III. JESÚS CAE EN EL CAMINO


TRADICIÓN

Según una piadosa tradición, Jesús, a poco de salir del Pretorio, cayó bajo el peso de la cruz. Pero, levantándose de nuevo y cargado con ésta, continuó su camino.


TEXTOS BÍBLICOS

Sal 38(37): «Voy encorvado y encogido...; esto pido: que no se alegren por mi causa, que cuando resbale mi pie no canten triunfo. Porque yo estoy a punto de caer, y mi pena no se aparta de mí».

Sal 121(120): «No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel».

Mt 4,5-7: «Si eres Hijo de Dlos, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna».

Jn 12,23-28: «...si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto... Si alguno me sirve, que me siga...»

Is 53,12: «...con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes».

Mt 26,41: « Velad y orad... que el espíritu está pronto, pero la carne es débil».


PUNTOS

  1. El Señor cae bajo la Cruz.

  2. Continuó su camino.


MEDITACIÓN

1. El Señor cae bajo la Cruz

Jesús está agotado por todas las penalidades soportadas. La noche en vela, la sangre perdida, interrogatorios, golpes y humillaciones. Ahora, al salir del Pretorio, su Corazón se desgarra al ver y escuchar a aquella multitud enloquecida que se cierra a su salvación.

Es la ingratitud, la ausencia total de alguna presencia amiga, la que le hace sentirse en una soledad completa.

La cruz es muy grande. La muchedumbre le empuja tal vez. Las fuerzas le faltan y el Señor cae dolorosamente de bruces, bajo el peso del madero que macera sus espaldas destrozadas.

Tiembla y estemécete viendo el rostro de tu Maestro aplastado contra el suelo. ¡El Todopoderoso cae de debilidad! ¡Aquel cuyo brazo sostiene cielos y tierra, no puede con el peso de la cruz!

Escucha las risas, las burlas, los insultos. Hubiera sido mucho más digno llevar la cruz sin desfallecimientos ni tropiezos, de un tirón, hasta el Calvario. Sin embargo Jesús no disimula el temblor de sus rodillas, ni sus lágrimas, aunque sean silenciosas.

Por su humillación, que deja suspensos a los ángeles del cielo, Dios Padre ha querido levantarte a tí. Porque por tí cayó, detesta con todas tus fuerzas la altanería de tu orgullo, el encumbramiento de tu ambición, y las elevaciones que ansía tu vanidad.

Pide perdón de tus miserias y de tus caídas en el pecado o en la tibieza, tan frecuentes. Humíllate en tu corazón, porque él «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes» (Lc 1,52).


2. Continuó su camino

Los soldados golpean e injurian a Jesús para obligarle a ponerse de pie. El podría haberse resistido. Pero no: se incorporó trabajosamente, siempre abrazado a la cruz, y para alivio de sus verdugos reemprendió la marcha.

¿Para qué ese esfuerzo que llevaba a la muerte? ¿Por qué no dejarse llevar en vilo? Pídele luz a tu Maestro para poder comprender lo que él quiso enseñarte con su ejemplo.

Caer no es lo último. Caer no es abandonar la misión. Las caidas no son razón suficiente para que digas ¡no puedo más!, ¡es inútil continuar así!

No, el peor mal no está en caer, sino en no levantarse por cobardía, por miedo al esfuerzo. Caer, bueno, pero levantarse inmediatamente —con Jesús que me da energía para ello— para reemprender el camino del sacrificio de cada día, de la inmolación en las cosas más vulgares... el camino de la cruz del discípulo.

Por amor de tu Señor, caído bajo el peso de tus pecados, prométele no descorazonarte ante las dificultades que puedan venir. Pide su comprensión para tus fragilidades y traiciones; si éstas le duelen y le costaron su sangre, no por ellas se desanimó ni dejó de confiar en tí.

Él confía en ti. Él te espera. Él te dice también hoy: «A ti te lo digo, levántate». (Mc 6,41).


ORACIÓN

Señor Jesús, tú podrías haber llevado tu cruz, sin desfallecer, hasta el Gólgota. Incluso tu paso podría haber sido ligero, como cuando subías a Jerusalén, impaciente por redimirme a mí, que entonces no era más que un proyecto de inmenso amor en tu mente.

Pero si lo hubieras hecho así, es una vez, sin tropiezos, yo hubiera admirado tu majestad divina, pero no podría haberte seguido.

Por mí, en atención a mi debilidad, Maestro mío, a mis caídas vergonzosas, tú aceptas ser despreciado en tu fragilidad humana.

Porque verte así, agotado, caído en las piedras del camino, es lo que me daría más fuerzas para levantarme. Humillado ante los ojos de tu impíos enemigos...

Tú caes, Señor, porque yo me ensalzo con vanagloria y deseo ser más y estar más alto que los demás. Tú te levantas porque yo caigo cada día en mil pecados y debilidades, porque a veces siento asco y aburrimiento de mí mismo, porque a veces pienso que nada vale la pena.

Yo quiero pedirte perdón por todas las veces que me creí superior a los demás; por todas las veces que me alegré de la caída de otros con envidia; por todas las veces en que me he alineado con los que te injuriaban.

Con todo el afecto de mi corazón yo te adoro así, prosternado en tierra, como fuerza de Dios y sabiduría de Dios; porque la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres, y yo no quiero gloriarme sino en tu Cruz.

Ayúdame a cambiar mis criterios mundanos, mi culto a la eficacia, mi apego al poder y a los medios brillantes y espectaculares.

Hazme paciente y prudente para evitar, en lo posible, nuevas caídas; pero sobre todo animoso y humilde, para saber levantarme y continuar en tu seguimiento. No me abandones, fuerza mía, en mi debilidad y pobreza; antes bien, socórreme y no permitas que caiga en tentación.


ORACIONES BREVES

«No permitirá que resbale tu pie».

«Fue contado con los rebeldes».

«Si el grano de trigo no cae en tierra, queda infecundo».

«El cayó por el pecado de muchos».

«A ti te lo digo, levántate».

«Jesús, tomándole de la mano, le levantó».

«No nos flejes caer en tentación».