PRÓLOGO


Este libro no tiene más ambición que la de confiar una experiencia. Que sea la mía, es lo de menos. Lo único que importa es que sea una experiencia, es decir, no una reflexión o una tesis, ni una ponencia o un tratado, sino el relato de una historia, de un camino realmente vivido.

Me tranquiliza pensar que se trata de la obra de Otro, con los recorridos, etapas, retrocesos, descubrimientos irreversibles, con las alegrías y dificultades, las luces y las sombras, en fin, con todo aquello que va constituyendo una historia, en este caso, la parte de mí mismo que relata este libro. Pero lo único que he hecho yo es recibir. Ya se puede decir que es la obra de Otro la que me dispongo a entregarte.

Nadie recibe nada para sí mismo, para hacer de ello su riqueza y su tesoro, o su egoísta complacencia. Lo que crees estar guardando, como el que guarda un tesoro, se corrompe en tus manos y se pudre. Ni los dones de Dios se libran de esta perversión.

Nadie recibe sino para dar. Y no tanto para dar las cosas recibidas, como para dar la vida que ha brotado de ellas, y a la que día tras día alimentan. Es tu vida lo que tienes que dar, pues «el que quiera salvar su vida, la perderá» (Mt. 10, 39) y la vida también se corrompe cuando te la guardas para tí: se convierte en proliferación cancerosa y engendra la muerte.

Hay otra razón por la que, a través de este libro, deseo dar algo de la vida que he recibido.

Durante mucho tiempo, y de muchas maneras, anduve en busca de la oración. La busqué en los libros y no la encontré. Lejos de mí denigrar los libros. Había muchos y muy buenos; en ellos aprendí cosas excelentes —útiles— sobre la oración. Pero no aprendí a orar.

Uno puede saberlo todo, con su cabeza, sobre la oración, y no saber rezar. Nunca, ningún tratado, ha conseguido que nadie entre en esta vida de oración a la que aspiras. Tampoco la encontrarás en este libro. La encontrarás —o más bien la recibirás cuando llegue el momento— en lo íntimo de tí mismo, a lo largo de una experiencia que será la tuya. Deseo que este libro te ayude un poco, humilde y pobremente, a entrar en oración. Porque así te habré dado un poco de la vida que he recibido, para que, por otra obra de Otro, lleve fruto en tí también.

Por un momento me tentó la idea de firmar este libro con un seudónimo. De algún modo quería preservar la gratuidad de los dones de Dios, pues los dones de Dios no permiten que uno se vanaglorie, ni se los adueñe. El «Yo» es solamente el que ha recibido, el que lo recibe todo de este Otro que es Padre, Hijo y Espíritu, ese otro que desea colmarte ahora a tí, pues «todo viene de El, todo es por El y para El» (Rom. 11,36).

Así que, devuelve a Dios lo que es suyo, es decir: todo. Y olvida mi nombre, de no ser para rezar por mí.

Todo lo que he recibido y reciba es para tí. Si echas en falta alguna luz que todavía esperas y que pueda llegarte a través de mí, no dudes en escribirme. Intentaré responderte; llévame entonces en tu oración para que las palabras que me vengan sean realmente las que Dios te tiene destinadas.

Mi dirección: C/o Editions Nouvelle Cité, 131, rue Castagnary, 75015 París.