INTRODUCCIÓN

 

La teología fundamental indaga los fundamentos de la teología; entendiendo por fundamento los supuestos y condiciones que hacen posible la teología. Esos supuestos y condiciones no se inventan o construyen artificialmente ni se aducen desde fuera, sino que vienen reclamados por el propio asunto, es decir, por la propia teología.

Teología es la reflexión metódica sobre la fe en Dios, que se ha dado a conocer, comunicado y revelado de múltiples formas, pero de un modo definitivo e insuperable en Jesucristo, cuya presencia, palabra y obra sigue presente en la Iglesia.

Los fundamentos de la teología afectan, por consiguiente, al problema de la fe misma y sobre todo al problema de su correlato: la revelación como principio de cualquier teología y de sus contenidos específicos; así como al problema de su transmisión, que atañe a la Iglesia en tanto que portadora y transmisora de revelación.

Esos fundamentos en la perspectiva de la teología fundamental no son a su vez objeto de fe, sino objeto del conocimiento humano y de la comprensión racional.

De ese modo tiene que ser posible formular a la fe y al creyente la exigencia que se encuentra ya en el Nuevo Testamento y que viene a ser una descripción clásica del contenido de la teología fundamental: «Estad siempre dispuestos a responder a cualquiera que os pida razón de vuestra esperanza» (1Pe 3,15). La esperanza es un sinónimo de la fe; la esperanza es la forma futura de la fe.

El problema de la credibilidad de la fe es la nota específica de la teología fundamental y de su planteamiento propio, sobre todo en la concepción de una teología fundamental católica1.

Esta designación de «teología fundamental» substituye el de apologética2. Lo cual no quiere decir que se haya eliminado o superado su contenido, que no es otro que la capacidad de respuesta de la fe cristiana, en el sentido de dar cuenta, tomar posición y defenderse frente a los cuestionamientos que se le hacen. La apologética la encontramos ya en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y los primeros proyectos teológicos en la Iglesia primitiva los formularon los apologetas. La apologética sigue siendo una dimensión permanente de la teología, que por sí misma se orienta al encuentro y a la confrontación creativa con el espíritu de su respectiva época histórica. Lo que pretende la designación de teología fundamental es dar a entender que el cometido apologético puede y debe integrarse en una reflexión teológica más amplia: en el estudio que la propia razón creyente hace de sus bases y supuestos. En este sentido la teología fundamental es una realidad teológico-trascendental.

Con ello queda claro a la vez en qué sentido la teología fundamental es la base de la teología. Tal pretensión sería exagerada, si se dijera que la teología fundamental, por su planteamiento y respuesta, es el fundamento único y completo de la teología en general, de modo que la fe cristiana se seguiría con necesidad lógica o psicológica de los fundamentos de la credibilidad, como se sigue la conclusión de las premisas.

En tal caso la fe dejaría de serlo. Ocurre más bien que los fundamentos de la credibilidad proporcionan por su parte los supuestos y condiciones para que la fe pueda justificarse y hasta ser vinculante. Aquí vale la palabra de Agustín, recogida por Tomás de Aquino: «Nemo crederet nisi videret esse credendum» (Nadie creería, si no viera la necesidad de hacerlo). Por otra parte, también es verdad que ninguna credibilidad, ninguna racionalidad de la fe, dispensa de creer o puede sustituir a la fe. La fe no deja de ser nunca un acto nuevo y propio.

Muchos son los supuestos y condicionamientos que hacen posible la fe cristiana; es decir, los motivos de credibilidad. Para la exposición del tema «Fe y ciencia de la fe» permítasenos remitirnos a las páginas que siguen, al tiempo que formular esta tesis básica: Cualquiera sea la índole del acto y del contenido de la fe cristiana, sólo es posible, sólo se puede justificar y ratificar, cuando tiene una relación con el hombre; y no una relación cualquiera, externa y hasta alienante, sino originaria e interna al hombre y a cuanto le pertenece esencialmente, como son el mundo y la historia. Dicho de otro modo: la fe cristiana, sobre la que reflexiona la teología, sólo es posible, cuando en el hombre, en las condiciones que lo determinan, se da la posibilidad y disposición para la fe cristiana, cuando el hombre está dispuesto de tal modo que puede creer, y precisamente en el sentido de la fe cristiana. Si no se dan esas condiciones de posibilidad, si no son demostrables, la fe cristiana en su conjunto y en sus detalles resultará ajena a la realidad, externa e ideológica, sin que se la pueda tomar en serio.

