la conexión del yo, el tú (naturaleza y cultura) y la imagen de Dios (o Espíritu de Dios), podemos proponer la división siguiente para la tercera parte : 1. El camino hacia el yo, 2. El camino hacia lo otro/tú y 3. El camino hacia Dios. Esta división corresponde especialmente a los conceptos fundamentales que encontramos en el texto de la carta a los Gálatas citado al final de la segunda parte (5, 13 ss). Naturalmente que junto al «amor al prójimo» y «la entrega al Reino de Dios» aparece en ese texto « el seguimiento de la cruz», más exactamente: «la crucifixión de la carne», bajo cuyo concepto, como hemos indicado antes, hay que comprender la absolutización o. idolatrización de lo finito, especialmente del yo humano. El autoencuentro positivo y el hallazgo de la propia identidad se considera, por tanto, como la superación de la autolejanía. Recogemos la perspectiva bíblica y lo dividimos del modo siguiente :

  1. Conversión y esperanza (seguimiento de la cruz).

  2. Autenticidad y disponibilidad (amor al prójimo).

  3. Recogimiento y contemplación (amor a Dios).

A partir de estas reflexiones aparecerá más claro el sesgo fundamental de la existencia humana vivida con auténtica responsabilidad cristiana. Podría designarse como el hacerse sensible y disponible para el «Todo» (más concretamente para el yo, el prójimo y Dios) con la profunda convicción de que el «Todo» se ha entregado ya «en principio» en Jesucristo y vendrá alguna vez a nosotros de un modo definitivo. La educación desde una perspectiva cristiana sería, por consiguiente, el hacerse sensible y disponible para el «Todo» con una esperanza plenamente convincente en El.