IX. TERCERA CAÍDA DE JESÚS


TRADICIÓN

A la vista ya de la roca del Calvario, el Señor, llegado al final de sus fuerzas, se desploma una vez más sobre las piedras del camino.


TEXTOS BÍBLICOS

Mt 10, 16-25: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos...; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».

Mt 26,33-35: «Yo te lo aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces».

Mt 14,22-33: « Viendo Pedro la violencia del viento, le entró miedo, y como comenzara a hundirse, gritó: Señor, sálvame. Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró».

Hb 9,22: «según la Ley casi todas las cosas han de ser purificadas con sangre, y sin efusión de sangre no hay remisión».

Jr 8,18-23: «Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla: he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo...»

Sal 22(21): «Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo...»

Sal 38(37): «tus flechas se me han clavado, tu mano pesa sobre mi...; mis culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso superior a mis fuerzas; ...siento palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas...»

Sal 69(68): «...me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente».

También sirven los textos propuestos para las estaciones IIl y VII.


PUNTOS

  1. Fuera de la ciudad, el Señor cae.

  2. Jesús se levanta para subir al Calvario.


MEDITACIÓN

1. Fuera de la ciudad, el Señor cae

Es difícil hacer consideraciones ante la tercera caída del Maestro. Incluso articular una oración. Tan horrible es contemplar lo que tuvo que suponer ese nuevo tropiezo, en medio de aquellas gentes impacientes por acabar de una vez.

Ellos piensan que es pavor de Jesús a la vista del Calvario; ¿acaso no gritan y se lamentan más fuerte ahora los otros dos condenados? Por eso lo escarnecen de mil maneras, y lo azotan con rabia —¡oh esa espalda en carne viva!— para obligarlo a levantarse.

Pero hay un dolor más agudo. Una vez más las rodillas martirizadas del Maestro sufren el verse incrustadas de piedras y arena. No es ya el golpe contra el pavimento duro, más o menos pulido, de las calles de Jerusalén, sino el choque violento de las rodillas rajadas contra los guijarros del pedregoso sendero, en las afueras de la ciudad.

Tres veces negó Pedro a Jesús, y su triple caída la expía el Señor cayendo ensangrentado tres veces. Pero tres veces habrá de protestar su amor Pedro, para reparar su traición.

Muchas más veces lo negaste tú, y por cada una de ellas el Señor sufrió gustoso la Pasión. Para cancelar tu deuda.

Ahora dime, ¿de qué forma le demostrarás tu amor y agradecimiento? ¿Cómo repararás?


2. Jesús se levanta para subir al Calvario

En este momento de suprema postración, el Señor ha pensado en todos los que, alguna vez, serían tentados con la idea de renunciar al combate, por parecerles muy difícil y sentirse, a menudo, vencidos, fatigados, caídos. Ha pensado en ti.

En tus momentos de cansancio y desánimo. Cuando tus imperfecciones te desesperan, cuando tus pecados te asquean, cuando el tedio te hace insoportable la oración y parece que te faltan las fuerzas y las ganas para realizar cualquier obra buena.

Y por eso Jesús, por ti, cuando todo hacía prever que sería preciso arrastrarlo hasta el patíbulo, ha conseguido levantarse y dar esos pasos que le separaban todavía de su meta. La vista del Calvario no lo ha espantado, sino que lo ha inflamado en deseos de abrazar, de una vez para siempre, la cruz.

No fueron los golpes, sino el amor a quienes le golpeaban, el amor a ti, el que le hizo ponerse de pie y continuar.

Por eso, que tu fe no se debilite en las dificultades. «Hay que mantenerse firme, como yunque golpeado por el martillo. Pues a un gran atleta corresponde vencer, a pesar de los golpes» (S. Ignacio de Antioquia).

Si algo hizo padecer especialmente al Señor, fue el ver las dudas espantosas a las que tantos se entregan en el momento de la prueba; la maldad o la indiferencia de los que voluntariamente rehúsan la gracia que a ti se te ofrece ahora.

Pídele el poder de mantenerte firme y, caso de que no siempre lo consigas, el poder levantarte con presteza. Que en la cruz no encuentres un fardo aplastante, sino un punto de apoyo y una promesa infalible de resurrección y de gracia.


ORACIÓN

Señor Jesús, el camino va llegando a su fin. Y este fin no es tu libertad; ni es el fin de tus sufrimientos. Es una muerte horrenda, comparada a la cual todo lo padecido hasta ahora no es más que un prólogo sin importancia.

Poco antes de subir a la roca, y de ser elevado como bandera discutida puesta para caída y salvación de muchos, besas el polvo una vez más. A esta tierra que has fecundado con tu sangre; a esta tierra, que es mi pobre humanidad y que has querido divinizar — ;bendito seas!— asumiéndola.

Enséñame, Maestro mio; ilumíname, tú que has aceptado caer tres veces en el camino, tú que te has dignado hacerte todo debilidad para facilitármelo a mí. Me has mostrado cómo hay que permanecer recios en el combate de esta vida. Me has enseñado a ser comprensivo ante las debilidades de los demás. Ahora me pides ser paciente contigo mismo.

Sin que ello suponga transigir, aceptar el pecado o la injusticia, tú quieres que yo comprenda mis límites, que sepa acomodarme a mis dificultades y, sobre todo, superar una y otra vez mis frecuentes desfallecimientos.

Disculpa mis fanfarronadas pasadas, el exceso de confianza en mi mismo y el olvido de tu gracia, la cual se quiere mostrar, precisamente, en mi flaqueza.

Jesús, yo quiero borrar la huella de mis negaciones con actos de amor y confianza en ti. Muéstrame el camino y la manera en que tú quieres que te sirva. Y cuando éste sea difícil, cuando la cruz desnuda me aterre, revélate a mi en ella, Señor, para que yo sea capaz de abrazarla y llevarla en tu seguimiento. Amén.


ORACIONES BREVES

«Aunque tenga que morir, yo no te negaré».

«El que persevere hasta el fin se salvará».

«Tu mano pesa sobre mí».

«Mis culpas sobrepasan mi cabeza».

«No nos dejes caer en tentación».

«Señor, sálvame».