Los temas tratados en la teología fundamental son los temas que hoy se debaten y discuten. Lo cual da a esta disciplina teológica una gran carga de actualidad. Porque no se trata de esta o de aquella particularidad de la fe cristiana, sino del fundamento que subyace a todo, se trata de la fe como fundamento.

Hoy ya no basta con proclamar, afirmar y encarecer la pretensión vasta y universal de la fe cristiana; más bien hay que fundamentarla frente a la fuerza impresionante de la experiencia actual del mundo y de la existencia y frente al reto que ello supone. Es un cometido grave a la vez que una oportunidad.

1. Véanse las consideraciones introductorias en los diversos tratados de teología fundamental. Asimismo: G. Sohngen, Fundamentaltheologie en LThK IV, 452-459; H. Fries, Teología fundamental en SM, vol. 6, 589-600; Id., Zum heutigen Stand der Fundamentaltheologie, en Glaube und Kirche als Angebot, Graz-Viena-Colonia 1976, 154-171; Id., Die ókumenische Dimension der Fundamentaltheologie, en ibid. 172-186; H. Stirnimann, Erwiigungen zur Fundamentaltheologie, en FZThPh 24 (1977) 291-365; J. Schmitz, Die Fundamentaltheologie im 20. Jahrhundert, en H. Vorgrimler-R. van der Gucht (dirs.), Bilanz der Theologie im 20. Jahrhundert II, Friburgo-Basilea-Viena 1969, 197-245; versión castellana: La teología en el siglo XX, 3 vols., Cristiandad, Madrid 1973-74; R. Latourelle-G. Collins, Problemi e Prospettive di Teologia Fondamentale, Brescia 1980; H. Wagner, Einführung in die Fundamentaltheologie, Darmstadt 1980; Id., Fundamentaltheologie, en Theologische Realencyklopüdie XI, 738-752. Acerca de la teología funda-mental dentro de la teología evangélica (G. Ebeling, W. Pannenberg, W. Joest), cf. M. Seckler, Evangelische Fundamentaltheologie. Ermügungen zu einem Novum aus katholischer Sicht, en ThQ 155 (1975), 281-299; H. Petri, Die Entdeckung der Fundamentaltheologie in der evangelischen Theologie, en Cath 33 (1979), 241-261; H. Wagner, o. cit. 109-124.

2. Siguen siendo clásicos: J.S. Drey, Die Apologetik als wissenschaftliche Nachweisung der Góttlichkeit des Christentums in seiner Erscheinung, Maguncia 1938-1947, reimpresión: Francfort 1967; F. Hettinger, Apologie des Christentums, Friburgo 1863-1867; A. M. Weií3, Apologie des Christentums, Friburgo 1878-1889; P. Schanz, Apologie des Christentums, Friburgo 1887-1898; H. Schell, Apologie des Christentums, Paderborn 1901; K. Aland, Die Apologie der Apologetik, Berlín 1948; E. Kamlah-C. Andresen-H.H. Schrey-C.G. Schweitzer-H. Fries, Apologetik, en RGG I, 477-495; H. Lais-W. Lohff, Apologetik, en LThK I, 723-731; E. Seiterich, Die Glaubwürdigkeitserkenntnis. Eine theologische Untersuchung zur Grundlage derApologetik, Heidelberg 1948; H. Lais, Probleme einer zeitgemiissen Apologetik, Viena 1958; J.B. Metz, Apologética, en SM I, 361-371. Para la historia, ver: K. Werner, Geschichte der apologetischen und polemischen Literatur der christlichen Theologie, Schaffhausen 1861-1876; A. Lang, Die Entfaltung des apologetischen Problems in der Scholastik des Mittelalters, Friburgo 1952.